Otra vuelta de tuerca para «Sherlock»
(ALERTA SPOILER: Revela detalles importantes de los tres capítulos de la tercera temporada de la serie)
Lo malo de una nueva temporada de “Sherlock” es que termina antes de que te des cuenta. Y lo peor es que no sabemos cuándo veremos de nuevo a los célebres inquilinos del 221B de Baker Street. Pueden pasar dos años hasta que volvamos a tener noticias de ellos, y eso, en el universo televisivo, es mucho tiempo. Lo bueno de una temporada de “Sherlock”, sin embargo, es todo lo demás. Y es que el producto estrella de la BBC británica ha demostrado en su tercer año en antena que sigue siendo uno de las propuestas más inteligentes y divertidas de la TV actual. La serie de Steven Moffat y Mark Gatiss puede ser tan excesiva como su legendario protagonista, pero eso no impide que su receta, compuesta siempre de relecturas ingeniosas de los relatos de Arthur Conan Doyle llevados a nuestros días, diálogos brillantes y réplicas mordaces, giros inesperados a cada cual más abracadabrante, interpretaciones portentosas y un look rompedor sin llegar pasarse de moderno, nos siga sabiendo a gloria bendita. Y lejos de mantenerse acomodada en la fórmula ganadora que tantos fans le había generado en sus entregas anteriores, “Sherlock” se ha propuesto en su tercera temporada seguir creciendo, expandir sus límites y buscar nuevas soluciones narrativas y argumentales que ensanchen su universo. Si algo no puede permitirse esta serie es ser predecible, aunque eso suponga cabrear a un puñado de fans que no aceptan de buen grado variaciones en el canon, y Moffat y Gatiss han aprovechado a conciencia el tiempo del que han dispuesto desde la emisión “The Reichenbach Fall” en 2012 para idear un tríptico que conserva la esencia del Sherlock Holmes visto en sus dos primeras temporadas, pero que le da otra vuelta de tuerca (más) al mito.
En su tercera temporada a “Sherlock” le han interesado menos los vericuetos de los misterios de rigor que deben resolver sus dos protagonistas que la relación personal que se cimenta entre ellos. Los creadores de la serie son conscientes de que la química que se crea en la pantalla entre el detective y su fiel ayudante, Holmes y el doctor Watson, o lo que es lo mismo, los espectaculares Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, es uno de sus mayores activos y no han dudado en escarbar en esa poderosa conexión que les une. En el proceso hemos descubierto a un Holmes más humanizado y sensible al contacto con los demás, alguien que por primera vez parece preparado para reconocer el valor de la amistad verdadera, aunque ello no implica que renuncie a ese “sociópata altamente funcional” que se jacta de ser.
No es de extrañar, por tanto, que el primer capítulo de la tanda, “The Empty Hearse”, le dedique una gran porción de su metraje a compartir respetuosamente el dolor de Watson por la pérdida aparentemente irreparable que sufrió al final de “The Reichenball Fall” y a observar cómo el personaje lidia con una ausencia tan enorme que en dos años todavía no ha podido ser cubierta, a pesar de la providencial aparición de Mary Morstan. Y esos momentos de drama sobrio, en los que Freeman demuestra por qué es uno de los mejores actores del panorama actual, tienen su delicioso contraste con la cómica reentrada de Holmes en su vida, hilarantes instantes de alta comedia que prácticamente fagocitan el interés del ataque terrorista que se cierne sobre Londres, una mera excusa (con guiño/homenaje a “V de Vendetta”) para que los dos protagonistas cierren heridas y se reconozcan mutuamente como piezas insustituibles en sus respectivas vidas.
Por supuesto, el regreso de “Sherlock” también debía dar respuesta a las incógnitas que dejó aquel salto del ángel desde la azotea del hospital St. Bart. Los foros y redes sociales hirvieron en su momento con teorías de todo pelaje y condición sobre cómo el detective fingió su propia muerte y una de las tareas pendientes de “The Empty Hearse” era ofrecer las pertinentes explicaciones. Moffat y Gatiss las han dado, pero a su manera, sabedores de que desvelar un truco de magia siempre va a implicar una decepción, porque, como bien dice Holmes, “todo el mundo es un crítico”. En lugar de ofrecer una solución cerrada, se divirtieron (y nos divirtieron) ofreciendo tres alternativas (disparatadas las dos primeras, basadas en las múltiples interpretaciones de los fans en un gozoso juego autorreferencial; más plausible la tercera) sin llegar a aclarar del todo, como buenos magos, la verdadera naturaleza de la argucia. Como siempre, habrá quienes no quedaran satisfechos, pero si al mismo Watson lo que menos le preocupaba era cómo lo hizo, ¿por qué habríamos de rasgarnos nosotros las vestiduras?
