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«Los amantes pasajeros», el desafortunado vuelo de Almodóvar

12/03/2013

Los amantes pasajeros_1

Pedro Almodóvar es uno de esos directores que levanta tantas pasiones desbocadas como odios desmedidos con cada nuevo estreno, aunque solo dentro de nuestras fronteras, puesto que en mercados extranjeros sus películas son casi siempre recibidas con calidez o, en el peor de los casos, con una ligera condescendencia. Pero aquí, en esta España cainita, atávica y envidiosa, no se perdonan determinadas filias y militancias, y resulta imposible separar al cineasta del personaje público. Solo así puede entenderse que un autor tan reconocido y respetado por la crítica europea y norteamericana aquí sea permanentemente cuestionado, cuando no vilipendiado, por tantos individuos que, en muchos casos, ni siquiera se molestan en ver su cine para poder criticarlo. “Ladran, luego cabalgamos”, puede consolarse el universal manchego, aunque probablemente su inmenso ego nunca podrá aceptar no ser profeta en su propia tierra. En mi caso, no me cuesta nada colocarme en una posición equidistante entre haters y fanáticos y juzgar simplemente lo que me muestra en su cine. Por supuesto que no soy de esos mitómanos que rebuscan autorreferencias escondidas en cada fotograma, pero sí me asomo con cierta curiosidad a cada nueva propuesta suya, especialmente las presentadas en el nuevo siglo.

Nunca conecté demasiado con la etapa ochentera de Almodóvar, la de la comedia frívola y gamberra, la irreverencia provocadora y la frescura sin destilar que definen el almodovarismo primigenio. No niego su importancia en la evolución del cine patrio tras la transición pero, salvo “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) y, sobre todo, “Átame” (1990), ninguna cinta de esta época me parece memorable, aunque aún menos cosquillas me provoca su primera etapa de madurez, que abarca la década de los noventa, en la que gana en esteticismo pero pierde vigor e inspiración. Sin embargo, a partir de la oscarizada “Todo sobre mi madre” (1999) sí detecto a un cineasta que me interesa más, más valiente, arriesgado y complejo. No siempre ha acertado, pero cintas tan audaces y osadas como “Hable con ella” (2002) (recuerden, Oscar al mejor guión original y nominación al mejor director), “Volver” (2006) y “La piel que habito” (2011) definen a un director imaginativo, imprevisible, sin miedo a dinamitar géneros y abordar historias descabelladas que en manos de otro habrían desembocado en auténticos despropósitos.

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Aunque son muchos los que echan de menos al Almodóvar de los 80, para mí no hay ninguna duda de que su versión de los últimos diez años es tremendamente superior y, desde luego, está más en sintonía con mis inquietudes cinéfilas. Por eso me desconcierta y me decepciona que su último filme, “Los amantes pasajeros”, se haya vendido como un regreso del  director al universo de sus inicios, como si necesitara congraciarse con una audiencia que últimamente no pasaba por taquilla con el entusiasmo de antaño. Prefiero pensar que su nueva cinta es un paréntesis en su carrera, un mero ejercicio terapéutico con el que se ha tomado un respiro antes de abordar nuevos retos más estimulantes. De otra forma me resultaría muy difícil disculpar una película que es un desafortunado paso atrás de un cineasta que no necesitaba viajar al pasado en busca de no se sabe muy bien qué, a tenor del resultado final. Salvando las (enormes) distancias, me recuerda al Steven Spielberg de “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”, y eso no puede ser bueno.

Ningún artista (y ya puestos, ningún individuo) puede pretender ser a los 60 años el mismo que era con 30, principalmente porque no solo ha cambiado él, sino también el mundo. Y en un caso como el del manchego, cuya evolución ha sido tan evidente, es aún más improbable. Su esfuerzo por entrar en las mallas de los 80 es tan conmovedor como finalmente inútil, y es que hay cosas que es mejor dejar como estaban. Porque lo que entonces podía ser moderno y rompedor ahora corre el riesgo de resultar anacrónico e inane, y eso es lo que le ocurre a “Los amantes pasajeros”, un pastiche artificial que se despeña sin frenos por la ladera de la irrelevancia y la futilidad.

