«Taboo»: demasiado Hardy
“Taboo” llegaba a principios de enero con la promesa bajo el brazo de ser la primera gran serie de 2017. Avalada por el sello de calidad de la BBC británica en colaboración con la descollante FX estadounidense, auspiciada por el prestigio de Steven Knight (“Peaky Blinders”), Ridley Scott y una estrella del calibre de Tom Hardy comprometido hasta el tuétano delante y detrás de la cámara, y engalanada con un brillante elenco de rostros televisivos que han destacado en productos recientes (Jonathan Pryce, Tom Hollander, Stephen Graham, Mark Gatiss , Oona Chaplin), “Taboo” exhibía de entrada el pedigrí de los productos de qualité. Ambición, talento y presupuesto no iban a faltar, y el notable episodio piloto así se encargaba de certificarlo. Allí se nos presentaba a James Keziah Delaney, una especie de fantasma al que todo el mundo daba por muerto que regresa al mugriento Londres de 1814 tras el fallecimiento de su padre para hacerse cargo de su herencia. Y ese legado es un islote de vital importancia estratégica en las líneas comerciales internacionales codiciada por la siniestra Compañía de las Indias Orientales, la Corona británica, los Estados Unidos, el marido de su hermanastra y la viuda de su padre. Así, se nos proponía un tentador y abrasivo mejunje de juegos de poder, violencia, venganza, traición, incesto y magia negra ancestral, y ciertamente de todo eso hemos tenido en estos ocho episodios, pero, contra todo pronóstico, el brebaje ni nos ha embriagado ni nos deja ganas de pedir otra ronda. Taboo” se ha confirmado como una serie de calidad, sí, pero de calidad epidérmica, sobresaliente en la recreación física y moral de una época y un lugar -en el que casi se puede oler la mierda de caballo y las meadas de los callejones-, pero de corazón hueco y alma vacía. Por supuesto que no le faltan instantes magníficos e impactantes, pero da la sensación de que “Taboo” habría tenido más sentido en una pantalla de cine y limitada a las dos o tres horas de una gran producción cinematográfica que en el formato televisivo, bajo cuyas reglas ha terminado siendo tediosamente reiterativa, innecesariamente enrevesada, excesivamente envarada y ridículamente críptica.
Más allá de su formidable carcasa, la mejor baza de “Taboo” es la presencia arrolladora de Hardy, que a su vez es también su talón de Aquiles, ya que la serie empieza y termina en él, de modo que casi todo lo que sucede a su alrededor queda eclipsado por su alargada y en ocasiones fastidiosa sombra. Porque sí, Hardy nos confirma que es una bestia parda y que posee un magnetismo animal que se convierte irremediablemente en el centro de todas las miradas, pero también que cuando se pasa de intensito y monopoliza el 80 por ciento de los planos puede resultar muy cargante, e incluso autoparódico (como bien atestigua este impagable vídeo que recopila sus gruñidos y murmullos en la serie).
Su James Delaney es un personaje icónico con su abrigo negro y su sombrero de copa alta, un enigma andante al estilo del lacónico, impenetrable y durísimo ‘hombre sin nombre’ de Clint Eastwood, un macho alfa escrito e interpretado para molar. Pero además tiene unos gustos culinarios dignos de Hannibal Lecter. E invoca hechizos arcanos aprendidos en su misterioso pasado en África que tanto sirven para provocar orgasmos a distancia como para comunicarse con los muertos. Y es capaz de trazar rocambolescos planes y complejísimas estrategias a largo plazo que no se le ocurrirían ni al mismísimo Sherlock. Y es tan viril y salvajemente atractivo que toda mujer e incluso más de un hombre que se cruza en su camino desearía secretamente ser follado por él. Y, aunque esto ya son cosas mías, juraría que puede convertirse en lobo bajo la luna llena si lo llegara a necesitar… No sé si se entiende por dónde voy, pero resumiendo: que es demasiado. Es empachante. Y lo más curioso es que muchas de estos “superpoderes” ni siquiera son necesarios desde el punto de vista del guión. ¿Era imprescindible para la trama el recurso del canibalismo? Para nada. ¿Era indispensable, una vez vista toda la serie, tanta mística tribal y rituales babélicos? No realmente, pero, hey, ¿a que mola? En realidad toda esa aureola mítica que rodea a Delaney es puro humo que está ahí para ocultar una trama mucho más simple de lo que pretende ser.
Porque “Taboo” no deja de ser la historia de una venganza, y eso, que quede claro, está muy bien, pero se enreda en oscuras intrigas, opacas maquinaciones y secretos velados que no se articulan con claridad, carecen de una dirección definida e imponen una gran distancia con el espectador, que se ve incapaz de establecer una empatía real con lo que sucede. Series como “Boardwalk Empire” o la misma “Peaky Blinders” pueden desplegar tramas complejas en las que uno no tiene problemas en involucrarse y eso es porque sus personajes están bien escritos y nos importa lo que pase con ellos. En “Taboo” eso no sucede. Son simples peones que sirven para que la historia avance a trompicones pero que no generan ninguna empatía. No lo hace Delaney, que asumimos que es prácticamente inmortal y siempre va dos pasos por delante de todos (incluidos nosotros), ni lo hace el resto del elenco. Por ejemplo, la Zilpha Geary de Oona Chaplin –la hermanastra con la que se intuye una tormentosa y emocional relación que supuestamente da título a la serie- es una calamidad, un parche irritante, incoherente y, en última instancia, tan irrelevante que se resuelve de la manera más perezosa. La Chaplin no tiene mucho a lo que agarrarse, pero tampoco es que su perpetua e inamovible expresión de ojos abiertos como platos ayude en demasía.
