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«Crisis in six scenes»: Woody Allen se ahoga fuera de su pecera

20/04/2017

Después de varias décadas brindándonos continuas joyas cinematográficas y reiteradas lecciones cinéfilas, cuando menos lo esperábamos, cuando tenía ante sí la oportunidad de cómodamente dar un nuevo puñetazo en la mesa, sorprendentemente en lugar de sacar pecho y dar una patada a la puerta, ha agachado la cabeza y ha abierto el portón temerosamente, cerrándolo rápidamente casi pidiendo perdón. Hablamos de Woody Allen y de su serie “Crisis in six scenes”, su primer proyecto para la pequeña pantalla que, desgraciadamente, ha resultado uno de los mayores fracasos de toda su trayectoria, y se trata de un fracaso porque el patinazo ha sido a dos niveles: por un lado, básicamente la obra está por debajo de su nivel habitual, incluso del nivel habitual en sus últimos años; y por otro, la oportunidad que le ofrecía el proyecto para desplegar todo su arsenal de genialidad ha sido desaprovechado totalmente, firmando posiblemente el título más conservador que se le recuerda.

Respecto a Woody Allen por estos lares no somos sospechosos de nada ya que siempre hemos confesado nuestra admiración hacia el genio neoyorquino, no solo con loas hacia algunas de sus más destacadas películas, como por ejemplo «Match Point», sino que también somos defensores de su última etapa, en la que, a pesar de estar casi siempre lejos de sus obras magnas, sigue otorgándonos año tras año hora y media de gozo y deleite, como demostraba en «Blue Jasmine», «Magia a la luz de la luna» o «Irrational Man». De esta forma, dejando claro que no somos de los que dudan de su reconocimiento, ni de los que creen que hace siglos que debía de haberse retirado, ni de los que llevan tiempo esperando con el mazo en alto un tropezón, hemos de reconocer que realmente ahora no ha estado atinado. Con todas las posibilidades que la todopoderosa Amazon le brindaba, con libertad de movimientos, con un formato que le invitaba a ahondar en sus traumas y en sus personajes, con la tentación de dejar su sello con ribetes de oro también en la televisión, en lugar de optar por el riesgo más kamikaze, Woody Allen ha puesto el piloto automático y ha entregado su título más plano y uno de los menos inspirados. Ojo, también seamos justos, y es que si le quitamos a la serie todos los nombres y expectativas que llevaba casi como lastre queda un programa disfrutable y por momentos divertido, y a buen seguro que en ese caso la crítica que estamos llevando a cabo tendría otro tono. También es cierto si no llevara la firma que lleva seguramente ni nos hubiésemos interesado en ella, y, de visionarla, es más que probable que no nos hubiera motivado demasiado a escribir sobre ella y habría quedado en el rincón de las series olvidables, ni tan buena como para dedicarle unas líneas y compartir nuestro entusiasmo ni tan mala como para tener que alertaros de ella. Pero el caso es que la rúbrica no se puede obviar y en este caso es la principal causa de nuestra decepción.

«Crisis in six scenes», una serie original de Amazon y uno de sus primeros proyectos importantes para su plataforma de televisión, Amazon Prime Video, se compone de seis episodios de 25 minutos, por lo que a fin de cuentas, uniendo todos ellos, podríamos estar hablando de una película inusualmente larga en la trayectoria de Woody Allen. La historia se ambienta en los turbulentos años 60 en Estados Unidos, donde un acomodado matrimonio de clase media recibe la inesperada visita de una joven activista que alterará su tranquila existencia y su forma de ver la vida. Ese choque generacional es el principal y prácticamente único foco de atención que logra la serie, siendo esta limitación uno de sus principales errores. Si en sus películas Woody Allen está encorsetado por los 90 minutos de los que rara vez se excede, en esta ocasión tenía la oportunidad de desarrollar más sus personajes, de meter más tramas, de ahondar más en sus conflictos, aunque sus conflictos sean los que siempre plantea (la crisis de identidad, el paso del tiempo, la amenaza de la muerte, las relaciones amorosas con varios vértices…). Lejos de eso, la historia se muestra plana, con una evolución más que predecible y con elementos claramente identificables en su trayectoria, unos tics que, a pesar de haber sido expuestos en numerosas de sus filmes, incluso en esta ocasión parecen en ocasiones impostados, recurrentes y plagiados a él mismo.

Otro de los reclamos que presentaba «Crisis in six scenes» era la presencia en el electo protagonista de Miley Cyrus. No tengo muy claro si la elección de la Cyrus fue una cuestión de convencimiento personal (el propio Allen dijo que viendo su interpretación en la serie juvenil «Hanna Montana» vio potencial en ella), un intento por llamar la atención, una búsqueda de acercamiento al público juvenil o un amago del riesgo que tanto se hecha en falta en la serie. Sea como sea, a mí personalmente me parece un enorme error de casting y seguramente hay decenas de actrices que hubieran dado a este personaje mil matices menos sobados y unas réplicas más convincentes.

