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“Californication”, la gran tragedia de Hank Moody

04/04/2012

(ALERTA SPOILER: Pues eso.)

El esperadísimo estreno de la segunda temporada de “Juego de tronos” parece haberlo eclipsado todo, pero el resto de series han continuado con su ritmo habitual y, sin ir más lejos, el mismo día y a la misma hora en que regresaba el éxito de la HBO, “Californication” cerraba su quinta temporada con un capítulo con, una vez más, claras reminiscencias rockeras: “Hell Ain’t a Bad Place to Be”. Ya hablamos en su momento de la importancia de la música en la serie de Showtime, pero también os prometí un post en profundidad sobre ella cuando terminase esta última tanda de episodios.

Entonces llegué a calificar la serie de bruta, irreverente, soez e incluso inmoral. Pero es, sobre todas las cosas, divertidísima. Además, no engaña a nadie y desnuda sus intenciones desde la mismísima secuencia inicial, aquella en la que Hank Moody tenía un ya mítico sueño en el que una monja acababa practicándole una felación con los Rolling Stones sonando de fondo. Llevábamos sólo un par de minutos y nos estaban diciendo: “Esto es ‘Californication’, lo tomas o lo dejas”. Y si lo tomas, te encontrarás, sí, con una serie subidísima de tono, atrevida y grosera, pero también capaz de conmoverte y tocarte (y desgarrarte) la fibra, aprovechando que probablemente te pille con la guardia baja. Durante sus cinco años en antena, la serie nos ha regalado más de una vez un capítulo legendario de altísima (y alocadísima) comedia, condensada en 29 desenfrenados minutos, para endosarnos a continuación un inesperado episodio en forma de dardo envenenado directo a lo más profundo de nuestras almas.

David Duchovny, también productor ejecutivo de la serie, se ha fabricado un papel a medida, que le sienta como un guante, y que tiene mucho del propio actor, que de hecho estuvo hace unos años en rehabilitación por su adicción al sexo. Para algunos siempre será el Mulder de “Expediente X”, para mí será siempre Hank Moody. En estos cinco años, ese atormentado escritor ha paseado sus aventuras y desventuras por las calles, playas, mansiones y oficinas de una Los Angeles que se ha convertido en un personaje más de la trama, junto al amor de su vida, Karen (Natascha McElhone), su inteligente, sensible y melancólica hija, Becca (Madeleine Martin), su agente y escudero, el patético pero noble Charlie Runkle (Evan Handler), y la zumbadísima esposa de éste, Marcy (Pamela Adlon). La joven hija del prometido de su amada, Mia (Madeline Zima), el productor musical Lew Ashby (Callum Keith Rennie) o el magnate cinematográfico Stu Baggs (Stephen Tobolowsky) han dejado a su vez una huella imborrable en la serie, que también ha contado con delirantes aportaciones de estrellas invitadas como una enorme Kathleen Turner, un pasadísimo Rick Springfield, un aún más pasadísimo Rob Lowe y el peligroso (pero con su corazoncito) rapero RZA.

La quinta temporada de la serie protagonizada por Duchovny ha rendido a buen nivel, y pese a no haber sido, en mi opinión, la mejor de su historia, sí puede haber sido la más importante y trascendental que hemos visto hasta ahora… Porque “Californication”, esa serie cachonda y gamberra sobre un mujeriego y juerguista empedernido, con tendencia a meterse en todo tipo de follones, cuenta en realidad la gran tragedia de Hank Moody. Un tipo con una lista de conquistas sexuales inagotable (como muestra, un botón). Un artista que ha saboreado las mieles del éxito, que ha conocido también el fracaso más absoluto y que ha sabido cómo resurgir de sus cenizas para volver a la cima. Un caradura entrañable, con la lengua más rápida y afilada del Oeste, que deja siempre, para bien o para mal, una profunda marca (o herida) en aquellos con los que se cruza. Pero, sobre todas las cosas, y como se define él mismo al comienzo de esta temporada, un ser “dañado”, “roto”, un “perro viejo sin trucos nuevos”. Un hombre condenado a la infelicidad eterna al ser incapaz de mantener a su lado a la mujer que ama, a la única que ha amado en toda su vida, y a la hija que tienen en común y que tanto adora. Pero en estos últimos 12 capítulos, y por eso decía lo de la importancia de esta temporada, hemos visto por primera vez a un Hank Moody más maduro, más consciente que nunca de sus miserias, y más dispuesto a redimirse.

