«Senderos de traición»: el comienzo de la leyenda, y de algo más
Invierno de 1990. Un adolescente adquiere en alguna gran superficie ni mucho menos especializada en música el recién publicado nuevo disco de Héroes del Silencio, un grupo aún desconocido a nivel más o menos popular, por lo que a los nervios y satisfacción por la adquisición de aquel álbum se añade un sentimiento de casi exclusividad, de algo propio, una sensación muy gratificante para aquellos años de iniciación. Rápidamente llega a casa y se planta delante de la cadena de música. Con una mezcla de ansia y cuidado desprecinta el elepé. La fotografía en tono sepia de cuatro tipos en actitud desafiante ya le había impactado. Poco queda en apariencia de aquella banda que en su primer y anterior álbum («El mar no cesa») se mostraba bastante más blandita. Le mola especialmente la imagen del cantante, un tal Enrique Bunbury, de larga melena pelirroja y cinta (icónica) en la frente. El sobre que contiene el vinilo insiste en los tonos ocres, enmarcando las letras un conjunto de fotografías del grupo en el estudio de grabación y sobre el escenario. Con sumo cuidado saca el vinilo, dejándolo caer, empujando con el dedo corazón desde la pegatina central, el borde del vinilo deslizándose hasta la palma de la mano. Con los cantos del disco, cual cofre del tesoro, entre las dos manos (dos pequeñas manos, que tampoco crecerían luego mucho más), busca el pequeño apéndice que se introducirá en el orificio del plástico negro (sí, hay algo de pérdida de virginidad en el símil). Al posar el disco en el plato llama la atención uno de los numerosos símbolos que formarán parte de la carrera de la banda, una cruz entre la que se sitúan los nombres de las canciones. Con la mano casi temblando toma la aguja entre índice y pulgar, dejándola caer con delicadeza sobre el borde exterior que ya gira impaciente. A los típicos «susurros de arena» les sigue un sonido de viento antes del primer rasgueo de guitarra con un eco épico y estremecedor. Un rasgueo, dos, tres, se repite el primero, uno más, se alternan de un altavoz a otro, van cayendo más y acelerándose, convirtiéndose en un riff que ya le quedará marcado para siempre. La base rítmica entra potente mientras el riff sigue clavándose en el pecho de aquel adolescente. Ya con la canción lanzada, se apropia de ella los típicos arpegios de guitarra de Juan Valdivia, para segundos después…«Te puedes vender, cualquier oferta es buena si quieres poder…». La voz de Enrique Bunbury surge potente, con carisma, segura. «Déjameeeee, que yo no tengo la culpa de verte caer, si yo no tengo la culpa de verte caer». En este momento el corazón de aquel adolescente ya está bombeando casi «por encima de sus posibilidades». ¿«No seas membrillo»?, con el tiempo aquella expresión pasará de ser ridícula a convertirse en un recuerdo entrañable. Tras el estribillo, grito épico sostenido en la guitarra, redoble de batería, y punteo eterno. Alarido, estribillo, nuevo grito, infinito, final apoteósico.
No hay respiro. De los surcos que marcan en el vinilo la separación entre las canciones, el primero de ellos es casi inapreciable, y es que el eco que deja el final de «Entre dos tierras» se funde con el punteo inicial de «Maldito duende», tema que ya dejará definitivamente a aquel «proyecto de hombre» ganado para la causa. Una canción a menos revoluciones pero igual de intensa, con un estribillo inolvidable «Amanece tan pronto y yo estoy tan solo, y no me arrepiento de lo de ayer. Las estrellas te iluminan y te sirven de guía. Te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar»), una letra enigmática pero embriagadora, llena de imágenes impactantes, con Bunbury demostrando un impresionante torrente de voz, poderosa, con Valdivia secundando perfectamente la fuerza vocal, creando matices y colores, y con Pedro Andreu a la batería y Joaquín Cardiel al bajo dando empaque y contundencia a un tema que marcará y acompañará muchas horas y muchas noches de aquel adolescente. [Se puede acusar al grupo de infinidad de cosas, comulgar o no comulgar con su propuesta, simpatizar más o menos con según qué disco o canción, pero lo que no tiene discusión -cuidado, saco pecho y me la juego- es que «Maldito duende» es un inmenso tema, que ha aguantado perfectamente el paso del tiempo, y que tanto en composición como en interpretación marcó un hito en el rock nacional].
