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«Young ones»: sed de mal

17/11/2014

Tanto en el cine, como en la literatura, el uso mayoritario de las distopías se basa en mostrar las consecuencias de los errores que la sociedad (real y actual) infringe. Errores que, en la ficción, acabarán derivando en un futuro apocalíptico y que, principalmente, funcionan a modo de advertencia sobre nuestro comportamiento en uno o más aspectos generales. Así, nos encontramos con magníficos ejemplos como «The road«, «Fahrenheit 451«, «La naranja mecánica«, «Mad Max«, «Blade Runner«, «Terminator«…aunque, en el caso que hoy nos ocupa, la mayor destrucción en «Young ones» no es a escala planetaria (que también); sino la disolución de una familia.

Para ello, Jake Paltrow escribe y dirige la historia situando la acción en un incierto y desolador paraje del oeste de Estados Unidos, en un futuro más cercano de lo que podamos pensar; combinando de forma sorprendente elementos del mejor western, del mejor Shakespeare y del mejor cine de ciencia ficción. A pesar de contar con un concepto y diseño futurista, la trama y conflictos que toca son centenarios (amor, familia, madurez, odio, egoísmo, venganza). Una historia clásica cubierta por un velo apocalíptico y tecnológico. Así, al más puro estilo «Mad Max», nos encontramos con que la escasez de un recurso vital ha liberado de su máscara ética y moral al feo rostro de la sociedad que se oculta tras ella. A diferencia del título de George Miller, en este caso no hablamos de la ausencia de gasolina, sino de agua. Su tremenda escasez hace que las tierras, que en otros tiempos fueron verdes y fértiles, ahora sólo contengan arena y roca; formando un paraje desértico, inhóspito y desolador, un interminable ‘Valle de la Muerte’. Un lugar donde la vida se mide en sacrificios, tragedias y traiciones, que cada uno deberá superar como pueda para sobrevivir. Obviamente, un lugar como este no es el mejor sitio para cometer errores…y Ernest Holm (Michael Shannon) ha cometido unos cuantos a lo largo de su vida. Errores que le fueron dirigiendo hacia ese desierto donde vive; entendiendo por desierto no sólo al paraje que le rodea, sino también al estado de su vida familiar.

La historia nos introduce en una familia rural formada por Ernest, ex-alcohólico, esposo y padre de dos hijos: Jerome (Kodi Smit-McPhee) y Mary (Elle Fanning). A este trío, se unirá posteriormente Flem (Nicholas Hoult), alguien con objetivos mucho más egoístas que el aparente mero flirteo con la hija de Ernest.

Dividido en tres actos, a los que el director etiqueta con el nombre de cada personaje masculino, la estructura del film deja clara la dificultad que la actriz Elle Fanning ha tenido para conseguir desarrollar un personaje destinado a ser poco más que simple comparsa de los otros tres personajes. No obstante, a pesar de lo limitado de su personaje en la historia, Elle consigue transmitir esa función catalizadora que tiene el papel de Mary para con los otros tres personajes; los cuales lucharán entre sí por poseerla (unos) y protegerla (otros).

El primer acto se llama, por tanto, «Ernest Holm». En él conoceremos en detalle la relación entre los miembros de la familia Holm: El leal Jerome, varón de 14 años en el que Ernest tiene puesta todas sus esperanzas, intentando que madure de forma acelerada; pero protegiéndole al mismo tiempo de cualquier peligro o decisión difícil con las que la vida nos sorprende a todos en algún momento de nuestra existencia (ver primera escena de la película o el accidente de la mula).

Jerome acompaña a su padre en su quehacer diario como suministrador de víveres y alcohol a los empleados de la distribución del agua que trabajan en las montañas. Ernest pretende ganarse el favor de dichos trabajadores para que le proporcionen agua suficiente con la que poder convertir sus resecas tierras en el paraje fértil que conoció décadas atrás y poder cultivar en él. Para esa labor de distribución, padre e hijo utilizan una mula que carga con todos sus productos montaña arriba, hasta el asentamiento de los trabajadores. Uno de esos días de abastecimiento el animal de carga sufre una caída y tiene que ser sacrificado, forzando a Ernest a pujar en una subasta en la que obtendrá un reemplazo para el animal, pero esta vez en forma de robot. Este robot cobrará un importancia decisiva en los acontecimientos que están por llegar.

