Saltar al contenido

Nuestros discos de 2018

17/12/2018


Las listas musicales de lo mejor del año que por estas fechas proliferan en revistas, webs y blogs siempre han tenido mucho de declaración de intenciones. Una forma de hacer recuento anual, sí; una herramienta para (re)descubrir obras que le pudieron haber pasado desapercibidas al lector, también; pero sobre todo suponen una autoafirmación de una línea de pensamiento, un posicionamiento vital, estético e incluso ideológico ante un panorama tan atomizado y compartimentado que ya casi es inútil tratar de definir qué es “lo mejor”. La del Cadillac Negro, dentro de la disparidad de gustos que conviven en este blog, de alguna manera también lo es. Y los que nos conocéis, a estas alturas ya sabéis de qué palo vamos y qué no vais a encontrar aquí. Que lo nuestro no es ir de demasiado modernos, ni subirnos al carro de cualquier tendencia que esté de moda por simple postureo (salvo que realmente nos mole dónde nos lleva ese carro), ni pasarnos de listillos referenciando mil artistas ignotos que parecen inventados. Tampoco nos cerramos a distintos géneros, algunos realmente antitéticos, pero tenemos nuestras filias y nuestros códigos, y siempre prestaremos más atención a lo último de glorias viejunas como, por ejemplo, Smashing Pumpkins, Nine Inch Nails o Paul McCartney (aunque luego no entren en la lista definitiva) que a los últimos éxitos de J Balvin, Ozuna o Ariana Grande (los artistas más escuchados del año según Spotify). Llamadnos pollaviejas si queréis, pero cada uno disfruta con lo que disfruta. Eso lo percibiréis en nuestra selección de discos favoritos de 2018, tan ecléctica (creemos) como es habitual en esta casa, pero dentro de nuestro propio (des)orden, sin pisar ciertas líneas rojas. Tampoco nunca hemos pretendido sentar cátedra, y por eso siempre recalcamos que estos no son los mejores discos del año, sino los que más hemos disfrutado los miembros del Cadillac.

Como casi siempre, en nuestra lista se han colado veteranos que todavía siguen dando guerra o que han recuperado la inspiración después de una etapa algo más tibia, pero sobre todo brillan artistas jóvenes que han confirmado las expectativas que habían creado o que nos han sorprendido con un movimiento insospechado que hemos recibido con los brazos abiertos. Nos congratulamos de que en una época en la que el empoderamiento de las mujeres cada vez está más en alza, nuestra lista albergue un buen número de voces femeninas; y, aunque de patriotismo rancio nosotros tengamos poco, celebramos que nuestro número uno haya recaído un año más, después de Bunbury en 2017, en un artista de aquí. Sin más preámbulo, nuestros favoritos de 2018:

1. MORGAN – Air

En tan solo un par de años los madrileños Morgan han pasado de ser una de las bandas más prometedoras de la escena patria a revelarse como una esplendorosa realidad. Y aunque aún sean un secreto compartido por una minoría cada vez más mayoritaria, no nos caben dudas de que tienen todos los ases en la mano para ser una de las grandes referencias del rock nacional en muy poco tiempo. De momento, su segundo disco, “Air”, nos ha confirmado que la deslumbrante voz de Nina, capaz de pasar de la fragilidad al sobrecogimiento con una convicción pasmosa, no tiene parangón en el panorama nacional. Y alrededor de ella la banda construye una personalidad forjada en las mejores raíces americanas que recoge influencias bien asimiladas del rock, del soul y del blues. Esta tarjeta de presentación ya estaba en su debut, “North”, pero en su brillante continuación no temen ampliar el libro de estilo con páginas de disco-funk en “Another Road (Gettin’ Ready)” o rock progresivo en “Planet Earth” para conformar una obra compacta, versátil e irresistible que se las arregla para erizar la piel en cada uno de sus cortes. Y la emotiva y emocionante “Sargento de Hierro” demuestra que si en el futuro terminan decantándose por el castellano como lengua habitual probablemente no habrá quien les pare. Lo que escribimos sobre “Air” en su momento, aquí.

