“La Venganza de los Sith”: …y la Fuerza despertó
Todos sabemos que lo que buscaremos a partir de hoy en los cines con ‘El Despertar de La Fuerza’ es sentir algo parecido al profundo poso que nos dejó la trilogía original. Todos sabemos que el hecho de que la nueva película de J.J. Abrams se haya llevado a cabo es debido a los asegurados réditos económicos que proporciona la ingente ríada de fans creada por los primeros tres filmes, que se fue ampliando en las sucesivas generaciones y a través de los más variados productos de ‘merchandising’ que uno pueda imaginar. Pero el hecho de que todos los seguidores estemos ahora mismo con un nudo en la garganta se lo debemos en gran parte a ‘La Venganza de los Sith’, una última entrega hasta la fecha que nos hizo a muchos mantener la fe y confiar en poder seguir disfrutando nuevas y maravillosas aventuras galácticas.
El Episodio III tenía una losa tan pesada por levantar como la moral alicaída de unos seguidores que, tras paliar en un primer momento su ‘mono’ con las dos primeras películas, se habían dado cuenta de que su nueva droga estaba un tanto adulterada. Tanto la desigual e infantil ‘La Amenaza Fantasma’ como la superior pero insuficiente ‘El Ataque de los Clones’ tenían buenos momentos pero no se acercaban ni en broma a la magia pretérita. Se hacía muy difícil pensar que se pudiera arreglar en 140 minutos los 275 anteriores. Sin embargo, contaba con un arma casi infalible: toda esta segunda trilogía iba enfocada hacia su resolución, en la búsqueda del nexo que uniera la historia con la de la primera, en la búsqueda de los orígenes del mito. Las pretéritas andanzas de Luke Skywalker y Han Solo contaban entre sus innumerables virtudes con la de que sus grandes momentos estaban sabiamente dosificados a lo largo de sus tres entregas (con el atrevimiento añadiendo de colocar el más importante de ellos en la segunda), con lo que cada una contaba con suficientes alicientes en la trama para no poder despegar los ojos de la pantalla en ningún momento. Incluso una trilogía con una estructura más parecida a la segunda de George Lucas como fue la de ‘El Señor de los Anillos’ logró no dejar huérfanas a sus dos primeras partes -que gozaron de una loable autonomía además de servir de lógicas encauzadoras del argumento- pese a que todo remitía al apoteósico final que acabó siendo ‘El Retorno del Rey’. En el caso que nos ocupa, la sensación era que los dos primeros actos no eran más que un alargado preámbulo hacia ‘La Venganza de los Sith’.
Todo en este Episodio III rezuma intensidad. De hecho, Lucas fue desdeñando por el camino numerosas escenas de situación, aclaratorias respecto al vasto argumento generado hasta el momento, para centrarse en lo importante: contar el paso de Anakin Skywalker al Lado Oscuro; en definitiva, relatar el origen de nuestro odiado/amado Darth Vader. De ahí, que asistamos a un frenesí narrativo que, pese a poder resultar contraproducente en determinados momentos, supone todo un contraste y un revulsivo respecto a sus dos predecesoras e introduce al espectador a un vértigo sensorial que sólo puede remitir a la grandiosa fuente original.
El comienzo era de lo más esperanzador: la incursión de Obi Wan Kenobi y Anakin en la nave del General Grievous para liberar al Canciller Palpatine parece un homenaje en toda regla a la saga: batalla espacial, intervención crucial de R2D2 y ese agradable espíritu a ‘buddy movie’ que ya acompañara a las aventuras conjuntas de Luke y Han. Cierto es que la profusión de efectos digitales, como ya indicaran acertadamente mis compañeros Jorge y José en las entradas inmediatamente anteriores, denota demasiadas semejanzas con la estética del videojuego y se echa en falta la fisicidad analógica de antaño. Tampoco entrará en los altares de la saga el combate que termina con el Conde Dooku, que cumple con la función narrativa de evidenciar el creciente poder de Anakin. Sin embargo, hay épica, hay tensión e incluso aún permanece algo resto de ese entrañable espírítu lúdico que tenía entre sus referentes el desenfado aventurero de los clásicos del joven Burt Lancaster (‘El halcón y la flecha’, ‘El temible burlón’). En definitiva, hay una garra hasta ese momento casi inédita en la segunda trilogía. Buen cierre pues al aspecto más luminoso de la historia. A partir de aquí, todo será…OSCURIDAD.
