«Mad Men»: una temporada en el infierno
(ALERTA SPOILER: Revela detalles de la trama de la serie, hasta el último capítulo de la sexta temporada)
“Mad Men” ha culminado con “In care of” su sexta temporada, una nueva prueba de la capacidad de la serie de la AMC para regenerarse a sí misma a través de juegos de espejos, repeticiones cíclicas y variaciones sobre sus clásicas historias mínimas que poco a poco van tejiendo una red absorbente de la que resulta difícil escapar. Enmarcada en una época de la historia de EE.UU más convulsa (entre las Navidades de 1967 y Acción de Gracias de 1968), en la que el sueño idealista del “verano del amor” quedaba definitivamente atrás para dar paso a un tiempo de revueltas callejeras, protestas por la guerra de Vietnam y asesinatos tan traumáticos como los de Martin Luther King o Robert F. Kennedy, esta temporada ha sido una de la más oscuras que han protagonizado los locos de Madison Avenue, un cúmulo de relaciones fracasadas, decisiones equivocadas, esperanzas rotas y máscaras que caen, inesperadamente quebrado en el último instante por un agridulce rayo de luz que ha traído un poco de optimismo y que tiene algo de punto y aparte para la mayoría de sus protagonistas. Y es que aunque el desencanto, la frustración vital y el desamparo han sido siempre una constante en “Mad Men”, pocas veces hemos visto a sus personajes tan expuestos, tan vulnerables, tan a la deriva, como en estos doce (trece si contamos dos veces “The doorway” ) episodios.
El leit-motiv de esta tanda ha sido la fusión entre SCDP y CGC para dar paso a la flamante Sterling Cooper & Partners (SCP) y gestionar la supercuenta de Chevrolet –acontecimiento que no llegó hasta el sexto episodio, “For inmmediate release”, para enfocar una temporada que hasta ese momento carecía de un hilo conductor sólido y distintivo-, una hábil maniobra de de Matthew Weiner que le ha permitido construir un absorbente entramado de luchas de poder, conflictos internos y puñaladas por la espalda que ha servido de base rítmica para sostener la melodía principal, la interpretada por un omnipresente Donald Draper, más Donald Draper que nunca. Weiner nos había prometido que la temporada se afanaría en dar respuesta a la pregunta suspendida en el aire al final de “The phantom”, “Are you alone?”, y sobre esa búsqueda ha pivotado una season empeñada en dejar en evidencia los aspectos más desagradables, intolerables y censurables de un hombre que, como apuntábamos en “La divina comedia de Mad Men”, es consciente de andar perdido en alguno de los nueve círculos de Dante y no es capaz de encontrar la puerta del Paraíso, es más, parece condenado a repetir sus errores una y otra vez y arruinar inevitablemente todo aquello que significa algo para él.
Durante 1968 hemos visto a Don embarcarse en una nueva aventura extramatrimonial con su vecina Sylvia Rosen, malograrla por su malsano empeño de volcar sobre ella sus obsesiones de dominación sexual, y tratar de recuperarla con tretas de dudosa moralidad; hemos sido testigo de su hipocresía y su machismo recalcitrante al desaprobar de malos modos una escena amorosa de su esposa Megan en el culebrón que protagoniza; le hemos visto humillar públicamente a un compañero/rival movido exclusivamente por los celos (la tensa escena del encuentro con St.Joseph Aspirin en la que avergüenza a Ted Chaugh); le hemos seguido en sus injustificables ausencias laborales; le hemos visto caer tumbado por el alcohol, colapsar una vez, dos veces, e incluso le hemos visto entre rejas. En algún momento nos hemos visto tentados de espetarle “Don, macho, ¿no te cansas de joderla siempre?”. Esta temporada realmente hemos llegado a odiar a un Draper fuera de control, más cerca que nunca de la silueta que cae al vacío en los títulos de crédito, y, sin embargo, en esa joya que es “In care of” de alguna manera nos hemos reconciliado con él porque por primera vez en toda la serie admite en público que en el fondo nunca ha dejado de ser Dick Whitman, aquel pobre chaval criado en un burdel, rodeado de miseria e incomprensión, al que arrebataron su virginidad por la fuerza.
