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«Love» no tiene ni puta gracia

18/03/2016

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Dicen: La nueva comedia de Netflix… La comedia madura de Judd Apatow… Comedia para treintañeros… La comedia de los ‘losers’… Un nuevo giro a la comedia romántica… La comedia más realista… Pues para mí no. Para ser comedia lo fundamental es que tiene que hacer gracia, y a mí particularmente «Love» pocas veces me hace reír. Tiene cosas interesantes, algunas incluso buenas y disfrutables, pero permítanme repetir que, gracia y originalidad, las bazas que en principio son con las que se apuesta, no demasiada. Imagino que mis expectativas eran otras, esperaba una serie divertida, liviana quizás, con la que echar unas risas y descansar un poco de otras más densas y que solicitan una mayor implicación, una comedia ligeramente inteligente que no me tratara como si fuera subnormal, pero que tampoco solicitara demasiado de mi intelecto. Pues no, si lo que esperas es eso revisa otros títulos que deambulan por las diferentes plataformas (sigue huyendo de la televisión convencional, por favor), y te recomiendo desde ya «Silicon Valley», por ejemplo. Porque cuando mejor funciona «Love» es cuando pone definitivamente el foco en el drama (aunque quizás la palabra drama suene demasiado tremenda), cuando de verdad hurga en los personajes y realmente sí puede haber cierto espejo en el televisor, y en esos momentos de dolor, de confusión, de dudas, es cuando te das cuenta ya no solo de que no te estás riendo, sino además de que lo que estás viendo no te está haciendo ni puta gracia porque está empezando a remover sensaciones agridulces por todos vividas/sufridas. Hasta entonces, ese tremendo realismo del que hablan, ese giro a las sitcom que nos están vendiendo, me parece sinceramente humo (y aburrimiento).

Y voy sospechando ya a estas alturas que lo de Judd Apatow empieza a estar más que inflado. Me explico. A la postre, el tipo este no ha dirigido más que cinco películas, a cual más normalita, y sin embargo ha conseguido que su nombre se haya convertido ya en una marca de éxito en el panorama cinematográfico mundial, algo así como lo son Quentin Tarantino o Woody Allen, ejemplos de nombres que en cuanto se asocian a algún título ya se aseguran un relativo éxito o, al menos, expectativa. Pero estos dos directores se lo han ganado a pulso, con grandes películas y un estilo perfectamente reconocible. El caso de Apatow es más curioso, ya que ninguno de sus films ha inventado nada ni son especialmente divertidos o buenos. Pero ahí está, poniendo su nombre ya sea como productor o guionista, o como mero reclamo, a un buen puñado de cintas que, de nuevo, ninguna de ellas es destacable en casi nada. Y así llegamos a lo que nos ocupa que es «Love», la serie para Netflix en la que Apatow vuelve a dejar su firma, esta vez en labores de producción y guionista, y que no es más que la extrapolación de su particular universo a la pequeña pantalla, con ligeras modificaciones que en breve apuntaremos. De cualquier modo, sentenciando rápidamente, que en muchas ocasiones es lo que se espera cuando uno se acerca a cualquier reseña:
¿Es «Love» divertida? Para mí, muy poco.
¿Entonces es mala? Tampoco.

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En esta pretendida reinvención de las comedias románticas «Love» se coloca formalmente en la antítesis de otros intentos como «Eres lo peor» o «Girls» (esta última también con el sello Apatow). Donde aquellas pecaban de excesivo ingenio, intentando casi en cada frase ser «lo más guay», esta se queda corta, con infinidad de situaciones que apuntan a la nadería. Es posible que aquí sí haya un acercamiento a la cruda realidad, ya que nadie es tan ingenioso para conseguir hacer el chiste del siglo en cada frase, y sin embargo sí que todos hemos sido culpables en numerosas ocasiones de bromas sin gracia, de chistes fallidos o intentos de gag que nadie entiende, y de estos ejemplos hay varios a lo largo de los 10 episodios de esta primera temporada. ¿Esta hecho esto con esa intención para mostrar una relación de forma más verosímil? Quizás, pero al espectador le descoloca y le deja con la risa siempre fallida.

