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«Hannibal»: una temporada que sólo ha ofrecido delicatessen

27/05/2014

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(ALERTA SPOILER: Revela detalles y conclusiones importantes de la segunda temporada completa. Se recomienda fervientemente no cruzar la línea sin ir al día con la emisión de la serie.)

Después de una primera temporada (2013) que fue in crescendo y nos mantuvo en vilo con su falta de acogida por un sector importante de la audiencia, pero que sentó las bases de un buen producto, Hannibal ha regresado con una segunda entrega que consolida la serie como una de las mejores que se encuentran en emisión actualmente. Astuta, perversa, huidiza, tan lenta como frenética según le conviene, inteligente, visualmente perfecta, con sus diálogos brillantes, sus impecables interpretaciones y su magnífico e inquietante uso del sonido. Con todas estas virtudes, resulta difícil comprender cómo la noticia de su renovación ha llegado a demorarse por dos años consecutivos más que el periplo de Ulises. No sabemos (con certeza) qué le ocurre a la audiencia, pero sí podemos adivinar que parte de ese poco éxito en Estados Unidos tiene mucho que ver con su propia cadena. En cualquier caso, demos gracias porque en NBC las opiniones de la crítica hayan pesado infinitamente más que el número de espectadores, ya que en estos momentos, tras la euforia de una finale espectacular, no quisiera imaginar un 2015 sin la continuidad de Hannibal.

Diría que el equipo de la serie charló largo y tendido en su momento sobre lo que funcionaba y lo que no, ya que todo lo que nos resultó más atrayente y lo que mejor supo hacer se ha visto potenciado este año y mucho mejor aprovechado, al igual que se ha suprimido lo que de algún modo la frenaba a la hora de crecer. Lo cierto es que en su día necesitamos varias entregas antes de vernos completamente inmersos en ella y sentir esa pequeña adicción. Hubo buenos episodios, sí, muy buenos hacia el final, pero desde luego la serie estaba aún en pañales si nos centramos en el presente y nos damos cuenta del asombroso cambio. Esta segunda temporada no ha tenido momentos bajos, ha tenido momentos muy buenos y momentos espectaculares, hasta llegar a esos dos últimos episodios que han supuesto un derroche de genialidad. Mucho menos procedimental que al principio, cuenta ahora con todos los ingredientes de un buen thriller psicológico.

A lo largo de estos trece episodios el personaje de Hannibal se ha ido perfilando con mucha más intensidad hasta alcanzar todo su esplendor. El Dr. Lecter siempre ha sido mi asesino en serie favorito. Es un asesino, sí, un cazador, pero lo que realmente aterra es que su cordura sobresale por encima de la de todos los que lo rodean. Hannibal Lecter no tiene ningún problema mental, es una persona cuerda, consciente y peligrosamente inteligente. Mata porque quiere matar y porque jamás silencia ese instinto asesino que en el fondo el ser humano lleva dentro aunque respete los códigos morales y sociales. Mata porque le proporciona un placer que no tiene sentido no regalarse. Nos fascina el hecho de que nunca pierda su elegancia ni sus refinadas maneras, que disfrute del arte, que tenga un paladar (demasiado) exigente, que tenga mucha más clase que todos nosotros. Creado por Thomas Harris para una conocidísima saga de novelas de suspense posteriormente adaptadas al cine, el Hannibal intepretado por Mads Mikkelsen para la serie de televisión cuenta además con ciertas características muy enriquecedoras y que lo desligan de la idea clásica que hasta ahora teníamos del personaje. Este Lecter moderno es increíblemente seductor y su comportamiento, de forma consciente o inconsciente, se baña en una sensualidad que resulta abrumadora y que, desde luego, le resulta tremendamente útil a la hora de jugar al despiste.

