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“Rock or Bust” de AC/DC: ¡cómo no te voy a querer!

01/12/2014

AC/DC - Rock or Bust

Entre abril de 2009 y junio de 2010, un servidor asistió a cuatro conciertos de AC/DC: en el Palacio de los Deportes de Madrid, el BEC de Barakaldo, el Vicente Calderón, de nuevo en la capital española, y el Estadio Olímpico de Sevilla. Así que podría decirse que sí, que vale, que me tragué cuatro veces el mismo show, con un set-list casi inalterable (canción arriba, canción abajo), idéntico montaje, escenografía y trucos, e incluso los mismos tics y guiños a la audiencia, calcados noche tras noche (ese Brian Johnson repitiendo SIEMPRE lo de «We’re going to do something SPECIAL for you tonight»… para dar paso a “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”, un tema que lleva siglos en su repertorio). Pero, ¿saben qué? Ojalá hubiese podido ir a ocho, o doce fechas de aquella gira, porque gocé y saboreé cada minuto. Creo que hay pocas cosas que consigan emocionarme más y hacerme sentir más pleno que compartir junto a otras 20.000 o 60.000 personas la energía que desprenden los australianos mientras interpretan “You Shook Me All Night Long”. Hay otros momentos grandiosos, por supuesto, pero durante esos cuatro minutos en concreto todo es, sencillamente, perfecto. Cómo podría cansarme de algo así. Y es que AC/DC son el único grupo que hace que vaya a cada uno de sus conciertos con la ilusión y el hambre de la primera vez, pero también con la necesidad de exprimir cada instante por si acaso es la última. Así que imaginen mi desazón cuando, en abril de este mismo año, se corrió el rumor de que la trayectoria de la banda había llegado a su fin por la enfermedad de su fundador, Malcolm Young. El grupo enseguida se apresuró a desmentirlo, pero la realidad no dejaba de ser terrible: el guitarrista, aquejado de demencia, se veía obligado a abandonar el barco, y sus compañeros seguirían adelante sin él.

Yo nunca me creí eso de que AC/DC había hecho un pacto para dejarlo si alguno de sus miembros tenía que retirarse, como apuntaron entonces algunos medios y más tarde se reveló falso. Eso sí, jamás imaginé que la banda pudiese sobrevivir sin Malcolm. ¿Sin el bajista Cliff Williams o el batería Phil Rudd? Puede. Pero sin Angus Young, el vocalista Brian Johnson (ya a estas alturas) o Malcolm, el auténtico líder, motor, compositor de muchos de sus legendarios riffs y artífice de su sonido… imposible. Ahora sé que, por suerte, estaba equivocado. Angus es el corazón, el fuego, la garra, el espectáculo máximo en estado puro y la imagen más icónica de AC/DC, pero Malcolm siempre ha sido, casi escondido al fondo del escenario, el cerebro y el alma (sí, ambas cosas) de los australianos, aunque yo personalmente también pudiese fliparlo observando su actitud y sus precisos movimientos durante los conciertos, más un soldado del rock que un simple guitarrista. También creo que, si no hubiese estado su sobrino Stevie Young para acudir al rescate del grupo, es probable que no estuviésemos ahora donde estamos, pues el recelo, la cerrazón y la cohesión del clan Young con todo lo que tiene que ver con AC/DC son de sobra conocidos por todos. La banda se ha enfrentado así al momento más difícil, doloroso y traumático en sus 40 años de historia, tanto o más que cuando perdieron a Bon Scott en 1980. Este “Rock or Bust” se antoja por tanto, en muchos sentidos aunque salvando las distancias, tan trascendente y decisivo para ellos como lo fue en su momento “Back in Black”. Entonces trataban de confirmar que no sólo podían continuar sin su inigualable primer vocalista, sino que eran capaces de llegar al más alto nivel, algo que lograron con creces entregando el tercer LP más vendido de la historia. Ahora, ya convertidos en leyendas eternas del rock, necesitan demostrar que su permanencia tiene sentido y es necesaria, y aún son capaces de facturar material a la altura de su extraordinario legado.