En realidad las pocas mujeres que hay en “Taboo” no salen muy bien paradas, salvo quizás la superviviente Lorna Bow, y más por mérito de Jessie Buckley que por otra cosa. En general, cuanto más lejos queda un personaje de la solemnidad de la onda expansiva de Delaney, mejor le va. Así ocurre con el buen antagonista que es Sir Stuart Strange (Jonathan Pryce) y su séquito de la Compañía de Indias o esa disfrutable pareja que forman Mark Gatiss -en una grotesca e irreconocible caracterización- y Jason Watkins como George IV y su secretario Solomon Coop. Todos ellos aportan unas agradecibles notas humorísticas en un show que peca de tomarse a sí mismo demasiado en serio. El resto de actores –Tom Hollander, Stephen Graham, Franka Potente, Lucian Msamati– cumplen perfectamente con su cometido, pero es difícil sacar a sus personajes más allá del estereotipo cuando ni el libreto ni el tiempo en pantalla se lo permiten.
Si por algo merece la pena ver “Taboo” es porque se asemeja a un cuadro que se mira con fascinación. La rica textura de la imagen, entre el realismo de la reconstrucción de época más detallista -tanto en las altas esferas palaciegas como en los bajos fondos dickensianos- y el tenebrismo de las visiones más alucinadas e incluso terroríficas, construye una cualidad pictórica muy sugestiva. Y en cada capítulo siempre se encuentran secuencias brillantemente planificadas que al menos ofrecen un gran espectáculo visual. Para algunos puede ser suficiente, pero aquí falta nervio y concisión narrativa y y sobra mucho metraje para haberse acercado al show que podía haber sido y que creíamos que iba a ser. Aunque hay planes para dos temporadas más, su renovación a día de hoy todavía no ha sido confirmada. Sin embargo, las buenas audiencias, su carácter exportable a mercados internacionales y el compromiso del propio Hardy con un producto del que es muy responsable, casi aseguran la continuidad en un futuro (que de todas formas probablemente no sea próximo). (Edito: Ya ha sido confirmada una segunda temporada de otros ocho capítulos). Es cierto que quedan varios misterios referentes a Delaney sin resolver, pero la trama principal queda bien cerrada en estos ocho episodios. Desde aquí no le vemos demasiado sentido a una secuela ni creemos que nos merezca la pena invertir más tiempo en “Taboo”. No, no subiremos a ese barco. Ya hemos tenido suficiente de Tom Hardy por una larga temporada.
Me ha encantado y no puedo estar más de acuerdo con todo! sobretodo con la ojiplatica hermanastra! XD
Es que la tal Zilpha oposita seriamente a personaje televisivo más lamentable del año. Gracias por pasarte, Silvia. Un saludo.
Es la primera vez en la historia del Cadillac, que no estoy de acuerdo con un comentario tuyo.
A mi la serie me ha arrollado por completo y, contra todo pronóstico, no la veo nada enrevesada.
Es más, nunca me gustan los temas políticos en las ficciones; y en esta, aparte de que lo explican todo bastante bien, la trama política es lo que más me gusta de ella.
Tom Hardy, un monstruo.
Saludos
Por cierto el video de los gruñidos es impagable, jajaja!.
Saludos
Hola Juan Carlos, pues lamento que sea la primera vez que no estás de acuerdo, pero alguna vez tenía que pasar :-) Y está bien que así sea porque lo importante es que la has disfrutado. Yo, ya digo, no he podido empatizar con una propuesta a la que le tenía muchas ganas. Le reconozco varios méritos, pero en general se me han hecho bola sus rodeos sobre lo mismo, las subtramas que no iban a ningún lado y la omnipotencia de Hardy, por mucho Hardy que sea. Un saludo y espero que no tardemos en volver a estar de acuerdo.
la trama es buena quizas no resuelta correctamente la secuencia de sexo con su propia media hermana me resulto empalagosa
MAS ALLA DE TODO LA ACTUACION DE hARDY ES IMPAGABLE COMO SIEMPRE , LE PONE LO MEJOR DE SI A TODOS SUS PERSONAJES Y QUISIERA UNA SEGUNDA PARTE PARA VER COMO SE RESUELVE ESTO REPITO LA SITUACION CON SU MEDIA HERMANA CREO QUE RELLENA PERO NO ES LO PRIMARIO EN LA SERIE ADEMAS DE SER DESAGRADABLE
En mi opinión, la trama con la hermanastra tendría que haber dado para mucho más, pero tal y como está llevada es uno de los grandes lastres de la serie, y por supuesto no me refiero solo a la (horrenda) escena de sexo. Un saludo.
Los dos primeros capítulos me parecieron un ladrillo, pero el tercero me dejó «WTF».
Es verdad que es demasiado Hardy, pero esa mimetización de él con su personaje, hace que me sienta bastante atraída hacia su interpretacione (y hacia él).
James es puro instinto, y sí, hace que la serie sea sólo él.
Lo de los personajes femeninos es cierto: son bastante mamertos. No hay uno que le haya dado la talla al protagonista.
Me hubiese gustado más una mujer más desinhibida como la hermanastra.
Muy de acuerdo con lo analizado, toda la descripcion de la ambientacion, los detalles, estan perfectos , como corresponde a la BBC, la actuacion de Tom Hardy y su visualizacion en el papel casi que sea, valen, pero con todo, no he podido terminar la temporada por todos los detalles descritos en este excelente articulo…me ha dado un poco de pereza , asi sea Hardy y la BBC juntos…saludos!