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Bryan Fuller no nos está ofreciendo una adaptación más de la saga, ni siquiera una precuela. Se ha basado en ella (principalmente en Red Dragon, aunque a lo largo de la temporada se han utilizado también personajes de Hannibal y se han introducido algunos guiños a Hannibal Rising y The Silence of The Lambs) y está moldeando la historia como quiere y cuanto quiere. Y qué bien le está saliendo, qué bien lo está haciendo y cómo estamos disfrutando. Esta versión libre es una delicia y no seré yo quien le reproche.

El motor de la temporada ha sido esa ambigua relación de rivalidad entre el protagonista y Will Graham.  Un duelo de intelectos que, además de marcar la absoluta superioridad del asesino, ha dejado claro que la mente de Will, aún vulnerable y tremendamente inestable, puede ser una bomba de relojería. No es de extrañar la absoluta aversión que Graham desarrolla por él, ya que verse tras las rejas como el más peligroso de los carniceros por culpa de una trampa muy bien tendida es para volverse loco de impotencia. En efecto, no es más que una marioneta en manos de un titiritero sádico. La única que parece creerlo es Bedelia, que viendo a través de esos ojos manipuladores y consciente de que Hannibal es un peligro a todas luces, escapa antes de ser cazada.

Llega un momento en que Will es prácticamente un personaje creado por el propio Hannibal, que consigue salir airoso hasta de su propia «crucifixión» mientras su víctima espera en una celda una noticia de muerte y salvación que no llega. Víctima de su psiquiatra y de su psique, ese demonio cérvido con alma negra de enemigo lo acecha en todas partes. No deja de resultar chocante el hecho de que, una vez liberado, la terapia se reanude como si una pesadilla no separara esos antes y después, como si no existiera el odio, como si Graham no fuera alguien completamente distinto al que un día fue.

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Tiene sentido, sin embargo, cuando observamos que el deseo de venganza y la morbosa sed de sangre no han desaparecido. Will sigue en pie y de repente nos parece alguien más fuerte pero también alguien perversamente transformado. Fantasea, sueña sin poder evitarlo, con la idea de segar la vida de Hannibal con sus propias manos. Así hasta que de algún modo están en paz, tú envías a alguien para que me mate y yo envío a alguien para que te asesine, ahora que has sobrevivido, que has aprendido a defenderte, el monstruo que se esconde dentro de ti va a despertar sin piedad. O al menos eso cree Lecter, ya que aunque todos temimos que la muerte de Freddy Lounds fuera cierta en un principio, acaba resultando una inteligente maniobra de acercamiento. Después de todo, esa falsa ilusión de que algo los une y de que pueden compartir el más macabro de los secretos es la mejor manera de destapar toda esta brillante farsa.

Nos surge, en cambio, un dilema. ¿De verdad estaba Will fingiendo su lado oscuro? Cabe afirmar que no del todo. Si bien la muerte de la periodista era una treta, su anterior concepto de defensa propia traspasa los límites. Dar caza a quien en mitad de la noche iba a ser su asesino es autodefensa, sentido común. Hacer que el cadáver forme parte de uno de esos circos artísticos tan propios de su enemigo (y disfrutarlo) ya es traspasar los límites. Sin duda la actitud de Will cuenta con dos motivaciones, la del engaño y la de una realidad que aún no se atreve a enfrentar. Si algo caracteriza a Will Graham es una inteligencia sin límites y una capacidad maravillosa para ver los detalles, y ambas son cualidades peligrosas si se pierde el control.

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¿Qué ha sido, al fin y al cabo, la segunda temporada de la serie? Una trampa de Hannibal, ni más ni menos. Una trampa que ha pasado por cegar con sexo y una falsa ilusión de medio relación adulta a Alana Bloom, una trampa que se cobró la vida de Beverly Katz en el momento en que se acercó demasiado y acabó colandose casi por descuido en la cámara de los horrores. Esta trampa, que mantuvo a Will en la cárcel durante los primeros episodios de la temporada y sin el apoyo de sus más cercanos camaradas, se vió llevada al límite cuando Miriam Lass, la joven agente a la que desde hace mucho dábamos por muerta, apareció en pantalla. Lejos de acabar con ella, la retuvo en las peores condiciones durante meses y meses jugando a la confusión, una estrategia perfecta para que el Dr. Chilton, de perfil muy parecido al suyo y en el punto de mira, acabe cargando con la culpa y pagando las atroces consecuencias de sus asesinatos. Me reitero en la idea de que la mente de Lecter es tan extremadamente retorcida que, por más horrible que sea la evidencia ante nuestros ojos, sigue fascinándonos.

