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«Todos lo saben»: Un Farhadi muy español y mucho español

25/09/2018

Todos-lo-saben

Resulta paradójico que la película más genuinamente española de los últimos tiempos venga firmada por un director iraní. Sin embargo, si reparamos en que ese cineasta se llama Asghar Farhadi y es uno de los más interesantes y de mayor regularidad de los últimos tiempos, empezaremos a comprender esta extraña circunstancia. Sorprende su gran capacidad de análisis para diseccionar personas y sociedades que le son ajenas. Pero lo más fascinante es que «Todos lo saben», su ostentosa incursión en el cine hispano -ahí está uno de los repartos más lujosos que se han visto por estos lares-, no supone para nada un ‘rara avis’ en su trayectoria, sino que se inscribe con total naturalidad en los temas y la forma predilectos de una filmografía ya muy definida y madura.

Como ya es  norma en la mayoría de sus películas, Farhadi no tiene ninguna prisa en llegar al cogollo de la historia. Prefiere, sin embargo, propiciar -mediante su cámara cercana, curiosa, certera pero nunca inquieta ni agobiante- que nos vayamos familiarizando poco a poco con cada uno de los personajes, las relaciones existentes entre ellos y los usos y costumbres de la sociedad en la que se inscriben. En este caso, el cineasta iraní nos adentra en los prolegómenos y desarrollo de una boda en un pueblo indeterminado de la geografía nacional, a la que acude Laura, la hermana de la novia que se ha marchado a vivir a Argentina, con su hija adolescente y su pequeño hijo y sin su actual pareja y en la que se reencuentra tanto con su familia como con su antiguo amor, Paco, ahora inmerso en una nueva relación. Todo ello lo retrata el director con suma eficacia y gusto por el detalle, ejemplificado en esos insertos de ancianos atentos a cada detalle del festejo, con la indudable intención de criticarlo convenientemente en los días venideros.

Y, como siempre ocurre, a la calma le sucede la tormenta. Si en la admirable «A propósito de Elly», el filme que nos hizo a muchos descubrir a Farhadi, el detonante de la trama era la súbita desaparición de una de las participantes en una animada reunión de amigos treintañeros, «Todos lo saben» presenta una situación muy similar cuando, en plena celebración del enlace, nadie puede dar con el paradero de la hija de Laura, circunstancia que se agrava con la aparición en su cama de unos recortes de periódicos que aluden a una desaparición similar de trágico desenlace. La gradación con la que se narran los extraños hechos, aparentemente aislados, que se suceden en una noche tan trágica está solo al alcance de un cineasta tan consolidado como el que nos atañe.

Es en el análisis de consecuencias de la desaparición donde el filme establece su razón de ser. La presunta armonía familiar se rompe en cuanto la desesperación entra en juego y se va cobrando víctimas. Si ya en su otra excursión internacional -la excelente película francesa «El pasado»– , Farhadi basaba su narrativa en ir desentrañando paulatinamente los aconteceres pretéritos de los personajes para explicar la situación en la que arrancan la trama, en «Todos lo saben» repite una estrategia parecida.

El director iraní admitía en unas declaraciones promocionales su sorpresa al comprobar lo equivocado que estaba en su idea preconcebida sobre la sociedad española. Si en un primer momento estimaba que los españoles se caracterizarían por vivir siempre en el presente, cuando hizo una radiografía más cercana del pensamiento patrio comprobó que, muy al contrario, su principal característica es la de vivir permanentemente en el pasado. Así lo ejemplifica magistralmente en dos disputas sobre tierras, la primera propiciada por la borrachera del progenitor en un bar; la otra, la que se desarrolla en el hogar familiar, ambas prácticamente calcadas a las que ha podido vivir cualquiera que haya tenido un mínimo contacto con el mundo rural español.

Esta indagación sobre el pasado de los personajes entremezcla momentos muy logrados de gran tensión con otros algo folletinescos. Esta irregularidad la consigue paliar en gran medida el gran rendimiento de un casting absolutamente estelar. Si en un primer momento podría parecer que Farhadi buscó en Google una lista de actores españoles más prestigiosos a la hora de hacer el elenco y había dudas razonables sobre la conveniencia de reunir a tanto ‘galáctico’ junto, la verdad es que el cineasta ha logrado que el reparto haga un solidario juego de equipo y se complemente perfectamente, ya sea adoptando los principales roles u otros más secundarios. Mientras que los brillantes Javier Bardem y Penélope Cruz concluyen en empate técnico su duelo protagónico, grandes figuras como Eduard Fernández, Bárbara Lennie y Ricardo Darín asumen con contención y oficio roles de acompañamiento, aunque en este apartado los que más lucen son dos espléndidos veteranos como Ramón Barea y Elvira Mínguez.

En el tercio final, Farhadi se autoimpone lograr una conclusión plausible a la trama criminal que ha pergeñado y la acción se va dilatando en demasía, perdiéndose por el camino la intensidad, esa contundencia final que es una de las grandes especialidades del cineasta y que tan bien se plasmaba, sin ir más lejos, en su anterior referencia, la oscarizada «El viajante» (analizada en su momento por mi compañera Irene, aquí).

Haciendo balance, «Todos lo saben» supone un ligero descenso respecto a la citada «El viajante» y posiblemente podamos hablar de ella como la obra menos redonda de Farhadi desde que éste saltara a la palestra internacional. Sin embargo, este último filme confirma que la obra del iraní siempre tiene interés, nos descubre su capacidad innata de penetrar en sociedades ajenas y supone todo un balón de oxígeno para la, a veces, algo anquilosada cinematografía española. Y sí, pese a lo perjudicial que pudiera haber supuesto el galardón cosechado por el director el año pasado, «Todos lo saben» seguramente hubiera sido la opción más plausible en la carrera española por los Oscar. Casi todos lo saben.

 

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