“American Horror Story: Coven”: cosas de brujas
(ALERTA SPOILER: Revela detalles importantes de la trama hasta el último capítulo de la tercera temporada de la serie, “American Horror Story: Coven”)
Dice un periódico español, centenario y de gran prestigio (ejem), que las series incitan a la masturbación. Y eso de darle a la zambomba está muy feo, es pecado y además está comprobado que no es sano. Por eso es necesario evitarlo a toda costa, y rechazar todo aquello que nos predisponga a caer en los brazos de Onán, como las mencionadas series, el tabaco, el alcohol o las drogas, los centros comerciales o los amigos que critican a sus padres y/o profesores. El problema con las series es que, por lo visto, éstas «pueden erotizar a los adolescentes aunque no tengan contenido sexual explícito». Se habla así en general, por lo que entendemos que habría que meterlas a todas en el mismo saco. Y si uno intenta hacer el desagradable ejercicio de entrar en la talibana mente de los autores del artículo en cuestión, un supuesto equipo de profesionales del Proyecto educación de la afectividad y sexualidad humana de la Universidad de Navarra ¡miedito!, para ver las cosas a su perversa manera, se da cuenta de que es verdad, de que las series erotizan mogollón. Y no hace falta irse a los casos más obvios, como pueden ser “Californication”, “Masters of Sex” o el softcore de “Spartacus”, es que uno puede acabar encontrando sexo, en mayor o menor medida, de una u otra forma, en “The Walking Dead”, “The Good Wife”, “Battlestar Galactica”, “Supernatural”, “Sensación de vivir”, “Salvados por la campana”, “Cosas de casa”, “Médico de familia” o “Verano azul”. La perversión total y absoluta. Quizás sea porque el sexo, no sé, está en lo que viene siendo la vida y es, o debería ser, algo cotidiano y normal, pero no me hagáis caso, que soy un pecador. Yo ya tenía más o menos claro que estaba condenado al infierno por muchos motivos, pero ahora me doy cuenta de que encima la mayor de mis aficiones (las series, digo… aunque lo otro también) me convierte aún en peor persona, por lo que ya no hay salvación posible para mí.
Sabe Dios que respetamos mucho y siempre a todos aquellos que tienen el detalle de dejar comentarios en El Cadillac Negro. Agradecemos enormemente que la gente se interese por lo que escribimos hasta el punto de dedicar parte de su preciado tiempo a compartir su opinión con nosotros. Esto no sería lo que es si no fuese por ellos. Pero hemos tenido también alguna, muy pocas, experiencias un tanto desagradables. Todo esto viene porque lo anterior me ha hecho recordar unos comentarios de un troll visitante del blog en mi entrada ‘“American Horror Story: Asylum”: bienvenidos al desparrame’, en los que me llamaba, y por extensión a todos los seguidores de la serie, «perfecto enfermo de lo peor». La Virgen, pues estamos apañados, entre el artículo de los señores de la Universidad de Navarra y las bonitas palabras que me dedicó aquel tipejo, empiezo a tener claro que estoy para que me encierren. Porque yo he seguido religiosamente “American Horror Story” desde sus inicios y hasta el día de hoy, y ya van tres temporadas y cinco posts, con éste. Y lo peor es que pienso seguir haciéndolo. Una serie que escandalizaría al mismísimo Satán, y que en otras ocasiones he definido, y siempre como un elogio, como «delirante, escabrosa, depravada, enfermizamente seductora y condenadamente entretenida», con un «altísimo y casi siempre insano voltaje sexual» y carente casi siempre de «reglas y límites». Y lo más grave es que ahora que tengo que hacer balance de su recién terminada tercera entrega, “American Horror Story: Coven”, no me queda otra que admitir además cierta decepción y desencanto, por varios motivos pero, sobre todo, porque me ha parecido mucho menos delirante, escabrosa, depravada, enfermizamente seductora y condenadamente entretenida que en anteriores ocasiones. También he echado en falta ese altísimo y casi siempre insano voltaje sexual del que solía andar sobrada. Y he acabado lamentando que, esta vez, se haya acabado autoimponiendo demasiadas reglas y límites… Veredicto: ¡A la hoguera con Rodrigo!
