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«Fargo»: el lobo detrás de la puerta

20/06/2014

Fargo_Lorne Malvo

Si estamos de acuerdo en que la televisión es el nuevo cine, si hemos quedado en que HBO, AMC, Showtime y compañía llevan tiempo llegando donde Hollywood ya no puede o no le interesa ir, entonces no resulta nada extraño que la pantalla pequeña también se esté apropiando de uno de los tics más añejos y perdurables de su hermana mayor: el reciclaje de las viejas ideas, la recuperación con maquillaje contemporáneo de las grandes (o no tan grandes, simplemente exitosas) historias del pasado. En nombre de la revisión, remake o secuela se han logrando mayúsculos triunfos tanto artísticos como comerciales a lo largo de la historia del cine, aunque también se han gestado productos innecesarios, reiterativos e inanes, algunos de los cuales no hicieron sino escupir en el legado de la fuente original. Pero la televisión, con su particular dinámica y cadencia, se está revelando en este momento como un medio más eficaz y sugerente que el cine para volver a contar los relatos del pasado, deformándolos a su conveniencia y dándoles la vuelta como un calcetín para que luzcan, si no completamente nuevos, sí al menos diferentes. Ahí está el caso de la siniestra “Hannibal” (cuya segunda temporada finalizó hace unas semanas y analizamos aquí), todo un modelo de cómo retomar un personaje icónico pero muy manoseado, del que ya no esperábamos nada, y situarlo en una dimensión totalmente distinta, única y estimulante.

El “Fargo” de FX no hace sino confirmar la teoría de que, con unas buenas dosis de talento y creatividad, hasta la idea más insensata puede desembocar en algo genuinamente extraordinario. Y admitamos que el desafío aquí eran palabras mayores. Hablamos de los hermanos Coen, referencia singular e inimitable del cine norteamericano de las últimas décadas, y de la que para muchos (entre los que me incluyo) es su mejor película, perfecta en sí misma, sin ninguna necesidad de apéndices ni añadidos. No fui de los que se rasgó las vestiduras cuando se anunció este proyecto de remake o spin off, pero, como me ocurrió con “Hannibal”, tampoco le vi el sentido a volver a la gélida y nevada Minnesota a no se sabía muy bien qué. Craso error, porque “Fargo”, la serie, vampiriza la forma y el fondo no solo de la obra maestra de los Coen sino de todo su cine en general, y lo que es más importante, sin que se le noten las costuras, sin que se perciba como una brillante pero hueca falsificación de su estilo. Es cierto que Joel y Ethan aparecen acreditados como productores ejecutivos, pero la realidad es que su involucración creativa en la serie ha sido nula, más allá de haber dado su aprobación a la misma. Y, sin embargo, todo huele a los Coen por los cuatro costados. Hay guiños aquí y allá a “Fargo” (el raspador de hielo, el maletín del millón de dólares, la barriga de embarazada, la música de Jeff Russo deudora de la de Carter Burwell, los tramposos créditos de inicio) y a otras cintas de los hermanísimos (¡incluso aparece el Ruso blanco, la bebida favorita de Lebowski!), pero lo más significativo es que aquí está presente su pesimismo existencial sobre la naturaleza humana, su certeza atávica de que la estupidez del hombre es irremediable, y su particularísimo y malévolo sentido del humor, única válvula de escape ante el absurdo de la vida. Es mérito del showrunner Noah Hawley (fogueado anteriormente en “Bones” o «The Unusuals”) que la serie sea capaz de mimetizarse con el espíritu y la letra del mundo de los Coen, pero lo que también es loable de esta secuela geográfica y conceptual es que, tomando la misma esencia, tono y atmósfera de la cinta de 1996 -aunque no sus personajes ni su trama-, construye una identidad propia y compleja, capaz de funcionar por sí misma.

Fargo_Lester Nygaard

“Fargo” se inscribe, como su hermana mayor, en el territorio de la tragicomedia insólita y excéntrica, pero sobre todo es una fábula moral que toma el corazón de la América profunda –concretamente la franja de Minnesota que va desde Duluth (cuna de Bob Dylan) a Fargo (Dakota del Norte), pasando por Bemidji- , le inocula el virus de la violencia y se sienta a ver qué sucede. En “Fargo” la línea que separa el bien y el mal es muy fina, y todas sus criaturas –algunas decentes, otras vulgares, la mayoría patéticas y otras tantas extravagantes-, están, sin saberlo, a merced del azar, de un destino caprichoso y cruel que, pese a su arbitrariedad, parece tener muy en cuenta que cada acto tiene su consecuencia.