Amantes-pasajeros_3

Con todo, Almodóvar intenta levantar una “screwball comedy” de aquí y ahora, con el punto de mira puesto en una España en crisis en la que los estafadores y corruptos campan a sus anchas mientras que la narcotizada clase turista no se entera de nada, aunque el manchego dispara con balas de fogueo, ruidosas pero inofensivas, porque le importa más tratar de convencernos de que no ha perdido el toque para el humor de enredo, la ocurrencia ingeniosa y la transgresión verbal. No lo consigue. Incluso en su oscura última etapa Almodóvar siempre había conservado una comicidad surrealmente particular, pero  “Los amantes pasajeros” vuelan entre chistes sobre falos y felaciones, chascarrillos gayers y gags pseudo-eróticos que no solo ya no ofenden a nadie, sino que tienen la gracia justita.  Sí hay algunos golpes algo más inspirados (y no me refiero al desfasado número musical a ritmo de “I’m so excited”, que a mí no me dice nada), pero están tan aislados dentro de un guión prácticamente inexistente que se pierden en la vulgaridad general.

Javier Cámara, Carlos Areces y Raúl Arévalo forman un voluntarioso trío de azafatos emplumados, pero no son suficiente para elevar la comedia y tampoco logran trascender el cliché que los aprisiona, aunque peor lo tiene la galería de intérpretes convocados en esa primera clase de vips (Cecilia Roth, Lola Dueñas, Guillermo Toledo, Miguel Angel Silvestre…) plagada de personajes anodinos e insustanciales, indignos del Almodóvar de cualquier época. Y en medio de este frustrante “quiero y no puedo”  el cineasta nos saca un rato del avión para introducirnos en una subtrama protagonizada por Blanca Suárez, Paz Vega y Carmen Machi en los aledaños del viaducto madrileño que no tiene nada que ver con esta película pero que resulta mucho más sugerente que la mayoría de cosas que ocurren en ella.

Los amantes pasajeros_Blanca Suárez

Es posible que “Los amantes pasajeros” convoque a más personas a las salas que sus películas anteriores (aunque me temo que el efecto boca-oreja será demoledor), pero espero que Almodóvar tenga claro que este no es el camino a seguir y confíe en su intuición para continuar apostando por proyectos atrevidos y sugerentes aunque no cuenten con el respaldo unánime del público o terminen resultando fallidos. Mejor eso que (mal)imitarse a sí mismo.

4 comentarios leave one →
  1. Txarly permalink
    12/03/2013 12:09

    A mí esta película me tiene desconcertado. No sé qué pensar de ella. Si la analizo fríamente, no hay género de dudas: la peor película que ha rodado Almodóvar desde «Kika». Si me esfuerzo en no quedarme con lo evidente e intento ir un poco más allá, la veo como una comedia absurda y delirante que oculta un subtexto bastante más interesante de lo que muchos creen. Y ahí estoy, debatiéndome entre el patinazo de órdago o la película menor. Pero aunque finalmente me decante por la segunda opción, que será lo más probable, me seguirá pareciendo una película floja. Sorprendentemente floja. Cuesta creer que el mismo director que escribió los guiones de «Mujeres al borde de un ataque de nervios», «La ley del deseo», «Todo sobre mi madre» o «Hable con ella» (por citar sólo unas cuantas) haya escrito también el de ésta última. Sin duda es lo que estropea la película. La historia más sencilla de todas las que ha ideado en los últimos quince años es probablemente la que peor remate ha tenido. Y no me lo explico, la verdad. No sé muy bien qué es lo que pretendía contar Almodóvar con esta película. Me parece tan alejada de todo lo que ha hecho a lo largo de su carrera (incluido el cine que hacía en los 80) que no consigo pillarle el punto. Necesito que alguien a quien le haya gustado me diga qué es lo que tiene de maravilloso, porque yo, sinceramente, no se lo encuentro. Pero algo tiene que tener a tenor de las variadas (y muy interesantes) lecturas que se pueden encontrar por la red.

  2. Tamara de Lempicka permalink
    12/03/2013 19:43

    Hoy voy a ser breve y escueta, ya que es lo que me sugiere el cine de Almodovar. Yo no la he visto ni la veré, simplemente porque el trailer ya me ha dado vergüenza ajena. Yo no soy ‘hater’ de Pedro (no soy Boyero ni tengo su mala leche), realmente casi de nada (I hate to be a hater ;) pero a mí el ‘superdotado’ manchego y su ‘universo almodovariano’ me abuuuurrrreeeeennnnn soberanamente. Será que soy simple.