Una ley no escrita que se podía aplicar a las dos entregas anteriores de “Sherlock” establecía que los capítulos impares (el primero y el tercero de cada tanda) eran los realmente excepcionales, mientras que los pares (los segundos) levantaban el pie del acelerador y hacían bajar un poco la nota media. En esta tercera tanda, y siempre a mi modo de ver, han sabido quebrar dicha regla con “The Sign of the Three”, probablemente el capítulo más heterodoxo de la serie, una pequeña maravilla cuyo mayor pecado es no haber sabido hacerse entender por los más puristas. A partir del discurso que Holmes debe pronunciar como padrino en la boda de su mejor amigo se articula una estructura libre en la que diversas anécdotas sobre las aventuras del dúo protagonista (algunas de ellas impagables, como la borrachera de los dos investigadores) desembocan en un misterio mayor que se resuelve durante la propia boda. Cumberbatch da rienda suelta a su desbordante talento interpretativo (con ese histrionismo controlado tan suyo, tan particular) en su conmovedor discurso (otro paso más en la progresiva humanización de Holmes) y confirma por qué es una de las stars más cotizados del momento. Ese desmarque tan evidente de la fórmula clásica sin traicionar nunca su espíritu puede que no gustara a todos, aunque para mí esta rara avis que es “The Sign of the Three” no es sino otra prueba de la madurez de una serie imaginativa y astuta que sabe que ser esclava de sí misma es el primer paso hacia el anquilosamiento.
El propio desarrollo de la temporada, escondiendo al gran villano hasta el último capítulo, es otra prueba de la inteligencia de Moffat y Gatiss, que no han tratado de cubrir inmediatamente el inmenso hueco dejado por el carismático Jim Moriarty con otro enemigo de escala similar y que probablemente habría salido perdiendo en las comparaciones. Un solo episodio, “His Last Vow”, ha sido suficiente para que Charles Augustus Magnussen ingrese por la puerta grande en la galería de villanos de la serie, junto al propio Moriarty o la también añorada Irene Adler. El repugnante magnate de la comunicación (interpretado convincentemente por Lars Mikkelsen, hermano de Mads, nuestro adorado “Hannibal”) es “el Napoleón del chantaje”, frío como un tiburón, dueño de una mente tan prodigiosa como el propio Holmes; de hecho, Magnussen no es sino un reflejo de lo que Sherlock podría haber llegado a ser en otras circunstancias. Su antagonismo permite que “His Last Vow” recupere la estructura canónica de temporadas anteriores, con un caso central potente y absorbente, con sus twists epatantes bien dosificados y sus misterios impenetrables. No es difícil entender por qué será el favorito de los fans, aunque su mayor logro es cerrar el arco argumental de la season dándole un sentido imprevisto al personaje de Mary (Amanda Abbington, pareja en la vida real de Freeman, todo un hallazgo), revelando más aspectos sobre la verdadera idiosincrasia de Watson, que termina comprendiendo y aceptando que él es otro adicto, en su caso, al riesgo, a la emoción del peligro, de lo extraordinario; y confirmando que Holmes está realmente dispuesto a hacer cualquier cosa por sus amigos, tal y como les juró al final de “The Sign of the Three”. Hay un momento del capítulo en el que Magnussen analiza el perfil de Sherlock. Normalmente el tipo detecta uno o dos puntos débiles sobre los que presionar en cada sujeto (su pareja, un familiar, etc.), pero al detective le diagnostica, para su sorpresa, una lista bien nutrida de nombres que le afectan. Es en ese instante cuando somos definitivamente conscientes de que el ególatra y misántropo Sherlock es más de carne y hueso de lo que nos quiere hacer creer, y esa es la línea básica sobre la que ha pivotado toda esta temporada (aunque lo de enamorarse de verdad de Janine ya hubiese sido demasiado).
Por lo demás, “Sherlock” ha seguido derrochando ingenio visual (¿cómo no aplaudir ante esa partida de ajedrez con Mycroft trasmutada descacharrantemente en “Operación”?) exuberancia narrativa (esa antológica escena del tercer capítulo en el “Palacio mental” de Holmes tras ser disparado) y un ritmo agilísimo para los 90 minutos que dura cada entrega. Sí, nos ha sabido a poco, pero solo porque el menú es tan sabroso que nos fastidia no poder repetir. Incluso ese postre con Moriarty no hace sino acrecentar nuestra desazón ante la perspectiva de una larguísima espera. Confiemos en que las agendas de Cumberbatch y Freeman nos permitan acortar los plazos.
