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Nuestras 25 canciones de la década

05/12/2019

Todo es cíclico. Y esta máxima se cumple con creces en el mundo de la música. Cuando ya rozamos la tercera década del siglo XXI, hemos vuelto al modelo que imperaba en los 50 y primeros 60: el reinado de las canciones. Siempre hemos defendido y defenderemos el valor del disco escuchado en su integridad, como una obra unitaria que ofrece una completa panorámica sobre un momento concreto en la trayectoria de un artista. Pero tampoco somos ajenos a la revolución ya definitivamente consolidada que se ha venido produciendo en el mercado discográfico con el advenimiento de plataformas de ‘streaming’ como Spotify o YouTube como principal método de escuchar música. En un mundo dominado por ‘playlists’ y encadenamiento de vídeos, el mínimo común denominador de la música, es decir, la canción, se ha erigido en gobernante totalitaria en una sociedad invadida por la prisa y el ansia de satisfacción inmediata. Es por todo ello que hemos decidido centrar en ella nuestro repaso musical a la década que ya dejamos atrás y hacer un esfuerzo ímprobo de memoria y recopilación para ofreceros nuestros temas favoritos publicados entre 2010 y 2019.

Desde el hard rock hasta el flamenco más renovado, desde el rock clásico americano hasta los sonidos electrónicos y el pop más comercial, todo está incluido en las 25 canciones que hemos elegido como nuestras favoritas (e insistimos por enésima vez: no tienen por qué coincidir necesariamente con las «mejores»). En este amplio catálogo conviven armoniosamente grandes clásicos que siguen demostrando su vigencia década tras década con un sinfín de nuevos valores que nos han generado esperanzas renovadas para seguir en nuestro sempiterno empeño de escuchar la mayor cantidad posible de música y apostar por la variedad y la amplitud de miras. Entre estadounidenses, ingleses, norirlandeses, suecos, canadienses y australianos, nos enorgullece también contar en nuestra lista con cinco representantes de esa música española que en estos diez años ha demostrado -con más ahínco si cabe- que tiene un sitio justamente ganado entre la élite musical del planeta. Sin más preámbulos, os invitamos a reservar una porción de vuestro valioso tiempo para descubrir las canciones que más y mejor nos han acompañado durante este periodo. Y para que podáis contrastar opiniones, hemos confeccionado dos ‘playlists’: la que encontraréis debajo de nuestro listado, con los 25 temas elegidos en orden de preferencia, y otra más extensa que podréis encontrar en nuestro perfil de Spotify, que añade todas las elecciones preliminares de los redactores que no pudieron entrar en la lista definitiva. ¡Que las disfruten!  

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25. LA LA LAND B.S.O. «City of Stars» (2016), por Irene B. Trenas

El número de detractores de un fenómeno suele ser proporcional al número de admiradores construyendo altares por encima de las posibilidades humanas. Somos así, de llevar la contraria. Cosas de nuestra especie. Lo que no es materia de discusión es el hecho de que «La La Land» haya sido el musical de la década y uno de los productos cinematográficos más valorados, tanto por la crítica como por el gran público. Y en este idilio de frustraciones y sueños perseguidos tan de nuestra generación, duerme una banda sonora mayúscula cuyo estandarte es ese «City of Stars» entonado por Emma Stone y Ryan Gosling (o Mia y Sebastian al piano) cuya evocación es suficiente para recordar el amor por el cine.

 

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24. QUIQUE GONZÁLEZ «Charo» (2016), por Sergio Almendros

De vez en cuando uno se encuentra con determinadas canciones que sin saber muy bien por qué contienen una magia especial. «Charo» es una de ellas. Seguramente no sea la mejor canción de Quique González, no es ni de las más emocionantes, ni de las más bonitas ni de las más intensas, pero sí es de las más mágicas. Con una base musical apoyada en una mandolina que aporta a la composición un aire de folk americano, la sencilla pero bellísima melodía se ve engrandecida con la aportación volcal de Nina, un torrente de voz hasta ese momento poco conocido pero que poco después está logrando con Morgan el reconocimiento que se merece. El dueto entre Nina y Quique González resulta delicioso en su reparto de estrofas, sin mezclarse en ningún momento pero dando como resultado un diálogo conmovedor.