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El chaval se acaba de dar cuenta de que sigue petrificado de pie, frente a aquella cadena de infinitos pisos. Opta por sentarse en la cama y, sin separarse del sobre en el que sigue y descubre las crípticas letras de aquellas canciones, comienza a sonar «La carta», de nuevo con el típico sonido de guitarra de Valdivia guiando el tema. Esta vez la cosa va más tranquila, llamando la atención la forma de solaparse las estrofas de una melodía más accesible, al igual que la letra. [Ya en este punto se confirma el gran acierto de la producción a cargo del ex Roxy Music Phil Manzanera, que da al grupo la fuerza y contundencia de la que adolecía el sonido de su disco debut, logrando que la banda suene en bloque, compacta, pero a la vez percibiéndose claramente los matices de cada instrumento, dando aire al sonido]. Sigue «Malas intenciones», de sonoridades, tono y nivel similar, formando con la anterior una dupla que, si bien no serán de las canciones importantes de la banda, se convertirán con el tiempo en muy queridas por los seguidores más acérrimos. «Sal» no ocupa unos milímetros en el vinilo, siendo una especie de curiosidad-intervalo-introducción de «Senda», el tema que cierra la cara A y que se antoja como la más épica hasta ahora, una declaración de intenciones, un estado vital, que estalla en un estribillo donde vuelve a brillar la voz de Bunbury bien acompañada por unos descarados coros.
Vuelven los «susurros de arena», la aguja acelera su velocidad hasta que salta y retorna a su posición original. El plato se frena. Definitivamente, tras el estremecedor comienzo, el disco parece que ha moderado parte de su pegada. Hay que levantarse, voltear el vinilo y de nuevo colocar la aguja en el filo. La pegatina central cambia los títulos de las canciones por una foto de la banda. Esta vez la sensación es más de inquietud por si volverán las sensaciones vividas al inicio de la escucha o acabará desinflándose el globo ante tanta expectativa. El comienzo de «Hechizo»apunta a la primera opción. El tempo se ha acelerado. Las estrofas vuelven a solaparse. La letra sigue siendo más misteriosa que reveladora, quizás demasiado enrevesada para un chaval de apenas 14 años, pero definitivamente alucinante, seguramente siendo esa incomprensión parte definitiva del encanto. La cuenta atrás del final de la canción le provoca un subidón importante. Con «Oración» parece que la cosa vuelve a tranquilizarse, pero es solo una errónea impresión, ya que se trata quizás de la canción más dramática del disco, un tema que va subiendo en fuerza, ‘in crescendo’ que lo llaman. El estribillo llega pronto, y el «No hay oración capaz de decidir por mí, oh señor, no queda otra opción y jamás me vuelvo a arrepentir» es más que evidente, pero no por ello menos sorprendente para un oyente acostumbrado a temas bastante más livianos. El final, entre los gritos desgañitados de Bunbury y la guitarra furiosa de Valdivia, le deja con los pelos de punta.
Antes de encarar el final, «Despertar» es otra de las «normalitas», pero se agradece esa ligereza (ojo, únicamente formal), como respiro ante lo que viene. Y lo que viene es «Decadencia». Ya el título predispone y evidencia la pretenciosidad de una apuesta que alcanzó sus cotas de grandeza gracias precisamente a ese descaro. Tras 15 segundos de guitarra introductoria, puñetazo al bafle con un golpe de batería y bajo para cambiar el arpegio, para tornarlo menos amable, para sacarle los colmillos. La caja y la guitarra toman fuerza, van elevándose, hasta estallar en el riff más poderoso hasta ahora. El sonido se ha enfurecido. «El templo del sol estalló. Nunca podré saber si la cruz es salvación». Lo dicho. Todo o nada. O entras en el juego o no entras. Y lógicamente, aquel chaval entró. La canción resulta un huracán de fuerza, quizás el punto culminante del disco, o al menos su cénit en cuanto a intención. [Sin embargo, era en directo donde «Decadencia» se convertía en algo más, era el momento de improvisaciones, de desbarres, de rabia, de fuerza, casi de ritual (si bien casi nunca alcanzaba las cotas de surrealismo vividas en el concierto de Acapulco de 1994, un documento bien conocido por los más fanáticos seguidores, y que enlazo aquí para disfrute del resto)]. «Un, dos, tres, sí…». «Senderos de traición» se cierra a ritmo del vals-rock de «Con nombre de guerra», con las acústicas tomando todo el protagonismo y con la letra más transparente del disco, pero también una de las más bonitas dentro de su crudeza. Un inmejorable final (tanto por el tono como por la calidad de la canción). Silencio. La aguja vuelve a acelerarse, llega al límite, se eleva y vuelve a su posición inicial. Y para aquel adolescente ya nada será igual.