Es cierto que con sólo ver el primer capítulo de esta temporada, hace menos de cuatro meses aunque ahora me parezca una eternidad, yo mismo escribí en el post ‘”American Horror Story: Coven”: el Aquelarre de las Zorras’ que todo parecía estar «mucho más bajo control», sin tanta sensación de «caos absoluto, desparrame demencial y delirio argumental» que transmitía continuamente, aunque para bien, “Asylum”. Y me aventuré a pronosticar que este año podíamos encontrarnos con «un plan más meditado, más coherente y menos desmadrado que en entregas anteriores», e incluso dije entonces que podía ser de agradecer. Ahora, doce episodios después, ya puedo decir que no me equivocaba… en parte. Porque es cierto que está tercera temporada todo ha estado mucho más medido y calculado, que sin perder nunca del todo su punto lúdico y cachondo, y tener también sus sobradas, en ningún momento ha llegado a ser ni de lejos ese sindiós argumental y temático que tanto nos hizo disfrutar, a los degenerados como yo, el año pasado, y aún sigo pensando que algo así era lo que necesitaba en esta ocasión la serie, aunque sólo fuese para no repetirse ni quemarse. Pero claro, todo eso tendría que haber venido acompañado de algo más, algo tan simple y tan básico como… contar algo realmente atractivo e interesante, puñetas. Porque también vaticiné que las brujas de Ryan Murphy y Brad Falchuk iban a «liarla muy parda en Nueva Orleans», y tampoco ha sido para tanto.
Hagamos una prueba: preguntémonos de qué ha ido este año “American Horror Story”, escribamos una breve sinopsis para explicar qué nos ha contado realmente “Coven”. No, no nos resultará nada fácil. Unas brujas en Nueva Orleans… no sé, haciendo cosas de brujas. ¿Pero qué cosas? ¿Cuál ha sido el eje central, o el más interesante, sobre el que ha pivotado la temporada? ¿Dos facciones de brujas, una liderada por la Suprema Fiona Goode (Jessica Lange) y la otra por la Reina del Vudú Marie Laveau (Angela Basset), enfrentadas desde tiempos inmemoriales? Pues esa rivalidad nos ha deparado algunos de los mejores momentos del año, pero tampoco se quiso llegar hasta el final con ello y terminó resolviéndose en forma de una forzada e inverosímil alianza. ¿Una guerra sin cuartel entre las hechiceras y una orden secreta y centenaria de cazadores de brujas? Una gran idea que tardó demasiado tiempo en revelarse y que se acabó diluyendo rápida y apresuradamente. ¿La enemistad, a lo largo de los siglos y traída hasta nuestros días, entre dos personajes históricos como la propia Laveau y Madame Delphine LaLaurie (Kathy Bates)? Otra gran ocurrencia, pero que tampoco supieron o no quisieron exprimir a fondo. ¿La búsqueda de una nueva Suprema, y la feroz resistencia de la actual regente a ceder el poder? Pues sí, eso ha acabado imponiéndose al final como la premisa principal de “Coven”, y reconozcámoslo, uno ha echado en falta un gancho algo más potente, pues aparte de a las propiamente interesadas, ¿realmente a los demás nos importaba tanto el asunto? Pues eso, brujas con sus cosas de brujas, haciendo cosas de brujas y preocupadas por sus cosas de brujas. Hubiese tenido algo más de sentido, en cualquier caso, si al menos se hubiese avanzado o profundizado sobre el tema en cuestión, o hubiesen jugado más o mejor con ello, pero en cambio no nos hemos movido ni un ápice y nos hemos pasado buena parte de la temporada en el mismo punto. Que si yo seré la próxima Suprema, que si que va maldita zorra que la nueva Suprema seré yo, que si oyes que yo también aunque nadie me tenga en cuenta podría ser una Suprema de esas, que si como me entere de quien va a ser la próxima Suprema le rebano el cuello, que si hay que encontrar a la nueva Suprema antes de que la actual Suprema se la pase por la piedra… Y a todo esto sin que ninguna de las involucradas diese verdaderas señales o mostrase habilidades suficientes como para merecérselo… hasta el último capítulo, en el que de la noche a la mañana todas tenían unos poderes del copón.