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23. THE WAR ON DRUGS «Holding On» (2017), por Jorge Luis García 

A Adam Granduciel le llevó tres discos dar con el sonido definitivo de The War On Drugs, una expansiva reformulación del heartland rock estadounidense en clave indie que sedujo con “Lost in the Dream” (2014) incluso a un público hipster tradicionalmente alérgico a los placeres de la FM ochentera. Lo innegable es que ese sonido, plenamente consolidado en el posterior “A Deeper Understanding” (2017), poseía una clase de magia planeadora y melancólica difícil de encontrar en estos tiempos. Un ejemplo paradigmático es esta “Holding On” que reimagina la arquetípica huida por carreteras solitarias y abrumadores espacios abiertos de Bruce Springsteen en el siglo XXI, embelleciendo ese espacio mítico tradicionalmente gobernado por el galope de las guitarras con capas y más capas de sintetizadores, teclados, xilófonos, slides y reverberaciones que disponen una maravillosa autopista hacia el cielo.

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22. GHOST «He Is» (2015), por Alberto Loriente

Seguramente la mejor noticia que ha recibido el hard rock mundial entre 2010 y 2019 ha sido el advenimiento de Ghost, una banda que recuperó la mejor tradición ‘shock rock’ con su indumentaria e iconografía satánica y que, sobre todo, se alzó a lo alto de las ‘charts’, llena pabellones y encabeza festivales, liderando la escasa renovación de grandes nombres del género. Pero lo mejor es que la enigmática formación sueca ha ido creciendo disco a disco hasta pergeñar una maquinaria perfectamente engrasada que bascula entre hard rock, proto heavy metal, sonidos orquestales y el pop con gran éxito. Para muestra, un botón: «He Is», el tema estrella de su disco «Meliora», una loa a Lucifer en forma de hímnico medio tiempo que enamora desde su suave comienzo y se acaba haciendo adictivo gracias a un estribillo ‘bigger than life’, un evocador piano muy a lo Mike Garson y dos solos de guitarra tan cortos como tremendamente efectivos. La mejor muestra de las altas cotas musicales a las que han sido capaces de llegar Papa Emeritus (ahora Cardinal Copia) y sus enmascaradas huestes. Satan rocks! (Nuestro repaso a la trayectoria de Ghost, aquí)

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21. LEON BENAVENTE «Ser brigada» (2013), por Sergio Almendros

De entre todas las bandas que han hecho despegar en los últimos años eso del mal llamado ‘indie’ nacional, para nosotros una sobresale por encima de todas, León Benavente, posiblemente además la que menos características tiene para estar metida en ese saco. Los componentes de León Benavente no son ningunos recién llegados a pesar de que su música es tan fresca como la de cualquier nueva banda. Su primer disco se cerraba con «Ser brigada», una joya que dejaba el listón de su debut por las nubes, pero que incluso han podido superar con sus dos siguientes entregas. El tema se asentaba en una melodía recitada, en una letra enigmática y cautivadora y en una fuerza musical que vislumbraba la potencia del grupo sobre los escenarios.

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20. THE NATIONAL «Bloodbuzz Ohio» (2010), por Jorge Luis García

Me congratula comprobar que los miembros del Cadillac Negro han ido sumándose a la causa de The National hasta el punto de que tres canciones de la banda de Cincinnati han optado a entrar en nuestro top de la década. Y en realidad no es tan extraña esa multiplicidad en un grupo que, pese a haber sido número 2 en USA y número 1 en Reino Unido en álbumes, nunca ha tenido un hit en listas propiamente dicho. Porque cuando se trata de The National cada uno tiene su propio hit personal. Sin embargo, quizás haya cierto consenso en que “Bloodbuzz Ohio”, incluida en el enorme “High Violet”, condensa algunas de las mejores virtudes de la banda: la penetrante voz de barítono de Matt Berninger dominando con autoridad el formato panorámico, el ritmo entrecortado que imprime Bryan Devendorf a los parches, la tensión instrumental entre la elegancia atmosférica y la épica a media luz marca de la casa, y una melodía hermosa y evocadora salpicada de desarraigo y desamparo.