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Y para aquel adolescente ya nada será igual porque después llegaría la retransmisión por televisión de un concierto de un aniversario de una emisora de radio en el que Héroes, tocando en último lugar, ya demostraban que estaban en otra liga. Porque después acudiría a su primer concierto, en el mítico auditorio del Parque de Atracciones (viendo poco – resultado de su escasa estatura y de la multitud de fanáticos, y pañuelos al pelo, congregados- pero quedando aquel aprendiz de rock ‘n roll alucinado con la imagen de un Bunbury casi endemoniado dando saltos y arrastrándose por el suelo). Porque después llegaría el directo «Senda 91» y su supuesta preventa de tickets para conseguir alguna de las unidades limitadísimas, lo que provocó a aquel ya fan incondicional alguna noche casi en vela. Porque necesitaría grabar en vídeo cada aparición suya por televisión. Porque su colección de camisetas y merchandising con símbolos e imágenes de la banda no hacía más que crecer, igual que sus carpetas forradas de fotografías de la banda. Porque después de conquistar también media Europa, se presentarían ya como un grupo a nivel internacional con «El espíritu del vino», un disco abrumador, más duro, más misterioso y oscuro, más simbólico. Y el mítico concierto en el Palacio a los pocos días de editarse. Y los currados videoclips. Y su consolidación en Europa y América Latina. Porque «Avalancha» sería otro trallazo, casi hard rock en algunos pasajes, quizás alejándose algo de su esencia y personalidad, pero dejando otro buen puñado de himnos. Y cierto distanciamiento. Y el anuncio de la separación, que gracias a ese pequeño espacio que se había creado entre el adolescente y el grupo por motivos que ni él mismo sabe, no le supuso la tristeza que hoy cree que le debía de haber causado. Y después vendrían más discos para intentar mantener el legado, si bien los archivos ya estaban vacíos, por lo que ninguno ha aportado demasiado. Porque después llegaría la carrera de Bunbury en solitario, aunque esa historia ya ha sido contada en otras líneas. Porque en 2007 se produciría el reencuentro con una pequeña tanda de masivos conciertos, que ya no eran lo mismo, pero que resultaron más que emotivos, con un inolvidable viaje exprés a Valencia para ser testigo y parte de la celebración. Y para aquel adolescente ya nada será igual porque, contradiciendo las palabras de alguna canción del grupo, Héroes del Silencio quedarán dentro de él, parasiempre, por ser el comienzo de algo más.
Me aburrí de estar leyendo tanto adorno, deje en el primer párrafo el articulo – laaastima.
Pues ese adorno es el descubrir algo que te gusta en una época tan complicada a veces como es la adolescencia. Puede que a ti no te sucediese, pero otros nos vemos muy identificados con esas sensaciones que aquí se cuentan. Y de paso no esta mal de vez en cuando abstraerse con buena lectura como la de arriba.
gracias a ambos por vuestras respectivas opiniones. tan válidas ambas como gratificante la segunda. ;-)
Muy buena crónica pero y «El cuadro II»
«el cuadro II» no estaba en el vinilo. he preferido ceñirme a aquel momento. para mí «senderos» termina con «con nombre de guerra».
un saludo
Estaba en el cd no en el LP
impresionante………………………………………
hermoso disco……………
Soy una «acérrima» bien orgullosa de serlo, porque esos años y posteriores sin «Malas Intenciones» no serían lo mismo, ni para mi ni para tantos otros.