Antes de la balsámica gran traca final, la inferioridad de la segunda trilogía muestra su última evidencia. Anakin regresa con el Canciller a Coruscant y culmina su proceso de metamorfosis hacia el Lado Oscuro, Jugábamos con ventaja, ya todos estábamos avisados, y Lucas ya nos había dejado numerosas miguitas por el camino. La bisoñez mental que le da la juventud, la arrogancia y orgullo al ver su vertiginoso progreso como guerrero y el tener algo que perder, en este caso el amor de Padmé, son razones más que suficientes para que el ‘bueno’ de Anakin cambie de bando. Sin embargo, este proceso está contado con un apresuramiento y una dejadez impropias de un hecho tan trascendental en la saga. El ritmo vertiginoso de ‘La Venganza de los Sith’ causa aquí su peor daño colateral y no deja espacio a la sutileza requerida. Las escenas de situación nunca fueron el punto fuerte de Lucas (exceptuando, claro, la gran ‘American Graffiti’) y aquí queda sobradamente probado: todo acaba por resolverse con unos decepcionantes diálogos entre Anakin y Padmé (en los que Natalie Portman despeja toda duda de su superioridad sobre el limitado Hayden Christensen), la decepción del enamorado por el rechazo del Consejo Jedi a admitirle aún entre los suyos y una precipitada y torpona toma de decisión del inminente Darth Vader, No nos deprimamos, con la revelación de la verdadera identidad de Palpatine como Dath Sidious y la muerte de Mace Windu comienza lo realmente bueno.
El fragmento que se desarrolla entre la definitiva asunción de la identidad de Darth Vader y la transformación de la República en Imperio mediante las sucias artes de Sidious no sólo no tiene parangón alguno en la segunda trilogía, sino que puede competir de tú a tú con los más grandes ‘highlights’ de la primera. Lucas sufre una súbita metamorfosis, deja atrás su dubitativa labor de dirección más reciente y, de golpe, regresa a su mejor esencia. Ni el David Fincher más inspirado podría superar el excelso y frenético montaje y la sapiencia narrativa -en un claro homenaje a esa cumbre del cine que supone el final de ‘El Padrino’ de su viejo colega Francis Ford Coppola- con la que se cuenta la aniquilación por parte de Vader de casi todo el Consejo Jedi , destacando una oportuna y magistral elipsis que pone los pelos de punta, y los trágicos efectos de la Orden 66 dictada por el ya Emperador Palpatine.
Decididamente, el tono infantil con el que arrancó ‘La Amenaza Fantasma’ ha sido hecho añicos. Se impone la visión más adulta y trágica que jamas tuvo la saga -de hecho fue el primero de sus filmes en ser desaconsejado para menores de 13 años- , llegando a un punto de desencanto vital mucho más próximo a un Sam Peckinpah que al creador de Jar Jar Binks. En este aspecto, no es casualidad que este fragmento se presente abiertamente político. Los tejemanejes ya presentados en ‘El Ataque de los Clones’ concluyen con el triunfo de los planes de Palpatine para arrasar cualquier tipo de democracia y establecer una dictadura con la que gobernar a su antojo, tras pedir y conseguir del Senado plenos poderes al aducir una situación de gran emergencia. El paso de la República al Imperio, obviamente, retrotrae a la Roma clásica, pero también a otro ‘greatest hit’ de la historia de la tiranía: la Alemania nazi. Pero, sobre todo -situémonos en aquel 2005-, esta trama remite poderosamente a la actuación de George W. Bush tras el 11-S y su posterior intervención en Irak, no habiendo sido Lucas nunca tan directo y pegado a la actualidad como en este momento. Pese a la imposibilidad de enmascarar este dardo envenenado y a la polémica que generó entre la América más conservadora, el canoso cineasta nos dio una de sus desconcertantes declaraciones públicas y lo negó todo, asegurando que todo el grueso de la trama la había ideado cuando aún se desarrollaba la guerra de Vietnam. Altamente evocadora al respecto es la inmediatamente posterior batalla mantenida en pleno Senado por Yoda, ya de regreso y al tanto de las atrocidades de Vader, y Palpatine. Ambos saltan y se golpean sin rubor en una cámara vacía y desolada, destrozando los flotantes escaños de una estancia ya absolutamente alejada de su civilizada función y sólo útil para acoger la más descarnada violencia en su seno.
