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Billie Eilish: cantando a los monstruos que vienen a cenar

08/04/2019

En un buen número de ocasiones, los fenómenos artísticos se antojan inexplicables a ojos del público aunque exista una explicación, ya sea talento, estrategia de marketing impoluta o la suma de estas a otros factores. Lo que está claro es que es difícil escapar a las fauces de Billie Eilish en estos días. Había leído mucho sobre ella pero hasta hace una semana sólo había escuchado uno de sus temas más populares sin saberlo. «When We All Fall Asleep, Where do We Go?», su primer álbum de larga duración, sólo llegó a mi reproductor por recomendación de otro de los conductores del Cadillac, y es a partir de ese momento cuando intento dar forma a esta revolución musical que viene de manos muy jóvenes, considerándola más que digna para hacer su aparición en este vehículo nuestro en perpetuo movimiento.

Pero, ¿quién es Billie Eilish? Una compositora y vocalista que apenas cuenta con diecisiete añitos y parece tener todas las papeletas para ser un referente en la afición musical de la generación Z. Su éxito no es nuevo (no inmediatamente nuevo) y se genera unos años atrás con la publicación del sencillo «Ocean Eyes» y su colaboración en la banda sonora de «Por trece razones«, serie que en 2017 se metió en los bolsillos a la audiencia de Netflix. Sólo basta buscar su nombre en Spotify para darse cuenta de que, a su corta edad y previa a la publicación del disco, ya cuenta con un número digno de singles y EPs que han ido forjando las ganas de sus seguidores. Y tiene sentido, que esta chica con su rollo trash, su oscuridad, su melena de colores, su descaro y sus demonios, haya conquistado el panorama musical como otros y otras artistas que en su momento se nos antojaron el colmo de la rebeldía y la disconformidad nos conquistaron a nosotros.

Cierto es que la generación a la que parece ir dirigida este fenómeno a una se la ha quedado muy atrás, pero fenómenos aparte, y musicalmente hablando, como aquí nos gusta, Eilish se merece la atención de un público más amplio y que deje atrás barreras generacionales. Es suficiente un mínimo de apertura a los géneros musicales y, valga la redundancia, un rechazo al rechazo, para disfrutar de un álbum que, cuanto menos, es de lo más curioso que ha visto la luz en lo que llevamos de año. Un álbum compuesto por ella misma y cargado de estilos actuales pero diversos, nadando entre el indie, el synthpop, el pop a secas e incluso el trap, todo ello acunado por la voz de la cantante, que entona con la languidez de Lana del Rey y la seguridad de Lorde sin perder una calidez que se antoja comodísima en su escucha.

«When We All Fall Asleep, Where Do We Go?» es un universo pleno de criaturas nocturnas y pesadillas que construyen el imaginario de la artista, con unas letras que en resumidas cuentas vienen a decir algo tan simple como «estoy hasta el coño», un estado muy común a su edad y, sin darle demasiadas vueltas, a todas las edades posteriores. En conjunto, el LP tiene mucho de conceptual sin serlo en absoluto. Declaró no querer que sus canciones sonaran iguales y consiguió el efecto contrario sin ser esto una crítica negativa. En efecto, hay una heterogeneidad en la música contenida en su trabajo, pero éste hace gala de una cohesión fuera de toda duda, hay un hilo conductor, hay una historia de historias contada a través de beats y sintetizadores.

«Me he quitado el Invisalign y este es el álbum», dice Billie Eilish antes de estallar en risotadas sin complejos y dar paso a «bad guy», último sencillo de promoción que coincidió con la salida del álbum. Una muestra del R&B más agresivo, con chispa sardónica y cantado con cierto hastío que, sorprendentemente, resulta irresistible. Como así vuelve a resultarlo «xanny», una balada atmosférica en la que la voz distorsionada cobra importancia, sobre todo teniendo en cuenta que, como post-adolescente, rechaza uno de los fármacos mundialmente más conocidos como asesino de sus propias rarezas. Por su parte, la archiconocida «you should see me in a crown», titulada así por inspiración de las palabras de Moriarty en la moderna «Sherlock» de BBC, combina ritmos de hip-hop con su propia garra y una fuerte declaración de intenciones.

«When We All Fall Sleep, Where Do We Go?» continua su recorrido con la sensualidad de «all the good girls go to hell» y ese tema mayúsculo que es «wish you were gay«, uno de los mejores del álbum, vástago de la parsimonia más indie. Parsimonia a la que da continuidad «when the party’s over«, otro de mis cortes predilectos, casi celestial y lleno de intimismo. Un contraste con los juguetones acordes de ukelele de «8» y el pop noventero y gamberro de «my strange addiction».

«Bury a friend», sencillo que vio la luz a comienzos de año, se baña en rítmicos efectos sonoros como antesala de esa nana sintéticamente melancólica, casi salida de un filme de terror (para mayores de trece como mucho, eso sí) que es «iomilo», también entre mis favoritas. Y quizá tenga sentido volver a traer a colación a Lana del Rey, porque con «listen before i go» tenemos la oportunidad de escuchar a una joven discípula. Esta recta final del disco parece escrita desde una profunda tristeza y es lo que acaba por convertir a este compendio de canciones en un estado de ánimo, porque el anhelo de «i love you» resulta casi conmovedor y «goodbye«, cuya letra es un popurrí de todos los temas del disco, nos llega directamente de otra dimensión.

Sí, puede que se nos haya pasado la edad de subirnos al carro de ciertos fenómenos con el fervor con el que lo haría otro tipo de público, pero puedo afirmar de manera contundente que a mí, por lo pronto, Billie Eilish ha conseguido convencerme como artista en lo que concierne al terreno musical. Hay una inteligencia en «When We Fall Asleep, Where Do We Go?», unas ganas de expresar algo con intensidad (que es una de las motivaciones principales de todo aquel y todo aquella que se decide a crear) y una valentía. Y aquí valoramos eso. De momento su debut ha sido uno de los discos que más he disfrutado en estos primeros meses de 2019 y definitivamente es uno de los más interesantes. Lo que ha de venir, lo que supondrá la figura en la historia o cómo de grande ha de ser, de existir, el batacazo, son cosas que de momento no resultan relevantes. Aquí y ahora, tenemos un álbum notable.

 

 

 

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