Gracias por tan buen resumen del DISCAZO de Héroes del Silencio.
Ellos SÍ son PARA SIEMPRE (aunque no quieran).
gracias por tu comentario Paula. sigue disfrutándolos siempre.
Tengo 46 tacos y acabas de transportarme al momento ritual de compra de LP, previa renuncia a un puñado de mini lujos de la época, fruto de los cuales podías llegar al orgásmico momento que describes y que hoy le han dado en llamar unpacking… Un Like a Virgin, un The Queen is Dead, un Never Mind the Bollocks, un Boy, un London 0 Hull 4, un The Works…. Cómo definir el momento… Jolín, mil gracias por el flashback.
En cuanto a Héroes, a mí ya me pilló mayorcito y con un conocimiento de bandas indies británicas tan extenso, que recuerdo comentar que por fin ya alguien había pillado la onda del pop-rock independiente proveniente de la pérfida Albión y había parido algo digno en castellano con todos los clichés del mejor indie de la época. Para mí esos fueron los Héroes y el sonido de sus dos primeros álbumes: una amalgama de influencias del pop-rock indie anglosajón pasado por el tamiz de una excelente producción en el caso de ‘Senderos de Traición’ con Phil Manzaneda nada más y nada menos, al mando del cohete. Luego abandonaron ese lastre y creo que crecieron como banda hasta ‘El Espíritu del Vino’ en el que ya no quedaba rastro de aquel zambombazo inicial. ‘Avalancha’ cerró el telón, dejándolos a las puertas del Heavy Metal. Extraño viaje el de esta banda, y una lástima que se disolvieran así como la megalomanía y el ridículo egocentrismo de Búnbury llamando ‘subnormales’ a sus fans allá por el año 98, cuando en un macrofestival de Invierno en Playa del Inglés en Gran Canaria, su legión de fieles le imploraban algún tema de Héroes. Aún recuerdo cómo reventó el micro contra el suelo, histérico y se largó del escenario suspendiendo lo que quedaba de show. También recuerdo comentar que no me había encontrado con un artista más indigno hasta la fecha…. Y hasta la fecha me lo sigue pareciendo.
Oye, gracias por el artículo
muchas gracias a ti por tu enriquecedor comentario
me encantaria verlos en concierto de nuevo
Una grandioso disco y pura rola de poka madre
gracias mil por esta remembranza recorde cada cancion como la primera vez que las escuche bendita sea la forma en que contaste todo volvi a ser ese adolecente loco que ahorro del dinero del cole por meses para poder pagar mi ticket cuando tocaron en Honduras uno de sus dos conciertos gracias por esos bellos recuerdos
gracias a ti por tus entrañables palabras
Querido tocayo, gracias por este artículo tan increíble, es más que agradable leer cosas con tanto mimo y pasión escritas.
De mis HÉROES, se pueden decir muchas cosas, buenas, malas, verdaderas, falsas, es lo que pasa cuando se despiertan tantos y tan diversos sentimientos, a lo que por mucho que algunos se empeñen, fue, es y será sin duda la mejor banda del rock español hasta el momento.
Somos una generación diferente la que nacimos, vivimos y crecimos ¨musicalmente¨con Héroes del Silencio, sin duda a mi personalmente, me abrieron las puestas a un mundo increíble, mi primer disco, mi primer concierto, mi primera cinta en el pelo, por desgracia no con melena, pero si con el mismo estilo.
Después de los años y miles, millones de reproducciones en mis oídos, en mi mente e incluso en mi voz, siguen siendo mis HÉROES, he inculcado sus letras y acordes, desde pequeño a todo ser que me rodeaba, la mayoría de los casos con un gran éxito, conexionando nuevos adeptos a sus músicas, en otros con menos, pero sigo en el intento, sobre todo orgulloso de que mi descendiente, a base de martillo o quizás empatía y ojalá por admiración, sea capaz de distinguir desde las primeras notas y capaz de entonar sus letras.