Es en 2006 -19 años después de la historia primigenia- , en esa Bemidji fría y casi siempre cubierta de nieve donde conocemos a Lester Nygaard, un gris vendedor de seguros que vive una vida tan sosegada como inerte en su pequeña parcela del mundo. Apocado y cohibido, permanentemente menospreciado por su señora esposa y por su hermano menor, Lester es el loser de manual, el eterno recibidor de collejas con el que la audiencia tiende a empatizar, pero aquí no va a ser el caso, porque Lester también guarda en su interior a un cobarde manipulador, sibilino mentiroso, egoísta resbaladizo que durante la serie alcanzará grados muy elevados de mezquindad. Sin embargo, a Lester no le mueve el dinero ni la codicia (que sí eran el catalizador de su homólogo cinematográfico, el apurado Jerry Lundegaard de William H. Macy), sino que para él se va a tratar primero de una cuestión de supervivencia, y después de una revancha vital (en un recorrido muy similar, aunque inevitablemente menos matizado, al del Walter White de “Breaking Bad”, serie cuya influencia es palpable aquí, de la misma forma que los Coen también se dejaron notar en el universo de la serie de la AMC). Martin Freeman no tiene una papeleta fácil porque su personaje está escrito para provocar reacciones muy distintas, a veces contrapuestas, en el espectador, y en este tipo de retos el actor corre el riesgo de pasarse o de quedarse corto en la graduación de los tonos, pero el co-protagonista de “Sherlock” se entrega al cien por cien y demuestra de nuevo por qué es uno de los intérpretes más brillantes y solicitados de la actualidad.

FARGO -- Pictured: Allison Tolman as Molly Solverson -- CR. Matthias Clamer/FX

Para que se origine la caótica espiral de violencia en “Fargo” es necesario un revulsivo, un fermento que siembra con mucho gusto el grandioso Lorne Malvo, el alma de la serie y, desde ya, uno de los personajes más inolvidables de la televisión de los últimos años. Un luciferino asesino a sueldo, sociópata, cizañero, de aspecto imposible, actitud impasible y aparentemente indestructible –inspirado abiertamente en el Anton Chigurh de “No es país para viejos”-. Él es el lobo detrás de la puerta, el depredador que amenaza la confortable placidez de los sencillos habitantes de un pueblo en el que nunca pasa nada, el sobrenatural agente de la anarquía capaz de helar la sangre a cada pobre desgraciado que se cruce en su camino. Malvo es sádicamente amoral (aunque se vislumbra un particular código de honor en su conducta) y ve una oportunidad de diversión maquiavélica en cada paso que da. Hace lo que hace porque experimenta un placer singular haciéndolo y jamás duda ni se arrepiente. Lo mismo le presenta una oferta tan tentadora como envenenada al primer paisano con el que se cruza en la sala de un hospital que acojona de muerte con una sonrisa en los labios al agente de la ley que se atreve a parar su coche. A su lado, los entrañables sicarios de Steve Buscemi y Peter Stormare son dos nenazas gimoteantes sin ninguna posibilidad. Billy Bob Thornton no se había encontrado en una igual desde su glorioso round de 2001 (el año de “Monster’s Ball” y “El hombre que nunca estuvo allí”, con, precisamente, los Coen), pero es justo reconocer que le aporta toneladas de carisma y personalidad a su personaje. O Hollywood ha cometido un gran error olvidándose de él durante los últimos tiempos o Thornton ha tenido muy mal ojo eligiendo papeles, pero Lorne Malvo es un avasallador regreso a la Primera División que esperamos que sirva para reconducir su carrera.

