¿Qué hacemos con «True Blood»?
(ALERTA SPOILER: Revela detalles de la trama de la serie, hasta el último capítulo de la sexta temporada)
Decíamos en nuestro post de balance de su quinta temporada que nunca ha convenido tomarse demasiado en serio a “True Blood”, una serie que ha hecho del delirio y el exceso su seña de identidad y a la que nunca le ha temblado el pulso a la hora de rebozarse en los lodazales del ridículo. Cualquier tentación de bajarse del barco por parte del espectador siempre ha sido frenada a tiempo por una ida de olla genial(oide), por una burrada de levantarse y aplaudir o por algún instante de preciosa intimidad. Pero la coartada del “todo vale” empieza a no ser suficiente cuando la inspiración escasea flagrantemente y el cansancio acumulado tras tantas idas y venidas es cada vez más evidente. Digámoslo ya, terminada su sexta temporada “True Blood” se encuentra en su punto más bajo. Y no le echaría la culpa a la marcha de Alan Ball, el tipo que lo empezó todo allá por 2008, porque los síntomas de decadencia ya vienen de lejos y esta última tanda de episodios no ha hecho sino confirmar que el particular universo de Bon Temps está más que exprimido y extenuado. Por supuesto, respeto a quienes aún sigan viendo en “True Blood” un entretenimiento excitante e imprescindible, pero un servidor ha estado más cerca que nunca, según iban transcurriendo los capítulos, de abandonar definitivamente la serie, y si no lo he hecho ha sido casi más por llegar hasta el final para escribir estas líneas que porque realmente necesitara una ración semanal de “sangre fresca”.
Y eso que, fiel a su tradición, la serie se despidió en 2012 con un potentísimo cliffhanger –Bill Compton convertido en el nuevo Lilith- que prometía nuevas y sugerentes posibilidades para la serie pero, también coherente con sus propias costumbres, “Who are you, really” –el primer capítulo de la temporada- rebajaba considerablemente las expectativas creadas. La trama vampírica articulada en torno al gobernador de Louisiana, Truman Burrell, y su proyecto de confinar a los vampiros en unas instalaciones científicas para experimentar con ellos, ha sido lo más rescatable de la season. Una lástima que ese prometedor nuevo personaje desapareciera demasiado pronto. Y sin embargo, pese a lo sugestivo del planteamiento de base, la sensación que han dejado los guionistas es que sabían a qué punto querían llegar –la resolución vista en “Life matters”, quizás el mejor capítulo del lote- pero no tanto cómo llegar a él. A pesar de la reducción del número de capítulos de este año –de los doce habituales a diez-, los responsables de la serie se las han visto y deseado para estirar una trama con un Bill decepcionante en su condición de semidios, que se ha pasado el tiempo en paseos atribulados por su mansión, confusos estados de trance que no llevaban a ningún sitio y una incapacidad manifiesta para idear un plan mínimamente inteligente para salvar a los vampiros. Menos mal que Eric Northman ha sido definitivamente recuperado para la causa y nos ha dejado algunos de los mejores momentos de la temporada, como su infiltración en el despacho del gobernador o la emotiva muerte de su hermana Nora en sus brazos. A la vista de lo ocurrido con él en “Radioactive”, habría que pensar que su futuro es incierto, aunque supongo que sólo la negativa del gran Alexander Skarsgard a seguir en la serie podría privarnos de uno de los personajes favoritos del fandom.
El otro puntal de la tanda ha sido la llegada del temido de Warlow, un vampiro-hada de tropecientos años de vida que venía para reclamar a Sookie Stackhouse como compañera eterna en virtud de un acuerdo firmado con los antepasados de la chica. En una vuelta de tuerca en principio atractiva, el tal Warlow resultó ser bastante menos fiero de lo esperado, e incluso los guionistas no dudaron en convertirle en el nuevo objetivo amoroso de Sookie, única manera, al parecer, de que el personaje protagonista de esta serie despierte algún interés. Pero después de un puñado de episodios tratando de convencernos de que Warlow era un tipo majísimo que sentía un amor puro por Sookie y de que su historia personal estaba provista de un halo trágico, y después de otros tantos capítulos manteniéndole estúpidamente atado a una estatua, en la season finale nos revelaron que no, que en verdad se trataba del real motherfucker de aviesas intenciones que al principio sospechábamos que era. Otra muesca más en el convulso currículum amoroso de Sookie, una pobre chica que en el fondo sólo quiere a alguien que la lleve al cine y a tomar algo al Merlotte’s, da igual que sea Warlow, Bill, Eric, Sam o Alcide, con el que finalmente termina por arte de birlibirloque. El caso es estar con alguien. Mucha pereza me da esta niña. Por cierto, la resolución de la trama Warlow, despachada a toda velocidad y con total desgana en el último episodio, fue como mínimo bastante anticlimática, como si los guionistas tuviesen prisa por quitársela de encima y pasar a otra cosa.
