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Los grandes de hoy en día (VI): Naomi Watts

23/10/2012

Pocas escenas han resultado más trascendentes en el cine reciente como la relación lésbica en ‘Mulholland Drive’, el último clásico que nos ha dejado David Lynch. No solo es un culmen del morbo oscuro y referencia ineludible para erotómanos de todo el mundo, sino que daba uno de los giros de argumento más impactantes jamás vistos y abría de par en par las puertas a lo intangible, a lo onírico en el esquema del filme. Pero, sobre todo, porque situaba en nuestro radar de grandes intérpretes a esa frágil chica rubia que iba creciendo y creciendo sin parar durante el metraje, esa tal Naomi Watts. Es difícil  tener una mejor catapulta hacia el estrellato, pero hay que tener el suficiente talento e inteligencia para poder mantenerse durante ya más de una década entre lo más destacado del firmamento cinematográfico. Porque…¿alguién se acuerda de la última vez que oyó hablar de Laura Harring, su compañera de escena?

Pero la Watts no lo tuvo nada fácil hasta llegar ese momento. Cuando ‘Mulholland Drive’ fue estrenada, contaba con 33 años, una edad ya poco favorable para llegar a la cúspide de Hollywood. Nacida en Inglaterra e hija de un matrimonio roto (su padre, fíjense en la casualidad, colaboró con Pink Floyd y su desquiciada risa es la que suena en dos clasicazos como ‘Speak to Me’ y ‘Brain Damage’), vio como su progenitor fallecía a causa de una más que probable sobredosis a los 8 años y se  mudó a Australia con 14. Tras iniciar su carrera como modelo, consiguió papeles en diversas series televisivas y películas, hasta que intervino en 1991 en la aclamada ‘Flirting’, de John Duigan. Animada por este pequeño suceso, decidió probar suerte en Hollywood pero la fortuna no le acompañó durante la década del ‘grunge’: malvivía como podía en la engañosa y traicionera ‘Meca del cine’,  logrando solo pequeños papeles en producciones como ‘Tank Girl’ o ‘Los chicos del maíz 4’.

Tras la eufórica resaca de ‘Mulholland Drive’ fue cuando el destino, por una parte, y el buen juicio de la actriz, por la otra, se fusionaron perfectamente para subir los peldaños correctos de la escalera hacia la gloria. Si Watts ya se había hecho un nombre entre el público más culto, el protagonizar en 2002 ‘The Ring’, el ‘remake’ estadounidense de la terrorífica cinta japonesa (¿se acuerdan de aquella época no tan lejana en la que íbamos compulsivamente al cine a asustarnos con niñas japonesas de larga melena y vestidas con camisón?), cuyo gran éxito hizo su nombre ya familiar entre el público masivo. Tras ‘Ned Kelly’ y ‘Le Divorce’, en 2003 llegó otro aldabonazo para su trayectoria, la ’21 gramos’ de Alejandro González Iñárritu. Su crudísimo retrato de una mujer resquebrajada por dentro en una película puesta tan al servicio de sus actores la consolidó definitivamente. Ser capaz de estar a la altura, e incluso superar, de compañeros de reparto tan reafirmados como Sean Penn y Benicio del Toro, le dio su primera y, hasta ahora única, nominación al Oscar. Nada parecía poder parar a nuestra protagonista, especialmente tras obtener de nuevo un gran éxito con ‘The Ring 2’, ni tan siquiera sus papeles en la controvertida ‘Extrañas coincidencias’ y en la floja «El asesinato de Richard Nixon’, en la que volvió a coincidir con Penn.

