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«Iron Man 3»: caballero sin armadura

28/04/2013

IronMan3_TonyStark

Es probable que “Los vengadores”, el mayor pelotazo del cine de superhéroes de la historia, no hubiese llegado a existir sin el éxito artístico y comercial unos años antes del “Iron Man” de Jon Favreau. Aquella cinta que en 2008 pretendía establecer los cimientos del nuevo universo cinematográfico de Marvel podía haberse quedado en esa imprecisa tierra de nadie en la que habían caído las recientes incursiones en el celuloide de otros míticos superhéroes de la factoría como Hulk o Los Cuatro Fantásticos, es decir, una taquilla decente pero insuficiente para plantear una franquicia de largo recorrido, indiferencia de la crítica y una marcada división de opiniones entre los fans. Sin embargo, “Iron Man”, que a mi entender no era ni mucho menos uno de los personajes Marvel más célebres, rompió todos los pronósticos y no solo se convirtió en un considerable hit en salas, sino que su frescura, ironía y sentido de la diversión puso de acuerdo de forma casi unánime a público y crítica. Admito que nunca compartí del todo ese entusiasmo generalizado por la cinta de Favreau, que me parecía un divertimento más que digno pero claramente inferior a otras películas del género más o menos contemporáneas como las segundas partes de “Spider-man” o “X-Men”, por no hablar de “Batman begins” o la en ese momento todavía inédita  “El caballero oscuro”, pero sí reconozco que disponía de una carta ganadora de la que carecen muchos blockbusters, un personaje central con el que la audiencia conecta automáticamente y que además estaba interpretado por un actor que se le ajusta como un guante. Es difícil precisar dónde termina Tony Stark y dónde empieza Robert Downey Jr., porque el protagonista de “Chaplin” parece haber nacido para ser ese socarrón, cínico, mujeriego y genialoide multimillonario fabricante de armas que se termina convirtiendo en el Hombre de Hierro.

El triunfo de “Iron man” dio vía libre al ambicioso plan de Marvel Studios que culminaría con “Los vengadores” y en el que también se incluía, como no podía ser de otra forma, una secuela para las aventuras de Tony Stark. “Iron Man 2” (2010) aspiraba a ser más grande, más espectacular, más cómica, más dramática, más de todo… y terminaba siendo bastante menos que la película original, aunque no el absoluto desastre que muchos quisieron ver. Notablemente desequilibrada, víctima de ese virus que lastra a todas las secuelas de Hollywood consistente en calzar cuanto más personajes mejor (¿qué pintaba la Viuda Negra en ese tinglado?), “Iron Man 2”  disparaba alocadamente en demasiadas direcciones pero con balas de foguero y ni siquiera el carisma de Robert Downey Jr. era  suficiente en esa ocasión para sostener la función. La reacción del público, que en cualquier caso volvió a atiborrar los cines, fue bastante más tibia. Pero si algo demostró “Los vengadores” el año pasado es que Tony Stark es “el puto amo” del Universo Marvel cinematográfico y que robaba el show cada vez que aparecía en pantalla junto a Thor, el Capitán América, Bruce Banner o Loki. Definitivamente el público estaba listo para otra película en solitario del Hombre de Hierro, pero Marvel era consciente de que había que afinar bien el tiro porque el nivel de exigencia tras la cinta de Whedon se había elevado y porque “Iron Man 3” debía inaugurar la Fase 2 que desembocará en una nueva entrega de los héroes más poderosos del planeta en 2015.