E interpretativamente también era de celebrar, a priori, la vuelta de Woody Allen a su personaje, ese que, pese a estar presente en la floja «A Roma con amor» (2012), no brillaba realmente desde «Scoop» (2006). A pesar de haberle dado otros rostros, como los de John Cusak en «Balas sobre Broadway» (1994), Kenneth Branagh en «Celebrity» (1998), Jason Biggs en «Todo lo demás» (2003), Larry David en «Si la cosa funciona» (2009) o Jesse Eisenberg en «Café Society» (2016), por citar solo algunos, el personaje masculino central ha sido siempre básicamente el mismo en buena parte de la filmografía del cineasta de Brooklyn, y este personaje está asociado a la interpretación que él mismo le dio durante su época dorada en inolvidables cintas como «Annie Hall» (1977), «Hannah y sus hermanas» (1986), «Desmontando a Harry» (1997), «Delitos y faltas» (1989), «Todos dicen I love you» (1996), «Poderosa Afrodita» (1995), «Misterioso asesinato en Manhattan» (1993) y un largo etcétera. Y maldita sea, ni incluso en este punto la jugada sale redonda, y es que el reencuentro de Allen con su personaje resulta casi caricaturesco, llevando sus recursos hasta el infinito y quedando cerca de la parodia, y es que paradójicamente, con el paso de tiempo en lugar de darle calma al personaje, este se muestra más acelerado que nunca. De todas formas celebro su presencia delante de la cámara, y suyas son las partes más divertidas de toda la serie, echándose en falta mucho, muchísimo, cuando no aparece en escena. Así, a falta de calado y una mínima trascendencia, al menos queda la hilaridad del personaje y sus miedos, por lo que cuando este no está, poco queda.

La tercera del vértice, Enaine May, interpretando a la esposa del personaje de Woody Allen, resulta definitivamente la mejor interpretación de la serie, una interpretación sobria y elegante, sin ser nada destacable, pero con la suficiente comidicidad para no desentonar en el lienzo. Eso sí, la sombra de Diane Keaton luce alargada y amenazante, sin que llegue a eclipsar, pero el recuerdo tanto físico como de actitud es evidente.

Y en un plano más secundario, dos palos opuestos. Por un lado, el tema de la pareja de jóvenes enamoradísimos a punto de casarse pero cuya relación se rompe súbitamente cuando él, también súbitamente, queda prendado, porrito de por medio, de una persona que es lo opuesto a lo que hasta entonces había conocido es algo que ya habíamos visto en infinidad de ocasiones, incluso en el cine de Allen. Por el contrario, las señoras que forman el grupo de lectura sí resultan entrañables y tronchantes en su evolución, pasando de ser de lo más conservador a convertirse casi en un escuadrón revolucionario.

Como ya hemos apuntado, la serie a la postre se queda básicamente en un enfrentamiento generacional, en un choque ideológico entre la efervescencia del personaje de Miley Cyrus frente al acomodamiento y convencionalismo del matrimonio Allen-May. Y en esa coyuntura Allen no se anda por las ramas y despliega todos los tópicos posibles en favor de la pretendida carcajada, perdiendo la ocasión de crear medias verdades, de intentar desmontar tópicos, de dar al contexto en el que lo plantea algo más de enjundia, de darle a los personajes alguna capa más y de proponer una evolución algo menos esperada. Por no destacar únicamente los elementos negativos, ya que, repito, si no fuera por la frustración que ha supuesto, la serie no es realmente mala, es de justicia no olvidar y remarcar como parte de lo más ingenioso las autoparódicas referencias que el personaje de Woody Allen, un escritor en horas bajas, hace hacia su obra y su momento actual de creación, un entrañable y logrado juego de espejos con el Woody Allen real.

Prácticamente desde el momento en que Woody Allen acometió la serie ya se mostró a desgana con ella, reconociendo que su producción había sido poco menos que un tormento. Sin duda se sentiría como pez fuera del agua, después de décadas y décadas acostumbrado a un mismo ritmo y modo de producción cinematográfica, con sus escapadas por varios puntos de Europa como único elemento diferenciador de una filmografía que, pese a sus innegables variaciones, funciona como un bloque, tanto en el empaquetado como en el fondo.

Desechado el intento de hacer una serie que revolucionara el ‘Universo Allen’, quizás la pretensión era dar forma a una especie de ‘greatest hits’ para mostrar al mundo seriéfilo lo que Woody Allen es capaz de hacer, y si el objetivo era ese quizás sí se ha conseguido, porque ya sabemos lo que son esas obras recopilatorias, un buen elemento para conocer a vuelapluma la obra de algún artista pero títulos al fin y al cabo sin alma y creativamente nulos. Pero una vez comprobado lo errático del experimento, esperamos seguir viendo por muchos años cómo nuestro venerado Woody Allen regresa a su medio habitual y cómo el pez da vueltas y vueltas en su pecera, en una monotonía tan predecible como encantadora.

3 comentarios leave one →
  1. Niniogorila permalink
    15/06/2017 12:23

    Debo ser el único al que le gustó esta serie. Se me hizo muy amena y los diálogos y situaciones me parecieron hilarantes.

    • Sergio Almendros permalink*
      18/06/2017 18:18

      La serie la vi con gusto y la disfruté relativamente. Pero con Woody Allen estoy acostumbrado a más, por eso digo que quizás ella decepción llegue por la firma de la serie, más que por la serie en sí.
      Un saludo Niniogorila

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