Fargo_Gus Grimly

Una de los muchos elementos que distinguían al “Fargo” cinematográfico era la presencia, hábilmente postergada hasta el segundo acto, de la inolvidable y embarazadísima Marge Gunderson de Frances McDormand, una criatura tan adorable que incluso le sirvió a la actriz para ganar el Oscar. Marge era la luz en medio de la oscuridad, la que aportaba sentido común al tremendo embrollo que habían creado un puñado de desgraciados; seguramente el personaje más optimista y luminoso jamás escrito por los Coen. Probablemente Hawley sabía que no sería fácil resistir la comparación con semejante hito y en los primeros compases de la serie juega al despiste, aunque rápidamente se aclara que su rol queda en manos de Molly Solverson (una notable Allison Tolman), policía perspicaz, intuitiva y tenaz, que se echa admirablemente sobre sus espaldas la responsabilidad de mantener a los lobos a raya aunque, desgraciadamente para ella, esté rodeada de una panda de policías incompetentes encabezada por Bill Oswalt (Bob Odenkirk, el gran Saul Goodman), un buenazo incapaz de asumir que la maldad puede anidar en el lugar más insospechado. Molly cuenta con el apoyo de Gus Grimly (Colin Hanks, en un papel que bien podría haber hecho Tom con unos años menos), un padre viudo y decente, un buen tipo que llegó al cuerpo policial de Duluth casi por accidente y que tampoco está preparado para entender el enorme sinsentido del mundo, pero que tendrá el coraje de enfrentarse a sus propios miedos e inseguridades.

Fargo_Promo1

Sobre estos tres ejes (Lester, Malvo y Molly/Gus), convenientemente arropados por un nutrido y variopinto elenco de secundarios –memorable la pareja de mercenarios formada por Mr. Numbers y Mr.Wrench-, se sostiene una trama que se desarrolla sin prisa pero sin pausa y que desde su prometedor capítulo piloto crece y crece como un suflé, dando puntuales saltos en el tiempo bien engarzados y en absoluto gratuitos, desviándose hacia digresiones puramente coenianas o sorprendiendo con inventivas piruetas argumentales. Además, “Fargo” cuenta con una realización de lujo y valores de producción cinematográficos, y en ese aspecto hay que reconocer el buen hacer de FX, que poco a poco se está convirtiendo no solo en una alternativa sólida a las grandes cadenas de cable, sino en una especialista en retratar la otra América (“Justified”, “Sons of Anarchy”, “American Horror Story”). Como ocurría en la cinta de los Coen, los fabulosamente fotografiados espacios blancos y áridos de Minnesota se convierten en un personaje más de la historia, y la planificación de cada escena está mimada hasta el último detalle, logrando crear en muchas de sus secuencias (la mayoría relacionadas con el magnético Malvo) una tensión irrespirable que se puede cortar con un cuchillo.

“Fargo” fue concebida como una única temporada limitada de diez episodios –un formato sugerente que permite a sus responsables poner toda la carne en el asador sin necesidad de guardarse nada en la nevera-, pero la buena respuesta de crítica y público ha abierto una puerta a la posibilidad de futuras entregas, siguiendo el modelo antológico de “True Detective” o “American Horror Story”, con tramas y personajes distintos. El propio Hawley ha admitido que ya tiene algunos bosquejos para una segunda temporada pero está por ver si eso es buena idea. Gran parte del atractivo de “Fargo” es el juego de correspondencias y paralelismos que se establece con la fuente original, las similitudes y divergencias que se proponen. Repetir ese planteamiento podría significar caer en la redundancia o el cliché, pero también es probable que renunciar a él (o difuminarlo) alterara negativamente su esencia. Si de mí dependiese no habría más temporadas. “Fargo”, la serie, es perfecta tal y como es y no necesita apéndices ni añadidos… pero también pensé lo mismo de la película.

Fargo_Logo

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12 comentarios leave one →
  1. 23/06/2014 12:12

    Una buena sorpresa ha sido la de Fargo. El piloto me dejó buenísimas sensaciones y pese a que hay un episodio que bajó un poco el altísimo listón de los primeros episodios, lo cierto es que Fargo supera con creces la dificultad que tenía adaptar la película.
    Habrá que ver cómo adaptan la serie de 12 Monkeys, otra reto no difícil, muy difícil, del que si salen con buen pie de la experiencia, me temo que algunas películas serán fuente de inspiración en el panorama de las series.
    Fargo. sin embargo, es una buena solución a éstos días sin demasiada alegría seriéfila. Otoño (SOA, Justified) queda demasiado lejos.

    • Jorge Luis García permalink*
      24/06/2014 14:13

      Hola GuillemGuasch, muchas gracias por comentar. Pues sí, habrá que ver cómo adaptan «12 Monos», pero es que también están en la sala de espera «El show de Truman», e incluso ¡»Ghost»!, y no creo que todas vayan a salir tan redondas como «Fargo». Un saludo.

  2. paco permalink
    25/06/2014 21:15

    Llevas toda la razón , les ha quedao una serie Redonda y Punto. Gracias a los Coen por la peli y a los actores por la serie.

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