“Watchmen”: el mejor cómic de la historia
El pasado 14 de febrero, El Cadillac Negro cumplió cuatro años. Cuatro años en los que no hemos dejado de crecer, tanto a nivel individual como colectivo. Cuatro años en los que hemos intentado ir mejorando, llegar a donde antes no llegábamos, ofreceros siempre, dentro de nuestras posibilidades, cosas nuevas y cada vez más interesantes. Por eso, cuatro años, 552 posts y más de 1.100.000 visitas recibidas (de las que nos encanta presumir, y por las que os estamos eternamente agradecidos) después, emprendemos una nueva aventura con la que esperamos dar otro paso adelante. Con «Viajeros ocasionales» abrimos las puertas del Cadillac a amig@s y compañer@s que se irán pasando de vez en cuando por aquí, ayudándonos en la tarea de mantener el motor en marcha y llegar así un poquito más lejos. Confiamos plenamente en que disfrutaréis viajando con ellos. Tienen libertad absoluta de llevaros a donde quieran, aunque ya sabéis cómo son estas cosas: no nos hacemos responsables de sus opiniones, bla bla bla, bla bla bla… Sin más demora, en esta ocasión le cedemos las llaves muy gustosamente a Miguel Negrillo, periodista y experto en cine, televisión, música, cómics y videojuegos, sobre los que escribe en su blog Negrillismo. Os animamos a que, después de leer esta entrada, le hagáis una visita.
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Al volante: MIGUEL NEGRILLO
«¿Son los cómics cosa de niños?». Posiblemente no haya una pregunta que más irrite al mayor genio que ha existido en el Noveno Arte. Alan Moore, un peculiar británico de inconfundible aspecto e indumentaria, escribió en la década de los 80 el cómic de superhéroes más maduro y complejo que se había hecho hasta la época. Incluso en la actualidad, costaría encontrar un título más avanzado y redondo que “Watchmen”.
La primera entrega (de doce) de “Watchmen” salió a la venta en Estados Unidos en septiembre de 1986. Ya por aquel entonces se estaban empezando a dejar atrás las coloridas historias de los años 70. Los héroes, empijamados en llamativos uniformes, derrotaban a los villanos (que solían vestir con trajes mucho más chillones todavía) en historias facilonas y optimistas. Aunque bien es cierto que en la era pre-Watchmen ya se empezaban a tocar ciertos temas más ‘adultos’ como la violencia de género o las drogas, la publicación de los ‘Vigilantes’ de Alan Moore y Dave Gibbons fue un antes y un después para el género.
“Watchmen” no es un cómic para leer de pasada en el metro o almacenarlo en el revistero durante semanas a la espera de encontrar un rato de dispersión. Para eso ya está Spiderman. “Watchmen” es una obra literaria que va mucho más allá de una simple historia de superhéroes viejunos que se vuelven a enfundar las mallas para investigar un crimen a imagen y semejanza de Angela Lansbury.
Antes de ponerse a trabajar en “Watchmen”, Alan Moore ya se había convertido en un autor respetado en el mundo del cómic. El excéntrico inglés ya había escrito varios tebeos para la revista británica “2000 AD”. Vaya por delante que aquellas obras, además de otros cómics cortos, tenían un marcado estilo anglosajón. Porque, no se os olvide, Alan Moore siempre ha sido muy suyo. Pero uno de sus trabajos más destacados fue para la filial británica de Marvel al frente de los cómics del Capitán Britania.
Con todo esto, el autor ya sabía de sobra cómo funcionaba el mundillo editorial. Seguramente, entonces ya le habían preguntado decenas de veces si escribía relatos para niños, y a él aquello no le acabó de cuadrar en su genial mente. Por eso, aprovechando que DC Comics absorbió Charlton Comics, una editorial estadounidense fundada en los 40 y que tuvo cierta presencia entre los 60 y 70, Moore vio la oportunidad perfecta para callar a todos los que le importunaban con la dichosa pregunta de los cómics infantiles.
La idea inicial era que “Watchmen” tuviera cierta continuidad con las historias de Charlton Comics. Alan Moore pretendía coger un puñado de personajes de aquella editorial y mostrarlos muchos años después en profunda decadencia. Pero DC ya tenía planes para ellos y los fue metiendo –a muchos de ellos con calzador– en su Multiverso, de modo que el bueno de Moore, obstinado como pocos, decidió inspirar a sus protagonistas en aquellos personajes que le hubiera gustado utilizar para su novela gráfica.