2. ALICE IN CHAINS – Rainier Fog

Pocos grupos en la historia del rock pueden mostrar una regularidad en sus lanzamientos como Alice in Chains. Ninguno de sus discos baja del notable, ya sea en su mítica etapa con Layne Staley en el micro como en la iniciada años después de su fallecimiento. «Rainier Fog» vuelve a incidir en ese remarcable hito y se presenta como una síntesis perfecta entre la brillante accesibilidad de aquel «Black Gives Way to Blue», que dio plena validez a una más que controvertida reunión de la banda, y la densidad que inundaba el anterior «The Devil Put Dinosaurs Here». Volviendo a explotar un sonido tan personal e intransferible como absolutamente inimitable, brillan tanto las canciones de mastodónticos riffs y tensos desarrollos como «The One you Know» y el tema título como los excelentes medios tiempos marca de la casa – «Fly», «Maybe», «So Far Under» y «Never Fade»-, con esos juegos de voces más grandes que la vida y esa turbia belleza reinando por todo lo alto. Gigantes para la eternidad.

3. ROSALÍA – El mal querer

Si ha habido un disco-acontecimiento en 2018, de esos que absolutamente nadie ha podido ignorar, ese ha sido “El mal querer”. Y si ha habido un nombre que se ha repetido hasta el hartazgo durante los últimos meses ese ha sido el de Rosalía. Tan desmesurados han sido el hype, el marketing y los debates que se han generado en torno a su figura que se corría el riesgo de que lo más importante, que siempre debería ser la música, quedara relegado y vulgarizado entre tanta cháchara. Y “El mal querer” es una de esas escasas obras que resiste el ruido de los cuchillos, un disco que rezuma inteligencia, duende y magia por sus cuatro costados. Pop del siglo XXI, desafiante, con un discurso bien armado y muy necesario, y unas herramientas para defenderlo que combinan con sabiduría y atrevimiento tecnología de vanguardia, samplers y autotune con el quejío ancestral de un género que o es desgarrador o sencillamente no es. Decíamos más arriba que en el Cadillac no somos muy de subirnos al carro de las modas, pero sí sabemos reconocer el talento cuando lo tenemos delante. Y, más allá del bullicio, la sobreexposición, el apropiacionismo y los ríos de tinta, Rosalía lo tiene a espuertas. Podéis releer lo que teníamos que decir sobre “El mal querer” aquí.

4. ARCTIC MONKEYS – Tranquility Base Hotel + Casino

Que la banda más representativa del indie-rock del siglo XXI se descolgase con un conjunto de medios tiempos reposados, melancólicos y desprovisto de hits instantáneos desató una de las controversias más ruidosas del año, sobre todo en la plaza pública de las redes sociales donde prima la avidez del pulgar hacia arriba o hacia abajo. Y “Tranquility Base Hotel + Casino” demandaba cierta paciencia para ser desentrañado y ser valorado como lo que es, un disco hipnótico y absorbente, de aspecto retrofuturista y vocación rupturista, que podrá gustar más o menos que sus álbumes anteriores pero cuya audacia es indudable. Esta es la obra más personal de Alex Turner, transfigurado en crooner de piano bar decadente durante su estadía en una colonia lunar, quien prácticamente relega al resto del grupo al rol de banda de acompañamiento, pero una capaz de trenzar fascinantes atmósferas espaciales con regusto soul y jazz. Que este no fuese el repertorio más adecuado para llevar a las tablas de los grandes festivales veraniegos no empaña la realidad de que estamos ante el disco más valiente de los monos árticos. Y eso, en el Cadillac, ha significado todo un triunfo. Nuestra defensa de “Tranquility Base Hotel + Casino”, aquí.

5. NATHANIEL RATELIFF & THE NIGHT SWEATS – Tearing at the Seams

Nathaniel Rateliff es un tipo blanco de 40 años nacido en Missouri con alma y voz portentosamente negras. Y acompañado de una banda tan poderosa como The Night Sweats ha creado en su segundo largo, “Tearing at the Seams”, una nueva máquina del tiempo que nos trasporta a aquellos felices 60 en los que reinaba el soul clásico de figuras como Sam Cooke, Otis Redding o Sam & Dave, de quienes Rateliff es digno heredero, pero revestido con un envoltorio actual que también trae brochazos de americana, rebordes folk y trazos sureños. Cierto que no inventan nada, pero ni falta que hace cuando la sala de máquinas carbura con tal precisión, frescura y empuje, los metales y las teclas saben a manjar de dioses y dispones de un repertorio de temas redondos, infecciosos y sin altibajos que saltan del vigor de alto octanaje de “Intro” a al lamento doliente de “Hey Mama”, pasando por la exultante jovialidad de “Say it Louder” o la emoción conmovedora de “Babe I Know”. Y si además tienes en primera línea una garganta rugosa y áspera que exuda autenticidad tanto en el frenesí más sudoroso como en la caricia íntima, la única duda que nos queda es saber cuánto más glorioso podría sonar todo esto en vivo y en directo. Por favor, que alguien los traiga a España en 2019.

