«Blues Funeral», Mark Lanegan o el regreso de la voz del averno
El ex Screaming Trees, una formación clave del “grunge” noventero que seguro que mi compañero Alberto revisionará cualquier día de estos, llevaba muchos años escudándose en colaboraciones y trabajos conjuntos con otros artistas (desde sus tres discos a dúo con Isobel Campbell hasta sus proyectos compartidos con Greg Dulli –The Gutter Twins, The Twilight Singers- pasando por sus aportaciones en largos de Queens of the Stone Age o Soulsavers), como si no tuviese ganas de dar continuidad al rol de predicador del averno que ensayó con éxito en el quizás infravalorado “Bubblegum” (2004), un trabajo a reivindicar, y prefiriese poner su aura de cantautor maldito al servicio de otros (y aprender de ellos). No es que no hayamos disfrutado de esos encuentros entre la Bella y la Bestia que han sido sus discos con la ex vocalista de Belle & Sebastian, ni de de sus proteínicos choques cargados de soul inflamado con el que fuera líder de Afghan Whigs, pero el caso es que son muchos años (ocho) actuando como mercenario o “parteneire” de lujo y ya había ganas de probar lo que el reverendo Lanegan, en alianza con el productor Alain Johannes, ha estado cocinando durante los últimos meses en su estudio de Los Angeles. “Blues Funeral” son doce canciones largas y sinuosas que dan forma a un western futurista y expansivo en el que la sensación de amenaza y tensión se agazapa en cada surco y en el que el blues y el rock son regurgitados a través de loops, bases electrónicas y sintetizadores en un artefacto pétreo y sombrío.
El asalto comienza con “The gravedigger’s song”, o cómo debería sonar el rock en el siglo XXI, oscuro, desafiante y sin intención alguna de hacer prisioneros. El minutaje de “Blues funeral” está salpicado de andanadas eléctricas, pero la mayor parte de su recorrido la forman piezas de cadencia más lenta, a veces comatosa, como “Bleeding Muddy Water”, en la que Lanegan parece transformarse en un sepulturero de pantano sureño que se toma su tiempo en cavar con su pala sobre un terreno cienagoso mientras nubes negras en el cielo anuncian tormenta. En “Gray goes black” les roba a The Cure y Echo and The Bunnymen las guitarras neblinosas para dar forma a un número turbio y onírico, mientras que “St Louis Elegy”, un salmo escupido a orillas del río Jordan, se beneficia de las esencias góspel que aporta su amigo Greg Dulli, y “Riot in my house” vuelve a poner el turbo rockista de la mano de los riffs desbocados de Josh Homme.
La mutación definitiva llega con la electro “Ode to sad disco”, un hit para los bajos fondos que suena como un bonus track de la banda sonora de “Drive”, la película de Nicolas Winding Refn. El tono de marcha fúnebre y lúgubre vestida con retales sintéticos se recupera en “Phantamasgoria Blues”, en tanto que “Quiver Syndrome “ es un aquelarre abrasivo en el que se citan sin tregua Rolling Stones y Stooges, y “Harborview Hospital” recuerda poderosamente al scope panorámico de los U2 de “The Joshua Tree”. Para el tramo final queda el crescendo vocal de la retorcida “Leviathan”, la desnudez desértica de “Deep black vanishing train” y la larga letanía electrónica que resucita las texturas robóticas de Kraftwerk en “Tiny grain of truth”.
Y como hilo conductor de este entierro de almas perdidas está la voz en blanco y negro de Lanegan; esa voz cavernosa macerada en las llamas del infierno, que sabe a azufre y que escuece como sal en la herida. “Blues funeral” bien puede ser lo mejor que ha grabado el de Ellensburg en solitario, pero además es un ejemplo perfecto de cómo un curtido veterano es capaz de sonar añejo y moderno al mismo tiempo. Un ejercicio de reinvención del clasicismo desde un prisma industrial y maquinal. Directamente a la lista de “musts” de 2012.
una obra maestra este disco, y como los verdaderos artistas, magnifico y diferente … muy mal por las personas que esperaban otro bubblegum, los verdaderos artistas hacen cada obra diferente aunque bajo el mismo estilo
Anónimo, no sé si una obra maestra, pero desde luego uno de mis discos Top del año.
Saludos.