Así nacieron el Comediante, Rorschach, Dr. Manhattan, Ozymandias, Búho Nocturno y Espectro de Seda. En plena década de los 80, cuando ‘lo que molaba’ eran los supergrupos con el descubrimiento de los grandes crossovers como “Secret Wars” o “Crisis en Tierras Infinitas”, Alan Moore crea su propio equipo de superhéroes. El anzuelo ya estaba tirado, ahora sólo faltaba que el lector picara. Y vaya si lo hizo.
“Watchmen” cuenta la historia de la investigación de un asesinato. Un día, un veterano héroe, el Comediante, aparece muerto en Nueva York. La policía empieza a investigar pero no llega muy lejos. La base es la misma que en muchos cómics: sucede algo que no se puede resolver por medios convencionales y ahí entran en juego los héroes. Pero he aquí el giro de tuerca de Alan Moore, ¿y si los enmascarados ya no estuvieran bien vistos? En “Watchmen”, los superhéroes ya están retirados por imposición.
Con un planteamiento tan sencillo, la obra se vuelve casi inabarcable en cuanto echa a rodar. De un asesinato se pasa a una conspiración y, de ahí, a una historia que trasciende por completo a los héroes. Leer “Watchmen” en la actualidad supone asomarse a la sociedad norteamericana de los años 80, a los últimos coletazos de la Guerra Fría, al primer cómic oscuro del género. Los medios y el Gobierno tienen un peso fundamental en la trama, aunque nunca llegan a estar completamente personificados. Sea quien sea aquel que esté detrás de la conspiración que vuelve –aún más– loco a Rorschach también es un espíritu del siglo XX, la representación de cómo una sociedad puede volverse contra sí misma o contra un grupo determinado con un leve empujoncito.
Por eso, “Watchmen” es un antes y un después en el mundo del cómic. Alan Moore demuestra que se puede hacer otro tipo de tebeos más allá de ‘buenos contra malos’, incluso que se puede ir más allá de las clásicas diatribas del antihéroe que se pregunta si el empleo de la violencia es el adecuado en su trabajo como defensor de la justicia. En doce números, y un pequeño grupo de personajes, Alan Moore demuestra que se puede construir una historia de enormes proporciones con enmascarados de por medio. Tan genial es “Watchmen” que después de aquello muchos autores han copiado alguna de las muchas ideas que se vierten en su historia.
Lo curioso del asunto es que, a pesar de todo, es una historia con un peso brutal de los personajes. Hay dos formas de pensar en qué es “Watchmen” en realidad. Por una lado, ver la obra desde lejos, como el que contempla una catedral barroca llena de detalles y elementos sobrecargados pero, a su vez, coherentes unos con otros. Cada lectura desvela algo más. Mientras se desarrolla una línea argumental, la otra no queda en suspenso sino que sigue su rumbo y, a su vez, los autores logran que, al volver sobre ella, no haga falta más explicación que la narración de los acontecimientos. Es más, Dave Gibbons, el dibujante de la obra, a veces incluía elementos que pasaban desapercibidos incluso al propio Moore. A ambos les rondaba una idea por la cabeza: que haya que volver a leerlo todo varias veces. Esto último marca la tendencia de Alan Moore en sus posteriores obras.
El otro modo de entender “Watchmen” es como un compendio de historias que se desarrollan gracias al empuje de sus protagonistas. La trama de la conspiración tiene a Rorschach como máximo exponente (y, por eso, también hace de él el personaje más recordado); la situación geopolítica y, en definitiva, la libertad, reside en el Dr. Manhattan; la evolución de la psique humana en Ozymandias; la madurez en Búho Nocturno; las relaciones interpersonales en Espectro de Seda…
¿Es “Watchmen” una historia de personajes? Seguramente, no. Es más, Alan Moore tampoco es un hombre que se caracterice por crear a los mejores personajes salvando algunas excepciones como V (de “V de Vendetta”) o la joven Promethea (de “Promethea”). Sus personajes van en consonancia con las historias y, cuando te plantas ante un “Watchmen” todo parece mucho mejor.
