Rosalía: la vida más allá de «El mal querer»
Rosalía sube un vídeo a las redes comiendo chicle: se arma. Rosalía publica un tweet con dos emoticonos: se arma. Rosalía anuncia tema nuevo: el pueblo prepara el tirachinas. Todas estas reacciones son relativamente normales ligadas a una artista que ha adquirido una fama mundial desorbitada. A más ojos miran, más borrones se encuentran. No obstante, no es posible obviar que mucha culpa de lo reaccionario viene de la mano del olor a naftalina del que aún no se ha librado la gran élite crítica, que no acepta un sólo cambio en los patrones de la industria musical. ¡Que la música se muere!, dicen por ahí. Pero la música está viva y muta y no han cesado los alumbramientos. No muere la música, mueren las viejas glorias. Y esas glorias tienen que morir porque es ley de vida, desafortunadamente aún no se ha descubierto la fórmula de la inmortalidad. El arte morirá cuando lo matemos, y lo haremos si seguimos obviando que el talento puede venir, también, de las manos de gente joven, con ganas de innovar, que haga géneros distintos y, por supuesto, que tenga derecho a equivocarse. Todo cambio social y avance arrastra transformaciones mayores, y menos mal, trae consigo voces nuevas.
Desde que «El mal querer» viera la luz, la artista ha participado de múltiples colaboraciones y ha publicado un número importante de sencillos en los que ha tocado todos los géneros que le ha dado la gana. La sensación general, o la niebla que flota actualmente en torno a su trabajo, es la de que ha perdido la esencia. Que ha olvidado el quejío. Que sólo hace música para masas. Que ya no queda nada de esa personalidad apabullante que destilaba su segundo álbum. Puedo llegar a comprenderlo, porque su salto a la fama ha supuesto, de manera lógica, un salto a lo comercial. Pero, ¿ha de ser «comercial» un adjetivo con connotaciones negativas? Porque sí, ha habido reguetón en este par de años (¿y?), pero con el tiempo perdido en llorar por ello, hemos pasado por alto que Rosalía no ha dejado de hacer música (y colaborar en ella) que se amolda a su estilo madre perfectamente y que, con sus mutaciones y ganas de experimentar, siguen teniendo su sello. Os dejo, tras el salto, con un pequeño ranking de mis sencillos favoritos. Aún se escuchan latidos.
5. «A Palé»
Comienza con esos lirios mélodicos que salen de su garganta, cantando al cielo en un acto íntimo y de divina gracia: Desde el día en que nací, traigo la estrella que llevo. Sé que a nadie se la debo. Sólo me protege a mí. Entonces todo muta, y esos ritmos entre el hip-hop y el trap que aquí nacen de las palmas se apoderan de todo. La propia artista, El Guincho y Frank Dukes producen un tema en el que, a pesar de que su Kawasaki va por seguirillas, tienen cabida Frida Kahlo y Goya en un polígono industrial. A ver, decidme que ha perdido ambición.
4. «Barefoot in the Park» (colaboración con James Blake)
Rosalía colabora con James Blake en este tema del álbum «Assumed Form», donde el pop con tintes de R&B de uno se amalgama con la sonoridad folklórica de la otra, dando lugar a un trabajo precioso que se siente, casi, como un arrullo lleno de romanticismo y calidez gracias a esas voces que son un don. Producen Dan Foat y Dominic Maker. Cuando te tengo a mi lao, lo pasao se queda atrás. Si tú faltas de mi vera y te tuviera que encontrar, hasta yo te encontraría, como el río va a la mar.
3. «Dio$ nos libre del dinero»
En el verano de 2019, la cantante publicó por sorprera un sencillo que produjo con El Guincho y que contiene dos temas: «Millonaria», una rumbita moderna en catalán y «Dio$ nos libre del dinero». A pesar de que fue el primero el que se llevó a todo el público de calle (para mí no pasa de tema simpático), el segundo es un cante electrónico poderosísimo sobre billetes ardiendo que se nos antoja una oración con autotune. ¿Que qué hace Rosalía hablando de quemar dinero? Yo qué sé, a la gente rica no hay quien la entienda. Yo no lo quiero pa ná. Los reyes y presidentes con la carita cortá.
2. «Juro que»
Quiso plantar la coleta en los Grammy llevando en las manos una vuelta a los orígenes y la jugada le salió redonda. «Juro que» vuelve a funcionar como una actualización de los tangos, pasional drama carcelario de corte algo más tradicional. De hecho, en esta ocasión a parte del público la broma le pareció demasiado flamenca y poco urbana, porque quejarse es gratis. Uno de mis sencillos favoritos, con sus jaleos, sus palmas y sus guitarras encendías. Ni un beso pude darle de despedía, y eso me arde.
1. «Lo vas a olvidar» (con Billie Eilish)
Cuando por fin llega la esperadísima colaboración entre Rosalía y Billie Eilish, no se nos presenta una canción, sino un milagro atmosférico que apuesta por el spanglish, de silencios y autotune, y obrado, nada menos, que para el segundo especial de la serie Euphoria. Como si los astros se hubieran alineado para darnos en una gota de lluvia la esencia de «When We All Fall Asleep, Where Do We Go?» y «El mal querer». Una producción de FINNEAS que, dicho sea de paso, no se nos va a olvidar. Dime, ¿qué harás con este veneno? Ná bueno. Dame un beso y bájame de la cruz.
Dice el refranero popular que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, y yo añado que esto es aplicable a un millón de cosas en la vida, como las carreras musicales. No creo que Rosalía vaya a dejar de sorprenderme. Para bien. Aunque ello implique algunos «meh» por el camino.
Cuando noto que alguien pierde su valioso tiempo en tratar de epatar al personal con postureo, noticias absurdas sobre anécdotas nimias referidas al «artista» de turno, en lugar de centrarse en lo suyo, que en este caso sería el cante, salgo huyendo buscando las joyas auténticas, en lugar de la bisutería barata representada por pedorras como la protagonista de este lamentable artículo y la autora del mismo.