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Los días en que Dover reventaron el país

07/06/2018

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Resulta una verdadera lástima cuando un grupo naufraga al intentar salirse de la corriente y tomar algunos afluentes, y más aun lo es cuando esos errores de rumbo significan el final de su trayectoria, quedando en los oídos de los poco memoriosos únicamente los ecos de un proyecto a la deriva pero que en su día fue un cañón que revolucionó la escena musical de todo un país. Posiblemente los más puretas echen pestes hoy cuando se les recuerda a Dover, y a los más jóvenes seguramente ni les suene, pero hubo un día, allá por el cambio de siglo, en que esta banda madrileña llevó su rock duro cantado en inglés a lo más alto de todas las listas y convirtió por primera vez en nuestra tierra eso del movimiento independiente en algo absolutamente mayoritario.

En un artículo sin más motivación o expectativa que recordar los días dorados de la banda e intentar olvidar el irregular final que tuvo, voy a centrar las líneas en los tres discos que editaron en su época de mayor gloria, «Devil came to me» (1997), «Late at night» (1999) y «I was dead for 7 weaks in the city of Angels» (2001). La historia de Dover comenzó como lo hicieron y lo seguirán haciendo muchísimos grupos, ensayando en un local de las afueras de la ciudad, firmando con una pequeña compañía y despachando algunos centenares de copias. Nada que destacar salvo que esa ópera primera, «Sister», fue calificada por Mondo Sonoro como uno de los lanzamientos nacionales más destacados de aquel 1995. Poco antes, en los primeros días de abril de 1994, una anónima, tímida y emocionada Cristina Llanos, posteriormente cantante y compositora de Dover, se metió en muchos hogares a través de una llamada a Radio 3 para cantar así «Rape me» en recuerdo al recientemente fallecido Kurt Cobain.


Todo saltó por los aires en 1997. Dover había fichado por Subterfuge Records y, a pesar de ser el sello con más renombre en el panorama independiente, aquel movimiento no debía ser sinónimo de éxito o expectativas de nada. Sin embargo, «Devil came to me» funcionó sorprendentemente bien desde el primer momento. La inclusión del tema «Devil came to me» en un anuncio encendió los focos sobre la banda y los acertados dos primeros singles, «Serenade» y «Loli Jackson», resultaron un ciclón. Aquellas tres canciones, el disco y el grupo se convirtieron casi de la noche a la mañana en el mayor fenómeno musical en años en nuestro país. Una banda surgida de la nada, tocando rock sin artificios y en inglés vendió 800.000 discos y llegó a liderar todas las listas, las de los principales y las de los no tan principales.

Musicalmente, Dover no descubría nada nuevo, pero sí consiguieron llevar ese sonido a una parcela de público hasta el momento desconocida. Su rock de claras reminiscencias grunge, con Nirvana como punto de anclaje, se basaba en unas guitarras muy afiladas y potentes, una base rítmica contundente y una voz salvaje. Eso era todo. Pero todo sonaba muy directo y, sobre todo, muy sincero. La explicación para que una banda de estas características lograra lo que muchas otras similares nunca se plantearon ni soñar es hoy aún muy complicada, pero sí es cierto que aquellas canciones te las creías, su descarada simpleza y rabia te tocaba la fibra y te ponía en órbita, y posiblemente eso sea todo, que no es poco y quizás es hasta suficiente.


La carrera de Dover seguía los cauces establecidos y tras una larga gira aprovechando la extraordinaria fama lograda se tomarían un breve descanso para enseguida componer y lanzar en 1999 su tercer álbum, «Late at night», con el que continuaban la senda marcada, aunque endurecían y ensombrecían algo su sonido. Quizás lo más denunciable de toda esta etapa de éxitos fue el vídeo del que sería el primer single del disco, «DJ», una excesivamente mascada crítica que, a pesar de que la sutileza no era un adjetivo que entraba en el diccionario de la formación, sonrojaba en algunos momentos. La canción sí tenía todos los componentes que se esperaban de la nueva grabación, aunque quizás el tema que se convertiría en bandera del álbum sería el segundo single, «Cherry Lee», en el que repetían el juego de estrofas lentas + estribillo explosivo que tan buenos réditos les había deparado en «Serenade».