Paradójicamente, en los momentos en los que ha salido a relucir el Moody más noble, aquel capaz de sacrificarse por los demás, sin importarle su propio beneficio, más golpes ha recibido y más maltrecho ha terminado, pagando quizás, esta vez de forma injusta, por todos los pecados que ha cometido. Y nunca hemos sufrido tanto con sus desgracias como en esta ocasión. Ese Moody más centrado y menos dispuesto a meterse en líos, algo que por supuesto no ha conseguido, ha dejado que gran parte de las tramas más excesivas y enfermas hayan recaído sobre los hombros de un humillado Runkle. La cuota femenina ha estado esta vez cubierta por la belleza afroamericana de Meagan Good, una nada inocente Camilla Luddington y la diosa de “Justified”, una Natalie Zea que, con sus tres breves intervenciones, puede haber marcado, aún no sabemos cómo, el devenir de la serie.

“Hell Ain’t a Bad Place to Be” ha cerrado esta quinta temporada con un ‘cliffhanger’ que no es tal, o que podría estar abierto a interpretaciones si no fuese porque sabemos que, probablemente en nueve meses, volvamos a tener a Moody entre nosotros. Se hace difícil atisbar ahora qué rumbo tomará la serie en el futuro más cercano, o incluso asegurar si a nuestro héroe le quedan muchas más vidas por gastar o si su fin está próximo. A diferencia de “Weeds”, otra comedia genial, en su momento, de Showtime, pero que agoniza cada vez más con el paso de las temporadas, hasta el punto de que ya muchos rogamos por un cierre lo más digno posible, a “Californication” aún podrían quedarle balas para seguir haciendo ruido. Yo al menos confío en que a ese perro viejo aún le queden muchos trucos por mostrarnos. Los que habéis seguido la serie fielmente, como yo, sabréis de qué estoy hablando. Los que aún no os habéis atrevido, pese a los spoilers que pueda haber ido soltando a lo largo de este post, os animo a que os arméis de valor y le deis una oportunidad. No os he destripado nada, en realidad. Algún día, Hank Moody no estará más entre nosotros, y entonces nos daremos cuenta de lo mucho que le echaremos de menos.

7 comentarios leave one →
  1. youyou permalink
    05/04/2012 3:13

    este post es de todo menos objetivo

  2. Anónimo permalink
    12/04/2012 11:10

    Estoy contigo en «Algún día, Hank Moody no estará más entre nosotros, y entonces nos daremos cuenta de lo mucho que le echaremos de menos»… Que bien me lo he pasado con el….

  3. peter673 permalink
    12/04/2012 20:32

    Hola!

    Ésta es de ésas series que demuestran que los mejores guionistas están hoy por hoy en la tele. Acabada la primera temporada, parecía que no habría nada más que contar, ya que Hank ya había recobrado a su mujer e hija, pero la serie se convirtió en algo más.
    La relación de Hank con su familia pasó a ser un telón de fondo sobre el que se pintaban diversas variaciones del mismo y la serie pasó a ser otra cosa, un cuadro francamente divertido a la vez que punzante de ése estado mental llamado Califonia. Y han mantenido el tipo todos éstos años! Increíble!

  4. Rodrigo Martín permalink*
    13/04/2012 2:13

    Sí, Peter, «Californication» no decae (aún), no desfallece, nos sigue brindando momentos delirantes y emotivos, pese a que como digo su quinta temporada no haya sido para mí la mejor. Quizás me quedaría con la segunda, que Lew Ashby era mucho Lew Ashby (por cierto, Callum Keith Rennie brilla muchísimo, y en un papel completamente distinto, en «Battlestar Gallactica»). Yo confío en que la serie siga a ese nivel algún tiempo más, porque como dice nuestro amigo Anónimo, qué buenos ratos nos hace pasar Hank Moody… y cómo nos hace sufrir a veces, insisto.

    Un saludo a ambos!

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