Han estado cerca todos, muy cerca, y esa suerte de cebo que casi han llegado a convertir en teatro no ha sido suficiente. En el magnífico duodécimo episodio de la temporada, Bedelia Du Maurier, psiquiatra del Doctor Lecter, vuelve a aparecer en escena para plantarles a todos la verdad en las narices (o lo que nosotros pensamos que es la verdad, claro). Hay una diferencia abismal entre imponer una orden y persuadir, y la persuasión es infinitamente más poderosa. Bedelia confiesa haber matado ella misma a aquel paciente del que tanto han hablado los dos y afirma haberlo hecho persuadida por Hannibal. Paciente dominando a psiquiatra. El golpe llega cuando Will le cuenta que casi lo tienen, que le están tendiendo una trampa y que está a punto de caer. Es entonces cuando les dice que están equivocados, que Hannibal no es fácil de engañar y que, si piensan que ya lo tienen, es porque él los tiene a ellos. Completamente cierto. Resulta curioso que un personaje con tan pocos minutos en pantalla llegue a tener semejante carga (sobre todo si tenemos en cuenta la escena con la que se despide la temporada), pero ocurre. Sólo espero que ahora que NBC ha cancelado esa basura de sobremesa llamada Crisis, Gillian Anderson decida aceptar un peso mayor en la serie. En primer lugar, porque cuando se trata de ella algunos nunca tenemos suficiente. Haga lo que haga, derrocha clase por todas partes. En segundo lugar, porque después de lo ocurrido, está claro que sólo hemos raspado la superficie y este juego puede ser interesantísimo. Hablaremos de ello más tarde.

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Decía que la serie ha reducido su carga procedimental este año, lo cual, de manera evidente, la ha beneficiado. Pero eso no significa que no hayamos gozado de algún caso (relacionado o no con la trama) y de un desfile de obras de arte de una gran y macabra belleza. En esta serie todo asesino aspira a ser artista, algo es algo. Todos estos montajes forman parte de la magnífica realización visual que caracteriza al programa, al igual que el despliegue de exquisitos menús que semana tras semana presenciamos. Es curioso, no hay un sólo espectador de Hannibal que no sienta hambre cuando el Dr. Lecter cocina, todos esos platos coloristas y de aspecto soberbio nos hacen la boca agua, por más que se empeñen en contarnos que están elaborados con las víctimas del personaje central. Tampoco hay que ser tan exquisito, ¿no?

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Si una trama no directamente relacionada con los protagonistas ha sabido irrumpir de manera adecuada, esa es la de Margot y Mason Verger (personajes de la tercera novela de la saga). Una familia moralmente corrupta hasta el tuétano. Margot acude como paciente a la consulta de Hannibal porque tiene un señor dilema, quiere matar a su hermano, a ratos incluso se le hace necesario, pero éste es lo único que le queda en la vida. Mason, interpretado de manera brillante por Michael Pitt, es un hombre manipulador que, sabemos, al menos psicológicamente, anula y maltrata a su hermana. Decir que Margot es una versión femenina de Will no es lo más acertado, parece que hablamos del personaje de Graham como si fuera un muñeco de trapo y no una mente brillante. Lo que sí es cierto es que existen grandes paralelismos entre ambos, ya que los dos son personas completamente rotas y perjudicadas por alguien muy presente en sus vidas. Y lo que es peor, ambos sienten el tremendo impulso de acabar con esas personas pero han grabado en su fuero interno una extraña codependencia hacia esos seres manipuladores que están jugando con ellos hasta las últimas consecuencias. Es por eso que acaban en la cama y es por eso, porque el propio Hannibal así lo diseña, que Margot terminará embarazada de Will y abortando a su hijo por orden de su hermano, llevando de por vida una cicatriz más propia de carnicería que de proceso quirúrgico normal.