Posiblemente «Late at night» sea el disco más completo de toda la discografía de Dover. Junto a cortes casi hard, como la musculosa «Me and my mulon» o la atronadora «Downtown», se movían composiciones en las que la melodía lograba descatar, como en la más suave pero igualmente importante «The hitter» o la emocionante «Flashback», finalizando con los desgarros de «Late at night», resultando del conjunto posiblemente el mejor momento de la banda.


La triada mágica de Dover se dio por finiquitada con «I was dead for 7 weeks in the city of Angels», un disco en el que seguían en gran forma, con numerosos destellos y continuaciones de agradecer, pero que adolecía de cierta irregularidad en algunos pasajes, sin duda culpa de su exceso, tanto en duración como en intenciones. Comercialmente supuso un descenso de ventas, nada grave, igual que «Late at night» no pudo acercarse a las escalofriantes cifras de «Devil came to me», sin embargo, quizás únicamente su primer single, la más que correcta «King George», quedó entre sus composiciones más recordadas.

El disco, grabado entre fuertes tensiones con su productor, Barrett Jones, plasmaba un poso de madurez musical que en ocasiones se agradecía pero que en otros momentos le hacía perder parte de la frescura y rabia de sus obras anteriores. Sí destacaba por ejemplo «The weak of the rooster», una gran composición en la que esa madurez estaba completamente bien interpretada. Como ya se ha dicho, el disco peca de un exceso de temas, pero los más inspirados siguen resultando muy disfrutables, como los anteriormente nombrados, la acelerada «As I said» o «Better day», posiblemente mi favorita de esta tanda, en la que la potencia de las guitarras empasta perfectamente con una buena melodía y con una intención más compleja.

Dos años más tarde llegaría «The flame», un disco que sí suponía una evolución en su estilo, perdiendo robustez a cambio de velocidad y concreción, alejándose del grunge y tornando a sonidos más clásicos, con canciones muchos más cortas y, desafortunadamente, con menos chispa en su conjunto, aunque con las suficientes credenciales para comprar su crecimiento como grupo y seguir confiando y esperando sus progresos. Sin embargo, la historia se truncó con el truco de magia que se sacaron de la manga a continuación. En 2006 llegaría la completa reinvención de la banda con «Follow the city lights», un disco en el que las guitarras perdían peso en favor de programaciones electrónicas y ritmos de baile. A corto plazo el gesto les salió bien, ya que volvieron a recuperar las ventas perdidas y a estar en la primera plana de la actualidad, pero por el camino dejaron a buena parte de sus fans (¿todos?), lo que poco después les dejaría a la deriva. Es de elogiar el riesgo que tomaron, el completo viraje que dieron a su sonido, pero estos ya no eran los Dover de antes, no había atisbo de identificación y todo aquel que había disfrutado con la garra, la potencia y la furia de su sonido tenía inevitablemente que renegar de una propuesta que no obstante sí captó nuevos adeptos.

El regate se forzó al extremo con «I Ka Keké», un disco en el que los protagonistas eran ahora los ritmos tribales. Uno ya estaba fuera del barco, pero es que creo que en ese momento ya todo el mundo se quedó en tierra. Tras un descanso, Dover pretendió volver a los orígenes y en 2013 sacó de gira el «Devil came to me» con motivo de su 15 aniversario, retomando los sonidos netamente rock. El último disco publicado por el grupo, «Complications», se recreaba en el rock recién recuperado pero ya sin la contundencia de sus orígenes y, lo que resultó decisivo, sin el beneplácito de unos seguidores que se habían sentido traicionados y a los que ya no pudieron recuperar. Pero para estos seguidores siempre quedará el recuerdo de una banda que revolucionó el rock en nuestro país, que llevó a los grupos independientes por primera vez hasta la cima y que dejó un legado de trallazos incontestables. Y el derecho a la evolución e incluso al error lo tenemos todos.

