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“El Hobbit: Un viaje inesperado” y el niño eterno

17/12/2012

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Descubrí “El Señor de los Anillos”, el libro, con 13 años. Quiero enfatizar lo de ‘el libro’ porque eso es lo que cayó en mis manos, un tomaco de tapas duras de casi 1.400 páginas que comprendía las tres entregas en las que está dividida la obra cumbre de J. R. R. Tolkien, con sus correspondientes apéndices, etc, etc. Estábamos en los primeros 90 y, por una de estas dichosas casualidades del destino, al mismo tiempo que me sumergía por primera vez, y de lleno, en la Tierra Media, otro tesoro llegaba a mi poder: un par de CDs recopilatorios de Led Zeppelin. Dos acontecimientos trascendentales en mi vida, que me cambiaron para siempre, y que estarán hasta el fin de mis días felizmente relacionados en mi memoria. Horas y horas leyendo en mi habitación, con aquel pesado libro reposando sobre la mesa, mientras Page, Plant, Jones y Bonham ponían la banda sonora perfecta (con el permiso de Howard Shore) a las formidables aventuras de Frodo, Sam, Gandalf, Aragorn y compañía. Y eso que aún no sabía que los propios Zeppelin habían caído rendidos bajo el influjo de Tolkien y que tenían unos cuantos temas (“Misty Mountain Hop”, “Ramble On”, “The Battle of Evermore”) directamente inspirados en su obra. Muchos libros me han sacudido por dentro, por uno u otro motivo, a lo largo de mi vida, pero “El Señor de los Anillos” lo hizo como pocos lo han logrado, y de una forma muy especial. Os recuerdo que tenía 13 años. Oficialmente era ya un adolescente, y yo probablemente así lo proclamaba a los cuatro vientos, orgulloso, sin tener en realidad ni puñetera idea de nada… pero ahora echo la vista atrás y sé que aún seguía siendo un niño. Y ya sabéis cómo te llegan y te marcan las cosas cuando eres eso, sólo un niño.

“El Hobbit” llegó más tarde y, claro, no fue lo mismo. Pero es que no lo es. Al lado de “El Señor de los Anillos”, la primera obra de Tolkien me pareció un cuentito. Ojo, no le quito valor, ni mucho menos mérito. Es una introducción deliciosa a un mundo fascinante, pero es otra cosa, y además pierde algo de gancho leída a posteriori. Luego tocó hacerse con “El Silmarillion”, otro rollo completamente distinto, aunque también interesantísimo por numerosos motivos, y así, casi sin darnos cuenta van pasando los años, uno va haciendo una y mil cosas, ocupando su cabeza con todo tipo de asuntos, viviendo unas cuantas aventuras, experimentando alegrías y decepciones, y de repente se encuentra sentado en una sala de cine asistiendo al estreno de “El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo” (2001), dirigida por Peter Jackson. No voy a contaros ahora las bondades no sólo de esta película, sino de la trilogía orquestada por ese loco neozelandés, pues ya lo hizo recientemente y de forma insuperable mi compañero Jorge en ‘El cine del siglo XXI (X): “El Señor de los Anillos”’. Sólo diré que para mí, sobre todo, supuso volver diez años atrás en el tiempo, reencontrarme con ese niño que en realidad nunca había dejado de ser. Creo que ese es el gran valor de la obra de Tolkien y que Jackson mantuvo intacto, o incluso amplificó, en su gran trilogía cinematográfica: su capacidad para removernos por dentro, para hacer que afloren de nuevo, durante unas horas, esos sueños, esas ilusiones y, también, esos temores tan profundos y tan intensos, tan propios de la infancia. Una emoción que se vio alimentada por las largas esperas de un año entre película y película, y que me hizo engancharme además a la web elfenomeno.com y a su concurridísimo foro. Un hito cinematográfico y un acontecimiento único en mi vida. Otro más.

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Tampoco me apetece ahora rememorar todos los avatares, conflictos y polémicas que han rodeado el complicadísimo proyecto de adaptar “El Hobbit” no en una, ni en dos, como en un principio estaba en teoría previsto, sino en otras tres películas. Nada importa ya cuando ha vuelto a pasar una década y uno está sentado de nuevo en la sala de cine a pocos minutos de que empiece “El Hobbit: Un viaje inesperado”. En esta ocasión tenemos además puestas unas gafas de 3D y nos preguntamos si el invento ese de los 48 fps merecerá la pena o será una estafa en toda regla… yvale, lo admito, es imposible no estar en esos instantes previos un poco preocupado porque, se mire cómo se mire, esta vez el empeño de Jackson en entregarnos otra trilogía se antoja excesivo. Los números (y la lógica) cantan, y si las casi 1.400 páginas de “El Señor de los Anillos” dieron para tres películas de casi tres horazas cada una (versiones extendidas aparte), es difícilmente comprensible que las poco más de 300 de “El Hobbit” vayan a terminar convertidas también en tres films de una duración desmesurada. Las luces se apagan con 20 minutos de retraso (¿pero qué es esto, un puto concierto?) y empieza el espectáculo.