Claro está que por más que Mason Verger sea un bastardo enfermizo, Hannibal Lecter va diez pasos por delante. No nos sorprende que acabe en una cama de por vida, sin la capacidad de volver a moverse y sin… cara. Los alucinógenos que el doctor proporciona a Verger lo convierten en un receptor de órdenes que no conoce la negación. Es así como acabará destrozando su propia cara, dándosela de comer a los perros y catando el sabor de su propia sal. «I’m so full of myself». Es terrible, pero dejarlo vivo es, de algún modo, justicia.

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Y llegamos por fin a la finale. Una finale frenética que nos deja con la adrenalina por las nubes y el corazón en un puño. Aún tenemos la piel de gallina. El desenlace detona con ese encuentro entre Jack Crawford y Hannibal Lecter que ya se anunció en «Kaiseki» y que nos ha mantenido con la constante pregunta de «¿cómo hemos llegado aquí?». Ese lujoso hogar de Hannibal acaba por convertirse en una trampa mortal, prolongación de la cacería que se ha llevado a cabo esta temporada que, en honor a la verdad, se ha hecho cortísima. Es de noche, fuera llueve a cántaros, todos quieren encontrar la verdad y pedir explicaciones y Jack está encerrado en la bodega tremendamente malherido. Es entonces cuando aparece Alana queriendo cortar por lo sano con ese engaño que la ha enredado en las sábanas de un asesino. «Be blind, Alana, don’t be brave». Palabras que no dejan de resultar estremecedoras. Esperaba no tener que encontrarse cara a cara con ella pero ha sido imposible. No será él, sin embargo, quien la deje yaciendo en el suelo medio muerta. Abigail vuelve a aparecer y nosotros nos encontramos con la segunda resurrección de la temporada. Perdida y fácilmente manipulable, hace un año que la joven decidió seguirlo y obedecer  sus órdenes, que terminan por despedir a la Doctora Bloom desde la ventana de un segundo piso. Otra posible baja.

Hannibal estaba más que preparado, desde luego, pero, por si no lo estaba ya desde el principio, justo cuando la duda empieza a despertársele de verdad hacia Will, su olfato le cuenta al oído que ha estado con Freddy Lounds y que desde luego no la ha matado. Esa es la última de las alarmas. Claro, en el momento en que su más difícil paciente aparece en escena se nos presenta un dilema, apuñalar y abrazar, verdades que no queremos oir. Will no tiene que morir, pero desde luego no queda en una situación favorable, al igual que sus otros dos compañeros. Quien de una vez por todas sí yace muerta en su cocina es Abigail Hobbs, que ya no le resulta últil. Y nosotros nos quedamos con los nervios de punta después de toda esa acción y ese baño de sangre mirando un funfido a negro y con un Hannibal mucho más liberado.

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¿Termina todo aquí? Ni por asomo. A veces después del fundido a negro se nos presenta alguna revelación. Un avión surca los cielos y Hannibal Lecter está dejando atrás una vida que ya no le corresponde, teniendo en cuenta que ahora se encuentra en busca y captura. En sus exquisitas maneras, con su traje impecable y ese vuelo (seguro) en primera clase, pide  una copa de champán (en francés, claro, ¿a dónde iba a ir si no?) y entonces nos damos cuenta de que no está solo. A su lado, impecable como él, cómplice de ese silencio elegante en el que todo se sabe, está sentada Bedelia Du Maurier. La misma Bedelia que huye de su lado al principio porque es peligroso como el diablo, la misma Bedelia que le retiró la mirada y dió un paso atrás para separarse de él hace tan sólo once episodios. La misma que un día decidió dejar de tratarlo y la misma que, en el episodio anterior, puso en bandeja la verdad sobre Hannibal Lecter a la policía. Nos quedamos boquiabiertos y haciéndonos un millón de preguntas. Está claro que la psiquiatra nos ha engañado a todos, absolutamente a todos. Desde luego en esa última imagen no parece coaccionada y juraría, esto ya es difícil de decir, que hay un momento en que Hannibal la toma de la mano. En este último punto tenemos que colaborar todos porque sólo percibimos un movimiento de brazo y la cámara no lo enfoca todo. Pero es una posibilidad. ¿Era todo esto una trampa de los dos desde el principio? ¿Ha vuelto Hannibal a persuadirla y darle la vuelta a todo? ¿Por qué esta mujer está escapando del país con un asesino de forma voluntaria? A mí me han quemado las neuronas con esa última escena, desde luego. Y está claro que el personaje de Bedelia, más ausente de lo que nos gustaría, es más importante de lo que nos han contado.

