Saltar al contenido

«Nuevo orden»: la humanidad era esto

26/02/2021

Mucho ha tenido que ser lo que hemos sufrido o contemplado en los últimos tiempos -y especialmente en los últimos meses- para que lo que nos presenta «Nuevo orden» ante nuestros ojos no solo no nos parezca una ilusoria distopía sino que nos suena incluso cotidiano. No cabe duda de que solo hace unos pocos años la crudísima nueva película del mexicano Michel Franco habría generado un considerable impacto, pero en pleno 2021 -y a pesar de sus abundantes méritos artísticos- la realidad ha llegado a superar la ficción en muchas ocasiones… y a anestesiarnos.

No por ello debemos dejar de valorar en su justa medida la llegada a nuestra esquelética cartelera de una de las entregas cinematográficas más estimulantes que han recalado en ella en estos tiempos pandémicos. Franco, uno de los cineastas latinoamericanos más valorados en el circuito de festivales (hasta tres premios acumula en Cannes y logró otro en San Sebastián por obras como «Después de Lucía» (2012), «Chronic» (2015) y «Las hijas de Abril» (2017)), vuelve a explorar los aspectos más oscuros y sórdidos del ser humano pero para, en esta ocasión, darle un cariz más colectivo y social. No esperen un visionado pasivo, «Nuevo orden» -galardonada con el Gran Premio del Jurado en Venecia- es una explosiva mezcla del carácter revanchista de «Parásitos», el nihilismo revolucionario de la parte final de «Joker», el pesimismo apocalíptico de la serie francesa «El colapso» y la actitud iconoclasta de aquella incorrectísima «Calígula» de Tinto Brass.

El espléndido arranque de «Nuevo orden» nos sitúa en la boda de la hija de una acaudalada familia que se celebra en su ostentosa finca. Mientras, en los barrios aledaños se desarrollan cruentas manifestaciones que desencadenan disturbios fuertemente reprimidos por las fuerzas de seguridad (¿les suena esto de algo, verdad?). El eléctrico montaje contrapone el festejo de los invitados y la cumbre de negocios que es en lo que realidad se convierten estos enlaces entre grandes fortunas con las crecientes tensiones en la protesta. A la vez que la familia espera impaciente la llegada de la jueza que certifique la boda, un exempleado de la familia se presenta en la puerta para suplicar una ayuda económica que permita a su mujer, gravemente enferma, poder ser tratada en un hospital. Hasta aquí lo tenemos todo controlado, una trama más dispuesta a sumergirnos en la brutal y cada vez mayor desigualdad que divide, como una frontera invisible, a los más pudientes de un pueblo trabajador cada vez más depauperado económica y socialmente.

Pero la ‘tranquilidad’ llega hasta aquí. A partir de este momento, Franco juega con nuestras expectativas para ir rompiéndolas a hachazos y nos va llevando de la mano por un sendero infernal, una cuesta abajo sin frenos hasta el mismo abismo humano, un recorrido delirante en el que el espectador, ya inerme, asiste conmocionado a unos hechos que, sin embargo, no le son para nada ajenos y que, de hecho -algunos excesos aparte-, son dolorosamente reconocibles. El cineasta no da explicaciones, no proporciona contexto alguno, evita justificaciones accesorias, lo que deja sin asideros al espectador. La violencia solo es violencia, parece decirnos, venga de donde venga y cómo venga.

Tanto vértigo acumulado durante la primera parte del metraje hace casi inevitable que en su segunda mitad el filme se remanse un tanto -aunque no cesen las secuencias de impacto- y que, una vez pasado el frenesí, «Nuevo orden» muestre ciertas flaquezas. La historia sigue agarrándose a su continua búsqueda de ‘ir más allá’ pero sin abrir nuevas vías argumentales que lo sustenten y mostrando un caudal de contenido cada vez más parco. Sigue siendo cine vivo, excitante, feroz, pero…también algo hueco.

Los reducidos 85 minutos de duración hace que esta progresiva perdida de interés no llegue a empañar las numerosas virtudes de una cinta -entre las que se encuentra un excelente reparto coral- que se despide volviendo a sacudirnos con un definitorio plano final, que nos deja con esa sensación de desolación, de orfandad moral que ya nos hiciera sentir el Cormac McCarthy más desatado de obras como «Meridiano de sangre». No alberguemos vanas esperanzas ni falsos optimismos: la humanidad siempre ha sido, es y será esto: una fuente de violencia y destrucción.

Con los conocidos como ‘los Tres Amigos’ (Alfonso Cuarón, Alejandro González-Iñárritu y Guillermo del Toro) bien aposentados en el trono de Hollywood y con nombres como Carlos Reygadas y Amat Escalante como claros objetos de deseo de los mayores festivales a nivel mundial, el cine mexicano es aún capaz de seguir ofreciendo nuevos nombres y cosechando reconocimientos por todo el orbe. Mientras que esta «Nuevo orden» sigue su carrera triunfal, «Ya no estoy aquí», la sugestiva obra de Fernando Frías de la Parra, va bien encaminada para luchar por el Oscar a Mejor Película Extranjera. Una de las industrias cinematográficas más en forma del planeta continúa con la maquinaria bien engrasada.

No comments yet

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.