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«Las dos caras de enero»: Verano de corrupción

25/06/2014

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Siempre me ha gustado ese contraste que surge de mezclar una localización luminosa y calurosa, la naturaleza en su estado más bello, con la oscuridad gélida del alma humana, gran parte de lo peor que nos ha deparado la naturaleza.  A Patricia Highsmith también parecía llamarle la atención esta oposición y se dedicó a cultivarla en unas cuantas de sus novelas. Desgraciadamente, mi conocimiento sobre la escritora estadounidense va poco más allá de la muy correcta versión que hiciera el malogrado Anthony Minghella de ‘El talento de Mr.Ripley’, pero el instinto, y su gran elenco también, me llevó directamente a la sala de cine para presenciar una nueva adaptación de su obra a la gran pantalla, la de ‘Las dos caras de enero’.

El muy variopinto guionista Hossein Amini (‘Jude’, ‘Las alas de la paloma’, ‘Shanghai’, ‘Drive’) se empeñó en adaptar este libro, en el que un matrimonio estadounidense formado por el maduro Chester MacFarland (Viggo Mortensen) y su joven esposa Colette (Kirsten Dunst) conocen e intiman durante unas vacaciones en Atenas con Rydal (Oscar Isaac), un joven compatriota suyo, un apuesto guía turístico que se saca un sobresueldo timando a los desprevenidos visitantes. Sin embargo, una idílica noche se tornará especialmente oscura cuando el turbio pasado de Chester regrese inesperadamente en forma de investigador privado. Tras una tensa lucha, la muerte de este detective y la accidental presencia de Rydal en la escena provocan una siniestra conexión en el trío, que emprenderá una accidentada huida hacia nadie sabe dónde y verá cómo su relación se encamina hacia los extremos más turbios. Debemos dar gracias a Amini por lograr sacar adelante un proyecto tan apetecible. Sin embargo, Amini (y los productores) tomó la peor decisión posible: creer que él era el mejor director posible para  la cinta.

Las dos caras de enero trio

Su buen libreto de ‘Drive’ fue ennoblecido notablemente por la dirección atmosférica y radical de Nicolas Wifding Refn. Orson Welles fue capaz de elevar a la altura de clásico la convencional trama de ‘La Dama de Shanghai’ gracias al irrepetible carisma que exudaban el mismo y Rita Hayworth y a la mítica secuencia de los espejos. ‘Las dos caras de enero’ hubiera necesitado de un cineasta virtuoso que supiera exprimir las grandes posibilidades de una atractiva pero previsible historia. Amini se encuentra a gusto en las escenas de situación, especialmente en las del comienzo del filme, en las que unas conversaciones aparentemente intrascendentes y afables muestran, a través de los gestos y miradas de los actores, los recovecos escondidos de los personajes y denotan los conflictos que se van a desarrollar entre ellos, el juego de apariencias, la abismal diferencia entre la lúcida pero desesperanzada visión de la vida de Chester y el desparpajo vital de sus jóvenes ‘partenaires’.  Sin embargo, sus carencias como cineasta hacen que desaproveche absolutamente dos secuencias en otros tantos escenarios míticos, resolviendo muy torpemente dos ‘highlights’ que podían haber elevado sustancialmente la temperatura de una cinta que queda finalmente excesivamente templada, roma, demasiado intrascendente para guardarla en la memoria mucho más allá de su visionado.

Las dos caras de enero huida

Unos esforzados Mortensen, Dunst y Isaac dejan patente su gran categoría y abrumadora presencia, aunque unos personajes excesivamente planos les impidan brillar como era de esperar, siendo en este sentido Isaac, en su primera aparición tras su gran revelación con la reciente ‘A propósito de Llewyn Davis’, el más afortunado de ellos con su Rydal, el de carácter más imprevisible, el que va dando algo de aire al suspense de una trama que se va desinflando poco a poco pero sin pausa.

Pese a sus insuficiencias, ‘Las dos caras de enero’ se presenta como una estimable opción para ese público adulto ‘mainstream’ cada vez más maltratado por una cartelera actual copada por grandes producciones pensadas para adolescentes y veinteañeros, cintas de animación que esperan que los niños traigan de la mano a sus padres a las salas y muestras de cine ‘indie’ internacional que no cumplen los deseos de este segmento en cuanto a caras reconocibles y fórmulas narrativas clásicas. Si tú, lector, te has sentido aludido, pruébala, puede ser la única película de estas características en meses.

 

 

 

 

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