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Poco queda además de repetir por enésima vez que el equipo de esta serie está realizando un trabajo magnífico e impecable. Resulta increíble la evolución de la que han hecho gala después de tan sólo dos temporadas en antena y desde luego ha supuesto un gran salto. Después de una temporada que nos dejó buen sabor de boca esperábamos algo al mismo nivel, bueno pero discreto, y no este despliegue. ¿Cómo vamos a esperar un año sin perder la cabeza buscando explicaciones y sin saber quiénes han sobrevivido a esta debacle? De lo que sí estamos seguros es de que merecerá la pena. Puede que Hannibal, mucho más humilde en recepción, quizás, que otras, acabe teniendo dentro de mucho tiempo una pequeña parcelita entre las series de culto o, al menos, formar parte de la historia televisiva en mayor o menor medida. Ojalá. Para ello tendrá que mantener este nivel del que ya ha demostrado que es capaz. Bien hecho, señores. Muy bien hecho.

 

 

 

 

16 comentarios leave one →
  1. Alberto Loriente permalink*
    27/05/2014 11:18

    Enhorabuena, Irene, y bienvenida. Un estreno por todo lo alto!

  2. 28/05/2014 0:43

    Ire, se puede decir mas alto, pero no mas claro… OLE TU Y TUS OVARIOS… genial como te ha kedado el articulo.

    BRAVO BABY!

  3. José Manuel Loscertales permalink*
    28/05/2014 0:52

    Espectacular carta de presentación, Irene.

    El «universo Lecter» (literario, cinematográfico y televisivo) nunca ha confluido de forma tan precisa como tras esta segunda temporada.

    La primera temporada arriesgó tanto en su estilo, que estuvo en la cuerda floja más tiempo del deseado; pero esta segunda temporada confirma que estaban en lo cierto y que estaban muy bien preparados para esta carrera de fondo.

    Mads Mikkelsen ha conseguido (a fuego lento, plato a plato) algo que se me antojaba enormemente presuntuoso 26 episodios atrás: hacer que nos olvidemos de la larga sombra de Hopkins.

    Esperando con ganas la (confirmada) tercera temporada.

    Irene, elevas los amortiguadores de este Cadillac, haciendo que el viaje sea más cómodo y divertido.

    Un saludo y mi más sincera admiración.

    • Irene B. Trenas permalink*
      28/05/2014 10:49

      «Mads Mikkelsen ha conseguido […] hacer que nos olvidemos de la larga sombra de Hopkins.» Precisamente hablaba de eso con otra persona hace poco. Si esto nos lo cuentan hace dos años con lo reticentes que éramos a ver otro Hannibal, no nos lo creemos. Pero aquí estamos y el producto les está quedando de lujo. Qué disfrute.

      ¡Y muchas gracias! Un saludo, Jose.

    • 28/05/2014 13:29

      Hola;

      Me sumo a las felicitaciones a Irene por este magnífico review.

      Sin duda, estamos ante una de las grandes series de la televisión y de seguir en esta línea ascendente, las próximas temporadas prometen muchísimo.

      Coincido con la comparativa entre la labor de Hopkins y Mikkelsen; en mi opinión y sin desmerecer, por supuesto, el trabajo del actor galés, la interpretación del segundo ha conseguido que a día de hoy no podamos imaginar el rostro de Hannibal sin asociarlo al de Mads Mikkelsen. Lo mejor de la serie.

