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«The Crown»: Netflix salve a la Reina

20/03/2017

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(ALERTA SPOILER: El siguiente post comenta algunos detalles relevantes de la primera temporada de «The Crown». Si no has visto la serie, se aconseja leer sólo si conoces los acontecimientos históricos que narra la serie)

Peter Morgan es un tipo con suerte. No es que no lo mereciera un tipo de su talento -ahí están para probarlo los guiones de películas tan notables como «El último rey de Escocia», «La sombra del poder», «Rush» o esa pequeña obra maestra que es «El desafío: Frost contra Nixon»- pero seguro que el bueno de Morgan no podía imaginar ni en sus mejores sueños cuando escribía la también remarcable «The Queen», el filme que le valió un más que merecido Oscar a Helen Mirren, y la posterior obra de teatro «The Audience» que su manifiesto interés por Isabel II se iba a ver recompensado con la posibilidad de hacer una maratoniana ‘precuela’ de aquel filme de Stephen Frears con todo el lujo a su alcance que permite el mayor presupuesto de la historia de la televisión.

Así llegó «The Crown» a nuestras vidas, con un fastuoso despliegue promocional que dejaba bien claro la intención de Netflix de convertir esta elevadísima inversión no sólo en una de sus grandes ficciones de referencia, sino en todo un acontecimiento social que provoque la mayor adhesión posible a su plataforma. Continuando ese plácido aterrizaje, las primeras críticas fueron casi unánimes a la hora de glosar sus virtudes y, no mucho después, pasó a hacerlo uno de los dos premios más importantes de la televisión, reinando en los Globos de Oro 2017 con sus galardones a mejor serie dramática y a su actriz principal, Claire Foy.The Crown claire foy jared harris.png

Esta acumulación de triunfos puede ser, sin embargo, un arma de doble filo. Si bien es verdad que los reconocimientos atraen a los potenciales espectadores como  la miel a las moscas, no es menos cierto que esa legión de nuevos espectadores llegan con una mochila cargada de expectativas, ese prestigio conlleva una gran responsabilidad: el de generar una alta satisfacción inmediata. Aunque ya lo hemos hecho en numerosas ocasiones en el pasado, no dejaremos nunca de aconsejarlo: en producciones de este calado conviene tener paciencia e ir dejando evolucionar a la serie antes de tomar una precipitada decisión que pudiera ser fatal.

Todo ello viene a colación porque, en un primer momento, «The Crown» entra más por los ojos que por, digamos, el estómago. Prácticamente desde el primer plano, podemos constatar la majestuosidad de su diseño de producción, una ambientación exuberante, la perfecta adecuación a los personajes de un equilibrado reparto que combina el debut en la élite de la misma Foy o la prometedora Vanessa Kirby con reputadísimos actores del teatro británico como Eileen Atkins y Alex Jennings y las presencias estelares del exDoctor Who Matt Smith, Jeremy Northam, Jared Harris o el gran John Lithgow, la precisión del libreto de Morgan y la eficiente dirección de -en los dos primeros episodios- un nombre tan reputado como Stephen Daldry.

The crown Matt smith

No son pocas las virtudes citadas en el anterior párrafo, pero no es menos cierto que todas y cada una de ellas se pueden aplicar a un gran número de producciones británicas de época. Y, sin embargo, a muchas de ellas se les puede adosar un temido adjetivo: ‘academicista’ o, lo que viene a ser lo mismo, obras de una irreprochable factura y pulcritud que parecen tan ensimismadas en cuidar sus formas que se olvidan de aportar el fuego, el alma necesaria que toda ficción requiere para deleitar al espectador.

Ese ‘síndrome’ típicamente británico es el que parece afectar a «The Crown» en sus primeros tres episodios. Mientras asistimos a la recreación de decisivos hechos en la historia del Reino Unido como la boda entre la Princesa Isabel y Felipe, el regreso al poder de Winston Churchill seis años después de su salida o la enfermedad y posterior fallecimiento del Rey Jorge VI nos invade una cierta sensación de frialdad. La reconstrucción de estos acontecimientos es perfecta, pero el poso dejado parece más cercano al de un mero documental que el de una trama de verdadera enjundia dramática. No es de extrañar que en este punto los más impacientes se vean tentados a abandonar.

The crown John Lithgow

Cometerían un craso error, puesto que, con la perspectiva que nos dará el posterior desarrollo de los acontecimientos, nos daremos cuenta de que en ese tríptico inicial Morgan ha ido juntando hilos e hilos de una red de la que poco después no podremos -ni querremos- zafarnos. Ahí ya están presentes el terremoto que supone para la futura pareja real el brutal y súbito paso de una jovial vida de jóvenes recién casados a la responsabilidad que impone la Corona, el carácter alegre y transgresor de la Princesa Margarita, la anomalía que representa una figura como Eduardo, el rey que abdicó por amor, en la monarquía británica y la testarudez y socarronería de un Churchill anciano, utilizado para salvar al Partido Conservador pese a su menguante salud. También se percibe el acertado y perfecto equilibrio que logra Morgan al describir a un mismo tiempo tanto los absurdos privilegios de los que puede gozar un miembro de la Familia Real como la tremenda carga personal y estrecho margen de maniobra vital que supone tener ese estátus. La construcción de ese sólido andamiaje puede resultar demasiado extendido pero será, sin duda, clave para permitir volar muy alto a la serie en el futuro inmediato.