Para quitarnos cuanto antes de encima lo del formato, es cierto que en un principio la sensación es notablemente chocante, ampliada por el rollo del 3D, y los movimientos llegan a ser un poco mareantes y a parecer más rápidos de lo que deberían… Con el paso de los minutos, esa impresión de extrañeza va desapareciendo, no sé muy bien si porque nuestros ojos se van acostumbrando o porque comenzamos a dejarnos llevar por lo que está sucediendo en pantalla, que, al menos en mi caso, pronto acaba siendo lo verdaderamente importante. Lo único, en realidad, importante. Porque Jackson, y hablo desde mis emociones, sin querer convencer ni adoctrinar a nadie, ha conseguido llevarnos de nuevo a la Tierra Media. Pronto me olvido del ‘Síndrome La Amenaza Fantasma’. En aquella ocasión, el golpe fue muy duro porque, por mucho que lo intentamos, nunca tuvimos del todo la sensación de estar viendo realmente otra película de “Star Wars”, sino otra cosa distinta. Aquí, en cambio, eso no sucede. No sé qué habría sido del proyecto de haber seguido al mando Guillermo del Toro, que al final ha quedado como consultor y coguionista, junto al director, Fran Walsh y Philippa Boyens… pero a mí no me importa, en absoluto, habernos quedado con la duda. Para mí, la Tierra Media es de Tolkien y, a nivel audiovisual, de Jackson y de nadie más. Sólo a él le pertenece. Se lo ha ganado. Lo tengo clarísimo. Tanto como que, en la butaca, en ese momento está sentado un niño de 33 años.

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Los que criticaron “La Comunidad del Anillo” por larga y tediosa, sobre todo en su inicio, encontrarán aquí una batería de argumentos para volver a cargar contra esta primera entrega de “El Hobbit”, pues es con el film de 2001 con el que guarda, como era de esperar, más semejanzas. De nuevo, tras un prólogo visualmente arrollador, la cinta arranca sin prisas, ya no tan centrada en Hobbiton y La Comarca, sino directamente en Bolsón Cerrado. Un joven Bilbo (Martin Freeman), nuestro Gandalf de siempre (Ian McKellen) y la compañía de trece enanos liderada por Thorin ‘Escudo de Roble’ (Richard Armitage), y compuesta por Balin, Glóin, Bifur, Bofur, Bombur, Dwalin, Ori, Dori, Nori, Óin, Kíli y Fíli, protagonizan unos primeros minutos que son puro Tolkien, un sentidísimo y extremadamente respetuoso homenaje al autor inglés en el que no faltan las célebres canciones “Blunt the Knives” (“Despuntad los cuchillos”) y “Misty Mountains” (“Las Montañas Nubladas”). Este maravilloso tema, que espero disfrutar mucho más cuando lo escuche en versión original, será el gran hallazgo y, al final, casi la única novedad en una banda sonora en la que Howard Shore podríamos decir que vive de las rentas, aunque entendemos por rentas a algunos de los célebres motivos que nos dejaron sin aliento hace diez años, así que tampoco vamos a quejarnos demasiado.

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No ocurre solamente en sus primeros minutos, sino que en realidad durante todo el metraje (170 minutos, ahí es nada) se respira un respeto y un cariño reverencial por la obra de Tolkien, y eso que uno pensaría que, en su afán por estirar el chicle, se han inventado una y mil historias. Sucede, en cambio, todo lo contrario. El ejemplar de “El Hobbit” en mi poder tiene 310 páginas y, al final de la película, se ha llegado hasta la 120, en concreto se han cubierto 6 capítulos de los 19 que tiene en total el libro. Y esto se ha hecho con una fidelidad asombrosa, aunque contando con detalle, a veces adornando, otra veces extendiendo y agigantando al máximo algunos eventos que en las páginas se liquidan en dos o tres párrafos, o sobre los que se pasa un poco de puntillas. Ya Tolkien pareció dejárselo a huevo en su día a los guionistas, pues, y hablo un poco de memoria y con invenciones de mi cosecha, en el libro abundan los pasajes del tipo «y estuvieron toda la noche discutiendo los pormenores del viaje y los peligros que habrían de afrontar», «caminaron durante una semana por el bosque, no sin tener que enfrentarse a bastantes contratiempos» o «logró escapar de allí con astucia, aunque eso es una historia que merecería ser contada con más detalle en otro momento». Un tono radicalmente opuesto, como veis, al extremadamente minucioso y para muchos tedioso de “El Señor de los Anillos”.

