«The Artist», ¿hay para tanto?
Como estaba escrito en el guión, los Oscar 2012 se rindieron al silencioso blanco y negro de “The artist”, la cinta del año para los académicos (y para los BAFTA, los Globos de Oro, los Cesar, los Independent Spirit, los distintos gremios etc.). Personalmente, cuando una película arrasa así en todos los premios y pone tan de acuerdo a todo el mundo a mí me resulta sospechoso. O bien se trata de una obra maestra tan incontestable que no pueda haber discusión alguna, o sea, algo como “El padrino”, o bien se trata de algo que efectivamente puede ser bueno pero que ha empezado a hincharse y a sobrevalorarse en exceso hasta el punto de que resulta más cómodo seguir la corriente principal que considerar otras opciones.
A mí, como a casi todo el mundo que la ha visto, me gustó “The Artist”. Imposible no aplaudir la audacia de un film que en pleno siglo XXI propone un viaje en el tiempo casi 100 años atrás para capturar (o más bien imitar) el encanto, la vitalidad, la ingenuidad y la magia del cine primigenio. Hay que reconocerle al director Michel Hazanavicius la brillantez y la originalidad de la jugada, por otra parte irrepetible, porque ni él ni nadie en su sano juicio puede volver a usar la misma fórmula sin parecer oportunista o, directamente, absurdo. Sin embargo, no me parece “The artist” la obra maestra que muchos aclaman. Es un divertimento gozoso que funciona mucho mejor como homenaje o carta de amor a los orígenes de este maravilloso arte (las referencias o directamente saqueos a Welles, Lubitsch, Fairbanks o Wilder son constantes), que como película que aporte algo verdaderamente personal al cine de aquí y ahora. “The artist” recurre por enésima vez a la clásica historia de la decadencia artística que provocó en muchas figuras el paso del mudo al sonoro, sin ofrecer nada que no se haya visto antes y mejor en, por ejemplo, “Cantando bajo la lluvia”, “Ha nacido una estrella” o “El crepúsculo de los dioses”.
Con todo, la cinta es deliciosa en su primer tramo. Comedia fina de altos vuelos, puntuada por momentos mágicamente poéticos, como aquel en el que Bérénice Bejo entra a hurtadillas en el camerino de Jean Dujardin y juguetea con su chaqueta, como si de Chaplin o Harpo Marx se tratara. Este tramo culmina con la excepcional secuencia de la pesadilla sonora del protagonista, pero a partir de ahí la cinta se torna en un drama demasiado amargo que se vuelve reiterativo en su patetismo y que incluso me llega a aburrir antes de remontar el vuelo en el emotivo final.
“The artist” es una digna ganadora del Oscar a la mejor película, pero es un poco deprimente constatar que lo mejor que puede ofrecer el cine en 2012 sea un ejercicio de nostalgia y celebración de su pasado más remoto, por muy brillante que sea el ejercicio. Es cierto que se rompe de algún modo la lamentable tendencia de la Academia de los últimos tiempos. La tan académicamente perfecta como previsible e inocua “El discurso del rey”, la simplemente correcta “En tierra hostil” y el artificio visual de “Slumdog millionaire” fueron consideradas mejores que ese ejercicio de brillantez narrativa que recogía el espíritu de su tiempo que es “La red social”, las maravillas absolutas de “Toy Story 3” y “Up”, o esa excelsa lección de dilatación del tiempo fílmico impartida por Tarantino en “Malditos bastardos”. Sencillamente escandaloso. La Academia siempre ha tenido enormes dificultades para identificar a los grandes talentos de su tiempo, pero últimamente su miopía se ha vuelto especialmente irritante. Es inexplicable que cineastas que están definiendo el cine del presente (y del futuro) como David Fincher sean sistemáticamente despreciados mientras que simples artesanos con un pasado mediocre y un futuro más que incierto como el tal Tom Hooper sean elevados a los altares a las primeras de cambio. Yo me dí cuenta de la gran patraña de los Oscar en aquella edición en la que cubrían de gloria a Ron Howard mientras que en un fugaz contraplano se veía en el patio de butacas, juntos, hermosos vencidos, resignados y con un palmo de narices, a Robert Altman y David Lynch.
Con el triunfo de “The artist” la Academia se da una tregua en su incompetencia, aunque sea a costa de dejar de reconocer el talento de Alexander Payne para extraer verdadera emoción del perfecto equilibrio entre comedia y drama en «Los descendientes» , esta sí una película de aquí y ahora; el riesgo suicida de Terrence Malick en “El árbol de la vida”, un filme que podrá maravillar o aborrecer al personal, pero que desde luego hace mucho más por ensanchar los límites y posibilidades del cine que la cinta de Hazanavicius; o el arrollador poema visual de Martin Scorsese en «La invención de Hugo», en el que rinde tributo a los albores del séptimo arte pero con las herramientas y técnicas que permite el cine en 2012, es decir lo mismo que “The artist” pero a su vez todo lo contrario.
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A mi me daja buen sabor de boca el triunfo de «The Artist», una de mis preferidas, quizás sólo superada por «El árbol de la vida», de las que estaba en la terna. No sé, no le doy tanta importancia a la justicia/injusticia de los Oscar. Yo me lo tomo simplemente como una fiesta del cine, a la que suelen concurrir buenas películas, pero no considero (y creo que la mayoría de las personas con cierto criterio tampoco) que se trate de una pugna para dilucidar «La mejor película del año». Pero sí, me gustó que haya sido agraciado un filme tan bonito, tan mágico en ocasiones, que reivindica un cine marcado por los chispazos de talento, en vez de apostar por meter 300 efectos infográficos por segundo como gran reclamo. Y, francamente, creo que gente como Lynch, Altman, Tarantino, etc, nunca ha soñado con tener un Oscar en la cabecera de la cama, ese no es su tema, como diría el gran Luis Aragonés.