6. ANDRÉS CALAMARO – Cargar la suerte

El nuevo disco de Andrés Calamaro tiene el valor de recuperar a uno de los mejores artistas en lengua castellana de las últimas décadas, algo tan simple pero tan importante y rotundo como eso. Y es que después de varios trabajos irregulares algunos y simplemente aceptables otros, «Cargar la suerte» trae de regreso al Calamaro más inspirado, a aquel que con la triada «Alta suciedad»-«Honestidad brutal»-«El salmón» se convirtió en el referente de toda una generación. Rodeado por una banda de excelsos músicos, el argentino se muestra conciso y atinado, focalizando las composiciones en un rock adulto bien entendido, sin aspavientos pero con enjundia. Así, las canciones cabalgan a lomos de steels, vientos y cuerdas mirando al pasado, al presente y al futuro, chequeando lo más íntimo y también lo más superfluo, hablando de él, de los cercanos y de los ajenos, para conformar una importante colección de canciones que él mismo tuvo la disposición de analizarnos en este epistolar post.

7. NACHO VEGAS – Violética

Cuando muchos ya habíamos perdido la pista de un Nacho Vegas que nos parecía extraviado en su deriva hacia la proclama panfletaria, llegó este inesperado “Violética” para recordarnos de golpe y porrazo que el asturiano es uno de los mejores compositores patrios del siglo XXI. Ambicioso álbum doble (vinilo triple) de 18 canciones que, como buen álbum doble, tiene en su desmesurada extensión de picos y valles su cualidad más destacada. El espíritu contestatario sigue ahí, pero esta vez mejor medido y aplicado a canciones inspiradísimas (“Desborde”, “Ideología”, “Crímenes cantados”) que recuperan al mejor Nacho Vegas de siempre. Su discurso esta vez no se queda sólo en la denuncia más o menos populista, de modo que igual se viste la gabardina de serie negra para desgajar relatos casi cinematográficos como la muy Tom Waits “Bajo el puente de L’Ara” o la descomunal y gloriosa “A ver la ballena” -con ecos de los compinches de León Benavente-, que experimenta con la cumbia (“Todos contra el cielo”), rescata el viejo susurro de folk poético en “Ser árbol”, versiona el fuego de Violeta Parra a lo Nick Cave en “Maldigo del alto el cielo” o se marca un sarcástico dueto para los anales con Cristina Martínez, de El Columpio Asesino, en la deliciosa “La última atrocidad”. Nuestra crítica de “Violética”, aquí.

8. MARMOZETS – Knowing What You Know Now

Cuando su debut discográfico, “The Weird and Wonderful Marmozets” (2014), logró colarse en el top 25 en Reino Unido y fue elegido mejor disco del año por los prestigiosos Kerrang! Awards, seguro que los británicos Marmozets no imaginaban que, muy pronto, toda su progresión se vería frenada en seco. Su vocalista, Becca Macintyre, afectada por un síndrome genético en ambas rodillas que amenazaba con dejarle en una silla de ruedas, fue hospitalizada y sometida a varias intervenciones. Sus compañeros (la banda se completa con dos hermanos de Becca, Sam y Josh, y otros dos hermanos, Jack y Will Bottomley), acordaron confiar en su recuperación y esperarla. Aquella fue la mejor decisión posible, porque su ansiado segundo álbum, “Knowing What You Know Now”, es un trabajo extraordinario, y porque Becca, ya en plena forma, es un prodigio de la naturaleza. Bajo su aspecto de vecina corriente y moliente se esconde una bestia parda, un torbellino tanto en el estudio como sobre los escenarios. “El rock no está muerto, eso sólo son gilipolleces indies”, espetó la propia Becca durante la promoción del álbum, y si algo le da la razón son sus propias canciones. Porque si tras escuchar trallazos como “Play”, “Habits”, “Meant to Be”, “Major System Error”, “Like a Battery” o “Suffocation” no te entran ganas de berrear y saltar como un demente, quizás seas tú quien está muerto.