Varios conciertos, tanto juntos como en solitario, pues si Héroes fue el culmen, no le tengo menos admiración a Bunbury, que me sigue sorprendiendo y alucinando cada día, pero si hay alguno que de esos conciertos que aún me estremece cada vez que lo disfruto en el salón de mi casa, mi sala de conciertos particular, es Sevilla 2007, suena un punteo, la gente delira de pasión, salta, grita y empieza a enloquecer y yo allí, derramando mis lagrimas, sumido en una vorágine de recuerdos infinitos, soñando despierto y al borde el éxtasis, solo puedo gracias por habernos dado todo.
Y las cosas SI duran para siempre……
gracias por tus palabras. llenas de emoción sin duda
Pues la historia de muchos de nosotros. Me ha hecho recordar aquellos tiempos, yo no pinchaba la aguja, me tocó el primer regalo de mi hermana que no fuera un juguete, «Senderos de traición» en casete. Algo que nunca me perdonaré, no saber donde está, sé que no lo he perdido, pero lo debí guardar con tanto ímpetu que…
Gracias Sergio por estas líneas.
gracias a ti por tu comentario sr. duende
Coincido en todo, en absolutamente todo. Se da el caso de que tengo ( y por lo tanto tenía en aquel momento) la misma edad que tú. Coincido en cada sentimiento con cada canción y en lo de no apenarme demasiado por la separación. Quizás influyó que en aquel momento pareciera que no era definitiva. Recuerdo, por mencionar algún detalle propio, que lo primero que escuché de Héroes fue Flor venenosa que la tenían en la megafonía de un supermercado. Eso sería en el 89 o el 90. Me pareció una canción distinta a todo lo que había escuchado y se me quedó grabado en la mente el estribillo. Más tarde, y sin saber que se trataba del mismo grupo entre en Senderos de traición como otros tantos (joder, que la voz era muy distinta de un disco a otro). Quise pillarme El mar no cesa, y no os imaginais lo que me costó encontrarlo, después de mucho buscar me tuve que conformar con una cinta cassette que estaba arrinconada en el estante de las ofertas de una tiendita pequeña de discos que ya no existe. A los pocos meses el primer lp estaba por todas partes.
celebro tus palabras david. a mí me pasó algo semejante con la canción «agosto». la escuche sin querer y mal, pero me atrapó. meses después llegaría el senderos y todo lo ya contado
Hola. Soy fan de heroes a morir. La primera cancion que escuche de ellos fue entre dos tierras y fue algo impactante, la voz de bunbury me volvio loca. Creo que el fue mi primer amor platonico. Han marcado mi vida y me han acompañado en cada etapa de ella. Gracias por tan lindo articulo, pude sentir tu emocion. Saludos desde Republica Dominicana.
Gracias por tus palabras Yani. Esperamos seguir viendote por aquí.
Sergio…eres un crack.
Considero que gracias a personas como tú y el resto que dejaron sus comentarios, el recuerdo y el espíritu de HdS, perdurarán al paso de las generaciones.
Ahora tengo 46 tacos y por aquella época 20.
Escuché «Mar Adentro» en el típico programa televisivo-magazine…y ya me gustó su sonido fresco y a la vez machacante.
De ahí a escuchar el primer L.P. y posteriormente «Senderos de Traición».
Estuve en ese Concierto de la Cadena 40 Principales por su 25 Aniversario, que se hizo a la vez en Madrid y Barcelona. En mi caso, en el Hipódromo de la Zarzuela ante más de 150.000 personas.
Luego vinieron a mi ciudad Las Rozas y en Septiembre de 1991, tocaron coincidiendo con lo que a la postre fue la grabación del directo «Senda 91».
Y a partir de ahí, conciertos y más conciertos hasta la Gira del regreso 2007 al que acudí al Estadio de la Cartuja en Sevilla en lo que fue el sumun del grupo.
