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“Californication” ama a Warren Zevon

02/03/2012

“Californication” es una magnífica serie. Es posible que mucha gente no la soporte porque a veces es excesivamente bruta, irreverente, soez e incluso inmoral, y lo entiendo. Aunque yo me lo paso como un enano viéndola, pero también me emociono y sufro cuando la serie aborda, no con poca frecuencia, ese lado tierno, sentimental y melancólico que está siempre presente en las aventuras y desventuras de Hank Moody. Tiempo habrá de escribir en profundidad sobre la serie de Showtime, cuando la quinta temporada, ahora en emisión en Estados Unidos, termine. Pero hoy me gustaría centrarme en una de sus armas infalibles, su banda sonora, mezclando además en una sola entrada dos de los combustibles que hacen que este Cadillac siga rodando: las series y la música. “Californication” es (como pasa también con, por ejemplo, “Sons of Anarchy”) un extraordinario contenedor de estupendas canciones, una lujosa jukebox en la que podemos escuchar muchísimos grandes temas de rock, en su mayoría, por lo que casi tan esencial como ver la serie es echarle un vistazo a los cuatro discos editados hasta ahora, correspondientes a sus temporadas ya finalizadas, mientras esperamos ansiosamente el de la quinta.

Una serie que adorna la secuencia de inicio de su piloto con “You Can’t Always Get What You Want”, de los Rolling Stones (tema que también sirve para cerrar la primera y la cuarta temporada) ya está dejando claras sus intenciones desde el principio. A lo largo de sus capítulos, “Californication” también ha ido pinchando canciones de Bob Dylan, Tom Petty, Nick Cave, Elton John, Lynyrd Skynyrd, Black Sabbath, Whitesnake, The Doors, Blue Öyster Cult, The Mamas And The Papas, The Faces, Steve Winwood, Jeff Beck, Miles Davis, The Clash, Pearl Jam, Nirvana, Alice In Chains, Foo Fighters, Queens Of The Stone Age, Slayer, Rob Zombie, Monster Magnet, Death Cab For Cutie, The Monks, Frankie Goes To Hollywood, Sigue Sigue Sputnick o Rick Springfield (que además se interpreta a sí mismo, de manera bastante despiadada, en la tercera temporada). Y esto no es más que una muestra.

Otro capítulo aparte son las extraordinarias versiones que numerosos y variopintos artistas firman de temas como “Rocket Man” de Elton John, “L.A.Woman” de The Doors, “Paranoid” de Black Sabbath, “Behind Blue Eyes” de The Who, “Only Women Bleed” de Alice Cooper, “I Want You To Want Me” y “Surrender” de Cheap Trick, “Home Sweet Home” de Mötley Crüe, “Stuck In The Middle With You” de Stealers Wheel, “Last Caress” de The Misfits o incluso “You’re The One That I Want” de la banda sonora de “Grease”. Algunas de ellas son realmente asombrosas.

Pero si algo ha demostrado hasta ahora la serie protagonizada por David Duchovny es su absoluta veneración por Warren Zevon, al que no se cansan de rendirle continua pleitesía. Del malogrado cantautor estadounidense, no demasiado conocido en España pero muy respetado en su país, especialmente por sus compañeros de profesión, podemos escuchar temas como “Mohammed’s Radio”, “My Shit’s Fucked Up”, “Wanted Dead Or Alive”, “Dirty Life And Times”, “Keep Me In Your Heart” o «Desperados Under the Eaves», mientras que el gran Steve Earle versiona su “Reconsider Me”, Widespread Panic hacen lo propio con “Werewolves Of London”, G.G. Allin & The Criminal Quartet con “Carmelita” y Madeleine Martin, la hija en la ficción de Hank Moody, interpreta “Don’t Let Us Get Sick”.

El noveno capítulo de la tercera temporada se titula además “Mr. Bad Example”, como el álbum de Zevon de 1991, y el sexto de la cuarta “Lawyers, Guns And Money”, como uno de sus mayores éxitos. Recientemente hemos podido ver cómo el personaje de Duchovny, al defender sus gustos musicales ante el rapero Samurai Apocalypse, menciona a “Zeppelin, The Who y Zevon”. Pero uno de los momentos más emotivos en torno al artista norteamericano se produce al final de la segunda temporada, cuando el protagonista termina de escribir la biografía de su fallecido amigo Lew Ashby, uno de los mejores personajes que sin duda ha pasado por la serie. Mientras escucha de fondo la ya citada “Keep Me In Your Heart”, Hank Moody llena un vaso de whiskey y se enciende un porro, momento en el que tiene una última conversación con su amigo muerto para despedirse de él, no sin explicarle antes que, cada vez que termina un libro, lleva a cabo un ritual basado en “whiskey, weed and Warren Zevon”.

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Fallecido en septiembre de 2003 a los 56 años, víctima de un cáncer de pulmón, la propia biografía de Warren Zevon bien daría para realizar otra serie de televisión. Su existencia estuvo marcada por el alcoholismo, los fracasos en su vida personal y los desengaños profesionales, lo que le hizo tener una carrera llena de altibajos. Llegó incluso a padecer un trastorno obsesivo-compulsivo e intentó quitarse la vida en más de una ocasión. Curiosamente, si algo destacó de él fue su inquebrantable sentido del humor, aunque éste era siempre retorcido, con un punto sardónico, cargado de ironía. Conocida ya su dolencia incurable, David Letterman le entrevistó en 2002 en su programa, durante el cual respondió a la pregunta de cómo pensaba afrontar su enfermedad diciendo que iba a “disfrutar cada sándwich”. Éste, “Enjoy Every Sandwich”, fue precisamente el título elegido en 2004, tras su muerte, para el disco de tributo que le dedicaron amigos como Bruce Springsteen, Bob Dylan, Steve Earle, Jackson Browne, Bonnie Raitt, Ry Cooder, los Pixies, The Wallflowers, los actores Billy Bob Thornton y Adam Sandler y su hijo Jordan Zevon, entre otros.

Pero su última hazaña tiene título y fecha de publicación: “The Wind”, 2003. A pesar de que en el verano de 2002 le dieron apenas dos meses de vida, llegó a sobrevivir más de un año, dándole tiempo a terminar de grabar su último disco, que salió al mercado pocos días antes de su muerte. “Vamos muy lentos, chicos, no acabaremos a tiempo. Por si acaso, ¿sabéis si todavía se publican EP’s?”, llegó a bromear con sus músicos durante la grabación. Así, de esta forma, el oscuro y trágico Warren Zevon se despidió de este mundo regalándonos una valiosísima lección vital.

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