      Esperando desde ya la tercera temporada :D

      Saludos a todos!!

  4. 28/05/2014 6:08

    Qué grande análisis, tanto como la temporada, exquisita de principio a fin, ni un capítulo sobra.

  5. Rodrigo Martín permalink*
    29/05/2014 14:16

    ¡Clap, clap, clap! Estupenda review, Irene, sin duda a la altura del temporadón que nos ha regalado este año «Hannibal». Yo reconozco que tenía muchísimas expectativas depositadas en esta segunda temporada, tras el buen sabor de boca que nos dejó la primera, pero estos trece capítulos las han superado enormemente. Casi todas las series, incluso las de 12 o 13 episodios (no digamos ya las de veintitantos) suelen tener sus momentos de flaqueza, cuando no capítulos directamente de relleno, pero me cuesta encontrar un minuto de «Hannibal» que no haya estado a la altura este año.

    Yo tampoco puedo imaginar ahora otro Doctor Lecter que no tenga el rostro de Mads Mikkelsen. Y mira que habré visto veces «El silencio de los corderos», al menos un par de veces «Hannibal» (la peli) y una vez, y fue suficiente, «El dragón rojo». Y sí, el trabajo de Hopkins es soberbio, sobre todo en el primer film, pero por suerte esto es otra cosa, va por otro lado, el personaje conserva lo esencial pero tiene otros matices y vértices diferentes (es, como bien apuntas, jodidamente seductor), y sólo podemos ganar con poder disfrutar de ambas versiones. Seguro que algún día ambos Hannibales podrán convivir perfectamente, pero ahora mismo creo que todos estamos demasiado impactados por la portentosa encarnación del señor Mikkelsen.

    Hugh Dancy también se ha superado este año… Madre mía, este señor está casado con Claire Danes, la Carrie de «Homeland». Me los imagino a ambos en su casa, ensayando e interiorizando sus respectivos personajes… Eso debe ser una jaula de locos. En fin, que todo el reparto ha brillado en esta temporada, pero el grandísimo punto fuerte de la serie, sin ninguna duda, es su realización. «Hannibal» hace cosas que no podemos ver en ningún otro sitio. Convierte en arte lo que otros resolverían con secuencias de lo más convencionales. Y basta como ejemplo el último episodio, «Mizumono», cómo no con David Slade tras la cámara, que ha rizado el rizo. Esa conversación «a tres» entre Hannibal, Will y Jack que abre el capítulo (ya nos regalaron antes otro menage a trois memorable, entre Hannibal, Alana y Will), esas hojas y libros cayendo desde el piso superior de la biblioteca del doctor, esa lenta y preciosa caída al vacío de la pobre doctora Bloom… Y también, como señalas, un «magnífico e inquietante uso del sonido». Esa omnipresente, perturbadora banda sonora… Probablemente no sea lo más recomendable comprarse el CD con la BSO para pincharla en casa, pero en la serie es decisiva para acabar redondeando el resultado final.