A pesar de esto, las escenas en las que la pareja protagonista (Gus: Paul Rust, Mickey: Guillian Jacobs) acapara todo el protagonismo son sin duda las más disfrutables, en contraposición a las situaciones en las que comparten foco con el resto de personajes. Especialmente sonrojosas son casi todas las escenas con los vecinos de Gus; o me he perdido algo o desde luego estos pasajes distan mucho de ser merecedores de un solo minuto en cualquier serie que se precie. Las tramas en sus respectivos trabajos tampoco aportan demasiado, y dan vueltas y vueltas a unas pocas ideas, sin aportar casi nunca nada y además siendo agraciadas con un buen número de escenas y metraje en el caso de él. Por lo tanto, si en una temporada ya de por sí corta ya nos encontramos con que una buena parte de los personajes y situaciones son obviables y que únicamente nos podemos quedar con la dupla protagonista… mal vamos.

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De esta forma, nos olvidamos de todo lo que rodea a la pareja central y nos centramos en ella. Se trata de dos tipos en la frontera de lo patético (esto ya no es crítica, es descripción): él, un insulso tipo que acaba de terminar una relación, con un trabajo a todas luces por debajo de sus cualidades y expectativas, pero que ve en su nueva soltería una oportunidad para al fin sacar la cabeza y hacerse valer; ella, una moderna venida a menos, en el peor momento de su vida, tanto en el plano sentimental como en el profesional y, sobre todo, en el vital. Lógicamente se encuentran, y lógicamente surge una atracción, algo rara, pero atracción. O quizás no tan rara. Indudablemente no es un tipo romance al que estamos acostumbrados en la ficción, pero quizás sí esté más apegado a la vida real que aquellas ‘love stories’ que hemos visto siempre en la gran pantalla. Y es aquí donde «Love» empieza a crecer, en el desarrollo de esta historia, con sus dudas, temores, vicios y errores. Nada de ello es trascendental para el devenir de la humanidad ni para que tiemblen los cimientos de la sociedad, todo es más banal, más cercano. Obviando la recurrente rareza típica de Judd Apatow de que una chica bastante guapa pierda el norte por un tío poco agraciado físicamente, en esta ocasión además es ella la que se llena de inseguridades y temores según avanza la relación, más aun cuando él va perdiendo precisamente todas sus inseguridades y temores con el desarrollo del romance, el cual alimenta su ego de forma peligrosa.

Apuntaba en el título que «Love» no tiene ni puta gracia, y lo hacía con un pretencioso doble sentido. Insistiendo en que como comedia no me parece que sea especialmente tronchante, sí reconozco y me reconozco en determinadas situaciones, precisamente las más alejadas al chiste, esas en las que las crisis emocionales sí consiguen la empatía con la audiencia, esos momentos entre lo patético y lo dramático que todos hemos vivido y/o producido en determinados momentos de debilidad. Acontecimientos que en un lógico devenir de las calamidades llevan a más confusión y a un empeoramiento de las cosas. Y esto sí lo plasma de forma muy reconocible la serie, especialmente en sus tres últimos capítulos. (Pero tampoco quiero ser muy preciso y explayarme en esta idea con detalles de la trama ya que no me gustaría que nadie se sintiera ‘spoileado’, si bien hablar de ‘spoilers’ en este tipo de series me parece que es salirse un poco de madre).

