‘El hijo de Saúl’: No es otra película sobre el Holocausto
Tradicionalmente el Holocausto cometido por la Alemania nazi sobre los judíos fue prácticamente un tema tabú en el cine. Hasta no hace tanto sólo unas cuantas películas de variadas nacionalidades habían tratado un tema tan trágico, entre ellas el canónico documental de Claude Lanzmann ‘Shoah’. El gran paso adelante lo dio Steven Spielberg con la maravillosa ‘La lista de Schindler’ en 1993, una obra que se pretendía panorámica sobre el tema y que -como no podía ser de otra manera tratándose de tito Spielberg- luchaba por buscar la positividad en medio del horror mediante el heroísmo de la actuación del empresario Oskar Schindler y su salvación de centenares de personas. El triunfo crítico y comercial del filme caló tan hondo que el Holocausto abandonó anteriores miedos y se mostró como un material de lo más apetecible, especialmente en esta vertiente, entre muchas comillas, más amable: la de la crónica de pequeñas gestas humanas. Ocurrió, sin embargo y con honrosas excepciones como ‘El pianista’ de Roman Polanski, que el exterminio judío se convirtió en algo así como la coartada perfecta para aportar un dramatismo extra a tramas que, situados en cualquier otro momento histórico, serían mucho más insignificantes. Sin dudar de sus buenas intenciones, filmes tan sobrevalorados, en la humilde opinión de un servidor, como ‘La vida es bella’ o ‘Los falsificadores’ incurrían en esta circunstancia y contribuían a una cierta banalización de unos hechos tan horrendos.
He de admitir que cuando oí hablar de una película húngara sobre el Holocausto mi primera reacción fue de pereza, similar a la que muchos -no es mi caso- experimentan cuando el cine español trata de nuevo la Guerra Civil. Sin embargo, cuando las primeras crónicas anunciaban algo diferente, mi apatía se transformó en avidez. Por fin, ‘El hijo de Saúl’ está entre nosotros, cargada de premios y favorita indiscutible para el Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa, y, definitivamente, no es otra película sobre el Holocausto.
Olviden cualquier clase de buenismo, la película del debutante Laszlo Nemes -un nombre a seguir muy de cerca desde ya- nos mete de lleno en la más cruda lucha por la supervivencia. Nemes se somete a una férrea disciplina visual, colocando la cámara detrás del protagonista, bajo cuyo punto de vista observaremos todas sus vivencias durante un día y medio en el tristemente célebre campo de concentración de Auschwitz. De este modo, viviremos los hechos más terribles bien en un segundo plano, bien mediante acertadas elipsis, nunca regodeándose en ello y siempre intensificando a más no poder la confusión, el estado durante el que más tiempo se encuentran unos presos, que son tratados como personas de carne y hueso, con un lógico egoismo cuando la vida está permanentemente en un hilo, y no cómo las víctimas pasivas con las que han sido inmortalizadas en demasiados filmes anteriores.
Nemes no juega a buscar la empatía. Opta por la opción más difícil y elige como el protagonista que nos guiará por el campo del terror a un miembro del grupo de presos menos ‘popular’: el Sondërkommado, es decir aquel grupo de prisioneros que tenían un ‘empleo’, que desempeñaban aquellos trabajos que los nazis bien no querían hacer, bien necesitaba de demasiado personal como para que éste fuera remunerado. De esta manera, estas también víctimas cargaban con la culpabilidad de su presunta traición sobre sus iguales, al tiempo que eran mirados por éstos con lógico recelo. En concreto, en plena aceleración de los trabajos de exterminio en los últimos compases de la II Guerra Mundial, Saúl se dedica a cremar la multitud de cadáveres que expulsan a diario las mortíferas cámaras de gas camufladas como duchas, circunstancia que nos proporciona una secuencia inicial verdaderamente escalofriante. Saúl cree encontrar entre la montaña de cuerpos que manipula el de su propio hijo y emprenderá una cruzada personal para evitar que su cuerpo sea quemado y sea enterrado, como todo buen judío, bajo la tutela de un rabino que ha de buscar.