AC/DC - Malcolm

Los problemas, lejos de acabarse con la irreparable pérdida de Malcolm, no han dejado de salpicar al grupo en los últimos meses. La detención de Phil Rudd, acusado de contratar a un sicario para asesinar a dos personas (cargo ya desestimado), amenazas de muerte y posesión de estupefacientes (cargos a los que aún debe enfrentarse), destapaban un conflicto aún mayor con el batería. Ahora se sabe que llegó tarde a las sesiones de grabación de este “Rock or Bust”, que completó su trabajo en sólo diez días, eso sí, como siempre a la perfección, y que desde entonces sus compañeros apenas han vuelto a verle el pelo. Desde mucho antes de su escandaloso arresto, al parecer el ‘bueno’ de Rudd ya había dimitido de sus compromisos y obligaciones con la banda, ausentándose de las sesiones fotográficas promocionales e incluso de la grabación de sus dos primeros videoclips. Por lo que puede desprenderse de las declaraciones de Angus, Brian y compañía, su comportamiento hace tiempo que deja mucho que desear, y hay síntomas de que se encuentra inmerso en los mismos problemas, o peores, que ya llevaron a su expulsión en 1983. Rudd siempre ha sido el miembro más inestable, que no prescindible, de AC/DC. Tras la entrada del bajista Cliff Williams en 1977 y la incorporación de Brian Johnson en 1980, la formación de la banda se ha mantenido admirablemente estable con la excepción del puesto de batería. Los británicos Simon Wright (1983-1989) y Chris Slade (1989-1994) ocuparon este lugar, pero no pudieron igualar el inconfundible sonido que el australiano siempre ha aportado a su música. Durante el “Black Ice Tour”, llegó a propagarse el rumor de que, debido a los problemas de salud de Rudd, el propio Slade estaba sentado en el banquillo para regresar si éste no podía continuar con la gira. No sé si había algo de cierto en aquello, pero el calvo batería aseguró recientemente que fue él quien, por orgullo, abandonó AC/DC a mediados de los 90 cuando Malcolm le confesó que el grupo iba a probar de nuevo con Rudd, pero querían que él se mantuviera a la espera por si el invento no funcionaba. Slade está convencido de que se equivocó, y de que si no hubiese pegado la espantada habrían acabado llamándole de nuevo. Lo que está claro es que Rudd ha sido demasiadas veces motivo de controversias y conflictos con sus compañeros, y si éstos ahora son prudentes y aún no se han manifestado con rotundidad sobre su futuro es porque creo que ni siquiera ellos saben muy bien qué hacer. AC/DC estarán sí o sí en la carretera en 2015, con Rudd o sin Rudd. Si al final es lo segundo, ya veremos si la solución pasa por Slade, algo que llegados a este punto a mí personalmente no me disgustaría y lo vería como un mal menor.

AC/DC - Phil Rudd

Pero lo verdaderamente importante es que Phil Rudd si está e imprime su sello en este “Rock or Bust”, así que por ese lado no hay problema. Y siempre estarán aquellos que se las den de listos y digan que se nota la ausencia de Malcolm (los once temas sí están firmados por los dos hermanos Young), que el sonido de la banda se resiente, etc, etc, cuando no es así. Esto no quiere decir que no fuera irreemplazable, pues por muchos motivos lo es, sino que Stevie Young (sólo un año menor que Angus y tres menos que Malcolm) no ha llegado al grupo con intenciones de aportar nada nuevo ni a montar una revolución, sino que se ha limitado a clonar el estilo y el particular sonido de su tío, Gretsch mediante… y lo ha logrado a la perfección. No sólo ya le sustituyó durante buena parte de la gira de presentación de “Blow Up Your Video” en 1988, sin que muchos en la audiencia se diesen cuenta del cambio debido a su parecido físico, sino que su unión con Malcolm y Angus es estrechísima desde niños, cuando los tres asistían a la misma escuela y aprendían a tocar la guitarra juntos a finales de los 60 en la lejana Sídney. Stevie tiene por tanto el ADN de AC/DC en sus venas, y eso se nota.