Watts ya era en 2005 una de las actrices más prestigiosas del mundo. Lo tenía todo: su belleza le facilitaba poder protagonizar casi cualquier cosa en el Hollywood más comercial, mientras que esa engañosa fragilidad que luego se transforma en una tremenda fuerza interior, y su talento, claro, la hacían verdaderamente apetecible para los cineastas más arriesgados. Ya estaba preparada para las más altas empresas. Y éstas no tardaron en llegar. Si hay algún personaje femenino icónico, además de la Escarlata O’ Hara de ‘Lo que el viento se llevó’, en la historia del cine, ese es el de Ann Darrow, esa actriz de vodevil que le valió a Fay Wray convertirse en una figura de culto definitiva. Pues bien, un engrandecido Peter Jackson (y no lo decimos por el físico, mal pensados) decidió, tras arrasar con la saga de ‘El Señor de los Anillos’, que para su arriesgada nueva versión de ‘King Kong’ iba a poner gran parte de la responsabilidad en la británica-australiana. No cabe duda de que acertó: Watts supo dotar al papel del encanto y belleza de Wray, pero además  supo adaptar al personaje a los nuevos tiempos, dándole mucha más capacidad de acción, brillando especialmente en el tramo final del filme, en el que tenía el protagonismo absoluto. En ese momento nos dimos cuenta de que Watts hubiera encajado tan bien en el Hollywood clásico como lo hace en el actual.

Buena muestra del nivel alcanzado por Watts a mediados de década fue el éxito que cosechó en 2006 ‘El velo pintado’, un, en principio modesto, ‘remake’ de una cinta con Greta Garbo que apostó por recuperar las esencias más clásicas del drama romántico, superó las previsiones más optimistas de taquilla y se convirtió en un pequeño clásico, teniendo gran parte de culpa la arrojada interpretación de nuestra protagonista. La racha imparable continuó en 2007, cuando fue llamada por el David Cronenberg más en forma para intervenir en ‘Promesas del este’, un filme, que como sabréis los más habituales, es un claro favorito para los autores de este blog. Watts interpretaba a una comadrona que se introducía de lleno en el violento mundo de la mafia rusa y volvía a mostrar su característica tremenda fuerza interior pese a una aparente fragilidad para regalarnos un duelo interpretativo inolvidable con Viggo Mortensen.

Una vez alcanzada y asentada su posición en la cumbre, Watts no ha conseguido ningún gran hito en su carrera en los últimos años pero ha seguido demostrando su talento y su inteligencia a la hora de elegir papeles. Tanto especializándose en ‘thrillers’ comerciales de cierto prestigio como ‘The International’ y ‘Caza a la espía’ como cumpliendo sueños como los de trabajar a las órdenes de leyendas, aunque en papeles decepcionantemente pequeños, del orden de  Woody Allen (‘Conocerás al hombre de tus sueños’) y Clint Eastwood (‘J.Edgar’), como arriesgando en la adaptación estadounidense que Michael Haneke hizo de su ‘Funny Games’, y, además, brillando sobremanera, en su mejor interpretación de los últimos años, en ‘Madres e hijas’, película muy estimable en el que Rodrigo García dio a nuestra protagonista un papel que le iba que ni pintado. Y a fe que lo aprovechó.

Esta época de relativa tranquilidad ha terminado. Si con la recién estrenada ‘Lo imposible’, del español Juan Antonio Bayona, ya le auguramos un gran éxito internacional, más allá de las históricas cifras cosechadas en España, con un papel ‘bombón’ de heroína disfrazada de madre convencional, en 2013 le espera ‘Diana’, del alemán Oliver Hirschbiegel, en el que interpretará a la Lady Di de sus dos últimos años de vida, un rol con el que podría cubrir el único déficit en su carrera: una lluvia de premios que sin duda lleva años mereciendo. Que así sea.

5 comentarios leave one →
  1. 23/10/2012 22:46

    Verla en ‘Mulholland Drive’ fue todo un flechazo. Aparte vi la película unas siete veces para poder sacar algo en claro.

    • Alberto Loriente permalink*
      23/10/2012 23:54

      Hola, Nomeko.Yo también anoté su nombre en mi agenda con ‘Mulholland’. Lo de ver la película siete veces creo que no lo aguantarían mis neuronas, creo que la he visto dos o tres veces y no te sabría decir exactamente de qué va, pero sí que es un peliculón. Y creo que eso es lo importante. Un saludo!

  2. 24/10/2012 18:36

    Totalmente de acuerdo. Peliculón. El ambiente del club Silencio con ese Crying en castellano de Rebeca del Rio es irrepetible.

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