«Eres lo peor»: intentando reinventar la comedia romántica
Llegados a una época en la que la saturación de series puede considerarse casi una amenaza, la decisión de por cuál decidirse, o qué título programar en el caso de las cadenas de televisión, puede basarse a veces en la novedad, en intentar descubrir algo diferente, algo que nos sorprenda. Si nos vamos a las comedias románticas la tarea se antoja más complicada aún dada la infinita lista de sitcoms que han poblado las parrillas desde hace ya muchos años. En el caso que nos ocupa, «Eres lo peor» («You’re the worst»), una serie del exguionista de «Weeds» Stephen Falk que se emitió el pasado verano en Estados Unidos a través de FX y que ni ha llegado a España ni se la espera (si bien ya se ha confirmado una segunda temporada, aun sin fecha de estreno), la pretendida transgresión es el punto diferencial. Nos encontramos ante la historia de una pareja de desalmados… bueno, maticemos, son una pareja de jóvenes poco dados a las relaciones emocionales, alérgicos a los sentimientos, que se conocen en la boda de la exnovia de él y que comienzan una serie de encuentros basados exclusivamente en el sexo… al principio… porque a pesar de ellos… bueno, la trama finalmente no es muy sorprendente.
La primera escena de la serie, mostrando la boda aparentemente feliz e idílica de una preciosa y afortunada rubia, que desemboca en un tipo fotografiándose con las cámaras de fotos de las mesas de los invitados sus partes menos románticas, da idea del tono que pretende la serie: un giro de tuerca a las típicas historias de «chico conoce chica». ¿Lo consigue? Sí pero no. Ciertamente, y especialmente en los primeros capítulos, la curiosa y atípica relación entre estos dos personajes sí hace que la serie se aleje en parte de los arquetipos. El hecho de que ambos sean conscientes y consientan que se va a tratar de algo meramente físico, hace que no tengan que ocultar sus debilidades, sus taras, lo que da lugar a situaciones muy divertidas por inhabituales. Es de agradecer que los guionistas no se corten al dar además a los protagonistas otros vicios, debilidades y defectos, haciendo de ellos todo un ejemplo a no seguir para la sociedad biempensante. De todas formas, más que este pseudoradicalismo, que no epata demasiado, el punto fuerte de la comedia está más en sus diálogos, realmente divertidos e ingeniosos muchas veces, aunque también hay que denunciar que sus «escribientes» parecen ser conscientes de ello y se gustan demasiado, yéndose a veces de tono hasta intuir un sonrojante «joder qué divertido e ingenioso soy».
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Nos reubicamos. Él es Jimmy (Chris Geere), un escritor inglés que acaba de publicar su primera novela, sin mucho éxito hasta el momento, y que sueña con entregarse a la vida bohemia del creador maldito, lleno de contrariedades vitales y sin espacio para las relaciones amorosas, por lo que no busca más que entretenimientos que no le distraigan de tan ardua tarea. Ella es Gretchen (Aya Cash), casi por casualidad la encargada de las relaciones públicas de un joven grupo de rap, buena compañera del alcohol y otras drogas, pero mala compañera de sentimientos. Él comparte piso con Edgar (Desmin Borges), un excombatiente en Irak que lucha por reenganchase a la sociedad y desengancharse de la heroína. La mejor amiga de ella es Lindsay (Kether Donohue), la hermana de la exnovia de Jimmy que habíamos visto poco más arriba que se casaba en la apertura de la serie, casada con un papanatas…(¿papanatas?), lo cual le hará buscar refugio en cualquier cremallera que encuentre a tiro.
Y repetimos. El desarrollo de la serie no es un deshecho de inventiva. Dos personas en busca de diversión pero con demasiadas cosas en común para que la relación quede ahí, a su pesar, desatándose una lucha interna, y entre ellos, por evitar lo inevitable. Se salpica este conflicto con leves historias paralelas protagonizadas por los amigos-secundarios, y tampoco hace falta mucho más para completar esta primera tanda de 10 episodios. Es más, en ciertos momentos da la impresión de que la historia hubiera quedado más definida y compacta en el marco de una película, obviando tramas paralelas que no aportan demasiado, inyectándole algo más de «suciedad», recortando ciertos ‘speechs’ autocomplacientes, y concretando un final, no feliz por favor.
Como decíamos, los diálogos «a lo Woody Allen» muchas veces son posiblemente la mejor baza de la serie. Apuntamos unos ejemplos de ellos tomados prestados de los colegas de http://yonomeaburro.blogspot.com.es/:
- La deshonestidad para no herir los sentimientos es menospreciar; pero para obtener cosas gratis es simple economía.
- Quiero a mi cliente como al hijo negro que aborté en el instituto.
- El sexo grupal consensuado es muy diferente a una orgía.
- ¿Por qué querríamos hacer lo que la gente normal? La gente normal es terrible.
- Podríamos recordar que la monogamia es una construcción social libre de necesidades biológicas.
- Una mañana me desperté y era feliz. Fue horrible. Apesto cuando soy feliz.
- Las mujeres, la felicidad romántica, son mi kriptonita.
- Estamos huyendo del matrimonio. No somos feministas. Es miedo.
- Mi exnovia fue una elección. Tú y yo somos inevitables.
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En el apartado interpretativo, personalmente creo que Aya Cash gana la partida. Al menos consigue ser la única del electo a la que, con todos sus defectos, incongruencias y vicios, se le puede y se le toma algo de empatía. Que no pasa nada, que es ficción, que es una comedia, que no es necesario identificarse ni sentir cariño por sus personajes, pero sí que, en mi caso, estaba deseando que Gretchen apareciera en pantalla y es el único personaje por el que sentiría una cancelación de la serie. A Jimmy no le acabo de encontrar el tono, ya sea por su imagen, por su vena british o por esa necesidad de tener que sentar cátedra y ser tremendamente ingenioso en cada frase (como bien le echa en cara su ex en la boda, en su única aportación celebrada pero realmente certera). Su compañero de piso es una caricatura y, como tal, carga, dejando únicamente un par de píldoras destacables, con una admiración y sentimiento de protección hacia Gretchen que no se sabe muy bien por dónde va hasta bien avanzados los capítulos. Y Lindsay, la amiga de ella, es la única que sufre una transformación a lo largo de la (breve) temporada, pasando de ser una persona bastante estulta… (¿estulta?) a una devoradora de hombres bastante más simpática.
En resumen, «Eres lo peor» no es la serie que vaya a reinventar ni a sentar los cimientos de una nueva comedia romántica, si bien sí consigue alejarse de la típica sitcom amable que inunda las cadenas generalistas de cada país. Tampoco es necesario reinventar la historia de la televisión para simplemente poder disfrutar de una historia simpática, cuyo nivel ya quisieran para sí la mayoría de las comedias de situación, y que si encima toca el lado canalla de uno mismo, te hace identificarte con determinados aspectos que casi prefieres guardar en la nevera (porque ese «nos vemos en cinco días» cuando descubre que ella está con el periodo es la frase que más de una vez hemos querido soltar, eh bichos!), pues bien empleados son los escasos 250 minutos que dura esta primera temporada.
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