La influencia de esta ‘magnum opus’ de Alan Moore es clave para el desarrollo de los cómics que ofrecían una alternativa a las historias convencionales de superhéroes. “Batman: The Dark Knight Returns”, de Frank Miller, no habría tenido ni la mitad de fuerza si no hubiera sido porque “Watchmen” enseñó al público a ver a los héroes desde un prisma de decadencia, fuera de la ley, fuera de su camino ‘ideal’. Además, el cómic de Alan Moore y Dave Gibbons sirvió también para revitalizar esa historia de ‘represión’ sobre los mutantes de Marvel, que en las décadas posteriores han recaído varias veces en la lacra de la sociedad superheroica. (Fe de erratas: aunque hemos decidido dejar el texto tal cual nos lo entregó su autor, debemos puntualizar, como bien nos señaló uno de nuestros lectores, que la obra de Alan Moore no pudo influir en «The Dark Knight Returns» de Frank Miller, puesto que ésta ya había sido publicada en su totalidad cuando salió a la venta el primer número de «Watchmen». Quiso el destino, en cualquier caso, que dos de las mayores obras maestras del noveno arte viesen la luz con muy pocos meses de diferencia)
La Marvel y la DC actuales no serían las mismas si “Watchmen” no hubiese ‘tirado por el camino de en medio’. ¿Se imagina alguien cómo hubiesen sido esos noventa sin la ‘oscuridad’ de los nuevos autores que irrumpieron en el panorama comiquero con ideas frescas? Ideas que, por cierto, ya se vislumbraban en “Watchmen”, pero que se repitieron en aquellos años con mucha menor calidad.
Es más, la mera idea de los humanos sin poderes temiendo a los ‘dioses superheroicos’ (algo así como los ‘muggles’ y los magos de las novelas de “Harry Potter”) es un concepto tan tan asequible para el lector ajeno al mundo del cómic, que es la base de una de las películas de Pixar: “Los Increíbles”. Ahí reside, en gran medida, la grandeza de la obra y el acierto de Moore al no utilizar a los Batman, Superman y compañía. “Watchmen” puede ser el primer cómic que lea un adulto y que le sirva para quedar fascinado ante un género desconocido para él.
Y sí, ‘un adulto’. Porque ya se ha avisado anteriormente: “Watchmen” mejora con cada relectura. El adolescente verá unas cosas, el adulto otras. La segunda vez se revelan detalles que anteriormente no estaban a la vista; y la tercera vez se escarba en una capa a mayor profundidad en la genialidad de Moore. Es una obra maestra, para qué negarlo.
Por cierto, mención aparte merece la adaptación al cine. Ya no es que sea un mal pase del formato cómic al fílmico, es que es una película abiertamente mala. Si el cómic tiene un trasfondo, la película carece de él por completo. Los personajes son planos, la historia es simplona, Rorschach es ‘un Batman’ del montón con un par de ‘catchphrases’ y el final… el final es totalmente inventado, absurdo, vomitivo y desgraciado. Si la película de “Watchmen” fuera una superficie, nadie debería poner sus pies a más de mil kilómetros a la redonda so pena de contagio inminente de ‘bajona cultural’.
En fin, si has llegado hasta aquí y aún no sientes un imperioso deseo de ir a la tienda a comprarte la última edición de “Watchmen” para disfrutar de literatura de alta calidad, mis condolencias. No sabes lo que te pierdes o, mejor dicho, a pesar de leer esto y saber lo que te pierdes, prefieres vivir en la ignorancia. Recuerda: los cómics no son sólo cosa de niños.
Yo, que peino canas y no pocas, no he leído nada mejor. El grado de involucración que me exigió siendo un polluelo tuvo una recompensa sencillamente inmejorable. Cada año tengo que leerlo de nuevo.
Lo cambió todo.
Hola, llevo siguiendo vuestra página bastante tiempo y me encanta que comencéis a hablar de cómics y que mejor que Watchmen para estrenaros. Pero quería comentaros un pequeño baile de fechas que habéis tenido en el artículo. Comentáis que Watchmen le abrió el camino a posteriores tebeos en su aproximación a un mundo más oscuro y realista, como el Dark Knight Returns de Miller. Las cuatro entregas del Dark Knight de Miller salieron con fecha de portada entre Febrero y Junio de 1986. Watchmen con fecha de portada de septiembre de 1986. Para el momento que se publicó el primer número de Watchmen, el Dark Knight de Frank Miller ya había sido publicado en su totalidad. Y por supuesto, no influyó a Miller, sino que ambos fueron dos obras que aparecieron en un año que el mundo del cómic cambió para siempre.
Saludos!
Tienes razón Felipe, gracias por la aclaración. Ya se lo hemos hecho saber a Miguel, de cuyas palabras (y de las de cualquier invitado que pase por el blog) no nos responsabilizamos, como decíamos en el primer párrafo. :-) Un saludo
A pesar de estar a años luz del comic, la peli de Watchmen es la mejor película de superheroes que se ha hecho nunca. Quitando el final es superfiel al libro. El comediante, Manhattan y rorschach son están magistralmente plasmados. Admito que todo lo que repecta al búho y silk spectre da bastante grima y que el final es un crimen pero en eso todos estamos de acuerdo.