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19. LANA DEL REY «Video Games» (2011), por Jorge Luis García

Por mucho que pueda fastidiarles a algunos, el tiempo le ha terminado dando la razón a Lizzy Grant. En 2019 Lana Del Rey sigue siendo relevante y “Norman Fucking Rockwell!’ previsiblemente acabará entrando en muchas listas de lo mejor del año. Quedan ya lejos los tiempos en los que mofarse de ella y hacer memes a su costa estaba bien visto. Hoy ya nadie se ríe. Pero aunque Lana Del Rey hubiese terminando siendo flor de un solo día, aunque tras el brillo de los diamantes solo hubiese habido bisutería barata, siempre nos habría quedado el tema con el que empezó todo, aquel “Video Games” que nos transportaba a un sueño del Mulholland Drive que sólo existía en las películas del viejo Hollywood y que se revolcaba en un romanticismo decadente de arpas y cuerdas atiborradas de glamour. El paso del tiempo constata que aquel single-debut no solo es uno de los pocos himnos irrefutables de la década que agoniza, sino que también fue un precursor en el aperturismo del mainstream hacia propuestas femeninas menos evidentes.

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18. JENNY LEWIS «Heads Gonna Roll» (2019), por Alberto Loriente

La cantautora y actriz estadounidense Jenny Lewis nos ha ido alegrando puntualmente la vida a lo largo de los últimos 20 años tanto con su trayectoria en Rilo Kiley como en solitario con una media de calidad nunca inferior al notable. Pero su colofón momentáneo no ha llegado hasta este 2019, cuando la artista de Las Vegas ha editado «On the Line», un soberbio álbum de madurez en el que brilla sobremanera su canción inicial, esa maravilla llamada «Heads Gonna Roll». En apariencia es solo una bella balada situada en el limite exacto entre el country más tradicional y el ‘americana’ más actual, pero acaba siendo mucho más. A Lewis le basta apenas con alzar la voz en contados momentos para reinar con su ‘feeling’ sobre un colchón musical tremendamente sutil y pleno de detalles a cargo del ‘all star’ que forman el defenestrado Ryan Adams a la guitarra, Ringo Starr a la batería, Don Was al bajo y, muy especialmente, el incomensurable Benmont Tench (uno de esos Heartbreakers a los que Tom Petty ha dejado viudo), que eleva el tema hasta la eternidad con la mágica elegencia de su Hammond. Alcanzando el nivel de la mejor Lucinda Williams.

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17. METRIC «Breathing Underwater» (2012), por Rodrigo Martín

Se me ocurren muchas etiquetas para intentar definir a Metric y aunque seguramente todas ellas serían acertadas, al mismo tiempo no terminarían de hacerles justicia. Los canadienses son uno de esos grupos que tienen un estilo muy personal y reconocible y, sin embargo, es muy difícil encontrar dos canciones iguales en su extensa trayectoria. Pueden llegar a sonar cálidos, cercanos y reconfortantes, o destapar su vena más ruidosa, intrépida y épica… y a veces lo consiguen mezclar todo en un mismo tema, como ocurriría en «Breathing Underwater». No pasaría por ser su canción emblema, pues ya hemos dicho que en su caso eso no existe, pero sí quizás sea en donde más y mejor conviven todas las virtudes de la banda. Por eso también puede servir como la perfecta puerta de entrada a una de las discografías más interesantes y probablemente desconocidas de esta década. Y de la pasada. Y estamos convencidos de que también lo será en la futura.

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16. SHARON VAN ETTEN «Your Love is Killing Me» (2014), por Jorge Luis García

“Remind Me Tomorrow” nos ha confirmado este año lo que ya sabíamos, que en este blog amamos profundamente a Sharon Van Etten. En esta década ha habido pocos artistas que hayan cartografiado con tanto detalle el mapa del alma humana y nos hayan vomitado sus miserias sentimentales y sus inseguridades más inconfesables tan a tumba abierta como la de New Jersey. “Your Love Is Killing Me”, incluida en su álbum de 2014 “Are We There”, es una de las cimas más altas de su cancionero, una sobrecogedora catarsis que hurga sin anestesia en la dolorosa herida que deja una turbia y obsesiva relación de dependencia. Imposible no dejarse arrastrar por la turbulenta riada emocional que se desborda en líneas tan viscerales (“Break my legs so I won’t walk to you/ Cut my tonge so I can’t talk to you/ Burn my skin so I can’t feel you/ Stab my eyes so I can’t see”) que las podría haber firmado orgullosa la PJ Harvey de “Rid of Me”.