AC/DC 2014

Cuenta la leyenda que un periodista le preguntó una vez a Angus por qué habían grabado diez veces, por aquel entonces, el mismo álbum, y éste le contestó algo así como «Te equivocas. Han sido once veces». Probablemente sea mentira, como tantas otras cosas, pero la anécdota es totalmente creíble y, lejos de dejar en mal lugar a la banda, para mí reafirma su grandeza. También diré que la mayor imbecilidad que he escuchado en mi vida acerca de AC/DC, viendo además el espectacular vídeo de “Thunderstruck” abriendo su mítico concierto de Donington de 1991, es «Necesitan urgentemente un estilista». Menuda soberana majadería. Entonces, aunque no fue fácil, opté por morderme la lengua, y creo que hice bien porque, ¿cómo explicarle a alguien que jamás podría llegar a entenderlo que AC/DC son jodidamente enormes e inmortales porque son EXACTAMENTE ASÍ? Millones de personas de toda índole y condición, en cada rincón del planeta, les siguen amando con fervor precisamente porque su propuesta musical se ha mantenido inalterada durante nada menos que cuatro décadas. Y esto, y un caso similar serían los Ramones, se refleja también en su imagen y su actitud. Angus, con su eterno traje de colegial, lo simboliza a la perfección, pero igualmente el resto del grupo viste tal cual podía hacerlo en los años 70. Sí, sabemos que son multimillonarios, pero por su aspecto dirías que son unos tipos normales y corrientes, con los que podría identificarse cualquier miembro de la clase obrera. Y así sucede porque eso es lo que, en el fondo, siempre han sido y siempre serán: unos obreros del rock. Los más ignorantes escépticos podrán ver en esto mucho de pose, cuando para mí no hay más que AUTENTICIDAD. AC/DC son AC/DC y punto. No hay trampa ni cartón. Nunca han pretendido ser lo que no son y jamás dejarán de ser fieles a sí mismos. Respeto a todos aquéllos a los que les resulten indiferentes, pero somos legión los que les adoramos, y lo hacemos porque sabemos a ciencia cierta que nunca nos van a fallar. Podrán estar más o menos inspirados, en mejor o peor forma, ahora que rondan los 60 (67 en el caso de Johnson) que cuando empezaron a rockear aún en plena adolescencia. Pero hay que reconocerles que, ellos mejor que nadie, han encontrado la fórmula mágica para mantenerse en espíritu eternamente jóvenes, y hay algo que tiene más mérito y que nunca podremos agradecérselo lo suficiente: saben contagiárselo a sus seguidores.