Algunos me dirán «a ver, listillo, cuéntame entonces de qué iba “Asylum” si tanto te gustó, hazme una breve sinopsis, valiente». Y es verdad, eso sí que es tarea imposible. Pero precisamente entonces todo ese exceso narrativo, ese batiburrillo imposible, no sólo acabó funcionando sino que fue su mejor baza. En “Coven”, en cambio, da la sensación de que nos hemos quedado a medio camino de algo, o de todo, y de que hemos pisado demasiado el pedal del freno. Por supuesto que hemos tenido violencia, e incluso ‘gore’, pero menos. Y hemos tenido sexo, amigos de la Universidad de Navarra, pero menos. Y hemos tenido horror, ese al que se alude en el título, pero muchísimo menos. En cualquier caso, aquí la regla esa de que a veces menos es más no se aplica, o no ha funcionado. Sí ha habido más humor, y en eso hemos salido ganando. También se ha mantenido su cuidadísima estética y virtuosismo formal, si acaso esta vez el envoltorio ha sido incluso más elegante. Y una serie como “American Horror Story”, hasta en su año más irregular, siempre estará sobrada de buenos momentos y hallazgos: el ataque zombi de los ‘especiales’ de Halloween, con un genial plagio/homenaje a “Evil Dead” incluido; las incorporaciones de Gabourey Sidibe, la Bates y la Basset, o el regreso de Jamie Brewer, que además han bailado con los mejores personajes de la función; el arranque de la historia de The Axeman (Danny Huston), aunque luego no nos diese tanto como prometía; el Papa Legba encarnado por un irreconocible Lance Reddick (ese puto ídolo), y el puntazo del fichaje de Stevie Nicks, vocalista de Fleetwood Mac, interpretándose a sí misma como una Bruja Blanca y demostrando así que anda sobrada de sentido del humor, pues desde hace décadas circula por ahí la leyenda urbana de que practica la brujería en la vida real. Claro, que a cambio logró colar tres videoclips que tampoco le habrán venido nada mal como promoción, “Rhiannon” y “Has Anyone Ever Written Anything for You?”, en el episodio “The Magical Delights of Stevie Nicks” (lástima que el título ya fuese un spoiler), y “The Seven Wonders”, en el capítulo de mismo nombre que sirvió como ‘season finale’.
Pero, ciertamente, en esta ocasión hemos tenido no pocos patinazos. Tramas o subtramas desaprovechadas, que no han llevado a ningún lado, no han cumplido las expectativas o han resultado agotadoras, como el rollo entre Kylenstein (Evan Peters), Madison (Emma Roberts) y Zoe (Taissa Farmiga), que además partía como la gran protagonista de la serie y ha acabado más perdida que un estudiante de la Universidad de Navarra en un centro comercial; la vecina santurrona (Patti LuPone) y su hijo tontín (Alexander Dreymon), y ese coñazo de que cualquier personaje que muriera podía ser resucitado en cualquier momento, como así acababa sucediendo siempre, lo que le quitaba toda la gracia y emoción al asunto. También ha sido tremendamente decepcionante que Alexandra Breckenridge haya salido tan poco, y haya enseñado tan poca carne (¡que sí, que arderé en el infierno!); que no se haya explorado más la mitología y la trastienda de ese Aquelarre, o que se haya desaprovechado totalmente un entorno tan fascinante como Luisiana en general y Nueva Orleans en particular. No esperábamos, ni tampoco deseábamos, que la capital del jazz fuese tratada con tanto mimo y detalle como en “Treme”, ni adentrarnos por las entrañas de este Estado como sí está haciendo de forma portentosa “True Detective”, pero tampoco que durante casi toda la temporada fuésemos a estar encerrados en la Academia de Miss Robichaux para Jovencitas Excepcionales, con las brujas y sus cosas de brujas, y con alguna que otra visita (pocas) a la peluquería vudú de Miss Laveau.
