“Homeland” sobrevive a su travesía por el desierto
(ALERTA SPOILER: Prohibido leer sin haber visto hasta el último capítulo de la tercera temporada, “The Star”)
La tercera temporada de “Homeland” probablemente quede para siempre en el imaginario colectivo como aquélla de su caída en desgracia, la que le hizo perder los favores de buena parte de una crítica y, peor aún, de un público que hasta ese momento y casi unánimemente bebían los vientos por ella. Y no será porque se hayan resentido sus audiencias, que han sido similares a las del pasado año, siempre en torno a los dos millones de espectadores en EE.UU (recordemos que se emite por cable en la cadena Showtime), llegando a batir incluso su propio récord con 2,4 millones con la emisión de su ‘season finale’. Pero basta fijarse en las recientes nominaciones a los Globos de Oro, en donde ha sido totalmente ignorada, para darnos cuenta de que la antaño niña bonita de los premios televisivos (cinco de los citados galardones y seis Emmys, por mencionar los más importantes, con sus dos primeras temporadas) ha perdido su ‘mojo’ en esas contiendas. O haber sondeado en las últimas semanas unos cuantos blogs para constatar que, para muchos de sus seguidores, el interés y la credibilidad de la serie han ido decayendo notablemente, cuando no se han ido directamente por el retrete.
En un año en el que estaba de nuevo obligada a reinventarse, como muy bien apuntaba mi compañero Jorge a principios de octubre en su entrada “Nueva partida, nuevos desafíos”, honestamente, “Homeland” se merece en parte ese castigo por un inicio de temporada, en concreto cuatro episodios, que jugaron temerariamente con la paciencia de los espectadores. Pero una vez superado ese duro trance, también es de justicia reconocer que el show poco a poco fue entonándose, recuperando sus señas de identidad, rayando a un muy buen nivel, para acabar no sólo encontrando su mejor versión, sino que iré más allá: convirtiéndose en una “Homeland” inédita, completamente distinta y nunca vista hasta la fecha, que nos entregó algunos momentos sobresalientes, de los mejores del año. Una serie que terminó en lo más alto, sobreviviendo así, triunfante, a una durísima travesía por el desierto. Quizás para muchos ya era demasiado tarde. Los más pacientes, en cambio, creo que obtuvimos una más que justa recompensa. En lo que todos estaremos de acuerdo es en que ha sido un año terriblemente irregular, en el que se cometieron numerosos desatinos y torpezas, pero no pocos aciertos y victorias. Cada espectador es un mundo, y para unos la balanza se inclinará para un lado o para otro. Para el autor de este post, claramente terminó teniendo mucho más peso lo segundo.
Pero, vayamos paso a paso. No fue hasta el final del cuarto episodio de la temporada, “Game On”, cuando no tuvimos conciencia de que todo lo que habíamos visto hasta ese momento, esa trama que parecía no llevarnos a ningún lado, salvo a ponernos cada vez más de los putos nervios, formaba parte de UN PLAN. Fíjate tú qué cosas. Supuestamente, “Homeland” volvía a metérnosla doblada, nos endiñaba un nuevo giro de guión que debía dejarnos con la boca abierta, planchados en nuestros asientos, con cara de ‘coño, pero qué listos son’… ¿Una maniobra genial marca de la casa? Pues, lo siento mucho, pero esta vez no. Ya se apresuró uno de los principales guionistas y ‘showrunners’ de la serie, Alex Gansa, en salir inmediatamente a dar explicaciones. La defenestración de Carrie Mathison (Claire Danes) y su calvario en la institución psiquiátrica formaban parte, desde el inicio, de una jugada diseñada por la agente de la CIA y su jefe, Saul Berenson (Mandy Patinkin), para lograr la captación de ésta por parte de uno los peces gordos del régimen iraní y, en última instancia, último responsable del brutal atentado cometido en Langley: Majid Javadi. En primer lugar, muy mal cuando tienes que salir a justificar o aclarar lo que has hecho, y la serie no se defiende por sí misma. No recuerdo que ninguno de los responsables de “Homeland” apareciese en los medios cuando, durante las dos primeras temporadas, nos endosaban un golpe maestro tras otro, capítulo tras capítulo. Tampoco las explicaciones de Gansa le resultaron convincentes a un servidor que, por primera vez, se sintió un tanto estafado por la serie. Cierto es que algunos detalles, como ese «Fuck you, Saul» que Carrie le espeta al final del segundo episodio, o esa llamada desesperada a su padre para que le diga a su mentor que se rinde, que hará cualquier cosa pero que no puede seguir en el hospital porque acabará volviéndose loca, no sólo se sostenían sino que vistos con perspectiva cobraban pleno sentido… Pero por otra parte, la sorpresa y el hundimiento de ella cuando escucha (recordemos que está sola en su apartamento, y sólo los espectadores somos testigos) cómo Saul la pone a los pies de los caballos públicamente al final del primer episodio, maniobra que también formaría parte del plan, no podía entenderse más que como un truco sucio y barato para engañar a la audiencia. Un movimiento propio de trileros. Además, que por más vueltas que le diésemos, la jugada no dejaba de estar pilladísima con pinzas y tener más agujeros que un queso… pues eso, que un queso con agujeros. Así no, “Homeland”.