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No es cierto que AC/DC hayan grabado el mismo tema, una y otra vez, durante 40 años, por muy reconocible que sí sea su estilo y su sonido. Escuchen, por citar algunas, “Back in Black”, “Thunderstruck”, “For Those About to Rock”, “The Jack”, “Dirty Deeds Done Dirt Cheap” o «Hells Bells». Tampoco es verdad, coñas aparte, que hayan hecho siempre el mismo disco, pues entonces estaríamos diciendo que todos son cojonudos, y no siempre ha sido así. Pero sí, su personalidad está esculpida en granito y grabada con electricidad, así que sabíamos perfectamente qué podíamos y debíamos esperar de “Rock or Bust”. Lo cual no quita, por mucha confianza ciega que se tenga en ellos, que uno acoja siempre cada nuevo trabajo de la banda con un punto de nerviosismo e incertidumbre. Unas sensaciones que se acentúan cuando llega la hora de escuchar un nuevo single después de seis, ocho o cinco años de larguísima espera. En este caso, “Play Ball” nos hizo respirar tranquilos, pues era, ni más ni menos, lo que tenía que ser. En la línea de sus últimos temas de presentación pero yo incluso diré, aunque esto sea siempre algo muy personal, que con un puntito más fresco, estimulante e inspirado que los precedentes “Rock ‘n’ Roll Train”, “Stiff Upper Lip” o “Hard as a Rock”. Creo que nadie en su sano juicio podría esperar a estas alturas un “Thunderstruck”, que quizás no sea su mejor canción (aunque sí una de las mejores), pero sí la más audaz de su discografía. Semanas después llegaría ese videoclip tan horrible que casi resulta entrañable, obra de su habitual, y en otras ocasiones genial, David Mallet. Un segundo single, en este caso el tema título, acompañado de otro vídeo algo menos vergonzante, las primeras entrevistas, presentaciones y actos promocionales, salpicados por el escándalo de Phil Rudd, y poco a poco la maquinaria se iba poniendo de nuevo en marcha, pasando por la pertinente escucha en ‘streaming’ en iTunes, hasta llegar a este 1 de diciembre, la fecha marcada en rojo en nuestros calendarios. Una vez devorado en su totalidad este “Rock or Bust”, mi veredicto, siempre desde la perspectiva de un ‘fan fatale’, sigue siendo muy favorable, diré incluso que entusiasta. No, por supuesto que no es “Back in Black”, pero con sus 34:55 minutos de duración (el álbum más corto de su carrera), sus once temas simples y directos (que oscilan entre los 2:42 y los 3:41 minutos), y una producción de nuevo brillante por parte de Brendan O’Brien, es probablemente el disco más disfrutable en líneas generales dentro de su producción reciente. Sin ir más lejos, “Black Ice”, que con 15 cortes superaba los 55 minutos, siendo así su LP más extenso, era un gran trabajo al que sin duda le sobraban tres o cuatro canciones, siendo generosos, para ser más redondo.