Esta búsqueda de salvación póstuma para el niño no sólo supone el ‘mcguffin’ de la película, la excusa para adentrarnos en Auschwitz, sino que es el propio ‘mcguffin’ de la vida de Saúl, la única razón de existir entre tanta podredumbre, el único objetivo para seguir luchando. Mientras Saúl se empeña en realizar su cometido hasta las últimas consecuencias entre reacciones de pena, especialmente incomprensión y también de repulsa, la trama retrata un momento de especial tensión dentro del campo: los crematorios no dan abasto para tanto cuerpo. Así, mientras que los nazis optan por volver a la vieja táctica del asesinato masivo a tiros, hecho que da lugar a una apocalíptica secuencia nocturna, Saúl va provocando indeseados ‘daños colaterales’ con su objetivo, en medio de un clima de terror en el Sondërkommando, que planea una rebelión al comprobar que su cometido en Auschwitz concluye y su vida vuelve a correr peligro.
Sorprende en un debutante el extremo rigor con el que Nemes lleva a cabo su visión de la historia. ‘El hijo de Saúl’ es, básicamente, una película de puesta en escena y la cámara no dejará de acompañar a la figura de Saúl por mucho que alrededor estén pasando todo tipo de sucesos ‘filmables’. La profunda inmersión tanto en despiadadas ejecuciones, ya sean individuales o colectivas, como en las interacciones de los prisioneros es una experiencia apenas igualada en el cine, si acaso generaba una sensación sensorial similar ‘Black Hawk derribado’, pero sin nada de la búsqueda de la espectacularidad de ésta y sí con un contenido y una implicación moral mucho mayor que la del filme de Ridley Scott. Nemes solo abandona su punto de vista, muy oportunamente, en una escena final devastadora.
Una gran parte de los que hemos visto o verán ‘El hijo de Saúl’ lo hemos hecho por su relación con los Oscar. Pero la estatuilla, conseguida o no, pasará y lo más importante es que el debut de Nemes siempre quedará como una obra de referencia, como aquella que nos recordó que no importa cuántas veces se cuenta una historía, si no que se cuente bien. La que consiguió despertarnos y volver a estremecernos con una de las páginas más negras de la Historia. No es recomendable, es necesaria.
Me han gustado tus dos últimos artículos, pero quiero felicitarte expresamente por éste, pues me has dado ganas de ver la película; aunque trate sobre un tema del que ya hace años quedé bastante saturado. Saludos. Arzu.
Muchas gracias, Arzu!
No dudes en ver la película cuando puedas, yo también estaba saturado del tema, pero ‘El hijo de Saúl’ lo trata de una manera muy diferente a lo que hemos visto hasta ahora. No es, digamos, entretenida ni tiene lo que solemos pedir a una película convencional, es una experiencia distinta e impactante.
Saludo gordo!
sobrevalorada, dificil de ver, a veces crees que estás jugando con la play dirigiendo tu al protagonista, original en la forma pero repite en exceso los planos, demasiado hermética, oscura, agobiante, siempre encima de la espalda de por otro lado excelente y bien conseguido intérprete, tremenda en su contenido, pero no puedes esperar otra cosa sobre ese tema. La vi en un festival y al final nadie expresó desaveniencias ni agrado alguno. film experimental, pero demasiado extensa para ello, para eso ya están los cortos.
Hola , Jadc,
Respeto tu opinión y coincido contigo en que no es para nada una película ‘agradable’ de ver, pero eso de «hermética, oscura, agobiante» es precisamente lo que más me gusta de ella. Es una visión del Holocausto nada complaciente, sin medias tintas, y me lo hace vivir mejor que otras películas sobre el tema, aunque alguna de ellas sea mejor en su conjunto.
Muchas gracias por comentar!
Muy de acuerdo con tu análisis, un tema que me dejó confundida es el final, me encantaría saber que lectura hiciste del mismo. Gracias!
Hola, Daniela,
Me alegro de que te gustara una película tan poco complaciente como tremendamente satisfactoria. Intentaré revisar ese final, porque hace ya varios meses que la vi y ya lo recuerdo demasiado vagamente para darte una respuesta satisfactoria.
Un saludo