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«The Hour»: The Times they are a-changing

28/01/2015

the-hour romola garai dominic west ben wishaw

La BBC. Ese modelo inalcanzable de televisión pública. Ese ejemplo. Ese faro. Esa eterna suministradora de gran ficción. Esa que se atreve a diseccionar su propia historia de manera nada complaciente, explicitando la censura y las injerencias del gobierno en la labor de sus periodistas. ¿Se podrían llegar a imaginar algo así como un ‘Cuéntame’ que analizara a fondo el trabajo de los servicios informativos de TVE durante los tormentosos años de la Transición? ¿No, verdad? Pues esa sería la traslación perfecta a España de la serie británica ‘The Hour’, una de esas delicias injustamente tratadas, que solo nos pudo regalar, entre 2012 y 2013, dos estimulantes temporadas. Y aquí está de nuevo El Cadillac Negro para intentar modestamente evitar su olvido.

No escatimó medios la cadena británica en una producción con la que quería marcar terreno ante la tremenda competencia estadounidense. Una dirección artística al nivel de lo mejor de lo que nos tiene acostumbrados la BBC, Un ‘showrunner’ de altura como Abi Morgan, guionista de películas como ‘La dama de hierro’ o ‘Shame‘; directoras reputadas como la experta en miniseries Coky Giedroyc y un reparto de campanillas compuesto por la ya megaestrella Dominic West y otros dos intérpretes que están a un paso de ello (Romola Garai y Ben Whishaw) dejaban pocas dudas acerca de la ambición de la producción. Llevando casi desde su inicio el sambenito de ser la ‘Mad Men’ británica, ‘The Hour’ no alcanza las dosis de ‘glamour’ de la producción de AMC, pero sí comparte con su ‘prima’ norteamericana ese ritmo sosegado, amante de los pequeños detalles, en el que la acción avanza paulatinamente y sin prisas y, sobre todo, y esto es lo mejor de la serie de la BBC, la aguda observación de la época que recrean, evitando subrayados innecesarios e impregnando poco a poco al espectador de ella mediante una excelente dosificación de datos.

Abi Morgan acierta de pleno y evita obviedades situando la serie en una época de encrucijada, sin acontecimientos determinantes, pero en la que se percibe el agotamiento de un modelo y los primeros brotes de otro nuevo. La austera Gran Bretaña salida de la II Guerra Mundial, victoriosa pero herida en el orgullo tras corroborarse el fin de su supremacía y con las penurias que conlleva una reconstrucción a gran escala, que se refugió en sus tradicionales ancestrales va mostrando tan severos signos de putrefacción como los de un Imperio Británico superado por los tiempos. Mientras novedosos fenómenos comienzan a aparecer, las generaciones más jóvenes buscan salir del corsé de una sociedad antigua y se van fraguando nuevas formas de vivir la vida más intensa y libremente. Todo ello cristalizará años después en movimientos tan emblemáticos y rompedores como la ‘generación beat’ y el ‘Swinging London’, pero aún se está lejos. Este es el apasionante caldo de cultivo en el que se desarrolla ‘The Hour’.

‘The Hour’ es la nueva apuesta informativa de la BBC. Un ambicioso semanario que repase en profundidad la actualidad de los últimos siete días. Un lanzamiento para el que forma un equipo joven, con la directora Bel Rowley (Garai) al frente y su viejo amigo Freddie Lyon (Whishaw) como escudero, sabiamente compensado por veteranos de la profesión y con la cara visible de un presentador de atractivo clásico como Hector Madden (West), perfecto envoltorio de un elaborado regalo. En cada episodio contaremos casi siempre con una estructura fija, que comprende la semana de preparación del programa para concluir cuando éste finaliza su emisión.

The Hour Ben Wishaw Anna Chancellor Romola Garai

Seguimos con paralelismos con ‘Mad Men’. El primer episodio, parsimonioso y que funciona como mera presentación de personajes, no es el mejás adecuado para decidirse a ver la serie completa. De hecho, la prensa británica lanzó duras críticas en su estreno. Pero, al igual que no hay que juzgar un libro por su portada, no se debe hacerlo con una serie por su episodio piloto. Ya, en su excelente segundo capítulo, la trama arranca poderosa y al espectador no les es fácil huir de sus garras. Por un lado, una serie de misteriosos sucesos que implican tanto a una ‘casi hermana’ de Freddie, hija de una familia de la más rancia nobleza británica, y un enigmático traductor de la BBC desembocarán en un turbio caso de espionaje, de imprevisibles consecuencias, inserto en la Guerra Fría que casi monopolizó las relaciones internacionales en aquella época. Por otra parte, la crisis del Canal de Suez, con su nacionalización por parte de Egipto, centrará la atención del equipo del programa ante las inesperadas protestas que desata en el Reino Unido y sus devastadoras implicaciones: nada menos que el comienzo del final del Imperio. Y, mientras esos episodios históricos se desarrollan, también veremos la intrahistoria de nuestros protagonistas principales: un particular triángulo amoroso con múltiples connotaciones, vertebrado por Bel, y que nos dará algunos de los mejores momentos de la serie. Así, mientras entre Bel y el siempre intrépido y valeroso Freddie existe una tensión amorosa.sexual no resuelta desde hace muchos años, el conservador y ‘bon vivant’ Hector comprobará que quiere ensanchar los acomodados límites motivados por su matrimonio con Marnie (Oona Chaplin), una atolondrada y cargante hija de aristócratas, tras enamorarse de Bel y su frenética actividad como periodista de raza.

the-hour Romola Garai Dominic West

Ese excelente segundo episodio acaba pesando como una losa sobre el resto de la primera temporada. No alarmemos; la recreación de época sigue siendo perfecta, hay algún que otro momento verdaderamente destacable (esa representación de lucha de clases en la visita a la mansión familiar de Marnie, convertida en todo un laberinto de pasiones), las interpretaciones rayan a un nivel soberbio (destacando sobremanera la ductilidad de una Garai de premio, además de la contención de West y una Chaplin extraordinaria que se come a bocados la pantalla y pide a gritos la extensión de su rol secundario), los personajes están tratados con gran profundidad y realismo y, en general, el nivel es de notable. Incluso las distintas tramas se desarrollan convincentemente y con una razonable emoción hasta un final en el que la lucha por la libertad de expresión combate con la necesidad de continuar en un trabajo privilegiado y de que el poder no tome represalias ante un programa ‘rebelde’ en sus propios dominios. No obstante, la serie carece de una dosis de inspiración extra, de esa magia que la eleve a la cota máxima a la que parecía destinada si tenemos en cuenta sus lujosos componentes, sacarse un poco ese traje de corrección que lleva encima y saltar sin esa red a la que parece aferrada. De todos modos, la buena acogida de la audiencia y el prestigio ganado garantizaron una merecida segunda temporada.

The Hour Oona Chaplin

El inicio del segundo curso de ‘The Hour’ parecía relajar las ambiciones políticas y querer centrarse más en las relaciones entre unos personajes ya suficientemente presentados y listos para echar a volar. La acción se sitúa en 1957, un año después del final de la primera temporada, con el regreso de Freddie, tras un ‘exilio’ dorado en EE.UU y recién casado con su esposa francesa, a la nueva etapa del programa, en la que ascenderá a copresentador junto a Hector.

La temporada da signos en sus primeros pasos de caer en cierta complacencia, pero todo queda, por fortuna, en una mera sospecha. Muy al contrario, sigue un camino inverso al de la primera tanda de capítulos y la intensidad adquiere un vertiginoso ‘in crecendo’ cuando se van descubriendo sus ganadoras cartas. Mientras vemos cómo la sociedad británica abre debates hasta ese momento inéditos ante fenómenos como el racismo, acrecentado ante la masiva llegada de inmigrantes, y la homosexualidad; una trama aparentemente menor como es la caída de Hector en la vida disipada del alcohol y sus frecuentes visitas a un lujoso club nocturno va desenredando magistralmente su madeja y adquiriendo cada vez mayor importancia. Al mismo tiempo, la insigne secundaria Lix Storm,la veterana especialista de Internacional del programa interpretada por una perfecta Anna Chancellor, es premiada con una preciosa subtrama sobre su intrépido pasado que la volverá a reunir con el nuevo jefe del espacio, rol que caen en las siempre fiables manos de Peter Capaldi.

The Hour

Además de insertar con astucia y precisión la irrupción de competencia para la BBC en forma de ambiciosas televiones privadas, Abi Morgan acierta de lleno al hacer del Club Paraíso una especie de tornado que va progresivamente atrayendo hacia su centro desde Hector al resto de protagonistas. Su conflicto, en el que se mezclan turbios asuntos de prostitución y de compra de material nuclear, va afectando a cada paso a instancias más altas y se convierte en el núcleo absoluto de una serie  que crece a marchas agigantadas. El jugoso material se va calentando en los tres primeros episodios para explotar definitivamente en un cuarto y un quinto soberbios, plenos de tensión y emotividad, adquiriendo ya ‘The Hour’  el certificado de serie definitivamente grande. Como ejemplo, la secuencia del registro: un prodigio de planificación y dirección que pone el corazón en un puño. Una ‘season finale’ que no desmerece de ese grado de excelencia pone el broche perfecto. Las interpretaciones se benefician de este crecimiento y un sobresaliente West logra ponerse al mismo nivel supremo que mantienen Garai y Chaplin. Un escalón por debajo, Whishaw se muestra también con más matices y plenamente convincente.

BBC drama The Hour

La abierta conclusión, vamos, un ‘cliff hanger’ de no te menees, hace suponer que todo se prestaba a una continuación que nunca llegó, al ser cancelada la serie por un notable descenso de audiencia media de la serie de la primera a la segunda temporada de un millón de espectadores. ‘The Hour’ murió pues justo en su mejor momento, cuando había logrado por fin convertir su excelente materia prima en un conjunto armonioso y sólido, ahora sí, dispuesta a competir en lo más alto del escalafón seriéfilo. Los rumores apuntan que sus creadores siguen con la espinita clavada y planean ofrecernos una continuación, ya sea en forma de tercera temporada o como una película independiente. No cabe duda de que estas opciones serían más que bienvenidas.

The Hour

 

 

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