Un primer y agradecido volantazo se produce en el cuarto capítulo, ‘Act of God’, en el que se rompe el habitual relato histórico cronológico para pasar a situar la acción en unos pocos días en los que Londres sufre los efectos de una niebla extremadamente densa y prolongada que afectará transversalmente tanto a nuestros privilegiados protagonistas como al pueblo común y que le sirve a Morgan para completar el perfil de algunos de sus personajes principales, contrastando sus diferentes comportamientos ante un mismo acontecimiento. La importancia de Churchill en este episodio no hace sino confirmar que no estamos ante una mera crónica monárquica, sino que la ambición de ‘The Crown’ es mostrar una panorámica global sobre la época, algo que incluye un minucioso análisis de los gobernantes que pasarán por el 10 de Downing Street.

Pero el momento en el que «The Crown» coloca definitivamente su bandera en la cima televisiva no llegará hasta el siguiente capítulo, el majestuoso ‘Smoke & Mirrors’. La coronación de Isabel en la Abadía de Westminster huye de todo convencionalismo gracias a la genial argucia de Morgan de narrarla mediante la fiesta organizado por el disidente y marginado Duque de Windsor Eduardo para presenciar la ceremonia televisada -una retransmisión revolucionaria que es clave en el desarrollo del episodio-en su residencia de París. La alternancia de puntos de vista entre el ‘oficialista’ de los preparativos de la inminente reina y su necesidad de someter a su disgustado marido y el ‘alternativo’ que nos propone un Eduardo inmerso en sentimientos contradictorios nos proporciona al espectador una perspectiva absolutamente panorámica del evento. Un frenético y tremendamente preciso guión va deparando un imparable ‘in crescendo’ que sabe concluir de forma magistral, con uno de esos planos finales que se insertan en la memoria para siempre. Sólo por gozar de esta hora de inspiración suprema -no lo duden, una de las cumbres de 2016- ya merece la pena el visionado de la serie.

The crown claire foy

A partir de este momento, «The Crown» ya nunca abandonará en la segunda mitad de la temporada ese alto nivel alcanzado, enriqueciendo con acertados y sugerentes aportes sobre los personajes secundarios un desarrollo principal que se disgrega en tres frentes: la creciente crisis matrimonial entre la recién coronada monarca, cada vez más gélida ante su labor como jefa de Estado, y un disgustado Felipe, que se va viendo cada vez más desplazado; las tremendas dificultades que provocan el deseo de Margarita de casarse con su amante, el casado Capitán Peter Townsend; y la progresiva decadencia física de un Churchill empeñado, contra viento y marea, en seguir al frente del Gobierno.

La línea de dirección iniciada por Daldry la retoman con sobrada solvencia tanto el experimentando Julian Jarrold (especialista en filmes de época), como Philip Martin y el muy prometedor Benjamin Caron, siempre apoyados en un guión que a estas alturas ya es puro hierro, pleno de ritmo, gracia y conocimiento de los personajes, logrando siempre el tono adecuado y permitiéndose cada vez más describir realidades complejas en apenas unas pocas líneas. El reparto se beneficia notablemente de ese virtuoso libreto y no hay mácula, todos brillan en sus respectivos papeles, si acaso destacando dos interpretaciones antagónicas: la de Foy, contenida casi hasta el extremo, pero perfecta a la hora de lograr expresar una gran cantidad de sentimientos que no se puede permitir exteriorizar; y la de Lithgow, absolutamente expansiva, haciendo tremendamente carismático a ese desvaído Churchill, rozando pero nunca sobrepasando el límite de la sobreactuación.

The crown vanessa kirby

La regularidad en las alturas es la gran característica de estos cinco últimos capítulos de la temporada, pero sigue habiendo espacio para cumbres como la desafortunada actuación temporal como máxima institución real de una Margarita exultante -excelente Kirby en ese octavo episodio- y, sobre todo, el bellísimo retrato -nunca mejor dicho- de la asunción por parte de Churchill de su definitiva decadencia. El que todo este cúmulo de virtudes confluya en una conclusión que nos hace evocar, nada menos, el escalofiante final de «El padrino», con ese Michael Corleone habiendo culminado definitivamente su transformación, nos confirma que estamos ante un material de verdadera grandeza.

No obstante, lo mejor que nos deja por ahora «The Crown» no es una primera temporada de notable alto, sino las inmejorables perspectivas que ofrece su plan de cubrir toda la vida de Isabel II a lo largo de seis entregas, comprendiendo cada una de ellas una década de reinado. Con las bases y el tono definitivo ya establecido y con los personajes ya volando alto en cuanto a complejidad y conocimiento del espectador, la ingente cantidad de sugestivos hitos de la historia reciente británica nos hace elecubrar que estamos ante una producción que va a marcar los próximos años de la ficción televisiva. Por de pronto, el próximo noviembre nos espera la década de los 60: descolonización, adolescencia de los hijos del matrimonio real, la aparición ya confirmada del matrimonio formado por John Fitzgerald Kennedy y Jackie…pero lo que realmente ansiamos en el Cadillac es presenciar el tratamiento de aquel revolucionario ‘Swinging London’ y, sobre todo, la irrupción de cuatro talentosos jovencitos con flequillo….¿alguien dijo The Beatles? Ya estamos salivando.

The crown all the cast

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