Posiblemente si su hija, esa ya adolescente Sally Draper, no hubiera llegado a abrir (otra vez) la puerta equivocada, esa que te arroja los pecados de los adultos directamente en la cara, Don no se habría detenido en su huida hacia ninguna parte, pero perder la admiración y el afecto de su querida primogénita (doloroso ese “My father’s never given me anything”), una de las pocas cosas que había logrado salvaguardar a lo largo de los años, fue un punto de inflexión. La escena de la reunión con los responsables del chocolate Hershey es deslumbrante y uno de los highlights televisivos del año. En ella vemos a Don rebosante de mojo y de su antigua magia de vendedor de sueños (esa que tan poco había exhibido en los últimos tiempos en SCP). Don gana la cuenta tirando de nostalgia, evocando una historia inventada sobre la infancia con su padre. La reunión prácticamente se encamina hacia los habituales apretones de manos acompañados de sonrisas, pero de repente surge Dick Whitman y su imperiosa necesidad de gritar, de desnudar su alma. Don empieza a hablar de nuevo ante la atónita mirada de sus socios. Reconoce que en realidad es huérfano, que se crió en una casa de putas de Pensylvania y que siempre se sintió solo, a excepción de esos contados momentos en los que conseguía una chocolatina Hershey, la única cosa dulce que había en su vida. Un silencio glacial se apodera de los oyentes. La cuenta se ha perdido, pero Dick se siente por fin aliviado, libre, y nosotros, los espectadores, sentimos una inmensa compasión por Don, aunque al mismo tiempo comprendemos, una vez más, que estamos ante uno de los mejores personajes de la historia de la TV, y que Jon Hamm, inmenso de nuevo, ha nacido para interpretarlo, de la misma forma que James Gandolfini existió para ser Tony Soprano.
Y así, después de todo, perdida su privacidad, su trabajo de forma “temporal”(el fracaso con Hershey es solo la gota que colma un vaso ya rebosante por una trayectoria laboral muy errática en los últimos tiempos) y posiblemente su mujer, Don encuentra la redención volviendo de la mano de Sally y sus otros dos hijos a la vieja casa en la que creció. Por fin está preparado para ser algo más que un fantasma a ojos de sus vástagos. Podría ser el final perfecto para la serie, pero dado que aún queda una temporada y un año más de la década de los 60, intuimos que a Don todavía le quedan más batallas que librar.
Los otros tres personajes que más han destacado durante la temporada, Peggy Olson, Ted Caugh y Pete Campbell, no dejan de ser proyecciones o versiones alternativas de Don Draper. Peggy, por ejemplo, comenzó la temporada demostrando en CGC haber aprendido las lecciones de Don, comportándose, como él, de forma ambiciosa y sin escrúpulos (sí, recuerden como traicionó la confianza de Stan Rizzo en el tema de Heinz), y la ha terminado sentada en su sillón, ocupando provisionalmente y de forma oficiosa el puesto de directora creativa de SCP, pero por el camino se ha quedado irremediablemente sola. Ella, a la que tan poco le gustan los cambios, no ha podido tomar en ningún momento ninguna decisión sobre lo que pasaba en su vida. Se mudó a un inmundo apartamento del Upper West Side a instancias de su incompetente novio, Abe, y fue éste quien terminó rompiendo su relación. Asistió entre frustrada y pasmada a la fusión de CGC con SCDP sabiendo que volver a lado de Don no podría traerle nada bueno. La lucha de poder entre sus dos mentores la dejó en una incómoda tierra de nadie, y por su fuera poco su extraña historia de amor con Ted terminó de la peor manera posible, con él poniendo miles de kilómetros de distancia después de haberle prometido una vida juntos.