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Como pasarse horas preparando un guiso, tan bueno resulta que se termina pronto.
Ay Sherlock. Vamos a echarle mucho de menos.
He de confesar que la tercera temporada me ha parecido menos brillante, aunque pasadas algunas horas o días, la sensación se transforma hacia lo inevitable.
Es decir, a la excelencia narrativa y visual. No podía ser de otro modo. Lo han vuelto a hacer, como se dice.
Aún tengo algunas dudas si el segundo episodio es necesario sabiendo que hay tres por temporada, por muy divertido que sea y por mucho que ayude para el siguiente.
Quizás el tono no era el esperado.
No exagero si maldecí a las madres de los guionistas con el «Did you miss me?».
Lo peor ahora seran las teorías sobre lo que pasó en el tejado. Otra vez.
Estoy (casi) seguro que en lugar de imaginar teorías en el siguiente episodio, Moriarty pondrá punto y final a todas ellas con una escueta frase. Una sonrisita y al lío.
Ahora que ya se ha humanizado Sherlock, por decirlo de una manera, y que, por tanto, le hemos visto al fin comer, aunque sea un pequeño bocado, la nueva temporada promete y mucho.
Y cuando Sherlock se ponga el abrigo, como un superhéroe su traje, se nos olvidarán los meses y años de espera. Supongo.
Saludos!
Estoy de acuerdo con GuillemGuasch. A mí también me ha parecido algo menos brillante, pero también es verdad que ya nos hemos acostumbrado a los personajes, pasado el asombro de los primeros capítulos que te dejan alucinando (wooowww!), y nos hemos habituado a tal calidad que bajar un simple peldaño (habrá gente que piense lo contrario desde luego) ya nos parece ‘menos brillante’.
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Sin embargo, he de decir que esta temporada los puntazos humorísticos (¡qué química grandiosa entre Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, tienen una simbiosis perfecta!) y la humanización del gran detective (su beso -imaginario, vale- a Molly me dejó noqueada, OMG!) me han encantado, me lo he pasado pipa, en el primer capítulo no podía dejar de reír.
Grandes actores Cumberbacht y Freeman, impresionantes interpretaciones, capaces de pasar de la sonrisa a la lágrima, o viceversa, con la facilidad de aquellos para los que su oficio es algo intuitivo, innato y natural, deliciosos. El ‘pequeño’ Martin tenía un gran reto al emparejarse con esa máquina de carisma y talento que es Benedict Cumberbatch como el magnético Sherlock y que su trabajo no quedase en una mera presencia secundaria, pero en ningún momento se arredra y le mira de tú a tú, su Dr.Watson es memorable.
Con respecto a la necesidad o no de algún capítulo, o a su falta de tono, de esta temporada que dice Guillem, para mí sería justo reconocer que también en las dos anteriores, algunos de los capítulos fueron algo inferiores al resto, o eso me pareció a mí al menos.
Otra cosa: ¿qué tienen los Mikkelsen para hacer de malvados tan bien? ¿Serán esos pomulos tan afilados y esa frialdad y esa calma tan nórdicas? Se salen, igual que Mark Gatis como Mycroft; pero con el que no puedo es con Andrew Scott, no me gusta nada su Moriarty, además agradecí que desapareciera de la serie en la anterior temporada. Me las prometía felices pero, en fin…
Definitivamente una joya de la televisión, el perfecto ejemplo de que cómo en 90 minutos de pequeña pantalla se puede crear un producto para masas de calidad excepcional, que engancha sin perder un ápice de genio e ingenio, con unos guiones magistrales, unos actores brillantes, una factura visual fabulosa, y con un climax y unos giros argumentales capaces de sorprender y maravillar a partes iguales.
Los británicos una vez más han creado una serie que ya es clásica y que permanecerá en nuestras memorias por mucho, mucho tiempo. Se habla de las próximas Navidades para la cuarta temporada.¡Te estaremos esperando, Sherlock!
Saludos a todos…
PD: Como curiosidad, ¿sabéis que la que hacía de madre de Sherlock en un par de capítulos de esta temporada es Wanda Ventham, la madre de Benedict Cumberbatch? Otro guiño cómplice de los guionistas ;-)
Y el que hacía de padre, también es su verdadero padre, Timothy Carlton.