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Judd Apatow no se aleja demasiado de los tonos y personajes ya acometidos en sus películas, poniendo el foco en ese espectro que se maneja (como puede) entre la juventud y la madurez, debatiéndose en «ahora voy de joven» – «ahora voy de mayor». Sí ha perdido por el camino buena parte del humor escatológico marca de la casa, aunque tampoco es una gran pérdida. Y además, insistiendo una vez más, el tono agridulce sí que es una novedad en su filmografía. Únicamente «Hazme reír», seguramente su película más infravalorada y posiblemente una de las mejores, tenía ese tono tristón bajo el manto de comedia.

¿Y más cosas que poder destacar? Pues por ejemplo la importancia que tiene la ciudad de Los Ángeles, no solo por su «aspecto», sino también por el hecho de ser la cuna del cine y localización de numerosos estudios cinematográfico, lo que les sirve a los guionistas para lanzar unos cuantos dardos a su profesión, especialmente a las series de medio pelo y a las más grandes producciones. Y la omnipresencia de las redes sociales e internet, introduciendo de forma irremediablemente natural términos como Facebook, Instagram, Uber o Yelp. Y un tratamiento creo algo superficial y banal de las drogas. Y cierta crítica a la religión. Y algo de sexo. tampoco demasiado. Y lo voy dejando ya, que a la postre son escasos 300 minutos lo que tardarías en verte esta primera temporada de «Love», un visionado bastante asequible que quizás hasta te haga gracia.

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12 comentarios leave one →
  1. 22/03/2016 12:47

    Contiene spoilers

    No estoy de acuerdo. Cuando leí el titular me llamó la atención, no comparto tu punto de vista. Para empezar, creo que Love tiene momentos bastante cómicos (pienso por ejemplo en la cena entre Gus y la compañera de piso de Mickey) y a pesar de los (buenos) momentos de drama, el tono es esencialmente bastante divertido y ameno.

    En general, en mi opinión, en Love se consigue, más o menos, lo que se pretende. Una comedia romántica creíble y de este tiempo. En este sentido es ejemplar la escena en la que Gus va tirando por la ventana del coche sus dvds de míticas películas del género proclamando sentirse engañado por ellas (un sentimiento muy de ahora). Al igual que en otras producciones de Apatow (Hazme reír), el grado de intensidad de la comedia y el drama está perfectamente medido y equilibrado. Para mí está claro cuáles son las situaciones embarazosas, las cómicas y los momentos de drama. Comentas que son especialmente sonrojantes todas las escenas con los vecinos de Gus. No comparto. Uno de los momentos que estoy seguro que no voy a olvidar es el del juego de componer una canción original para películas que no las tienen, lo más divertido y freak que he visto en mucho tiempo, tal y como proclama uno de sus vecinos cuando le explican de qué va la cosa. El color y ambiente de la ciudad de Los ángeles y sus variopintos personajes son sin duda otro de los elementos a resaltar, especialmente destacable es el episodio de la fiesta en casa de la amiga de Mickey, y la estupenda revisión de la mítica Jet de Paul McCartney. La trama del estudio en el que trabaja Gus, además de resultar fundamental para el desarrollo del personaje, encierra una obvia crítica a la actual y prolífica producción de series en cadena (todos sabemos en quién está basado el personaje de la jefa de Gus).

    Y luego están ellos dos, sus interpretaciones, naturales y convincentes, la evidente química de la pareja, fácilmente palpable, y el emocionante y bonito final, los convierte en protagonistas absolutos del género en lo que va de 2016.

    • Sergio Almendros permalink*
      22/03/2016 17:51

      Hola Pablo, lo primero, agradecer el tono de tu comentario a pesar de no estar de acuerdo con mis letras. No siempre es así.
      Por otro lado, entiendo tus afirmaciones y ejemplos, pero no los comparto. Claro que hay alguna escena divertida, pero en un porcentaje bastante inferior al que esperaba. La escena esa que describes en la que se deshace de sus películas… está ya un poco vista, y en, por ejemplo, «Zombies party» la desarrollan con bastante más gracia. Sí que recuerdo ahora que me reí con la escena del trío, lo admito.
      Sigo insistiendo en que el vecindario me da mucha vergüenza ajena, y que los escenarios laborales gozan de demasiado metraje y protagonismo. Respecto a que es muy friki lo que hacen de cantar canciones para películas? efectivamente, es muy friki, pero no me gusta.
      De todas formas, son opiniones, y dadas con respeto todas son válidas.
      Un saludo.