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15. SIGUR RÓS «Varúð» (2012), por Irene B. Trenas

A principios de esta década, los islandeses Sigur Rós regalaron a su público uno de los mejores álbumes de su carrera (aunque la crítica disienta), «Valtari». Un disco que es en sí mismo un estado mental. Los rotos emocionales y la calma, pop rock de un universo aún no descubierto y sonidos atmosféricos para conjurar a los reyes de la magia sentado en un bosque a tres grados bajo cero sin un alma en diez kilómetros a la redonda. «Varúð» («Precaución»), segundo single del disco, es una pieza maestra de una sensibilidad conmovedora increíblemente espiritual donde nos lamemos las heridas. Cánticos y estallidos instrumentales en una señal de aviso en medio de nuestra propia carretera existencial. Qué bien le sienta el ambient a esta banda.

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14. TEGAN AND SARA «Closer» (2012), por Rodrigo Martín

La primera vez que un servidor escuchó «Closer» de Tegan and Sara fue gracias a la función aleatoria de Spotify (eso que ahora nos sirve a muchos como sustituto de lo que fue la FM en nuestros años mozos). Le pareció un tema tremendamente pegadizo y, sin más escuchas, se lo guardó en una lista de reproducción que tiene destinada a esas cosillas interesantes que, de vez en cuando, se va encontrando por ahí. Apenas uno o dos días después, mientras veía el cierre de la primera temporada de «BoJack Horseman», «Closer» volvió a asaltarle desde los créditos finales de la serie. ¿Casualidad? ¿Destino? Sea como sea, hay señales que uno no puede dejar pasar por alto, y efectivamente «Closer» estaba destinada a convertirse en uno de sus temas imprescindibles de la década. Pop radiable y bailable con el toque justo de sofistificación y madurez, moderno pero con un punto nostálgico… y con uno de los estribillos más infalibles que hayamos escuchado en años. Nada menos.

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13. VETUSTA MORLA «Maldita dulzura» (2011), por Sergio Almendros

Una de las bandas más importantes del rock en castellano de la última década ha sido sin lugar a dudas Vetusta Morla, quizás la más grande banda del rock en castellano de la actualidad teniendo en cuenta calidad y repercusión. Con cuatro discos a sus espaldas, Vetusta ya han dado buena cuenta de sus poderes e incluso de su evolución, haciendo alarde de un sonido muy reconocible e incluso imitado. Sin embargo, nos decantamos por uno de los temas con los que más se salieron de su molde, aquella «Maldita dulzura» presente en su segundo disco («Mapas») pero que ya estaba en los set list en sus primeros conciertos. Frente a la intensidad y densidad de sus temas, «Maldita dulzura» emergía como la más romántica y arrebatadora composición de los madrileños hasta la fecha. Musical y melódicamente el tema podía evocar el estilo más bastardo y emocional de Bunbury, con quien años después llegaron a versionarlo. Una belleza de canción.

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12. BAND OF HORSES «Factory» (2010), por Alberto Loriente

No ha sido una buena década para Band of Horses. Cuando todo parecía destinado para que los estadounidenses reeditaran el fulgor de sus dos primeras obras -«Everything all the Time» y «Cease to Begin»- y se convirtieran en grandes protagonistas del decenio, una serie de álbumes simplemente correctos les han relegado a un incómodo segundo plano. No obstante, aún les dio tiempo a brillar en los albores de este periodo con su muy buen disco «Infinite Arms» y, sobre todo, con su monumental canción de arranque, «Factory». Un apabullante muro de sonido construido a base de mellotron servía de base para una angelical nana aupada por la voz de Ben Bridwell y, muy especialmente, por una bellísima e imperecedera melodía que le hacía competir con ventaja en el terreno pastoral de los mejores Fleet Foxes y llegar a convertirse en uno de los mayores clásicos de la banda de Seattle, a la altura de maravillas pretéritas como «The Funeral» o «No One’s Gonna Love You». Y eso es mucho, mucho, pero que mucho decir.