Más inexplicable, incluso, resultó el empeño de los guionistas en mantener su apuesta por el personaje de Dana Brody (Morgan Saylor), el más reconocidamente odiado por la mayoría de los espectadores, crispándoles a éstos más allá de lo tolerable. Entiendo que de alguna manera había que mostrar las consecuencias y secuelas de los supuestos actos de Nicholas Brody en su familia, pero centrar prácticamente toda la atención en la hija del ex marine, con tantos minutos en pantalla y de nuevo con una trama en la que parecía empeñada en demostrarnos continuamente y una y otra vez lo abofeteable que es, no parece haber sido la decisión más acertada. Su madre, Jessica, estuvo en cambio más perdida (e inútil) que nunca, quizás debido al embarazo de la actriz Morena Baccarin, que condicionó mucho su participación en el show, mientras que el bueno de Mike Faber (Diego Klattenhoff) se limitó a hacernos una visita de cortesía y Chris Brody (Jackson Pace)… bueno, siguió siendo ese pedazo de carne que ni siente, ni padece, ni, por lo visto, le importa un carajo absolutamente a nadie. Otro que se ha cubierto de gloria este año ha sido el joven actor Sam Underwood, que en sólo unos meses ha encarnado al Zach Hamilton de “Dexter” y a Leo Carras, el noviete de Dana, en “Homeland”, dos personajes que ni mucho menos le habrán granjeado las simpatías de los seguidores de ambas series. Menudo carrerón. Nos queda el consuelo de que, a partir de ahora, muy poco o nada sabremos de los Brody.
Las entrevistas concedidas por Gansa tras “Game On” nos revelaron que la temporada estaría estructurada en tres actos, con cuatro capítulos cada uno. Cubierto ya, por suerte, el primer bloque, nos adentramos en el segundo con “The Yoga Play”, y efectivamente a partir de ahí la cosa no pudo hacer más que mejorar, aunque aún tendríamos que soportar el lastre de los Brody hasta el sexto episodio, “Still Positive”, quizás no por casualidad el verdadero momento del despegue definitivo de la serie. Este segundo acto estuvo marcado por la aparición del gran villano, Majid Javadi (soberbio Shaun Toub), un tipo tan frío y terrorífico que a su lado el infausto Abu Nazir nos parecía un simple aprendiz. “Homeland” volvió a convertirse en una serie de espías, de dobles y triples juegos, recuperó la tensión, y el drama, y empezamos a darnos cuenta de que efectivamente lo que nos estaban contando no sólo tenía interés, sino que escondía mucho más de lo alcanzábamos a vislumbrar. Más terrible que conocer la verdadera naturaleza de Javadi fue tener que aceptarle como aliado (perfectamente entendible, pues, fue la reacción de la joven Fara (Nazanin Boniadi) al ver cómo el monstruo fue dejado en libertad y enviado de vuelta a su país), y si a esto le sumamos el comportamiento esquivo y poco claro de Saul durante este tramo de la temporada, y el oscurantismo de sus planes, no es de extrañar que los conspiranoicos y aquéllos que siempre le quisieron ver como el malo de la función encontrasen litros y litros de gasolina para hacer crecer aún mucho más las llamas. Supongo que, al final, se habrán quemado y tenido que rendir a la evidencia. Y así, mientras lidiábamos también, y ganando influencia con el paso de los capítulos, con otro de los villanos oficiales de la temporada, el senador Andrew Lockhart (Tracy Letts), y no dejábamos de preguntarnos si debíamos fiarnos o no del inquietante Dar Adal (grandioso F. Murray Abraham), y esperábamos siempre algo más de Peter Quinn (Rupert Friend), pues ha estado excesivamente apagado y melancólico esta temporada, “Homeland” cerró su segundo acto rescatando a un Nicholas Brody (Damian Lewis) del que ya casi nos habíamos olvidado, y al que sólo habíamos visto en el tercer episodio de la tanda, el atípico y desconcertante “Tower of David”.