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“Rock or Bust” da nombre y abre el álbum (y presumiblemente hará lo propio con sus próximos conciertos), y como tal cumple con su cometido: basta escuchar cinco segundos, lo que tarda en irrumpir la batería de Rudd, para saber que AC/DC están de vuelta, con un himno macizo y rocoso (¿o debería decir ‘rockoso’?) concebido para poner en pie a los estadios de todo el planeta, y cuyo mayor gancho es ese ‘In Rock we Trust’ de su estribillo, uno de esos juegos de palabras tan encantadoramente tontos (en la línea de “For Those About to Rock”) que dejan de nuevo en evidencia que, líricamente, no son Bob Dylan, pero ni falta que hace. A mí, como tema de apertura, vuelve a gustarme más que “Rock ‘n’ Roll Train”, “Stiff Upper Lip” o “Hard as a Rock”, aunque como es lógico sigue quedándose muy lejos de “Thunderstruck”. Con “Play Ball”, de la que ya hemos hablado, se confirman las buenísimas sensaciones del inicio, que crecen aún más con “Rock the Blues Away”: la hermana melliza de esa joyita del “Black Ice” titulada “Anything Goes”, con el mismo (buen) rollo a lo Fogerty e igualmente irresistible. Una de mis favoritas y de las que más me hacen salivar imaginándomela en el set-list de la próxima gira. “Miss Adventure” es otro de los temas que mejor acogida parece haber tenido entre la parroquia rockera. Con un punto un tanto ochentero (lo cual refiriéndose a ellos puede hacer que se enciendan muchas alarmas, pero no hay por qué preocuparse), nos trae de vuelta a los AC/DC más cachondos y festivos. Lo cierto es que es difícil no caer totalmente cautivado por su pujanza y energía, y esos ‘nah nah nah’ de los coros tan reconocibles. Toca cambiar de tono y ponerse ásperos y oscuretes con “Dogs of War”, otra composición de manual que, por seguir buscando referentes, es algo así como el híbrido perfecto entre la reciente “War Machine” y el “Are You Ready” del algo más lejano “The Razors Edge”. Con Got Some Rock & Roll Thunder” demuestran por enésima vez que, con muy poquito, son capaces de lograr muchísimo: el tema más básico y sencillo del disco es una auténtica gozada, y funcionaría también de maravilla en directo. “Hard Times” no sólo no baja el nivel, sino que lo eleva un peldañito más, un boogie rock con esa inconfundible cadencia que sólo Rudd sabe imprimirle a la banda, que te hará mover el culo por muy macho que seas y que puede presumir de tener uno de los mejores estribillos y los solos más acertados. “Baptism by Fire” hace honor a su título (que parece robado de Judas Priest) y es el tema más rápido e incendiario de “Rock or Bust”. Juro que no miento si digo que, reflexionando sobre cada canción antes de hacer este post, pensé en definir este tema como uno de esos que, si te pillan conduciendo, probablemente te harán pisar el acelerador más de la cuenta. Así que imaginen mi sorpresa (y orgullo y satisfacción) cuando luego, escuchando la entrevista de Angus y Brian con “El Pirata” para Rock FM, el vocalista decía exactamente esto: «No conduzcas tu coche si escuchas “Baptism of Fire” o “Miss Adventure”, porque la policía te detendrá por exceso de velocidad». Ya me he doctorado en AC/DC, pues. Y así encaramos la recta final, y en esto sí creo que hay unanimidad: “Rock the House” suena por los cuatro costados a Led Zeppelin. Y AC/DC jamás habían sonado antes, o nunca tanto como aquí, a Led Zeppelin, así que eso hace que estemos ante uno de los enormes hallazgos del álbum. Exceptuando quizás su básico y simplón estribillo, marca de la casa, uno puede imaginarse fácilmente a Plant, Page, Jones y Bonham atacando rabiosamente el tema sobre un escenario. “Sweet Candy”, por su parte, va de lo que va: es la canción perfecta para sonar en un club de striptease (¿aunque no lo son, en definitiva, el 90% de sus composiciones?). Para mí, es el corte menos inspirado y por tanto más prescindible de todo el trabajo. “Emission Control”, la encargada de echar el cierre, se salva por ponerle la nota funky-rock al disco, pero yo tampoco lo situaría entre lo más memorable de “Rock or Bust”. De todos modos, AC/DC llevan sin cerrar un álbum por todo lo alto desde… ¿”Back in Black”, con “Rock and Roll Ain’t Noise Pollution”? En cualquier caso, la pérdida de fuelle final no evita que el balance general sea francamente magnífico.

AC/DC - Angus & Cliff

No deja de llamar la atención que, atravesando uno de los momentos más complicados y tristes de su carrera, la banda se haya sacado de la manga uno de sus discos más alegres, accesibles y divertidos, o con mayor vocación de divertir, si lo prefieren. Aunque es posible que ése sea en realidad el motivo, y todo vaya de sobreponerse a las adversidades y encarar el futuro con energías renovadas. Quizás eso se traslade también a la actitud tan positiva de la banda, pues igualmente sorprende y se agradece la accesibilidad y sinceridad que sus miembros, tradicionalmente mucho más herméticos, están mostrando con la prensa, incluso para hablar de temas tan espinosos como la enfermedad de Malcolm o los conflictos con Rudd. En cuanto a la producción del álbum, como decía algo más arriba, vuelve a ser extraordinaria, muy en la línea de “Black Ice”, por lo que hay que celebrar que hayan decidido volver a contar con los servicios de O’Brien. Las guitarras rugen como nunca, la sección rítmica lo sostiene todo como siempre, y Brian Johnson vuelve a entregarnos a sus 67 años una de las mejores interpretaciones de su carrera. Lejanos ya los tiempos en los que por culpa de la torpeza de los hermanos Young su voz quedaba prácticamente enterrada en las mezclas, es admirable lo del cantante, que es cierto que nunca ha sido Robert Plant ni Freddie Mercury, pero hay que concederle que dentro de su estilo y a su edad atraviesa un estado de forma inmejorable. Sí, AC/DC suenan como un cañonazo en 2014, y al menos en estudio no siempre ha sido así (sin ir más lejos, “Stiff Upper Lip” nunca me ha entrado del todo y ahora creo que es, precisamente, por su excesiva seriedad y esa producción tan opaca). Siempre habrá quien diga que una duración de poco más de media hora, tras seis años de silencio, es un gesto de tacañería, y que por lo que cuesta un CD ya podían haber metido más minutos, y bla bla bla. Como si la música pudiese venderse al peso. Tampoco podemos pasarnos la vida alabando sus álbumes clásicos de los 70, encumbrándolos como lo mejor que han hecho jamás, y luego criticar a este “Rock or Bust” que puede que no alcance semejante nivel de frescura y calidad, pero al menos ha intentado recuperar las sensaciones y maneras, también en cuanto a duración, de aquellos gloriosos días.