IronMan3_Pepper Potts

Así pues Favreau deja el mando de operaciones a Shane Black -director del que a falta de mayores credenciales detrás de la cámara más allá de “Kiss kiss bang bang” se nos ha recordado machaconamente que estuvo detrás de la saga de “Arma letal” y de “El último Boy Scout”-, quien demuestra gran sensatez al volver a colocar a Tony Stark en el centro del escenario, con todos los focos apuntando sobre él. Si se trata de recuperar las virtudes del primer “Iron Man”, nada mejor que volver a poner al héroe en una situación límite, despojado de sus juguetes, de sus innumerables recursos y de la chica a la que ama, acuciado por el insomnio  y por unos insospechados ataques de ansiedad (nada grave, al minuto la cosa ya está controlada), para que salga del atolladero a base de ingenio, astucia y picardía, y si en el proceso Robert Downey Jr. debe pasarse el 95 por ciento del metraje fuera de su armadura derrochando gracia y encanto, que así sea. Pero que nadie piense que estamos ante la nolanización de una saga que siempre ha destacado por ser luminosa y ácida, todo lo contrario a la gravedad trágica de la trilogía de Batman, por mucho que aquí se pueda hallar alguna semejanza de refilón con los sucesos de “La leyenda renace”.  No, “Iron Man 3” se mantiene fiel al espíritu Marvel, aunque es posible que la propuesta de Black esté más cerca del thriller de espionaje con tintes autoparódicos que de la clásica película de superhéroes que muchos aficionados querían ver, pero no me cabe duda de que esa es la razón por la que esta cinta supera a su antecesora, porque, a fin de cuentas, el resto de elementos que rodean al personaje principal están en la línea de la franquicia.

IronMan3_Armadura

Las películas de Marvel nunca han destacado por la calidad ni la complejidad de sus libretos (a “Los vengadores” me remito), y el de “Iron Man 3” no es una excepción. Volvemos a tener un mcguffin regulero –el suero Extremis, que es capaz de crear superhombres que no tendrían nada que envidiar al mismísimo T-1000, y que añade a la saga un acusado elemento fantástico ausente en los episodios anteriores-, varios personajes que de haber sido suprimidos en la sala de montaje nadie notaría la diferencia (el de Rebecca Hall o el de un Don Cheadle que por segunda vez parece bastante incómodo y desubicado como War Machine –ahora Iron Patriot-) y agujeros de guión propios de un queso emmental, pero las piezas también están más equilibradas y el ritmo fluye con mayor naturalidad que en “Iron Man 2”.  Como novedad, el villano de turno –un Ben Kingsley dispuesto a pasárselo en grande sin mayores esfuerzos-  se guarda un imprevisible as en la manga que probablemente provoque el pataleo de los más puristas del comic, aunque no deja  de ser todo un puntazo.

IronMan3_Mandarín

Como decíamos, Robert Downey Jr. se sabe el alma de la fiesta y vuelve a estar en su salsa –quizás demasiado en su salsa; entre Iron Man y Sherlock Holmes el actor no ha vuelto a exigirse en un proyecto “serio” desde “Zodiac” (2007), mucho tiempo para alguien tan talentoso-,  muy bien acompañado por una Gwyneth Paltrow más protagonista pero igual de adorable que siempre y un convincente Guy Pearce que tras muchos años malviviendo en productos de medio pelo parece estar de nuevo en todos los saraos.

Y como “Iron Man 3” es un artefacto elaborado para incendiar multisalas  y “Los Vengadores” dejaron el listón donde lo dejaron no pueden faltar los obligatorios fuegos de artificio en forma de tres set-pieces gigantescas, aparatosas, ruidosas y espectaculares (especialmente la última, diseñada para vender una completa línea de juguetes a la chavalada,  a costa de quitarle todo el sentido a la epopeya anterior del héroe), aunque  la cinta brilla más en los momentos de escala más íntima y  la imagen más memorable que deja es aquella en la que Stark arrastra la desvencijada armadura de Iron Man sobre la nieve.

IronMan3_Nieve

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2 comentarios leave one →
  1. 30/04/2014 22:16

    En efectos especiales sin duda esta tercera entrega fue mejor que las anteriores, y definitivamente Tony Stark sigue siendo un hombre guapísimo, muy carismático, sin duda el Iron man perfecto.

Trackbacks

  1. Una forastera en las tierras de Marvel | El Cadillac Negro

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