    También celebro, como tú, que este año la trama principal se haya impuesto a lo procedimental, aunque es cierto que cuando ha habido algún «caso» de la semana no ha decepcionado (y siempre ha estado, en cierta manera, supeditado a «lo importante»). ¿Cómo es posible que podamos llegar a disfrutar tanto de las macabras composiciones que nos ofrecen casi cada capítulo Hannibal y compañía? ¿Estamos, todos, un poco tarados? Lo que sea, yo ya apunté la primera vez que hablamos por aquí de «Hannibal», y sería mediada su primera temporada, que ganaba cuando se alejaba del procedimental, y me alegro de que se hayan dado cuenta. Y también me parece estupendísimo que estén recreando la historia a su antojo, con lo esencial como base y guiños continuos pero sin tener que ceñirse a lo que hasta ahora teníamos como establecido. Yo no he leído los libros, pero sí he investigado algo como para saber que, por ejemplo, la historia de Mason Verger es casi más fiel aquí que la que vimos en la película (y, como entonces, seguro que jugará un papel decisivo en el futuro), aunque en otras cosas sí están introduciendo cambios significativos, como cargándose al doctor Chilton. Porque quiero creer que está muerto y no ha sido una treta, ya que después de, creo recordar, dos resurrecciones (la de Freddy Lounds y Abigail Hobbs) abusar de este recurso sería forzar demasiado. Pero es magnífico que, llegados a este punto, tras esa «cena roja» como alguien ha bautizado por ahí, ya puedan volar casi completamente libres. Es como si hubiésemos saltado de «El dragón rojo» a «Hannibal», por encima de «El silencio de los corderos». Poco podemos intuir de lo que ahora tenemos por delante, ya que salvo a Will, incluso son capaces de cargarse a los personajes de Alana o Jack.

    Ahora sólo cabe esperar que la NBC siga teniendo el buen criterio de mantener a «Hannibal» con vida. Creo recordar que Bryan Fuller, cuando comenzó la serie, dijo tener pensado un plan para cinco o seis temporadas. Me da miedo que no pueda llevarlo a cabo, pues él tampoco parece dispuesto a ceder y esta temporada al menos iba a acabar como ha acabado con o sin renovación. Éste sí podría haber sido un final medio satisfactorio, aunque con demasiadas interrogantes en el aire y dejándonos con muchísima hambre, no así lo hubiese sido el de la primera temporada. También dije en mi primer post, en el que la comparaba con «Bates Motel», que «Hannibal» tendría garantizada su supervivencia y luciría mucho más en una cadena por cable, al contrario que la del joven Norman Bates (aún no me he puesto con su segunda tanda, y aún no sé si lo haré), que es mucho menos osada, macabra y burra y encajaría sin problemas en un canal en abierto. Así que sólo nos cabe cruzar los dedos para que la NBC, que aunque no lo parezca se gasta muy poco en su producción, no nos haga la puñeta. En Fuller y compañía confío plenamente para el futuro, si siguen en esta línea, o incluso son capaces de ir más allá, nos espera algo apoteósico.

    Sólo una gilipollez más. Tras una primera temporada dedicada a la cocina francesa, y una segunda a la japonesa… ¿que no molaría una tercera dedicada a la gastronomía española, con capítulos titulados «Gazpacho», «Salmorejo», «Paella», «Fabada», «Callos a la madrileña» o «Bacalao a la vizcaína»? Oye, que José Andrés sigue siendo el asesor culinario de la serie.

    Nada más, que enhorabuena de nuevo por el post, y bienvenidísima al Cadillac. Este blog es ahora más grande y mejor. Larga vida a «Hannibal». Larga vida a El Cadillac Negro.

    • 30/05/2014 9:14

      Hola;

      ¡¡Pues sería grandioso que los capítulos de la tercera temporada tuviesen esos títulos!! :D

  6. Arzu permalink
    30/05/2014 13:23

    ¡Bienvenida Irene!

  7. 04/06/2014 13:50

    Bienvenida Irene, enhorabuena por una revisión tan interesante y bien explicada de esta serie que, para mí, ha hecho la mejor temporada de éste año (de momento). Des de l’Alternativa Musical continuamos siguiéndoos y estamos muy orgullosos de tener esta colaboración. A mí también se me hará imposible pensar en otro personaje que no sea Hannibal hablando del actor Mads Mikkelsen, pero tampoco querría olvidar su papel en «Jagten», del que hicimos un post en nuestro nuevo blog hermano «Pantalla Oberta» (http://pantallaoberta.wordpress.com/2014/06/01/55/)
    Larga vida al Cadillac!

  8. 07/06/2014 14:00

    https://tv.yahoo.com/blogs/yahoo-tv/hannibal-bryan-fuller-season-2-finale-season-3-teases-224011437.html

    Fuller nos da pistas sobre quien sobrevive y quien no. Para los impacientes!

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