Aunque peor lo han tenido (los guionistas) para lidiar con esa agotadísima galería de personajes secundarios a la que les ha resultado imposible reanimar. Cuando la muerte de un secundario que nunca ha pinchado ni cortado demasiado como Terry Bellefleur se convierte en la trama “estrella” de las historias de acompañamiento es que algo huele a podrido en esta serie. Admitámoslo; nos importó un pepino que Terry se marchara para siempre, aunque justo es reconocer que el larguísimo funeral de “Life matters” pareció un sincero y honesto tributo de la serie al compañero caído. Pero más infumable resultó la historia de un Alcide más rudo que nunca persiguiendo a Sam azuzado por la manada. Esa subtrama terciaria, inoperante y fastidiosamente tediosa, no nos regaló ni un solo minuto que valiese la pena, como si los responsables de la serie y los propios actores fuesen conscientes de la basura que tenían entre manos y no hicieran nada por disimularlo. El sheriff Andy Bellefleur (desaprovechadísimo Chris Bauer) proporcionó poco más que algún alivio cómico a costa del crecimiento ultra-rápido de sus hadas, Lafayette hizo de médium una vez más sin pena ni gloria, a Tara casi ni se la vio (y nos alegramos por ello) y el flamante fichaje Rutger Hauger (¿el Kaká de “True Blood”?) se lo llevó calentito por hacer de abuelito-hada durante unos cuantos episodios en un personaje sin pies ni cabeza. Lo dije hace un año y lo repito ahora. “True Blood” no puede aspirar a más con el nivel tan paupérrimo que exhiben hoy por hoy las tramas paralelas a la principal. Convendría que aprovecharan el final de “Radioactive”, con esos vampiros infectados a la carga, para hacer una limpia en Bomp Temps y eliminar a todo aquel que sea un lastre para la serie.
“True Blood” se ha mantenido a flote en su sexta temporada principalmente gracias al carisma de Eric Northman, a las caóticas peripecias de Jason Stackhouse (quizás el único personaje que pueden insertar en la trama más absurda sin perder nunca su esencia), a la aportación de un personaje tan desquiciado y delirante como la fanática Sarah Newlin, a la gran labor de Deborah Ann Woll (la actriz que interpreta a Jessica) en cualquier escena que demande intensidad dramática y a la todavía intacta habilidad de la serie para crear cliffhangers poderosos al término de cada capítulo (aunque el efecto se desinfle totalmente al inicio del siguiente), pero sobre todo porque, pese a todas sus debilidades argumentales e inconsistencias, aún es capaz de sacarse de la manga de vez en cuando instantes disparatados y enloquecidos. La muerte del vampiro gay Steve Newlin gritando en su último aliento “I love Jason Stackhooooouse!”, la pelea de zorras a tacón quitado entre Sarah y la representante de la bebida ‘Tru Blood’, la decapitación del Gobernador a manos de Bill, la dolorosa castración que Eric le propina al doctor Overlark, la ensoñación homo-erótica del orgullosamente hetero Jason o la terapia de Pam son momentos disfrutablemente bizarros, en la mejor tradición de la serie de la HBO.
En una época en la que las cancelaciones de series que no cubren unos objetivos mínimos están a la orden del día, “True Blood” recibió luz verde para una séptima temporada justo tras la emisión del quinto capítulo de la tanda. Las audiencias han bajado ligeramente pero siguen siendo excelentes para una emisión por cable (casi siempre por encima de los 4 millones de espectadores), y mientras tenga al público a su favor la serie se mantendrá en antena el tiempo que haga falta. Sin embargo, el equipo de creativos debe ser consciente del mediocre trabajo que han desarrollado este año y han dedicado casi la mitad de la season finale a preparar el terreno para la próxima campaña con un salto temporal de seis meses –algo inaudito en una serie que siempre se ha caracterizado por enlazar temporadas respetando escrupulosamente la continuidad- en el que vemos a Sam como alcalde de Bon Temps, a Bill como escritor de best-sellers, a Arlene como dueña del Merlotte’s y a Sookie amancebada con el macho alfa Alcide. Nada demasiado estimulante, a no ser porque un octavo de la población vampira está infectada por la hepatitis V que les legó el gobernador Burrell y pulula peligrosamente sin control cual plaga zombi. ¿Suficiente para subirse al carro de nuevo el próximo año? ¿Qué hacemos con “True Blood”?