Aún a riesgo de llevarme más de un palo, diré incluso que este año ha terminado por resentirse el papel de la hasta ahora intocable Jessica Lange. Yo al menos creo haber visto síntomas de fatiga, y un innegable encasillamiento, y al fin y al cabo es lo que tiene que tu Fiona de “Coven” tenga tanto en común con la Hermana Jude de “Asylum” y la Constance de “Murder House”. Murphy y Falchuk le han fabricado un traje a medida que le sienta como un guante, sí, e ignoro si son ellos o la actriz la que hasta ahora se ha negado a cambiárselo, pero ya está empezando a coger polvo. Bueno, lo cierto es que la intérprete sí parece haberse dado cuenta, porque ya ha anunciado que tras la próxima entrega de “American Horror Story”, la cuarta, abandonará la serie. Aún le queda, por tanto, una oportunidad para poner remedio y encontrar un personaje que vuelva a suponerle un reto, que le dé nuevos bríos incluso con un cambio radical de registro, una suerte que ella aún no ha tenido y de la que sí han disfrutado hasta ahora, y sacando muy buena nota, Frances Conroy, Lily Rabe o Sarah Paulson. Y habrá quien me diga, defendiendo a la Lange, que el bendito James Gandolfini, Dios lo tenga en su gloria, se tiró seis temporadas interpretando a Tony Soprano y nos hizo inmensamente felices, pero es que aquí precisamente la gracia del asunto está en cambiar, y transmutarse, año a año.
En definitiva, con “Coven” creo que ha sido la primera vez en la que incluso los vídeos y las imágenes promocionales de la temporada (y que os recopilamos en dos galerías que os animamos de nuevo a que visitéis) han terminado molando casi más que la temporada en sí misma. O al menos, a un servidor, le crearon unas expectativas que luego no se han visto del todo recompensadas. Pero lo mejor de “American Horror Story” es que los baches son fácilmente subsanables, e incluso un año desastroso, y éste tampoco ha sido el caso, tendría remedio porque con cada nueva entrega toca, una vez más, hacer borrón y cuenta nueva. De momento ya se sabe que la cuarta estará ambientada, al menos en parte, en los años 50, que mantendrá cierto tono de comedia y que la Lange estaría ensayando el acento alemán. La gente ya se está haciendo pajas mentales (con perdón) y apuntan que tendrá lugar en un circo ambulante. A mí me parecería una pésima idea, pues eso ya lo hizo, y de forma insuperable, la irrepetible “Carnivàle”. Sea lo que sea, sólo Murphy y su compinche, que dicen estar trabajando también ya en la quinta, lo saben. Yo, de todos modos, les dejo una sugerencia para el futuro: una temporada ambientada en la época actual… en la Universidad de Navarra. “American Horror Story: Opus”, podría titularse. Eso sí que sería terrorífico.
·
Visita también:
American Horror Story: Coven – Pósters y personajes
American Horror Story: Coven – Teasers, Trailers & Motions Posters
Justo al ver el final de la serie pensé en ‘Carnivale’ al morir una suprema y ser suplantada por otra como los avatares de la luz y oscuridad de la mítica serie de HBO. Nada que ver, claro.
He de decir que me ha entretenido pero que es inferior a las dos historias anteriores, a la primera sobre todo. De hecho me ha parecido un poco mamarrachada pero ya digo que al menos entretiene, cosa que no puede decirse de otras muchas series.
Muy desaprovechada Kathy Bates, la Lange muy encasillada. Brujas malas y brujas buenas con muy pocos matices.
http://planetamancha.blogspot.com.es/search/label/American%20Horror%20Story
Concuerdo completamente con tu crítica. Creo que fue por lejos, la peor de las tres temporadas. No pudieron explotar debidamente las líneas narrativas y quedó totalmente desaprovechado un elenco estupendo, ya que a los personajes, tampoco se les supo sacar el jugo. Como sea, entretiene y uno siempre espera para verla. Yo veré la próxima, sea como sea, claro. Suerte con la Universidad de Navarra!
A mí sí que me ha gustado, pero he leído que me ha gustado, aunque es cierto que he leído muchos comentarios de gente a la que no le ha entusiasmado. Ahí va mi opinión ;)
http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/02/the-seven-wonders.html
Saludos!
Es una,de momento trilogía, bastante curiosa, la primera temporada me gusto bastante, aunque da un par de altibajos, como todas las series, en cuanto a la primera temporada, esta muy bien, casi al final se pierde un poco el hilo, pero subsana toda la historia al final muy decentemente, en cuanto a la segunda temporada, es sencillamente espectacular, cierto es que mezclan demasiados temas, pero también muy muy bien, la novia de kingkong me alucino, sin embargo esta tercera temporada, muy descafeinada para lo que podía haber sido, sin duda me quedo con el último capítulo, quizás sea porque es de brujas y todo son mujeres, aún así puedo entender que es una alegoría de la mujer en sí.