Por cierto, aunque este mecanismo de carga, (que en la película se representa mediante CGI), pueda hacernos pensar que es una idea demasiado futurista planteada por el director y escritor de la historia; en la actualidad, se trata de un proyecto totalmente real. Así mismo, entre los numerosos detalles que permite al espectador situar la historia en un futuro cercano, destaca también el reparto de ciertos suministros mediante el uso de drones; tal y como algunas multinacionales (Amazon entre otras) están ahora mismo utilizando en fase de pruebas en algunas zonas de Estados Unidos. Una prueba más de lo innecesario que es echar a volar demasiado la imaginación para recrear de forma realista un mundo futuro más basado en la ciencia, que en la ficción. Simplemente basta usar de forma cotidiana proyectos que hoy en día son meros prototipos aún lejos de convertirse en unidades candidatas a su comercialización y uso civil.

Este acto nos presentará también a su rebelde hija Mary, que prácticamente se limita a asumir las duras tareas del hogar (esa secuencia en la que está limpiando con arena los platos del fregadero es un ejemplo claro). Mary se convertirá, sin saberlo, en el caballo de Troya de su propia familia.

El segundo acto, llamado «Flem Lever», presenta mediante pinceladas cortas al personaje interpretado por Nicholas Hoult. Flem destaca por su odio hacia Ernest. Odio alimentado por dos vías, ya que Ernest es el actual propietario de unas tierras que, tiempo atrás, pertenecieron a la familia de Flem y, a la vez, por el constante rechazo que muestra a la relación entre Flem y su hija Mary.

Un personaje más se añadirá a la trama, la esposa de Ernest y madre de Jerome y Mary: Katherine Holm.
La conoceremos a través de las visitas que su familia realiza a la residencia de cuidados paliativos donde se encuentra ingresada, debido a un accidente de tráfico, a raíz del cual, Katherine quedó tetrapléjica y con serios problemas respiratorios. Ayudada por un exoesqueleto y unos rieles distribuidos por todas las instalaciones, Katherine puede dar paseos con sus hijos y marido durante dichas visitas. Un fugaz flashback nos dará a conocer el papel que Ernest y su antigua afición al alcohol tuvieron que ver en el estado actual de su esposa, teniendo, al mismo tiempo, el motivo por el que la relación entre Mary y su padre es tan problemática.
No obstante, la principal tensión de este film vendrá determinada por el maquiavélico plan de Flem para recuperar las antiguas tierras que pertenecieron a su familia, robar a Ernest todas sus posesiones y tomar el control de su familia.

El tercer acto, toma el nombre de «Jerome Holm» y supondrá la madurez prematura del hijo de Ernest.
Jerome, obtendrá pruebas del trágico, cruel y violento suceso que ocurre en las montañas entre su padre y Flem, actuando en consecuencia y dejando atrás toda su inocencia. Dando el paso decisivo para hacer justicia y tomar el control de su familia y de sus tierras, nuevamente fértiles y cultivadas. Cabe destacar que el joven actor Kodi Smit-McPhee ya tiene experiencia interpretando personajes inmersos en desoladores futuros de nuestra sociedad, pues años atrás interpretó al hijo de Viggo Mortensen en «The Road».

Como buen film (sea de ciencia ficción o no), sabe que el principal acierto es reflejar la naturaleza humana de forma realista y efectiva, para que nos identifiquemos con sus personajes y su modo de proceder…y «Young ones», a pesar de tratarse de una película de muy modesto presupuesto, consigue mediante el guión y la efectiva puesta en escena diseñada por Paltrow, zambullir al espectador en ese hostil mundo desértico y empatizar con aquellos personajes que intentan sobrevivir a las dificultades sin crear problemas al resto…práctica que no usan muchos en esta historia.

No obstante, a pesar de sus aciertos (destacar también esos títulos de crédito en los que los personajes rompen con la clásica ‘cuarta pared‘), «Youg ones» también comete algunos fallos.
En primer lugar, nos encontramos ante otro título más donde los hombres solucionan todos los problemas y los personajes femeninos cuentan con papeles casi ornamentales. Que una actriz con el potencial de Elle Fanning se encuentre embutida en la piel de un personaje que no toma apenas ninguna decisión sobre su vida y se limita a ser el objeto de deseo de unos y otros (en diferentes aspectos, obviamente), es desaprovechar a una intérprete y un personaje que bien se merecía contar con un cuarto acto que llevara su nombre.
En segundo lugar, la desaparición del personaje de Ernest durante el segundo acto, nos impide seguir disfrutando de la contenida interpretación de Michael Shannon. Esto no es un error en sí mismo; pero, a partir de este punto, la narrativa se resiente al recaer en unos personajes a los que un guión algo más pulido en este último acto habría facilitado mantener el ritmo alcanzado durante la hora anterior.

En definitiva, «Young ones» relata una historia de conflictos familiares, ambientada en un mundo tan seco y árido como los personajes que lo pueblan.

De nosotros depende…

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