A diferencia de la Academia española, yo entiendo por «justicia» que a Woody Allen le hayan galardonado con el premio al «Mejor Guión Original», no obstante, no es para decir semejante obviedad por lo que he «clickeado» en el enlace «responder» de tu comentario, sino para dejarte en el aire una pregunta: de haber sido rodada en inglés, ¿le hubieran dado el Oscar a Lluis Homar por Eva? Lamentablemente, nunca lo sabremos.
Solo puedo decir dos cosas.
La respuesta al huracán The Artist es Bob y Harvey Weinstein.
Y la segunda cosa. Amén.
Amen a la película.
Que el tio quiera suicidarse quemando las cintas y luego quiera suicidarse con la pistola. Mucho suicidarse me parece a mí.
Cómo ya he leído en varios sitios: ¿si la película se hubiera hecho en los años 20, alguien la vería hoy en día?
«The artist» no podría haberse hecho, tal y como está hecha, en los años 20 porque habla de un tiempo ligeramente posterior y porque copia mucho de cineastas más modernos, como Welles o Wilder. Incluso hasta suena el score de Bernard Herrmann para «Vertigo» (1958). Por cierto, creo recordar que la Academia no permitió competir a la BSO de «There will be blood» porque Johnny Greenwood utilizó algunos fragmentos de música ya existentes. Curioso que ahora sí que lo hayan dejado pasar.
Big Man, puede que los Oscar sean solo una fiesta del cine, pero cuando compruebas que en la historia de esta «fiesta» ha habido tantas decisiones cuestionables que han sido inducidas y promovidas subterráneamente por los tejemanejes de ciertos capitostes (véase los Weinstein), el derecho al pataleo y la indignación está justificado. Al fin y al cabo, eso también forma parte del juego.
Lo que tampoco me vale es que la Academia trate de reparar sus olvidos y errores imperdonables con Oscars honoríficos y premios de compensación a destiempo.
Aunque tenga mi opinión al respecto, la cual ahora me reservo, no sé si The Artist es o no es una obra maestra del cine, pues considero necesaria una revisión pasados los años para poder afirmalo, pero a mí también me ha dejado buen sabor de boca su triunfo, posiblemente porque salí de la sala con ese mismo buen sabor. Me divertí y me emocionó, y eso es parte importante de lo que espero de una gran película.
¿Es la mejor del año? ¿Lo es otra? No es ninguna novedad que no resulte ganadora la que más nos guste a cada uno de nosotros, a mí me lleva sucediendo (salvo en contadas excepciones, como ésta) desde que tengo uso de razón. Incluso, cuando he buscado el palmarés de ediciones anteriores, de toda la historia, siempre me ha pasado lo mismo.
Eso sí, no considero la cinta como un ejercicio de nostalgia, más bien como un magnífico recordatorio de aquello en lo que consiste el cine, del porqué de su magia, para todos los que pierden la perspectiva (a mí, personalmente, me viene bien que me lo recuerden de vez en cuando). Y no es la única que lo ha hecho ni la única que lo hará, claro que no, pero lo cierto es que no lo hace nada mal.
Por último, comparto tu reflexión sobre los quince minutos de metraje que preceden al climax, esos en los que, por momentos, te dan ganas de que Dujardin se pegue un tiro de una vez, esos en los que mi compañero de butaca se quedó dormido; sin embargo, algo que sucedió poco después me hizo pensar que, a pesar de dichos minutos, había presenciado uno de los mejores filmes de los últimos tiempos: mi compañero de butaca salió a la calle maravillado, hasta el punto de considerarlo «tan bonito, tan mágico en ocasiones, que reivindica un cine marcado por los chispazos de talento, en vez de apostar por meter 300 efectos infográficos por segundo como gran reclamo».
Por cierto, Jorge, coincido con algunas de tus opiniones y con otras no, como no puede ser de otra manera, pero me gusta mucho el estilo con el que las desarrollas.
Espero que mantengáis el buen ritmo con el que habéis empezado a circular, para ello, no olvidéis echar gasolina de vez en cuando.
Joder, ¡cómo me enrrollo!
Bienvenid@, Arzu, un placer contar con tus opiniones en el Cadillac. Espero que te quedes mucho tiempo con nosotros y muchas gracias por el elogio por la parte que me toca. En cuanto a «The artist», es una cinta que es difícil que no le guste a alguien, aunque yo tenga algunas reservas. Lo que sí que me gustaría es que su éxito provocara que la gente se interesara por recuperar alguna de aquellas maravillas del cine mudo original. Sería un buen momento para revisionar o descubrir por primera vez la magia de «Luces de la ciudad», de Chaplin, «El maquinista de la general», de Keaton, o esa enormidad de Murnau, «Amanecer». Un saludo!
Estoy totalmente de acuerdo, a mí, personalente, me gustaría poder ver cualquiera de esas tres joyas en pantalla grande.
Ójala «The Artist» hubiera sido una película realmente muda para conocer de verdad cómo se disfrutaba el cine de esa época, para poder apreciarlo mejor, claro que para ello hubieran tenido que meter una orquesta en cada sala en cada pase.
¡Ah! Y gracias por la bienvenida, en la que puedes sustituir la «@» por una «o».
Ver la decadencia en que cae un actor de cine en medio del surgimiento del cine sonoro puede parecer algo muy común, pero la verdad es que este par de actores lo hace de una manera sorprendente, tan es así que cautivan al público con sus actuaciones y trasmiten muchas emociones, la película está en HBO GO por aquellos que tiene este canal y quieren disfrutar de esta historia.