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6 comentarios leave one →
  1. Niniogorila permalink
    07/06/2018 19:30

    A mi ‘The Flame’ me parece un disco muy completo y muy ameno de escuchar. Me pareció una buena evolución con respecto a sus predecesores e incluso con más gancho que ‘I was dead…’.

    • Sergio Almendros permalink*
      07/06/2018 19:31

      es un buen disco, pero lamentablemente ya no tuvo la misma aceptación que los tres anteriores. un saludo y gracias por tu comentario

  2. Anónimo permalink
    08/06/2018 3:09

    Uno de los problemas principales del grupo es que la cantante en directo era pésima, daba unos gallos que ríete tú del de Eurovision, su voz no aguantaba un concierto ni de coña, triunfaron porque tuvieron una campaña mediática brutal, además del anuncio de los zumitos, la de Loli jackson la metieron en una película de la época con el consiguiente vídeo musical etc, vamos que se les dio muchísimo bombo con los dos primeros discos
    En cuanto se pasó un poco la moda de los videoclips roqueros connel boom de operación triunfo en españa etc, dover se desinfló como un globo, y realmente perdieron a sus seguidores merecidamente, un grupo de rock puede evolucionar pero joder el disco de la musiquita india es que no había por donde cojerlo, todavia recuerdo el videoclip, para echarse a llorar
    Es como si iron maiden te saca un disco de tangos , en que cabeza cabe? Pues eso.. que se lo buscaron ellos solitos

    • Sergio Almendros permalink*
      08/06/2018 10:46

      muchas gracias por tu comentario, a pesar de que no estoy del todo de acuerdo con él.
      es cierto que la voz de cristina llanos en directo sufría, pero también es verdad que en ese tipo de música y de conciertos no creo que a la gente que está botando como locos les moleste en exceso un gallo de vez en cuando.
      en cuanto a que triunfaron por su campaña mediática, creo que una independiente no consigue vender 800.000 discos, que se dice pronto, por colar una frase de una canción en un anuncio o una canción en una peli que no fue ni mucho menos un éxito de taquilla.
      un saludo y gracias de nuevo por dejar tus impresiones.

      • 08/06/2018 14:34

        No se si molestarían mucho los gallos o no pero la realidad al menos para mí es que muy buen directo no tenían,y respecto a lo de la promoción, en aquella época un buen videoclip te subía a la cima, como ejemplo el video del tartamudo que hizo un tema dance o la canción de spaceman que pusieron en un anuncio de lewis, con un solo tema vendieron millones de copias, se volvió a oír de ellos algo?

        Que en aquella época dover tenía talento no te lo niego y que sus dos primeros discos tuvieron temas muy reivindacables por supuesto pero se fueron desinflando de manera brutal y en cuanto a su cambio de estilo está clarísimo que fue con fines comerciales, no tiene otra explicación
        Por supuesto no soy un experto en música y tu artículo es impecable pero creo que siempre fueron un poco al son de la moda, aprovecharon el auge del grunge y del rock alternativo de finales de los 90 y se vendieron totalmente en 2006 haciendo música súper comercial para vender discos ni más ni menos, con lo que tienen merecido lo que les ocurrió totalmente, quieras que no los fans se merecen un respeto
        Yo soy muy fan de rammstein por ejemplo, está claro que sus mejores tiempos ya pasaron , pero sus discos si que han evolucionado sin traicionar su estilo, no sé si entiendes lo que trato de explicar, un grupo siempre tiene que ser fiel a sus orígenes aunque evolucione
        En fin te mando un saludo Sergio, es un placer seguiros

      • Sergio Almendros permalink*
        08/06/2018 16:55

        Hola Carlos. No sé si el mero hecho de hacer un videoclip apañado en aquella época te hiciera vender ‘per se’ un millón de discos, en una época en la que los vídeos estaban a la orden del día. Si así fuera, tampoco es que los vídeos de Dover fueran la releche.
        Respecto a lo de que siempre fueron a la moda… no sé, en su día, en su momento de guitarreo, yo me los creía.
        Un saludo y gracias por seguirnos.

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