Yo te recomiendo que la mandes al pozo del olvido, tal y como hice yo el año pasado (y el anterior, con la temporada de las brujas, también estuve tentado). No he visto ni un solo capítulo de esta última tanda, ni intención que tengo de hacerlo. «True Blood» es una serie mediocre. Sin más. Se mantiene en antena porque la mezcla de sus ingredientes (erotismo, amor, fantasía, violencia, terror y gente guapa) continúa llamando la atención de las (poco exigentes) audiencias juveniles, pero cuando se empiecen a cansar o encuentren otra serie que la sustituya, se terminará el cuento. Una lástima, porque al principio prometía y era muy divertida.
¿Pero alguien sigue viendo esta serie? Los problemas empezaron cuando se le fue las olla y llenaron la serie de nuevas criaturas mitológicas. Primero vampiros, luego cambiantes, hombres lobo, hadas, videntes… (ahí dejé de ver la serie por cierto). No puedes cambiar el universo cada dos por tres. ¿Os imagináis que de pronto en Harry Potter hubiese un apocalipsis zombie? ¿O una invasión alienígena en el Señor de los Anillos?
Comparto las opiniones de la entrada, en general. Lo que pasa es que a mi me ha gustado la temporada, lástima del último episodio que es como si me hubieran pegado una patada. He podido reponerme de la decepción y estoy de muy buen humor porque van a emitir The Good Wife T4 en castellano ¡¡¡¡al fin!!!! En definitiva, les cojo cariño a las series y me cuesta dejarlas, pero si el año que viene la cosa sigue como en el último episodio me temo que le diré adiós a True Blood con todo mi pesar. Termino sin menospreciar a nadie, aunque parece que está de moda. Ya podéis entrar a degüello, que me importa tres pimientos!
Txarly, Juan919 y maitevalle, muchas gracias por vuestros comentarios. Estoy sopesando seriamente seguir la recomendación de Txarly de mandar la serie al pozo del olvido, aunque supongo que me pasa como a maitevalle, que me cuesta dejar las series… aunque con la cantidad de productos prometedores que tengo en la lista de espera es un poco absurdo insistir con algo que ya no funciona. No sé, ya lo pensaré el próximo año.
Y, para maitevalle, aquí todas las opiniones son bienvenidas. Por mi parte no verás menosprecio alguno a la tuya, tan respetable como la que más. Un saludo a todos.
Agradezco mucho tu comentario de la 6º temporada, y como ha escrito una de las personas que han opinado sobre esta temporada me cuesta dejar de verla porque le he cogido cariño aunque soy consciente de que va cuesta abajo y sin frenos desde hace ya varias temporadas. No creo que sea una serie juvenil, de hecho la gente que ve la serie tenemos ya cierta edad. Por esos momentos geniales que sigue teniendo la serie, y sobre todo por personajes como Eric, Pam, Jason o Sookie ( pese a que a veces es irritante) sigo viéndola, eso sí espero que la próxima temporada sea la última que la paciencia también tiene un limite y los WTF sin pies ni cabeza de esta temporada casi acaban por agotarla.
Pues yo pienso seguir viéndola. A pesar de que la calidad de los guiones fluctúa demasiado hay escenas y diálogos que superan la media. Hay personajes magnéticos como Northman y Pam, hilarantes por absurdos como Jason, Steve Newlin o su ex Sarah y su particular forma de entender el cristianismo. A ver que se inventan en la séptima, quizás un pitufovampiro , todo puede ser en True Blood …
Pues parece ser que habrá que seguir viéndola, más que nada porque han confirmado que la séptima temporada será la última y tampoco es plan de bajarse del barco estando tan cerca de puerto. Así que nos leeremos todos por aquí el próximo año. Un saludo!
Esta serie empezó bien, sus primeras temporadas estaban a la altura de la serie, pero no sé qué pasó a partir de entonces que parece que se quedaron sin ideas. Explotaron demasiado pronto y mal todo lo bueno de True Blood de HBO, qué lástima, porque había una buena tématica.
Pues cómo que qué hacemos?? Pues verla, jaja!! Quien no haya visto la séptima temporada de verdad háganlo, yo no me esperaba lo de Tara!!! Yo creo que nadie se lo esperaba!!