  2. 23/03/2016 11:26

    Si, está claro que esa escena no es nada insólita, pero me refería más bien a que en este caso el mensaje funciona bastante bien, tiene fuerza, a mi modo de ver. La que citas de Zombies party está muy bien (inolvidable), pero yo creo que su significado es diferente.

    Estoy de acuerdo en que quizás los escenarios laborales (sobre todo el de él) tienen demasiado peso para lo que aportan, y que seguramente hubieran podido contar lo mismo en muchas menos escenas, pero tampoco me parece que descompense el ritmo de la historia principal.

    En cuanto a la escena comentada del vecindario, independientemente de que resulte divertida o no, o de que guste o no la estrafalaria actividad a la que se dedican, en mi opinión el momento no puede resultar más extravagante y a la vez simpático (muy escuela community) y resulta potente para definir a un personaje.

    Un placer no estar de acuerdo, en cualquier caso. Me encanta vuestra web!, Un saludo.

  3. 24/03/2016 17:06

    Hola! Interesantes puntos de vista! Community me hacía reir! a carcajadas muchas veces. Esta serie me divirtió muy poco y sólo de a ratos me entretuvo.
    Creo que el problema radica en las expectativas.. no entiendo el punto de presentarla como comedia.
    Sí me siento identificada en más de un pasaje pero no veo gratificante reivindicar lo nerd o looser sólo por el hecho de serlo! Saliendo de modas obvias…
    No la terminé de ver, me quedé dormida dos veces con lo cual entendí que era mejor pasar a otra cosa.

    • Sergio Almendros permalink*
      25/03/2016 16:37

      celebro y comparto mucho de tu punto de vista, Emi, sobre todo en la innecesidad de tener que celebrar lo friki solo por el hecho de serlo

  4. 05/04/2016 1:01

    Es puro humo esta serie. Ni puta gracia ni puto nada. MEH.

  5. 24/04/2016 14:38

    Pues a mí me ha parecido una estafa como comedia. No conocía la trayectoria de Apatow y pensé que era una versión mala de Grils. Es profundamente triste, por lo que no funciona como comedia, pero tampoco como serie dramática. Puedes encontrar algo de ternura en la compañera de piso de Mikey y en las fiestas de canciones de los vecinos, pero el resto sólo refleja personajes egoístas, miserables mediocres y perdidos. Podrías decir lo mismo de los de “Transparent”, pero esos sí respiran verdad.
    Guss es un pobre hombre, por lo menos parece buena persona, pendiente de agradar y de prosperar laboralmente; y eso parece que utiliza el guionista para ridiculizarlo. Per o Mikey es insoportable, en el trabajo, en casa, en sociedad y como pareja. Puede empezar de guai transgesora como una de las chicas de Grils, pero le falta humanidad y aunque sufre mucho no llegas nunca a empatizar con ella. Está realmente transtornada y amarga todo lo que toca. Necesita ir corriendo a “En terapia”, no puede ser la protagonista de una comedia esa persona tan desgraciada. Es trístisima, y así es imposible que te haga reír. El final es desolador, pero al menos me dejó aliviada por Guss.
    Me voy corriendo a ver los últimos episodios de Grils.

    • Sergio Almendros permalink*
      26/04/2016 12:14

      pues estamos muy de acuerdo en muchas cosas. y además celebro tu paso por este rinconcillo. saludos merche!

      • 27/04/2016 10:17

        Espero volver a escribir porque estoy enganchada a varias series. No obstante, ya había participado con el final horroroso de «Cómo conocí a vuestra madre» (una de Mad Men)

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