Por su parte, Ted ha sido una de las sorpresas agradables de la temporada (en otra escala también lo ha sido su socio Jim Cutler, tan cínico y divertido como Roger Sterling), un personaje entusiasta, optimista y espontáneo, que ve la fusión con SCDP como una oportunidad de crecer profesionalmente y que supone una alternativa al modo de hacer las cosas de Draper, pero que después de todo se ha revelado tan imperfecto como el resto de personajes de “Mad Men”. No sabemos cómo le irán las cosas en California, pero mucho nos tememos que, después de fallarle estrepitosamente a Peggy, también terminará fallándoles a su mujer y a sus hijos. Esperamos seguir teniendo noticias suyas la próxima temporada.
Mientras, Pete Campbell ha seguido con su trayectoria paralela a la de Draper, aunque mucho más prosaica y, en definitiva, mediocre. Al igual que Don solía hacer, Pete aprovecha su apartamento en la ciudad para echar una canita al aire de vez en cuando, hasta que su esposa Trudy le descubre y le pone de patitas en la calle. Su rol en la agencia, además, está fuertemente cuestionado. No solo se queda sin silla en la primera reunión de SCP (“First you don’t have a chair, then you don’t have any clients”), sino que pierde una de las cuentas más potentes, la de Vicks Chemical Company, tras un enfrentamiento con su suegro, lo que le hace plantearse otras opciones laborales. Por si fuera poco, su madre senil se instala en su piso (qué divertido habría sido un spin-off a modo sitcom con esta pareja) y su relación con algunos compañeros es problemática. La liberadora muerte de su progenitora y un nuevo destino en California junto a Ted suponen una oportunidad para dejar atrás una vida que ya no le ofrecía nada nuevo. Como le dice Trudy, ahora es libre de todo y de todos, aunque no del modo que habría querido.
Esta ha sido también la temporada de las teorías paranoicas expandidas en la red, como si de la mismísima “Perdidos” se tratase, sobre el destino de algunos de sus personajes, especialmente el de Bob Benson, el trepa lameculos que ha sido una de las caras nuevas de la tanda. Se especuló con que el agente de cuentas podía ser un espía del gobierno, un asesino en serie, el hijo secreto de algún protagonista o incluso Bobby Draper. Sin comentarios. En realidad el secreto del inquietante Bob estaba más relacionado con la propia mitología de la serie que con las interpretaciones insostenibles de algunos colgados. El tipo es otro Dick Whitman que intenta dejar atrás su miserable pasado y abrirse camino en la jungla. Ah, y además es homosexual, como Salvatore Romano. Y un buen jugador, como pudo comprobar un Campbell que tras descubrir su secreto creía tener todos los triunfos y terminó humillado al volante de un Chevrolet.
Si algo se le puede reprochar a la sexta temporada de “Mad Men” es el poco juego que ha repartido entre algunos de sus personajes más queridos, como es el caso de Joan Harris, de la que nos hemos quedado con ganas de más. La que un día señalamos como brújula moral de la serie ha seguido arrastrando las secuelas de la venta de su alma al diablo que le permitió ascender a socio de pleno derecho de la firma. Joan se siente bajo sospecha en la empresa y su frustración aún aumenta más cuando Don despide alegremente a Jaguar, la cuenta por la que sacrificó su honor y algo más. Su intento de legitimar su posición a través de la cuenta de Avon termina en desastre y solo la intervención de Peggy impide consecuencias mayores. Por su parte, a Sterling le hemos disfrutado bastante menos este año, pese a que sus monólogos del primer capítulo hacían presagiar más protagonismo. Su lío con una azafata para tratar de cazar clientes en el aeropuerto nos ha permitido verle más comprometido con el futuro de la agencia, pero en general ha tenido un rol muy secundario. Al menos el capítulo final ha sido generoso con él, al concederle entrar si no en la vida de Joan sí en la de su hijo Kevin.