AC/DC - Brian & Stevie

El tiempo acabará poniendo a “Rock or Bust” en el lugar de la historia de AC/DC que le corresponda. Falta por ver cuántos de sus temas entrarán en el set-list de la próxima gira, en la que presumiblemente volverán a ignorar casi por completo sus trabajos inmediatamente anteriores y construirán su show, con las excepciones de “Thunderstruck” (1990) y “For Those About to Rock” (1981), apoyándose en su material más nuevo, sus clásicos con Bon Scott y medio “Back in Black”. Es lo que llevan haciendo media vida y tampoco van a cambiar a estas alturas. Sólo queda por tanto esperar que vayan anunciando fechas y ciudades, pues al final eso es lo más importante y lo que más nos interesa. Eso sí, aun aceptando que en el fondo cada nuevo trabajo de una banda veterana no deja de ser una excusa para volver a salir a la carretera, ojalá todos fuesen tan afortunados como este “Rock or Bust”. Yo al menos tengo claro que el mundo siempre es mejor cuando AC/DC se reúnen, se ponen el mono de trabajo, publican un disco, sacan videoclips de dudoso gusto y durante dos o tres años se dedican a recorrer el planeta a lomos de una flamante locomotora que con suerte hará parada en tu ciudad. Y es mucho peor cuando se retiran a sus mansiones, repartidas por distintos países y continentes, y se dedican a hibernar durante un lustro, o más. Por no hablar de que esta vez, maldita sea, sí es posible que sea la última, por mucho que Angus asegure que él se ve con fuerzas de continuar unos cuantos años más. Qué tontería, con AC/DC sólo tiene sentido centrarse en el aquí y el ahora, y su futuro… sólo el Diablo lo sabe. Celebremos que están de vuelta. Y que lo mejor está aún por venir.

I’m back in the back of a Cadillac.

Malcolm's Gretsch

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5 comentarios leave one →
  1. 01/12/2014 17:28

    Es el artículo de un enorme fanático de esos genios imperecederos, en realidad para mí AC/DC también tienen un lugar especial, pues fue gracias a ellos (y su back in black, a fines del siglo pasado) que empecé con esa sana adición a la (buena) música.

    Rock or Bust, allá voy.

    • 01/12/2014 17:31

      Perdón por el doble post, pero:
      Adicción, Martín, es adicción, las prisas; pero como está la RAE… luego de setiembre y otubre, cualquier cosa…¡Vaya!

      Felicitaciones, una vez más

  2. tato permalink
    28/12/2014 1:18

    HOLA A TODOS…ME ENCANTABA CHRIS SLADE COMO BATERISTA DE AC DC POR LA TERRIBLE ONDA QUE LE PONIA (VER donington 1991) Y QUISIERA DEJAR UN COMENTARIO ….NO PODRA RETORNAR PARA LA NUEVA GIRA 2015 DE AC DC DADA LA SITUACION DE PHIL RUDD ???…..ALGUIEN QUE PIENSE IGUAL QUE YO ???

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