Sobrepasado este su tramo más brillante, ‘La Venganza de los Sith’ logra mantener ese gran nivel en su resolución. Con todas las cartas sobre la mesa, Vader se enfrenta en el volcánico planeta Mustafar con las antiguas bases de su existencia, Padmé y Kenobi, golpeando en un arrebato de ira a la embarazada madre de sus hijos y emprendiendo con su antiguo maestro un vibrante duelo final. La contraproducente utilización de los efectos digitales durante la trilogía logra expiar parcialmente sus pecados y una apabullante dirección artística nos sitúa en el verdadero infierno. El más insano azufre enmarca el mayor momento interpretativo en el trío de películas de un Christensen mejor cuanto más intenso y menos líneas de diálogo tenga y un Ewan McGregor que consigue convencernos, por fin, de que no había mejor elección posible para compartir el rol del gran Alec Guiness. Es incluso brillante narrativa y metafóricamente el, en principio absurdo, momento que decanta el combate a favor de Kenobi, mientras Vader es devorado por la viscosa lava en un momento de una intensidad casi insoportable.
A partir de aquí, concluye la película y comienza el MITO. Cualquier crítico frío y distante condenaría, no sin cierta razón, el fragmento final por extender el metraje bastante más allá de su punto más álgido. Sin embargo, los que en algún momento nos hemos dejado embaucar por la magia de ‘Star Wars’ no podemos sino asistir con el corazón desbocado al origen de todo lo que conocimos: la fundación del Darth Vader original rescatando los escasos rescoldos humanos de Anakin, con su imponente armadura negra y sí, esa mágica, robótica, atosigante respiración; el éxodo de Yoda y el nacimiento de Luke y Leia inmediatamente antes de la -como ya hemos señalado a lo largo de esta serie de posts- incongruente muerte de su madre.
Con esas fuertes palpitaciones de nuestro espíritu más soñador cerramos este sentido homenaje a la saga cinematográfica que seguramente más hizo por hacer brotar en algunos de los redactores de este blog la vocación de querer compartir las vibraciones que nos hace sentir la mejor ficción. Con esas fuertes palpitaciones estamos ya dispuestos a regresar de la mano de J.J. Abrams a una galaxia tan lejana y, sin embargo, tan cercana. Y a contároslo, claro.
Bueno pues por fin leo una serie de críticas equilibradas donde no se niegue por pura inercia la gran calidad del Episodio lll. Yo soy de los que sí vieron de estreno, con 10 años, lo que luego sería el episodio lV, así que no soy sospechoso de sobrevalorar las precuelas. Pero me irrita, primero, la falta de respeto a Lucas (no por vuestraparte desde luego), porque a mí me podrá dar pena que los ep. I y II sean malos , pero nunca me podrán provocar odio hacia alguien que sin duda los hizo con la mejor intención. Y segundo, la falta de matices al despreciar las precuelas, porque yo creo que el ep. III salva la función y que es injusto no reconocerlo, como no lo reconoce mucha gente que no se para a pensar y que lo mete todo en un mismo saco, cuando resulta que (a mi juicio) el ep. III es mejor, por ejemplo, que el VI (con perdón al de la nocilla). El crítico del NYT dijo que incluso suprior al IV ( El ep. V desde luego está más allá del bien y del mal). No hay derecho pues a que las precuelas se desechen en conjunto como muchos hacen.
Muchas gracias por este impresionante trabajo que habéis hecho, es lo mejor que he leído incluyendo lo que he leído en inglés. Una maravillosa mezcla deamor por la saga y de finura crítica.
Un montón de gracias por los elogios, Jaime.
Solo decirte que quedo un tanto abrumado por tus alabanzas y que me alegro mucho de que te haya gustado tanto un especial que hemos disfrutado tanto confeccionándolo como esfuerzo nos ha costado concluirlo.
En lo que a ‘La venganza de los Sith’ respecta, decirte que estoy de acuerdo contigo en que me parece superior a ‘El retorno del Jedi’, aunque en mi opinión no se acerca a los Episodios IV y V precisamente por arrastrar ciertas remoras, especialmente en su hora inicial, de sus predecesores I y II. Creo que las críticas a la segunda trilogía son exageradas, llevadas más por una pasión mal enfocada que a una visión realmente objetiva. Bajo mi punto de vista, las dos primeras son decepcionantes, aunque bastante visibles si las desmarcamos de la trilogía original, y pienso como tú, que la tercera redime a Lucas, sobre todo en espectacular segunda mitad.
Sin más, desearte un gran 2016, Jaime,