No ha sido una buena temporada para Megan Draper. Aunque ha tenido sus momentos (en especial ese malentendido lésbico con la esposa del director de la serie de TV en la que trabaja), su recorrido como personaje se ha estancado, prácticamente reducido a sufrir en soledad (e ignorancia) su incomunicación con Don, sin cuestionarse demasiado el por qué del comportamiento errante de su marido. Su discusión final con él bien podría entenderse como la conclusión de su exhausto matrimonio, aunque la puerta ha quedado lo suficientemente abierta como para contemplar cualquier posibilidad en la séptima temporada. También esperábamos más presencia de Betty Francis tras la relevancia que tuvo en “The doorway”, pero su mayor aportación a la temporada ha terminado siendo su affair en “The better half” con su ex marido en el campamento de verano del pequeño Bobby. Allí pudimos ver a una mujer sexy de nuevo, plenamente autoconsciente de cuál es su vínculo con Don, y asistimos a una de las mejores escenas de la season, aquella en la que se compadece de Megan porque “she doesn’t know that loving you is the worst way to get to you”.
También ha habido durante la temporada pequeños instantes de lucimiento para los eternos secundarios. Ken Cosgrove y sus desventuras con los responsables de Chevrolet (con impagable demostración de claqué incluida), la discusión de Michael Ginsberg con Jim Cutler o las llamadas telefónicas entre Stan Rizzo y Peggy. Igualmente emergieron ciertas tramas que parecían reclamar nuestra atención (Dawn y las otras secretarias) pero que no fueron a ningún sitio en particular.
En definitiva, “Mad Men” ha rayado un año más a un nivel excelente. En el Cadillac Negro seguimos sin compartir el parecer de aquellos que estiman que la serie ya no goza de la salud de sus mejores momentos. Seguimos creyendo en “Mad Men” como una obra de largo recorrido, que asume sin miedo que su juego no es el del golpe de efecto inmediato ni el del “cliffhanger” desopilante. Esta serie demanda que cada sorbo sea paladeado sin prisas ni urgencias, de modo que solo al final de cada temporada se nos revela la panorámica completa de lo que nos han estado contando, y muy posiblemente solo al final de la serie nos daremos cuenta plenamente de su absoluta grandeza.
Abofetearía con rabia a los que dicen que la calidad de la serie ha descendido. Esta temporada ha sido estupenda. De momento no he encontrado nada igual en televisión.
La mejor serie de la historia de la televisión y Don Draper el mejor (y más complejo) personaje de la misma. Así de Simple.
Excelente artículo por cierto.
Desde mi punto de vista, esta temporada ha sufrido un pequeño bajón. Don Draper no me ha sacudido como en las precedentes; se me ha hecho todo más rasposo por cuanto la previsibilidad del argumento en varios episodios. Don Draper sigue en caída, pero es una caída cómoda, sin consecuencias irreparables, hasta tal punto que parece más un alivio que un problema. Se le ha visto hosco y, en consecuencia, empatizar con él ha resultado ser una tarea ímproba. La incorporación del personaje de Ted ha sido una magnífica idea, no por el personaje en sí, sino por lo que representa de némesis de Draper. Sin duda, ha dado mucho juego envolviendo a la serie con un falso nuevo aire. Sin embargo, ese enfrentamiento al final no ha conducido a nada, todos huyen, y a veces sin saber muy bien el por qué. Caso de Draper y su inesperado cambio de opinión con respecto a California.
A pesar de todo esto, sigo siendo un fan incondicional. Han habido grandes momentos, como siempre, pero ya se deja entrever el agotamiento de la idea y del personaje.
////////////////////////////////////////////////////// SPOILERS //////////////////////////////////////////////////////////
Jorge, he esperado un tiempo para escribir esto, porque en esta temporada yo verdaderamente he sufrido. Ha sido una temporada en la que Weiner nos ha probado, ha probado nuestra fe de seguidores incondicionales de la serie, llevando a nuestro idolatrado Don al infierno y a nosotros con él. Quizás esta haya sido la temporada que más ha requerido de nosotros por oscura, bizarra, confusa y desconcertante, incluso hay quien la está comparando con el cine de Lynch (la verdad, no sé qué decir).