9. IDLES – Joy as an Act of Resistence

En un momento en el que el rock pinta poco en el panorama de tendencias actuales y en el que las guitarras parecen cotizar a la baja, es necesario un grupo como IDLES para recordar que nada ha golpeado nunca más fuerte que el rock y las guitarras. Y si les das guitarras a una pandilla de tipos cabreados de Bristol con ganas de poner el dedo en la llaga de una sociedad enferma pero al mismo tiempo dispuestos a reírse de todo y con todos, lo que nos puede salir es un artefacto tan aplastante y avasallador como “Joy as an act of resistence”. Desde que “Colossus” entra en el reproductor como una tuneladora agobiante de ritmos primitivos y taladradoras lacerantes hasta el cierre con el punk a toda mecha de “Rottweiler”, este disco es todo él un chute de energía y adrenalina que da un paso al frente respecto a “Brutalism”, su debut de 2017, llegando musicalmente más lejos que aquel, nutriéndose de estribillos pegajosos y urgentes con olor a himnos hooligan (el de “Danny Nedelko” es para poner patas arriba cualquier recinto y lo habría firmado orgulloso Joe Strummer) y propagando un necesario mensaje de tolerancia y fraternidad bajo esa apariencia de bestias sin domesticar. Un ejercicio de resistencia que nos prueba que, por muy mal que vengan dadas, al rock y a las guitarras nunca se les puede dar por muertos.

10. BRANDI CARLILE – By the Way, I Forgive You

Brandi Carlile (Ravensdale, Washington, 1981) no sólo tiene una de las gargantas más privilegiadas, reconocibles e imponentes de su generación. También es incapaz de escribir una mala canción. Así, cuando uno se enfrenta a un nuevo disco suyo, lo hace sabiendo que va a sumergirse en un torrente de melodías excitantes, estribillos que pellizcan y arreglos exquisitos, todo ello coronado por una voz capaz de partirte por la mitad. Secundada de nuevo por sus fidelísimos gemelos Phil y Tim Hanseroth, en su sexto álbum de estudio, “By the Way, I Forgive You”, Carlile se aleja un tanto de los ramalazos rockeros de su anterior “The Firewatcher’s Daughter” (2015) y retoma la senda de la elegancia country-folk de la obra que la situó en el mapa, “The Story” (2007). Y no por casualidad. Su productor, Dave Cobb, convencido de que la voz de la cantautora nunca ha vuelto a brillar tanto como en el tema que dio título a aquel trabajo, la retó a superarlo. Y si no lo consigue, está muy cerca de lograrlo, especialmente en la apabullante “The Joke”, que no deja de ser la cima de un álbum plagado de excelentes canciones e interpretaciones portentosas, reconocido ya con seis nominaciones a los Grammy, entre ellas las tres grandes: Álbum del año, grabación del año y canción del año. Eso, para una artista de americana, en 2018 es toda una heroicidad.

 

11. SOLEÁ MORENTE – Ole Lorelei

Con “Tendrá que haber un camino”, su debut en solitario, Soleá nos ofreció una aproximación al rock indie con tintes flamencos que no olvidaban sus raíces familiares. Lo que nos trae en 2018 con su “Ole Lorelai” es una propuesta bien diferente. Un álbum con una cohesión narrativa mayor, cargado de temas que saben mucho a ella y en el que conviven géneros distintos que, en matrimonio con este flamenco que no sólo no olvida, sino al que se abraza más fuerte, suenan a gloria y a mestizaje musical. Aunque el single “Baila conmigo” se baña en electrónica e invita a nadar en purpurina, Soleá no tiene miedo de homenajear  las alegrías de su padre, marcarse un fandango maravilloso con un toque pop, abrir el disco con un martinete o hacer uso del autotune mientras se dedica a los cantes que bien pueden nacer en un tablao. Todo ello antes de meterse en la electrónica funky de “Ya no sólo te veo a ti”, que suena a Jeanette y a su propia Estrella. Un ejercicio en el que se ha puesto el alma y los pies y donde todo es etéreo.

12. GHOST – Prequelle

¿Puede un grupo sobrevivir si se queda sin prácticamente toda su formación original e incluso si queda desvelado el secreto en el que ha sustentado gran parte de su atractivo? Sí, siempre que seas Ghost y tengas al frente a un tipo tan talentoso, pese a su despotismo, como el sueco Tobias Forge. Todas esas adversidades no han sido más que un acicate para que Ghost hayan reeditado con «Prequelle» tanto su creciente reputación como su posición como grandes del rock actual, logrando por fin la deseada conquista de EE.UU. Jitazos indiscutibles como «Rats» y «Dance Macabre» confirman con creces la línea cada vez más comercial y melódica del proyecto, pero, a su vez, grandes temas menos obvios y más orientados a su particular forma de homenajear el hard rock/heavy metal más oscuro de los 70 y los 80 como «Faith», «See the Light» o «Life Eternal» nos recuerdan que no han sacrificado para nada la calidad por el camino y que podemos seguir confiando ciegamente en tan excitante formación.