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Estas licencias, por llamarlo de algún modo, que Jackson y su equipo asumen suelen coincidir con los momentos más majestuosos y visualmente potentes de la cinta, como la brutal pelea entre los gigantes de piedra (que en el libro se esboza únicamente en unas pocas líneas) y todo lo acontecido en las Montañas Nubladas, tanto en sus profundidades como ya en el exterior, un capítulo que en el film se hincha con toneladas de acción, dando como resultado un apoteósico ‘tour de force’ en el que, además, el 3D y los famosos 48 fps llegan a brillar con todo su esplendor y a justificar su existencia. Jackson, sus fieles coguionistas y Del Toro también han apostado, acertando para mí de pleno, por completar la historia recurriendo a personajes y eventos de sobra conocidos y, en ocasiones, vitales dentro del ‘Legendarium’ del maestro Tolkien, aparecidos en “El Silmarillion”, los apéndices de «El Señor de los Anillos» o en otros textos. Así, por fin vemos en acción al mago Radagast el Pardo (Sylvester McCoy) o al peligrosísimo Azog el Orco, se nos muestran con toda la grandeza y crudeza posible importantes acontecimientos como la caída de Erebor o la legendaria batalla en las Puertas de Moria, y se profundiza en algo con tanta trascendencia en el futuro como la aparición del Nigromante en el Bosque Negro. Tampoco resultan caprichosas ni injustificadas las apariciones de Saruman (Christopher Lee) y una esplendorosa Galadriel (Cate Blanchett) en la felizmente revisitada Rivendel acompañando a Elrond (Hugo Weaving), pues sirven para que la sombra de Sauron y las primeras señales por su posible regreso estén aún mucho más presentes aquí que en el libro, como es lógico. En definitiva, podríamos decir que “El Hobbit”, la película, al menos en esta primera parte, acaba siendo una perfecta traslación a la pantalla de “El Hobbit”, el libro, aunque en un tono mucho más solemne y aparatoso, en el buen sentido. Viene a ser lo mismo pero más grande y más serio… sin perder, y ahí creo que han logrado un equilibrio casi perfecto, ese componente lúdico, jovial y por momentos humorístico que impregnaba la obra original.

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En el plano técnico, Jackson y su equipo habitual vuelven a demostrar que se encuentran a la vanguardia de todo y que son, hoy por hoy, imbatibles, Nueva Zelanda ES la Tierra Media y punto, poco más hay que decir, y en el plano artístico (ya habréis notado que soy un nostálgico no, lo siguiente) es una gozada volver a reencontrarse con McKellen, Blanchett, Weaving, Lee e Ian Holm y Elijah Wood, en sus breves apariciones. En cuanto a los nuevos fichajes, Freeman se revela como un perfecto joven Bilbo y Armitage se erige en la gran sorpresa, ejerciendo su Thorin algo así como de un ‘nuevo Aragorn’, aunque aún está por ver que el actor logre seguir más o menos los pasos del gran Viggo Mortensen.  Y no, no me he olvidado de Andy Serkis y su Gollum, sino que yo soy de esos a los que les gusta dejarse lo mejor para el final. Brevemente esbozado en el prólogo de “La Comunidad del Anillo”, por fin vemos narrado, con todo su dramatismo, el célebre y decisivo pasaje “Acertijos en las tinieblas”. El ‘nuevo’ Gollum supera lo insuperable y Jackson nos entrega una de las mejores secuencias, y eso es decir mucho, de toda la saga.

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Casi tres horas después las luces de la sala vuelven a encenderse y yo me descubro conmovido, entusiasmado. Llegué a la butaca sin haber leído ninguna crítica, aunque me habían llegado ecos de que éstas no habían sido precisamente muy buenas. Vuelvo a casa y sigo sin leer nada porque, sinceramente, nunca me ha importado menos hacerlo. Sí veo que en páginas como IMDB o Filmaffinity, que son un buen termómetro para calibrar el sentir general del público, la acogida está siendo excelente. “El Hobbit: Un viaje inesperado” no es una película para ver con una libreta en una mano y un cronómetro en la otra. Es una película para ver con el corazón. Y el mío, pues qué queréis que os diga… aún late emocionado.