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11. NICK CAVE AND THE BAD SEEDS «Hollywood» (2019), por Irene B. Trenas

Puede parecer que Nick Cave no se ha alejado mucho de los doloridos terrenos de «Push the Sky Away» y «Skeleton Tree», pero lo cierto es que este año, con «Ghosteen», el artista nos ha entregado un álbum que es, sencillamente, de otro mundo, donde la pérdida de su hijo sigue estando presente. «Hollywood» es una pieza absolutamente sobrecogedora de 14 minutos que supone una catarsis sublime, donde su voz ahonda en la herida a través del mito budista de Kisa y que da cierre a un periplo musical extraordinario de coros sobrenaturales y una espiritualidad que lo envuelve todo para dar sentido a la pérdida.

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10. WALK THE MOON «Shut Up and Dance» (2014), por Rodrigo Martín

A lo largo de nuestra vida, desde que somos muy pequeñitos, nos vamos cruzando con cientos, miles de canciones. La mayoría de ellas pasan a través de nosotros sin dejar huella, otras en cambio sí consiguen atraparnos en momentos muy concretos y por motivos muy diversos, y su impacto llega a ser mayor o menor, puede diluirse, prolongarse o incluso agigantarse con el paso de los años… Y luego están esas otras canciones que de repente nos vuelan la cabeza y uno sabe, de alguna manera, que habrán de acompañarnos ya durante el resto de nuestras vidas. Inevitablemente, uno va haciéndose mayor, menos impresionable y más resabiado, y tiene la sensación de que cada vez encuentra menos cosas que le deslumbren… hasta que vuelve a toparse con algo como «Shut Up and Dance»: un temazo que sabe que le habría vuelto loco con 8 años, le vuelve loco ahora con 40 y le seguirá volviendo loco cuando haya llegado a los 80. Ligera, inocentona, jaranera, chiclosa, adictiva hasta el punto de resultar infecciosa… y pese a todo, o gracias a todo eso, arrolladora, irresistible, memorable. Porque no todo en un Olimpo personal van a ser escaleras hacia el cielo o rapsodias bohemias.

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9. ROSALÍA «QUE NO SALGA LA LUNA» (2018), por Irene B. Trenas

Hace ya un año que es imposible escapar a los continuos debates y polémicas que la mera existencia de Rosalía suscita. Para bien y para mal. Pero a pesar de todo el té servido a lo largo de estos meses, de juicios y cuestionamientos, de filias y de fobias, la cantante dió a luz el pasado 2018 a uno de los discos más esperados en mucho tiempo. Y «El mal querer» (aquí nuestra crítica) rebasó todas las espectativas con su falta de complejos, con sus seguirillas marcadas por los tubos de escape perforados de una moto, con los tangos de la Repompa bañados en R&B y piezas como este «Que no salga la luna», el segundo capítulo de esta histora de amor que mata. Una de las muestras del disco que se mece en el flamenco más puro mezclado con elementos electrónicos, efectos de sonido y conversaciones sobre lo guapo que está el anillo de diamantes de la novia. Lorca y Tarantino con el vozarrón de un artista a cuya presencia muchos van a tener que acostumbrarse.

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8. BUNBURY «De todo el mundo» (2010), por Sergio Almendros

Durante la ya larga vida de este blog, en numerosas ocasiones hemos dejado constancia de nuestro gusto por la carrera de Bunbury, al que consideramos algunos de los integrantes de este rincón una de las personalidades más interesantes del rock en castellano. En la última década el maño ha seguido dejando constancia de su buen hacer y de entre todos los temas paridos en estos 10 años la elegida para entrar en este ranking ha sido la emocionante «De todo el mundo». El tema estaba presente en «Las consecuencias » (2010), un disco que se presentaba intimista y casi menor pero que debido a su momento de inspiración y medida continencia se convirtió en uno de los más celebrados del zaragozano. «De todo el mundo» es una declaración de intenciones a tempo lento, contenido, con gusto, que poco a poco va ganando fuerza e intensidad sin necesidad de reventar para alcanzar una gran y conseguida emoción. Quizás la canción más redonda de Enrique Bunbury.