13. BELAKO – Render me Numb, Trivial Violence

Y a la tercera, se consagraron. Después de un potente debut y de ya abrir el abanico y las miras con su segundo disco, Belako se han afianzado con su tercer disco como una de las bandas jóvenes más importantes de nuestro país. El postpunk de sus inicios e incluso los coqueteos con la electrónica se entienden ahora como un aprendizaje y unos pasos necesarios para llegar a este «Render me numb, trivial violence», en el que reabsorben totalmente todo ese camino y lo funden con una personalidad potente y una inquietud, profesionalidad e inspiración sorprendentes. Sigue habiendo rabia, sigue habiendo experimentación, sigue habiendo atmósferas, pero todo más definido, mejor contextualizado, incluso con atisbos de genialidad en algunos pasajes, especialmente en los más arriesgados, como la terna “Stumble”, “Stumble II” y “Strangers in a box”, con la que vuelven a sorprender y a abrir nuevos horizontes. En su día, aquí analizamos el disco en más profundidad.

14. JUDAS PRIEST – Firepower

Os seremos sinceros: ninguno de los integrantes del Cadillac amantes de Judas Priest mostramos apenas interés en la publicación de «Firepower». Aún estaba muy reciente la marcha de la banda de uno de sus pilares, Glenn Tipton, por motivos de salud, siendo reemplazado por el productor Andy Sneap, y, además, los discos nacidos tras el regreso de Rob Halford, con la excepción del subidón que nos dio en su día «Angel of Retribution», tampoco nos habían entusiasmado. Pero nunca es bueno infravalorar a los maestros y «Firepower» nos ha sabido callar la boca convenientemente con un heavy metal tan respetuoso con el sonido clásico de la formación como repleto de frescura, con grandes canciones como el tema título, «Lightning Strikes», «Never the Heroes» o «No Surrender» y la sensación de estar ante el mejor disco de los británicos desde aquella lejana obra maestra llamada «Painkiller». Su concierto en el Download madrileño no hizo sino confirmarnos que seguiremos disfrutando de ellos por muchos años.

15. MITSKI – Be the Cowboy

Sorprende ante la juventud de Mitski que este sea su quinto trabajo, pero ha llegado pisando fortísimo y teniendo clarísimas sus intenciones dentro de ese personaje tan complejo y auténtico en el que ha llegado a convertirse. “Be the Cowboy” tiene como punto fuerte unas composiciones absolutamente viscerales. Sus canciones funcionan como reflexiones y ni siquiera necesita un gran espacio de tiempo de tiempo para narrarlas. Nos encontramos ante un disco donde la expresión de lo que se ha reprimido es algo fundamental, donde el toque country de “Lonesome Love” convive con la psicodelia de “Remember my name” y las influencias musicales de artistas como PJ Harvey quedan al desnudo. Es, sin lugar a dudas, una de las voces femeninas que más alto se han propuesto cantar este año, aunque escuchándola experimentemos una sensación de intimidad que nos lleve a pensar que lo hace desde un ovillo de mantas y lejos del mundo.

Anuncio publicitario
8 comentarios leave one →
  1. 17/12/2018 14:08

    Muy bueno chicos!

  2. 20/12/2018 12:46

    Vaya puta mierda.

  3. 29/12/2018 1:35

    Acabo de descubrir esta web gracias a un amigo. Yo tengo un blog similar donde elaboro mi ranking de canciones, el cual hago público siempre el 1 de Enero. Sé lo que cuesta redactar todo esto y desde luego os aplaudo por vuestro trabajo.

    En mi caso, y aunque soy de canciones en vez de discos, quiero agradeceros que hayáis incluido a Ghost. Creo que es una de 2-3 mejores bandas de esta década o por lo menos dentro del rock. Square Hammer para mi gusto, es un himno absoluto. Y resalto todo esto porque el periodismo musical independiente de nuestros tiempos (Pitchfork y similares), tiene por costumbre ignorar el rock y el metal (y el country y el soul y determinada electrónica,….) en sus tops. Todo es pop (y ahora hip hop porque es la moda). Te venden que el rock está muerto y luego te ponen a Balvin en sus tops anuales. Un poco más de eclecticismo no vendría mal.

    Saludos Musicales.

  4. Socretino permalink
    30/12/2018 18:28

    Coincido en muchos de ellos. Muy buenos todos. Sólo cambiaría a los Idles por Su, que me parecen más frescos.
    Le daré una escucha al NATHANIEL RATELIFF.

Trackbacks

  1. Nuestras 25 canciones de la década | El Cadillac Negro

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: