‘La cumbre escarlata’: En la montaña de la locura
No han sido los últimos unos buenos años para Guillermo del Toro. Nada hacía preveerlo cuando en 2006 el mexicano culminaba con esa maravilla que es ‘El laberinto del fauno’ un largo camino de ascenso jalonado de una mezcolanza de proyectos, unos dedicados a exhibir sus ambiciones más personales y otros a hacerse un hueco cada vez mayor en la industria de Hollywood. No todo fueron aciertos (recordemos la muy irregular ‘El espinazo del diablo’), pero en todo se veía un estimulante, vibrante sello que hacía evidente que Del Toro iba a ser uno de los grandes protagonistas del cine del nuevo siglo XXI.
Con el gran éxito de crítica y público de la película protagonizada por Maribel Verdú y Sergi López, con tres Oscar incluidos, Del Toro parecía haber llegado al final del tortuoso camino y lograr la meta que persigue todo cineasta: rodar lo que le plazca con los mayores medios posibles. Pero en la vida hay pocas líneas rectas y las curvas llegaron pronto, tras finiquitar con un nuevo acierto su compromiso con la secuela de ‘Hellboy’, viéndose apartado de realizar la saga de ‘El Hobbit’ cuando ya tenía muy avanzado un proyecto que volvió a caer en manos de Peter Jackson, Poco después le fue denegada la gran ambición de su carrera: versionar el clásico de Lovecraft ‘En las montañas de la locura’. Ante estos contratiempos, tuvo que recuperar viejos ‘planes B’ que tenía archivados en el cajón y, después de la desigualmente recibida ‘Pacific Rim’, se puso manos a la obra con otro añorado proyecto, la flamante ‘La cumbre escarlata’.
Si bien en ‘El laberinto del fauno’ logró redefinir el gótico en un ambiente tan inesperado como la Guerra Civil española, su vuelta a estos territorios en ‘La cumbre escarlata’ es, sin embargo, todo un homenaje a la vertiente más clásica del género. No faltarán a la cita una tenebrosa mansión llena de secretos, amores desgarrados más grandes que la vida, espíritus vagando por doquier y la decadencia y el esteticismo inherentes a ese movimiento decimonónico que tanto ha sabido perdurar.
Asumiendo pues que no estamos ante nada novedoso y que la gracia del asunto está en volver a regocijarnos con lo que hemos disfrutado mil y una veces y pese a que lo trillado de las situaciones deje poco margen a la incertidumbre en la trama, ‘La cumbre escarlata’, siempre aupada por un virtuosismo estético realmente espectacular, avanza ágil y segura y funciona perfectamente, recordando a aquella deliciosa ‘obra menor’ que parecía en su día la ‘Sleepy Hollow’ de Tim Burton, que, transcurridos los años y confirmada la decadencia imparable del cineasta, se ha colocado irónicamente entre lo más granado del autor de ‘Ed Wood’.
Con un buen equilibrio entre todos los elementos del filme, aunque destacando los de terror e intriga sobre los meramente dramáticos, Del Toro acierta incluso en añadir un barniz de profundidad historicista al argumento, recogiendo la vital importancia del paso del siglo XIX al XX en forma de precoces innovaciones tecnológicas que acabarían siendo decisivas para el curso de la humanidad y haciendo una metafórica pero meridiana comparación entre el dinamismo y la apertura de ideas estadounidenses y la cerrazón de una Inglaterra de la que no puede dar una imagen más vetusta y atroz.
Por si fuera poco, ‘La cumbre escarlata’ cuenta con una aliada inmejorable: Jessica Chastain. Comenzó a aparecer habitualmente en nuestras pantallas hace bien poco y se nos descubrió como una formidable intérprete en registros intimistas y contenidos. No obstante, últimamente ha expandido sus límites y nos ha sorprendido bordando papeles mucho más expansivos como la deliciosa ‘choni’ de ‘El año más violento’. Pero su rol más perverso y desbocado le ha llegado en el filme objeto de este post y, simplemente, nos ha volado la cabeza. Esta fuerza de la naturaleza se merienda de un bocado al resto del reparto. Solo una Mia Wasikowska en pleno crecimiento puede aguantar el tipo, mientras que un Tom Hiddleston, una elección de casting demasiado previsible, y un blandito Charlie Hunnam quedan absolutamente minimizados por la, más que probablemente, mejor actriz del momento.
Una resolución absolutamente desmedida, que gira y gira en torno a sí misma con aire vodevilesco y que se extiende mucho más de lo que el ‘tempo’ de la historia requería, que demuestra que Del Toro está ahora mismo mucho más cerca de la frontalidad de ‘Pacific Rim’ que de sutilezas pasadas, aleja a ‘La cumbre escarlata’ de alcanzar cotas más altas que el notable. Sin embargo, entre todo ese marasmo, el mexicano logra introducir con gracia jocosos y agradecidos elementos ‘gore’ y plasmar imágenes de excelsa belleza (ese culminante rojo sobre blanco) y nos recuerda de paso que sigue siendo un cineasta único e irrepetible, imprescindible en el apocado cine actual.
Una crítica muy elaborada. No me espero una gran película, pero me gusta el estilo visual de este cineasta y creo que la veré solo por eso.
Muchas gracias por el elogio y por comentar, Ponunapeli.
Si te gusta el estilo visual de Del Toro, ni dudes entonces en verla, es un festival estético. Más allá de eso, si te gusta el género gótico y no te importa volver a regocijarte en sus tópicos más típicos, es muy recomendable. Y si no te gustara nada de lo anterior, solo por presenciar la exhibición que da Jessica Chastain ya merece la pena el visionado.
Un saludo