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Pearl Jam y «Gigaton»: rumbo a lo desconocido

30/03/2020

Es muy probable que el hecho de que en pleno 2020 aún tengamos a Pearl Jam como uno de los mayores agitadores de masas del mundo del rock se deba al viraje que realizó el grupo hacia sus orígenes en 2006. Aquel álbum homónimo, más conocido como ‘el del aguacate’, tan enérgico y reconocible, hizo volver al redil a muchos de los fans perdidos por el camino y supuso una indudable inyección de vitalidad a la banda, que se extendería tanto a su apoteósica gira de presentación como a sus siguientes trabajos -el hipervitaminado «Backspacer» (2009) y el algo menos inspirado «Lightning Bolt» (2013)-, ambos continuadores de esa faceta más clasicista de la formación de Seattle.

Los más fieles, qué duda cabe, nos sumamos con alborozo a ese renacer, pero también nos quedamos con la pequeña espinita de no saber los caminos que habría tomado la banda en su vertiente más rompedora, la que se expuso en aquel afortunado conglomerado de estilos, tan maltratado por algunos, llamado «Riot Act» (2002), que corrigió y mejoró lo ya mostrado en «Binaural» (2000). Bien, pues esta pequeña facción de fans deberíamos estar de enhorabuena: esa ‘continuación’ ha llegado 18 años después y se llama «Gigaton».

La propia formación habla de un trabajo compositivo más colaborativo que nunca -algo que, sin duda, se nota-, con prolongadas ‘jams’ como primer paso hacia la factura de una docena de canciones que, sin tampoco suponer una revolución estilística, suenan más libres que nunca, dejando los grandes riffs de guitarra en el cajón y construyéndose a partir de elaboradas texturas instrumentales, siempre por debajo de la, más predominante que nunca, voz de Eddie Vedder.

Pese a todo, Pearl Jam no dejan de ser ya un grupo clásico…y, como tal, dividen el ‘track list’ en dos caras, a la vieja usanza. Y, como no podía ser de otra manera, la ‘cara A’ arranca con una de esas piezas iniciales marca de la casa. La enérgica «Who Ever Said» podría ser el pistoletazo de salida de cualquiera de los álbumes de la formación en lo que va de siglo, así es de convencional, pero, al menos, un bonito inserto melódico y el posterior ‘crescendo’ le aportan algo de identidad propia a un tema, como no, bastante disfrutable. Aunque en menor grado que una de las estrellas del disco, esa «Superblood Wolfmoon» que salió como segundo adelanto de «Gigaton» y calmó los ánimos de los más rockeros. Fresca, contundente, con un aire más punk que su predecesora; la brutal interpretación de un desatado Vedder la acaba por erigir en un futurible momento álgido de la próxima gira.

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¿Os acordáis de que no hace mucho, en una mañana de enero, nuestra principal preocupación consistía en dilucidar si la nueva canción de Pearl Jam era una innovadora genialidad o un vacuo experimento? Mucho ha cambiado el mundo desde entonces, pero ahí sigue «Dance of the Clairvoyants», aquel sonado primer adelanto del disco, ofreciendo sensaciones contradictorias. Si bien agradecemos la osadía de los creadores de «Ten» a la hora de buscar nuevas vías de expresión mediante ese contagioso ritmo de funk electrónico con percusiónes programadas, no podemos obviar que el tema no aporta gran cosa más y queda un pelín desangelado. Menos mal que, inmediatamente después, irrumpe en los altavoces la que, para un servidor, es la gran joya del disco: «Quick Escape». Seguimos inmersos en la faceta más exploradora de Pearl Jam, pero aquí el territorio nos es algo más conocido: este tema cadencioso de embriagadora atmósfera y apocalíptica letra en torno al mundo que nos dejará Mr. Trump recuerda poderosamente a aquel magnífico «You Are» de «Riot Act», pero la nueva composición de Jeff Ament se reivindica como única gracias a la exhibición percusiva de ese genio de las baquetas llamado Matt Cameron y un segmento final instrumental de órdago, con un solo de guitarra estratosférico.

La sutil «Alright» aparece casi pidiendo perdón, sin hacer ruido y sin apenas dejar mella, antes de que ponga fin a esta buena primera parte del plástico «Seven O’Clock», que parece seguir la misma tónica, con esas suaves texturas de teclado dando color a una pausada composición que sorprende con un poderoso tramo final 100% Pearl Jam, con un brillante Vedder y unos bonitos coros aportando una necesaria dosis de garra y alma.

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La ‘cara B’ de «Gigaton» arranca con buen pie con «Never Destination», otro de esos temas rápidos y agresivos muy típicos de la última hornada de la formación, en los que los riffs son cada vez más sencillos y menos relevantes y la voz de Vedder -de nuevo glorioso- toma el mando. Un gran solo guitarrero y unos logrados cambios de ritmo acaban de rematar una notable canción… la mala noticia es que es la mejor de las que quedan. Esta afirmación la corrobora la solo correcta «Take the Long Way», última dosis de energía del álbum y típica composición de Cameron: apariencia sencilla (la letra es simple a más no poder) pero acabado muy original gracias a esos ritmos descoyuntados con los que el batería la acaba pervirtiendo.

Pronto llega la calma chicha de la mano de dos agradables temas suaves: una bonita «Buckle Up» que, plena de sabor 60’s, parece la hermana pequeña de aquella «Who you Are» del «No Code»; y la muy austera «Comes then Goes»… o lo que puede ser el mayor acercamiento de los de Seattle a la canción genuinamente americana en su carrera.

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Cuando parecía que habíamos superado una fase de mera transición de cara a concluir el álbum por todo lo alto, la decepción aparece cuando nos topamos tanto con «Retrograde», que comienza como uno de esos medios tiempos tan clásicos de la banda pero que no acaba nunca de arrancar, como con la postrera «River Cross», una letanía guiada por un solemne teclado, muy del estilo de algunos cierres de álbum de Neil Young o incluso cercano a aquella «Indifference» de «Vs.», pero, sin duda, mucho menos relevante.

Acierta la formación a estas alturas de su carrera (que puedes repasar completa en este post) en darse la satisfacción de experimentar y recorrer nuevos caminos musicales -los fans ya estamos suficientemente saciados de grandes himnos por su parte como para reprocharles nada- , e incluso logran aupar a alguno de estos nuevos temas a la parte noble de su cancionero, pero tampoco deberían relajar en exceso su autoexigencia: en «Gigaton» hay cosas muy interesantes, pero en buena parte de su recorrido se navega entre el leve agrado y la indiferencia… y eso sí que no se lo puede permitir una institución tan mítica como Pearl Jam.

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