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7. MICHAEL KIWANUKA «COLD LITTLE HEART» (2016), por Alberto Loriente·

La metamorfosis que transformó a una de las numerosas promesas del saco del ‘neo soul’, el inglés Michael Kiwanuka, en una de las grandes realidades de la música negra actual duró exactamente los diez minutos (seis en su versión reducida) en los que se desarrolla «Cold Little Heart», el corte inicial de su segundo disco, «Love & Hate». No es canción para impacientes, una extensa intro de cuatro minutos en la que conviven en perfecta armonía una potente sección de cuerda, sutiles coros y una discreta guitarra eléctrica desemboca en un cuerpo apoteósico, en el que múltiples capas se superponen sin pisarse para proporcionar un virtuoso colchón sobre el que la estremecedora voz de Kiwanuka desgarra -y nos desgarra- ese pequeño y frío corazón que todos tenemos y nos traiga a la memoria, ni más ni menos, que a todo un Marvin Gaye. Unos coros simplemente celestiales y un memorable estribillo nos conducen a ese perfecto y austero final con guitarra acústica. Una epopeya musical mágica que, sí, también sirvió para acompañar los mejores créditos de apertura de la televisión reciente, los de «Big Little Lies».

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6. THE ANSWER «Nowhere Freeway» (2011), por Rodrigo Martín

Una de las mejores bandas de rock del planeta conoce a una de las mejores cantantes de rock del planeta. ¡BOOM! Las portentosas voces de Cormac Neeson, frontman de The Answer, y la vocalista invitada Lynne Jackaman (Saint Jude, Jackaman) elevan hasta la estratosfera a este trallazo incontestable que derrocha caña, melodía y sentimiento. «Nowhere Freeway» engorila y emociona. Y engorila y emociona como sólo es capaz de hacerlo el rock con guitarras. Las bandas como The Answer, capaces de bucear en las esencias del mejor hard rock setentero (no obstante su tercer álbum, en el que estaba incluído este corte, llevaba por título «Revival») y ser asimismo mucho más que un simple ejercicio de imitación o nostalgia, manteniendo intacta la vigencia de un género, son un fenómeno cada vez más escaso según vamos avanzando en el siglo XXI. Por eso debemos admirarlas, y cuidarlas, como haríamos con el más bello animal en peligro de extinción.

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5. IDLES «Danny Nedelko» (2018), por Rodrigo Martín

En el repaso a nuestros 15 discos favoritos de 2018, en donde «Joy as an Act of Resistance» ocupó el noveno puesto, mi compañero Jorge Luis García definía «Danny Nedelko» como un tema capaz de «poner patas arriba cualquier recinto» que «habría firmado orgulloso Joe Strummer». Quizás no haría falta decir nada más. Pero como se me ha encargado esta tarea, por mi parte diré que la primera vez que escuché el mencionado segundo álbum de IDLES, que no anda escaso de temazos, no pude resistirlo y tuve que pincharme «Danny Nedelko» hasta tres o cuatro veces seguidas. Desde entonces habrán caído otro buen montón, decenas y decenas, de escuchas. Estamos ante una gozosísima canción que, en la tradición del mejor punk rock, tiene su buena ración de caos, energía, rabia, mala baba, cachondeo… y es, además, uno de los más honestos y certeros alegatos a favor de la inmigración, la convivencia y la concordia. Y eso, para una banda de Bristol en tiempos del Brexit, es tenerlos muy buen puestos. Porque la diversión no tiene por qué estar reñida con el compromiso, ni los himnos (y «Danny Nedelko» lo es) tienen por qué ser siempre un alarde de épica, grandilocuencia y pomposidad.