Empezó la sexta temporada, todo eran expectativas y huidas hacia delante, tal y como nos habíamos quedado en el magnífico último capítulo de la quinta: Are you alone? Y se sucedieron los primeros episodios de la sexta y yo los veía pasar ciertamente desconcertada y algo desilusionada, por la dispersión y la falta de rumbo de la historia: parecía que nadie era protagonista de nada, todo eran fugas de trama por los flancos y personajes principales de MM estaban casi ausentes.
Pero entonces llegó ‘For immediate release’ y la magia Draper volvió con todo su esplendor (o la magia Weiner, mejor dicho). A partir de ahí, empezó el ‘in crescendo’, con una MM con más luces y sombras que nunca, con el Don más arrogante, brillante y magnético, pero también con el más egoísta, miserable y frágil.
Me ha encantado la lucha de poder con Ted, aquel tipo al que Don despreciaba y subestimaba en anteriores temporadas ha resultado ser el espejo en el que ha acabado mirándose, dos grandes egos luchando en un espacio diminuto; y también me ha gustado su enfrentamiento por Peggy:¿por qué Don siente tanta envidia de Ted y finalmente le ayuda a ‘huir’?,¿por qué aquel ataque de celos y el consiguiente y desproporcionado embiste de Don hacia Ted cuando vio sus manos sobre ella? ¿Soy yo la única loca que desde hace tiempo sospecha que puede que la historia de Don y Peggy no esté acabada, ni siquiera empezada, y que ni ellos mismos lo saben?.
No me ha gustado el rollo Bob Benson (¿?), tampoco el lío Don-Sylvia por malsano y destructivo, o el posicionamiento de Joan en esta temporada (no me gustan las mujeres que toman ciertas decisiones y luego se hacen las dignas o las víctimas), y a Pete le sigo tolerando, pobre diablo. En cambio, sí me ha gustado el ‘affaire’ Don-Betty, esto nadie se lo esperaba (Betty ha aparecido poco, ¡pero de qué manera!; también he echado de menos a Roger), la emergencia profesional de Peggy a pesar de su amargura y del completo sacrificio de su vida personal, y el paso de niña a mujer de Sally: es duro pero inevitable descubrir que tu padre no es el caballero de brillante armadura que creías.
Esto nos lleva a la última escena (brillante) de ‘In care of’ que deja clara una cosa: a Don la única persona -o mujer, si se prefiere – que realmente le importa es su hija Sally, y por ella se desnuda emocionalmente. Pobre Megan, nunca ha sido santo de mi devoción, nunca ha llegado a encajar del todo, pero esta vez Weiner nos lo ha dejado claro: cualquier cosa en la vida de Don es más importante que ella, la quinta temporada no fue más que un espejismo. Soberbia la frase de Betty cuando encamada con Don le espetó: ‘pobre chica, no sabe que amarte es la peor forma de llegar a ti’ (wooow, una frase para el recuerdo)
Pero sobre todo ‘In care of’ nos trajo «el momento Hershey’s» (grandioso, para mí equiparable al ‘momento Kodak’; parece que siempre un objeto conecta a Don con su yo más profundo) en el que Don Draper ya se ha acercado sin remedio a Dick Whitman -toda la metáfora de la muerte de este temporada creo que va en ese sentido-, y con ese momento cualquier resquicio de duda desapareció y sólo me restó reconocer que estoy completamente enamorada de esta serie, que le sigo siendo totalmente fiel.
Está claro que esta temporada ha sido catártica, ¿será la próxima de redención?. Se prepara la temporada final y una vez más Weiner nos ha dejado con la miel en los labios. Sin embargo, esta vez irremediablemente tendrá que decidir si termina salvando o destruyendo a sus creaciones, y cuando eso ocurra, contemplaremos sin remedio el final de una obra maestra de la TV, momento en el que todos nos quedaremos un poco huérfanos porque ‘Mad Men’ habrá cerrado definitivamente sus puertas.