Watson a Sherlock: ‘¿esos eran tus padres?…¿¿¿tus padres???… la verdad, parecían tan…normales’.. jajaja, la ficción imitando a la realidad.
Muchas gracias, GuillemGuasch y Tamara, por vuestras intervenciones. Yo no tengo ninguna duda sobre el segundo capítulo, «The Sign of the Three», una gran demostración de cómo la serie puede reinventarse y probar nuevas variaciones sobre la fórmula habitual sin que el invento se venga abajo. En cuanto a Moriarty, recuerdo que en aquella secuencia de la piscina de la primera temporada Andrew Scott me pareció un tanto sobreactuado, pero en «The Reichenbah Falls» me convenció de que su exageración gestual le sentaba como un guante a ese agente del caos anárquico e imprevisible, el Joker de Sherlock. Es cierto, ahora aparecerán (de nuevo) mil y una teorías sobre lo que verdaderamente pasó con él en aquella azotea, y no me extrañaría que, como apunta Guillem, eso se explicara con una pequeña frase sardónica. Pero es que a ver cómo diantres justificas que un tipo se pegue un tiro en la boca delante de tus narices y siga vivito y coleando…
Ojalá esos rumores de que la cuarta temporada podría llegar para las próximas navidades sean ciertos. Un saludo.
Muy buen análisis de esta temporada, se nota que eres un fan acérrimo de Sherlock, Yo vi tu link en la otra página y como buena fanática de Sherlock, me gusta leer todo lo referente a mi detective favorito, así que entre a comentar.
En el primer episodio vimos (mas o menos) como se salvó Holmes, aunque como dices si a Watson no le importó el cómo, a nosotros nos debe importar menos, pues lo único realmente importante es que está de vuelta.
El caso no fue de lo más impactante, pero sirvió para que ambos, el detective y el doctor se amistaran y para que conozcamos a Mary y darle un pequeño vistazo a Magnussen.
El segundo capítulo fue genial!!!!! Como dices yo también prefería los capítulos impares de la serie, hasta ahora, porque la boda de Watson fue de lo mejor. El discurso de Sherlock es muy emotivo y la despedida de soltero fue un mate de risa, (los pollos solo duraron un par de horas jaja) Además todo la resolución del caso fue muy entretenida y la verdad la hora y media se me pasó volando.
Y finalmente este último capítulo tuvo a Magnussen como gran villano, con la inteligencia sobrenatural de Sherlock y con una memoria tan prodigiosa que francamente daba envidia. Hablabas de la humanización de Sherlock y aquí se demuestra claramente que es capaz de asesinar, con tal de salvar a su querido y fiel compañero. Buena la elección de Mycroft de no encerrarlo en prisión, pues causaría demasiados disturbios, jeje.
Lo que si no me cuadra es la vuelta de Moriarty. El regreso de Sherlock estaba escrito, pero no me gustaría que revivieran a su «archi enemigo», (a pesar de que también es un gran personaje), pues no habría creo una razón lógica para ello. Prefiero pensar que es un artilugio del propio Sherlock o incluso de Mycroft, para no enviarlo al este y nuestro querido detective pueda quedarse resolviendo casos en Londres.
En fin espero que los meses pasen pronto para tenerlos de vuelta lo antes posible.
PD.- Tamara gracias por el dato de que los verdaderos padres de Benedict interpretan a los padres de Sherlock, la verdad es que no lo sabía, y nunca lo hubiera imaginado, pues fisicamente no le veo mucho parecido.
Excelente crítica con la que coincido ampliamente. Aunque al principio «The Empty Hearse» me dejo algo descolocada, pero después de otro visionado y sin tanto nervio de «¿Qué pasará?» me he dado cuenta que es un comienzo de nueva serie excelente. Aparte de ver un Sherlock más humano por la parte positiva, también he visto a un Sherlock mas, «jodido», no recuerda el nombre de Lestrade, no sabe en que habitación esta Sholto ( donde se puede ver cierto temblor en su mano, como Watson en el primer capítulo), no «lee» a Mary, falla miserablemente con Magnussen etc.
Y lo reconozco, como sé que los guionistas solucionarán todos estos problemas en la temporadas venideras ( así de confiada que es una) he disfrutado como una enana con esta temporada, aunque un poco más de acción detectivesca no vendría mal.
Para mi el gran acierto de esta serie está en John Watson, que aparte de ser interpretado por un actorazo, pequeño-gran Martin Freeman, se no antoja mucho más oscuro, huraño, enfadado que en otras adaptaciones y seguramente más cercano al Watson de ACD creó.
Y ahora, pues a esperar.
¡Muy interesante!