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4. WILCO «Art of Almost (2011), por Sergio Almendros

Quizás los mejores años de Wilco ya pasaron, quizás a tenor de sus últimos discos será difícil que los de Jeff Tweedy vuelvan a sorprendernos y también es posible que su último gran disco fuera «The Whole Love», allá por 2011. Y en aquel disco estaba presente posiblemente su último arrebato de genialidad y experimentación en la canción que abría el álbum, «Art of Almost», tema que retomaba a los Wilco más inspirados y vanguardistas, sin bien ese palo no volvía prácticamente a repetirse en todo el disco (ni en discos posteriores). No importa, esta canción bien justificaba ya todo el lote. Dividida en dos partes, en la primera la banda daba buena cuenta de un uso de los sintetizadores bien entendido, bien inundada de samplers, oscuridad y atmósfera, para estallar en una musculosa segunda parte aportando los toques casi más duros y rocosos de su discografía. Todos deseamos que «Art of Almost» no fuera el canto del cisne de Wilco, pero si finalmente es así, los de Chicago dejaron una inmejorable rúbrica a sus mejores años.

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3. DAVID BOWIE «Blackstar (2016), por Irene B. Trenas

Todos los miembros del Cadillac nos seguimos estremeciendo al recordar que tres días después de publicar nuestra crítica del que había sido el último álbum de David Bowie, el hombre de las estrellas decidió volver a casa. Sobrecoge porque nos lo estaba diciendo. Que se iba. «Blackstar» fue su último regalo, su última obra maestra, pero también su última gran broma. Y el single homónimo ha de seguir recibiendo todas nuestras loas porque su ambición no conoce límites. Parece que Bowie cantaba ya desde el otro lado en estos diez minutos de siniestra declaración de intenciones, saxos rotos y melodías que viajan de lynchianos ritmos electrónicos a la calma de una suite en una rapsodia que no es bohemia sino funeraria.

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2. ARCADE FIRE «Reflektor» (2013), por Jorge Luis García

Cuando un artista de sonido reconocible y con personalidad propia decide evolucionar, arriesgar o reinventarse, casi siempre hay quien se lo toma mal. Muchos fans, desde una postura un tanto obtusa, no admiten que les cambien la receta. Les ocurrió a los canandienses Arcade Fire, cuando en al cima de su popularidad y aceptación crítica tras el éxito de “The Suburbs” (2010) dieron un volantazo con “Reflektor”. Y se puede debatir sobre si aquel álbum (nosotros lo reseñamos aquí) estaba a la altura de sus tres primeros discos, pero lo que siempre fue indiscutible es que “Reflektor”, la canción, era un auténtico pepinazo. Conservaba intacta la épica de la banda, pero la reubicaba en una pista de baile turbia y consagraba sus siete minutos y medio a un bucle de sensaciones, de subidas y bajadas, sumando sintentizadores, teclados, bajos gordos, percusiones hipnóticas, cuerdas y vientos in crescendo en un aquelarre sonoro al que no le faltaban ni los coros de Bowie, que llegó a bromear con la banda amenazando con quedarse el tema para él si no se daban prisa con las mezclas. El viejo brujo sabía muy bien que aquello olía a clásico contemporáneo.

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1. THE BLACK KEYS «Lonely Boy» (2011), por Alberto Loriente

Nuestra canción predilecta de la década supone uno de los mejores ejemplos de la era que nos ha tocado vivir. Su lanzamiento sin precio aviso, con el archiconocido y genial videoclip con un desprejuiciado bailarín de protagonista, supuso todo un fenómeno viral a nivel planetario que en apenas unos pocos días alzó a «Lonely Boy» a la categoría de clásico instantáneo e imperecedero, presente desde entonces en innumerables acontecimientos deportivos y anuncios publicitarios. Pero es que no es para menos. Dan Auerbach, Patrick Carney y el prestigioso productor Danger Mouse -otro de los grandes nombres de la década- lograron condensar en apenas tres minutos toda la esencia del rock’n’roll pasado y presente. Un devastador riff inicial nos lleva de la mano en un viaje relámpago por el rock 50’s, el blues, el glam y el soul más enérgico, con parada en un estribillo absolutamente euforizante, un ritmo imparable y un poder de adicción superlativo. Una perfección justamente premiada con dos Grammy.

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2 comentarios leave one →
  1. Socretino permalink
    05/12/2019 12:47

    Pues coincido casi casi al 100% con vuestra lista. Añadiría algunas, como «how do I know» de Here we go magic, pero en general tenéis buen gusto musical (como el mío, vamos, jajajajajajajaja)

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