Saludos a todos los ‘madmeniacos’.
PD: Grandísima la actuación de Jon Hamm ¿cuándo se le va a hacer justicia y se le va a dar el Emmy al mejor actor?
Niniogorila, Beato, Tamsley y Tamara, muchas gracias por vuestros aportaciones. Personalmente, he de reconocer que durante los primeros episodios quizás sí pensé en algún momento, al igual que Tamsley y Tamara, que se estaba dejando entrever un cierto agotamiento de ideas, motivado por cierta dispersión de líneas argumentales. Pero todo cobró sentido tras la fusión de las agencias y, en mi opinión, desde ahí pudimos disfrutar de una temporada de un nivel sobresaliente, que escarbó más profundo que nunca en los fantasmas de su personaje principal. ¿Para cuándo el Emmy para Jon Hamm? Pues no sé si llegaremos a ver tal cosa, pero la última temporada sería un momento perfecto para reconocer a uno de los personajes/actores más emblemáticos de la TV reciente. Desde luego, el momento Hershey o la reacción tras el descubrimiento de Sally bien justificarían cualquier galardón. En cuanto a la influencia de Lynch, supongo que lo dirán por el episodio «The crash» o por la secuencia en la que Don fuma hachís en «Tale of two cities», pero la referencia la veo un poco cogida por los pelos, la verdad. Sí estoy completamente de acuerdo con Tamara en que cuando esta obra maestra cierre definitivamente sus puertas todos sus fans nos quedaremos un poco huérfanos, sobre todo porque ya me ha pasado con otras series y conozco la irremediable sensación de vacío que queda. Un saludo a todos.
Empezando por decir que la serie es magnífica, creo que hay un adelgazamiento ya que no es fácil y me temo que las presiones comerciales deben pesar. Hubiera preferido más presencia argumental de la época y de la situación social, creo que habría dado mayor calado al gran nivel de la serie pero también sé que no interesaría tanto a la masa de espectadores; entonces se ha tirado por el camino de hollar en Don y no digo que no funcione pero para mí es un tanto efectista: creo que dejar a Don en los huesos no va a ser buen camino. Por cierto la hija de Don es una actriz como la copa de un pino. Volver sobre el pasado de Don hay que hacerlo con mucho cuidado o es un recurso de poco recorrido
«las presiones comerciales deben pesar» En serio??!!!! No tienes ni idea. Y por cierto, el contexto nunca ha sido un elemento de peso en la serie porque no trata de eso.
Buen post, la verdad es que esta temporada fue de mis favoritas y espero con ansias la séptima temporada, me gusta mucho cómo manejan a los personajes en Mad Men me agradó lo que pasó con Trudy en esta temporada y quiero ver ahora qué hacen con Don y Megan.
Esta serie ha sido de las mejores que he visto en los últimos tiempos. Creo que el éxito que logró obtener esta serie Mad Men de HBO se debe a las actuaciones que tuvo y a la historia que fue desarrollando. Es una pena que tenga que llegar a su fin.
Me encanta Mad Men y sobre todo me encanta Joan. Estupendo que estén de vuelta. Ayer precisamente le dediqué un post en a este personaje en mi blog. Os lo dejo por si tenéis curiosidad ;)
http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/04/person-of-interest-joan-harris.html
Saludos!
¡Considero que uno de los puntos más fuertes de Mad Men siempre ha sido la parte visual en lo que a diseño se refiere, de igual manera que la trama del guión, siempre constante y poco predecible, ahora ya solo queda ver el desarrollo total de Mad Men última temporada para poder opinar del final completo de la serie!
Excelente artículo, me ha gustado mucho el análisis de la historia y de los personajes. Cada temporada de Mad Men ha sido exitosa por la introducción de nuevos personajes que giran en torno al principal Don Draper, mi personaje favorito. Me encanta está serie y por nada me perdería su final.