    Saludos, Jorge.

  3. aaa permalink
    13/03/2013 8:17

    Es algo extraña la introducción que debe hacerse antes de hablar de Almodóvar para que se tome en serio tu opinión. ¿Es realmente importante si se conoce la filmografía previa al director? ¿Hay realmente esta dicotomía tan marcada entre detractores y seguidores de Almodóvar? Sin saber la respuesta, y sólo si tuviese que situarme en uno de los dos extremos, me pondría en el grupo de seguidores acérrimos (siguiendo lo que creo que es una opinión fundada, en ningún caso ciega) del singular director.
    Evidentemente, no todas sus películas nos pueden gustar por igual: hay algunas, como Laberinto de pasiones, Matador y La piel que habito, que, sencillamente, no me gustan. Otras, como Mujeres al borde de un ataque de nervios, el perfecto tándem que forman Todo sobre mi madre y Hable con ella, Volver y algunas otras que no gustan a todo el mundo por igual, como Los abrazos rotos, La ley del deseo y Tacones lejanos; son películas, en mi opinión y teniendo en cuenta sus fallos, simplemente geniales. Irrepetibles, para bien o para mal, lo son todas las películas del director.
    Por ello, es difícil enfrentarse a Los amantes pasajeros porque es la película más marginal de la filmografía del director, incluso más que La piel que habito. Me explico. Almodóvar ha escrito su comedia gamberra, una película de humor mamarracho y escatológico, sin más pretensiones que las de trasladar sus recuerdos de las movidas madrileñas a un avión clase business. Asoma la cabeza alguna metáfora, pero no nos engañemos: hablar de esta película como una alegoría de la España actual sería como hablar de Malditos bastardos como una metáfora del poder histórico del cine (como el pardillo de Tarantino se empeñó en repetirnos) y no como el simple divertimento que es.
    Es, por ello, una mala película? Yo creo que, igual que las películas de Quentin, da lo que promete. Almodóvar habla de Los amantes pasajeros como una película menor, una comedia que no quiere que pase por ningún festival porque es lo que es y su autor es consciente de ello. Es Pepi, Luci y Bom con un presupuesto insultantemente alto. Es una película a destiempo, anacrónica, un capricho del director o de su ego (todo sea dicho, un ego casi insultante), como con Tarantino.
    Y sí, tiene fallos. A raudales. Sin embargo, la disfruté tanto como en su día disfruté con ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, y soy de los que defiende la película porque (igual que la gran mayoría de la sala de cine, no creo que el boca-oreja perjudique la película) me reí con ella. El tiempo decidirá si se queda en mamarrachada o en película de culto, en un sucedáneo de Kika o uno de Pepi, Luci y Bom. Yo lo tengo claro: Los amantes pasajeros es un viaje accidentado pero disfrutable.

  4. Jorge Luis García permalink*
    13/03/2013 14:05

    Hola Txarly, Tamara y aaa, muchísimas gracias por vuestras intervenciones. En mi opinión, la sola mención del nombre «Almodóvar» provoca inmediatamente multitud de pareceres polarizados (y sólo hace falta darse un paseo por internet para corroborarlo), y luego estamos los que no nos alineamos necesariamente con ninguno de los dos bandos. Por eso me parece pertinente (aunque no imprescindible) dejar clara nuestra posición a la hora de hablar de una nueva película del manchego (y eso también valdría para referirnos a la última película de Malick o de Lynch), porque no es lo mismo saber que estás leyendo a un hater irreductible que a un fan fatal. Dicho eso, Txarly rogaba que alguien le dijese qué tiene de maravilloso «Los amantes pasajeros», y aaa le da la clave: la defiende porque se rió con ella. Asumiendo que el propio Almodóvar la considera una cinta menor (no sabía que no quería moverla por festivales, gracias por el apunte), todo se reduce a conectar con su humor o no hacerlo, porque de argumento va muy justita, y la alegoría de la España actual (como bien dice aaa) es demasiado leve como para tomarla en serio. Y yo no conecté. Si el gran «highlight» de la película es ese petardo número musical de «I’m so excited», eso está muy lejos de la comicidad con la que yo disfruto. Un saludo!

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