Me permito citar ahora a mi compañero Jorge, que en su anterior post sobre la serie, al referirse a Brody, aseguraba que «el personaje en realidad, tal y como fue concebido, ya está amortizado, pero el show no puede prescindir de él así como así (…) por lo que se hace necesaria una reinvención, una reformulación del mismo, de sus motivaciones y de sus objetivos. Del éxito de esa maniobra y de cómo lo encajen en el nuevo contexto de la serie dependerá en gran medida que esta tercera temporada funcione». Pues, efectivamente, mi amigo no sólo dio en el clavo, sino que los responsables de la serie también parecían tenerlo claro y, en opinión de quien escribe estas líneas, la reentré del pelirrojo no pudo ser más oportuna, afortunada y triunfal. Con él de nuevo en escena, además, el personaje de Carrie volvió a encontrarse a sí mismo y a rendir a pleno rendimiento, y aunque tuviésemos que pagar el peaje de volver a visitar a Dana (aunque brevemente y esperemos que por última vez), “Homeland” entró entonces en territorios inexplorados, se la jugó lanzándose de cabeza a una misión de resultado incierto y salió airosa, entregándonos algunos de los mejores capítulos emitidos en este 2013, como fueron sin duda los adrenalínicos “Good Night” y “Big Man in Tehran”. Así, todo quedó dispuesto para una ‘season finale’ que, de forma muy injusta, sabíamos que acabaría siendo en parte responsable de la nota final con la que terminaría siendo recordada la temporada, a pesar de todo el largo trayecto recorrido.
Resulta curioso cómo en el presente curso que ahora termina a los guionistas de televisión (y no mencionaré títulos para no soltar spoilers de otros shows) no les ha temblado el pulso a la hora de matar personajes protagonistas o de capital importancia en sus series. Menudo añito nos han dado. Sí, probablemente 2013 bata un récord sin precedentes en este sentido, y no sólo en cuanto a cifras, sino también por la forma tan impactante e inmisericorde en que muchas de esas muertes nos han sido mostradas en pantalla. “Homeland” dio un valiente paso adelante y se atrevió a cerrar la historia de uno de sus personajes principales quizás de la única forma posible, aunque un segundo antes aún nos resistiésemos a aceptarlo. La ejecución de Brody, además, quizás sea uno de esos momentos televisivos que hielan la sangre y que nunca se olvidan. Situado exactamente a los 40 minutos de un capítulo de una hora de duración, el resto del metraje sirvió para recoger las piezas y, en contra de lo esperado, servirnos un tranquilo y precioso cierre que nos dejó un clarísimo sabor a ‘series finale’, más que a ‘season finale’. El final de serie perfecto, de hecho. Siempre habrá quien diga que “Homeland” no debería haberse prolongado más allá de una temporada, o quien defienda que deberían haber dado carpetazo tras su segundo año en antena, pero lo cierto es que de alguna manera siempre quedaba algo sin resolver, siempre dejaban alguna trama abierta o algún camino por explorar. En este caso, además de que el cierre con “The Star” fue bellísimo, todo queda atado y bien atado, y sólo el tema de la maternidad de Carrie queda en el aire, pero me temo que eso es muy poco. Así que, a pesar de las buenísimas sensaciones con las que la serie acabó despidiéndose el pasado domingo, o precisamente por eso, ahora mismo una cuarta temporada se me antoja totalmente innecesaria. En cualquier caso, “Homeland” tendrá que ser, una vez más pero esta vez más que nunca, una serie ya totalmente distinta. A la que ya no le podremos exigir lo mismo y de la que podremos esperar cualquier cosa. Quizás en eso resida su mejor baza.