11 comentarios leave one →
  1. Xoloitzcuintles permalink
    17/12/2012 21:21

    Muy buena crítica, coincido en casi todo. La película tiene un gran equilibrio, entre el homenaje o la referencia y la novedad (no sólo en la historia, el diseño especialmente de los trolls o de los trasgos es muy distinto al de ESDLA), entre la diversión y lo solemne, además de ser muy fiel al libro y coherente en las partes inventadas.

    Por poner un pequeño pero, no me gustó mucho la aparición de Radagast. Me pareció demasiado infantil, creo que le sacan excesivamente trastocado. En general, el resto de personajes nuevos (Thorin, más desarrollado que en el libro) y la reaparición de viejos conocidos (fenomenal Gollum, que siempre ha sido de mis personajes favoritos y en «El Hobbit» se adueña de la película en cuanto aparece) es de un nivel altísimo.

    Para acabar, muy bueno tu último párrafo. Yo sí que leí alguna crítica de la prensa especializada, y no las comparto en absoluto. Como tú dices, esta película es para evadirse y verla con el corazón, dejarse llevar por el mundo que se nos presenta. Desde luego, si desde un principio el género no gusta, como les pasa a bastantes críticos, es lógico que la película aburra, pero si eres un seguidor del género o de la saga la película se pasa volando, por lo menos a mí.

  2. Charlie permalink
    18/12/2012 0:18

    Acabo de verla. Me ha gustado. Me ha gustado bastante. Una muy buena película de aventuras a la que sólo le pongo dos peros: (a) es cierto que a veces el ritmo se resiente un poco (algo que también le pasaba a la trilogía anterior, dicho sea de paso) y (b) se nota que es una mera introducción de tramas y personajes. «La Comunidad del Anillo» también lo era, sin embargo tenía una autonomía que no encuentro en ésta (la aparición de Radagast el Pardo y el Concilio Blanco carecen de sentido en esta primera parte sin el desarrollo que parece que va a tener la historia del Nigromante en posteriores entregas). Cuando se termina es cuando realmente empieza todo y tienes la impresión de haber visto una simple (pero extendida) presentación. Te deja con ganas de más, como si estuvieses escuchando un cuento y, después del primer punto de giro, cuando ya conoces a los personajes principales y tienes una idea de hacia dónde se dirige la trama, te dijesen: “Ahora vas a tener que esperar un año entero para saber cómo sigue la historia”. Estoy convencido de que lo mejor aún está por llegar. Eso sí, me ha sorprendido y descolocado un poco el cambio de tono con respecto a «El Señor de los Anillos». Por un lado es la Tierra Media de Peter Jackson, sí, pero por otro no parece el mismo mundo en el que se desarollaba la saga anterior. No sé si me explico. Es algo muy parecido y al mismo tiempo notablemente diferente. La oscuridad, el tenebrismo, la seriedad (solemnidad incluso) con la que se abordaban las otras películas han desaparecido para dejar paso a un estilo distinto que, sin llegar a ser tan infantil como dicen algunos, parece querer alejarse de la otra trílogía deliberadamente. Veremos hacia dónde se dirige Jackson con esta nueva saga.

  3. 19/12/2012 1:37

    Yo debo decir que disfruté como uno de esos enanos esta película, volver a la Tierra Nedia ha sido maravilloso. Ya sabía yo que no sería igual que el Señor de los Anillos, pero ¿acaso hace de esta una mala película? No lo creo, quizás más infantil y todo lo que quieran, pero es un gran espectáculo con corazón. No podremos saber hasta que se estrenen todas si la decisión de hacer otra trilogía fue acertada o de con el lastre a todo. Personalmente he de decir que, aunque me encantó esta primera entrega, en ciertos momentos se me hacía algo pesada y que el personaje de Radagast no me dejó buenas sensaciones. Son mis únicas pegas, pero que espero que cuando veamos todo el conjunto no afecte demasiado. No lo sabremos hasta dentro de un laaargo tiempo, que sin duda se me hará pesado, pero la verdad, yo estoy deseando ir al cine de nuevo a disfrutar de este nuevo viaje.