Gracias Sergio y a todos los Héroes que todavía estáis por ahí.
muchas gracias por tus palabras Pedro. Te envidio, estuviste en dos de los conciertos clave en la carrera de Héroes, el del Hipódromo, donde dijeron a España: «aquí estamos y os vamos a conquistar», y el del legendario Senda 91, en un momento glorioso de forma
Hombre Sergio, te puedo asegurar que el LP que fuiste desprecintando (tú o quien fuera) en aquella gran superficie en la primavera de 1990 no sería Senderos de Traición. No salió a la venta hasta diciembre de ese año, cerca de la Navidad. Es más, a Phil Manzanera no le conocieron hasta agosto de ese año (concierto del día 10 en Calatayud -Zaragoza- junto a Niños del Brasil) y te recuerdo que fue el productor del disco… así que difícilmente iba a estar editado cuatro meses antes. Ese dato figura en tooooodas las biografías de Héroes y él mismo (Bunbury) lo ha contado en entrevistas. Nada más arrancar, el reportaje pierde credibilidad para cualquiera que conozca eso, que es mucha gente.
lo primero, pedir perdón por el dato erróneo. es cierto que fue en diciembre, a pesar de que en algún sitio aparece mayo. al ser un dato tan lejano, concreto y público me fie de la wikipedia, que me jugó una mala pasada.
de todas formas, no creo que se trate de un artículo aleccionador, sino de sentimientos, (yo) no iba a dármelas de erudito, por lo que lo de perder toda credibilidad creo que va en función de con qué actitud se lea.
un saludo óscar.
Hola Sergio, la verdad es que tienes razón, es un artículo más de exponer sentimientos que de informar, por lo que sí, no hay credibilidad que perder. Simplemente un dato mal anotado en su día y ya está, que a todos nos pasa. Lo que vale de verdad es la intención de compartir esas cosillas de Héroes o Bunbury, que a todos nos encantan. Estamos locos jaja. A mí Senderos me pilló ya con 19 largos, El Mar no cesa con 17 recién cumplidos y afortunadamente hasta tengo el mini LP de 6.000 unidades q salió en directo entre uno y otro. Mi primer concierto de Héroes fue el 7 de diciembre de 1987, un mes antes de salir a la venta El mar no cesa. Treinta años ya con Héroes (y ahora Bunbury) resucitándome el alma cada vez que les escucho, que es casi todos los días en el coche aunq solo sean un par de canciones, y lo alucinante es que nunca me canso 😂😂
Exelente me atrapo esta singular historia, de hecho me sentí con la misma furia que nuestro personaje, recordé viejos tiempos, por que al igual q el, me sentaba enfrente de mi reproductor a escuchar canciones de héroes e intentaba decifrar..
pues muchas gracias por tus palabras, de parte del «personaje»
Veo que esta publicación es de hace 3 años, sinceramente no sé ni cómo he llegado hasta aquí. Igual llego un poco tarde para comentar pero no podía dejar pasar la oportunidad de dejar también mi huella.
Me ha enganchado totalmente tu relato y me ha emocionado mucho porque me he sentido muy identificada con todas esas sensaciones que tuviste al escuchar el Senderos por primera vez. Yo también tenía 13 años en el 90. En mi caso fue uno de mis hermanos mayores el que llevó el disco a casa. Yo también me quedé prendada de esa portada, de ese Enrique que me parecía guapísimo jaja y de ese Entre dos tierras que me dejó loca desde el primer momento en que la escuché.
Cuántas y cuántas vueltas le dí a ese vinilo, lo ponía una y otra vez sin descanso. Recuerdo tumbarme en el sofá y escucharlo mientras miraba y remiraba las fotos y las letras. A partir de ahí fue un amor incondicional hacia ellos hasta hoy.
Nunca tuve la oportunidad de verles en directo, en mi adolescencia porque mis padres no me dejaron jaja, supongo que eran otros tiempos y en el 2007 no fui tan rápida y no conseguí entradas xD. Me río por no llorar, tengo esa espina clavada y supongo que me moriré con esa pena. Tendré que conformarme con seguir disfrutando del gran legado que nos dejaron.
En fin, gracias por reflejar tan bien lo que muchos de nosotros sentimos por esta gran banda.
Saludos en esta «noche de agosto»
muchas gracias por tus palabras María. un abrazo “de leyenda”
Madre mía, que delicioso todo lo explicas. Algo misterioso nos convierte en fans, en seguidores, nos lleva a la necesidad de volver a ese grupo una y otra vez, gracias.