Buenas noches,
Seguramente muchos asegurarán que debería cerrarse «Homeland» así. Prefiero darle un voto de confianza a la serie que tantas veces me ha engañado. Incluso con «el plan» caí de cuatro patas aunque oliera a refrito. Pero las declaraciones de Gansa las desconocía y si deciden hacer una o dos temporadas más que las hagan con todas las consecuencias. Y que se calle la boca. Vista la tercera temporada parece que con las dos primeras se terminó la inspiración. Y con el final pues la verdad es que no espero con ganas una próxima…
Saludos :)
Impecable,ciertamente un comienzo aburrido con un giro muy tramposo, (en una serie ya propensa a ello),que realmente no ha rallado, sino que directamente ha caído en la tomadura de pelo, y luego el rollo de la niña de Brody,para tener un final ,-eso sí,espectacular- que valdría como final de serie.Lo que nos espera el próximo año,es un reboot en toda regla,»Homeland 2.0″,La ocasión de hacer lo que series como «House» y «Dexter» no se atrevieron (y para mi gusto fallaron por ello),veremos como resulta…
Quería comentar algo ahora que despedimos a Brody,:Yo creo que se podría cuestionar si el personaje estaba realmente tan agotado.Pienso que a Brody siempre le ha faltado consistencia y que ha saltado de tener una actitud a tener otra de forma un poco caprichosa y poco justificada, y que el matarle se debe más a que no sabían que hacer con él para darle una salida, a que el personaje estuviese tan «quemado», Para mi gusto Tracy Letts ha sido la gran revelación de la temporada, y el pobre del hijo de Brody, es que no le han dado niguna ocasión al pobre para hacer nada! Poca gente se ha ganado un lugar en los créditos iniciales de una serie haciendo tan poco como él…. :)
Impecable crítica!!!! Cierto es que se agradeció que la temporada remontase al final y que desapareciera la familia brody que merece ser odiada como Skyler…
Terminar con Brody quizás haya sido la única forma de poder evitar tener que romperse la cabeza para reinventar el personaje cuya vuelta tenía ya un dudoso encaje en los EEUU.
Aún así, creo que soy demasiado fan del final feliz como para que los guionistas me lo birlen así por así…
La 4ª temporada mal aspecto tiene from my point of view.
Hola. Buen resumen de la ultima temporada. Era de los que pensaba que la tercera iba a sobrar y durante los primeros capitulos asi lo parecia pero reconozco que supieron engañarnos una vez mas y al final han sabido terminarla a muy buen nivel.
Aunque sea ficcion hay que ver cuanto mal nacido hay suelto controlando el mundo.
Saludos a todos.
Sólo pediros que me hagáis un pequeño análisis de una serie que, creo que batirá todas las audiencias… The Blacklist. Aníbal Lecter, al lado de Reddington es una tierna bailarina. No hace absolutamente nada innecesario, y es imparable, aunque desconocemos su motivación (los guionistas no nos dan pistas). Spader está genial, y Boone… rica, rica….
Lo comento porque es una serie que comenzó en el 2013, aunque ya haya sido renovada para una segunda temporada. Me parece apasionante… creo que se llevará mas de un premio. Y tampoco es de mostrar mucha carnicería… la violencia se siente sin mostrarla demasiado explícitamente (tal vez debería haber algo más, como en Sons). Y mucho paternalismo, y nada de piedad, en la figura del protagonista. De sexo… nada de nada… y la serie no es para crios….
En cambio, Banshee, en el primer capítulo de la 2º temporada.. me pareció totalmente decepcionante… se les agotaron la ideas. Esperemos que las musas les regresen a los teclados y mejoren algo. Ahi sí que, como se descuiden, van a terminar haciendo una porno…. el sheriff es una máquina.
(muchas veces… envidio los trabajos de los demás… je, je)