  4. Asier permalink
    20/12/2012 12:46

    Ayer por fin vi la peli y la verdad es que disfruté como un enano. Tiene ritmo, magia y un tono de intranscendencia que le aporta mucha frescura. Creo que esto es importante, porque hace que como espectadores seamos más transigentes con los múltiples puntos flojos (en forma de Deus ex Machinas a mansalva) que tiene la historia.
    A diferencia de la mayoría de la gente, a mí me gusta más la novela El Hobbit que la Trilogía del Anillo, precisamente por la forma en que está contada. Se le achaca infantilismo, pero yo creo que gracias a ello la narración gana en textura. Los personajes se desarrollan de forma mucho menos maníquea y plana. Actúan de una forma mientras piensan lo contrario, toman decisiones erróneas, tienen prejuicios y desconfían, son mucho más débiles y a la vez más ingeniosos a la hora de resolver problemas. ESDA es básicamente hostias y más hostias, mientras que El Hobbit es un juego de pruebas cada vez más difíciles, un videojuego de plataformas.
    La película es fiel a esto, y en mi opinión por eso funciona. Que falta épica? Quizás, pero no espectacularidad. Y por cierto, aunque a veces canse, me encantan todas esa panorámicas aéreas de persecuciones y peleas que se casca Jackson.
    Sí hay cosas que no me gustaron nada. Odio con toda el alma a los Elfos. Me parecen unos panolis inexpresivos, y todo los que dicen parece calculado y falso. SPOILER No me extraña que el grupo se escape de Rivendell en cuanto tiene oportunidad FIN DEL SPOILER Le reunión entre Elrond, Galadriel, Saruman y Gandalf es un pestiño, con unos diálogos no dignos de la frescura del resto de la película. Entiendo que el Jackson productor quisiera añadir atractivo al casting, pero podía haberse currado una situación menos forzada. Eso sí, solo por disfrutar del vozarrón de Christopher Lee merece la pena.
    Tampoco me gustó nada la caracterización de Radagast, aunque es cierto que no tiene tanta transcendencia en la historia. Por cierto, por qué coño lleva un lefazo en el pelo?
    En definitiva, muy muy disfrutable, que te deja pegado a la butaca las casi tres horas que dura.

  5. jose pan permalink
    06/02/2013 16:46

    Bueno, te felicito por tu exposición clara y apasionada, muy en consonancia con la película, lo digo por la extensión de la misma, » es broma».
    Creo que cuando te acercas a cualquier adaptación de una película, basada en un libro como El señor de los anillos, que con el paso del tiempo, sea convertido en un icono literario es imposible que exista una aceptación unánime, no creo que sea posible ni que sea bueno.

    Es gratificante comprobar que una misma genialidad produce tan dispares reacciones.

    No quiero ser pedante pero para mí El Hobbit siempre será un libro y la secuela de una película no deja de ser un acontecimiento anecdótico, pero feliz.

    Si algo Tolkien deja claro en su obra, es el amor por la lectura y por la capacidad del lector
    para recrear ese mundo, él no fue un hombre del siglo XX, él fue un hombre que llego tarde a su tiempo, y su amor por las cosas pretéritas la acompaño durante su vida.

    Las películas sobre sus libros son una maravillosa muestra de capacidad, tesón y fortuna, que podrían ser diferente y seguir dejando sin aliento al espectador.

    Te daré un dato basado en mi experiencia, la primera vez que vi el Hobbit me dejo sin aire,
    pero soy de los que cree que para saber lo que da de sí una película hay que verla al menos otra vez, y la verdad, esa segunda vez me sentí que algo me faltaba, posiblemente lo que eche de menos no era profundidad, o una mayor fidelidad al texto, o a saber…
    creo que echaba de menos al niño que tú mencionaste, ese niño que siempre que abro mi libro del hobbit o del señor de los anillos siempre esta y estará sentado conmigo.

    No se me ocurre una manera de expresar lo que creo que es en justicia una pelicula entretenida, pero no tan excepcional como parece.

    Una cosa más el hobbit fue publicado en el año 1937, si no recuerdo mal, y el señor de los anillos en el 1944, Tolkien escribió pasajes de lo más tarde sería el Sillmarilion durante la 1ª guerra mundial entre 1914 y 1918, el era un lingüista no era un escritor que compusiese
    como lo haría un escritor actual, en su obra existen cambios de estilo y durante toda su vida reviso montones de veces su obra. Mantenía correspondencia con muchísimas personas que permanentemente le solicitaban información extra de la mitología, costumbres, geografía, el realizo un enorme trabajo para dar cohesión a sus escritos y reconoció que el tipo de narración del Hobbit se podía considerar un error literario.

    Si quieres acercarte a la obra de Tolkien hay muchas biografías publicadas sobre él, pero una manera de sacar una idea buena y sin necesidad de enfrascarse en lecturas un tanto penosas, te recomiendo que te leas el Hobbit en una versión comentada, que en estos días de marketing salvaje no es difícil de conseguir.

    Parece que es difícil evitar alargar en exceso cualquier comentario sobre sus escritos, debe ser una medición. :)

  6. 23/02/2013 18:16

    A mi me pareció hermosa!! no entiendo las malas críticas u_u

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