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La perfección, o David Bowie en los 70 (II): de estación en estación

13/10/2014

David Bowie 70's Berlin

En la primera parte del presente post asistimos, tras una larga lucha llena de decepciones, al advenimiento de David Bowie como gran estrella del rock después de encadenar una serie de obras maestras que modelaron gran parte de la música de su época. Pero si en la primera mitad de la década de los setenta Bowie logra convertirse en leyenda, es en la segunda mitad cuando Bowie logra ser Bowie, el único, el inimitable. Hemos de constatar que las leyendas del rock, menos mal, son numerosas. Bien, al menos el 90% de ellas una vez alcanzado su mítico estatus continuaron recorriendo con mayor o menor acierto el camino que les llevó a la gloria. Pocos, muy pocos, fueron los que cuando tuvieron que elegir optaron por seguir el trazado de curvas en lugar del recto y se adentraron con éxito en terreno desconocido. Tom Waits y Johnny Rotten pueden ser buenos ejemplos, pero sin duda el que os saltaría a todos a la mente inmediatamente sería el de David Bowie.

Ya vimos cómo tras la fulgurante consolidación que supuso ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars’, el británico no se durmió en los laureles y no paró de añadir matices, incursiones en otros géneros y, en definitiva, ensanchar su universo desde la base de esa mítica obra. Sin embargo, tanto ‘Aladdin Sane’ como ‘Diamond Dogs’, con toda su apertura de miras, no dejan de estar inmersos en su misma frecuencia de onda, la del rock. Fue a partir de 1975, con ‘Young Americans’ y ‘Station to Station’, y sobre todo en 1977 con ‘Low’ cuando podemos hablar de una ruptura definitiva con su anterior ecosistema, cuando podemos hablar de un viaje a otra galaxia musical, la de la experimentación, la de la inmersión en la cultura centroeuropea, la de Berlín, la del ‘kraut rock’. Y lo mejor de todo es que, en un terreno en principio tan inhóspito para sus raíces musicales, Bowie  logró convertirse en emblema de la vanguardia, siguió coleccionando obras maestras y continuó siendo relevante, quizás El Más Relevante. Todo ello mientras ayudaba decisivamente a Iggy Pop a hacer también historia con ‘The Idiot’ y ‘Lust for Life’. Ya estamos preparados para despegar hacia la maravillosa época que abarca desde ‘Young Americans’ hasta ‘Scary Monsters (And Super Creeps)’ (que es de 1980, de acuerdo, pero está plenamente conectado con sus antecesores). Pese a  la gran estima que tengo hacia mucha de sus obras posteriores (‘Let’s Dance’, sin ir más lejos), estamos ante la última etapa verdaderamente relevante de un auténtico genio, la última en la que al hablar de su trayectoria mirábamos hacia adelante y no hacia atrás. Disfruten del viaje.

 YOUNG AMERICANS (1975)

davidbowieyoungamericans cover 3

Justo cuando Bowie navegaba entre toneladas de cocaína y se encontraba más perdido personalmente, su voraz instinto musical le llevó a grabar en Philadelphia y Los Angeles, en los huecos libres que le dejaba la gira de ‘Diamond Dogs’, ‘Young Americans’, el álbum que parecía destinado a ser la primera piedra de una nueva etapa del inglés y que, sin embargo, ha quedado para la historia como un islote en su trayectoria. Delicioso islote, pero islote al fin y al cabo.

Aunque ya en ‘Diamond Dogs’ había apuntado su creciente amor por la música negra, nadie esperaba en la época que Bowie fuera absorbido tan fulminantemente por el soul y el funky. La jugada parecía un salto al vacío, pero la salida del primer single y tema título, ese fulgurante y apoteósico ‘Young Americans’, despejaba cualquier tipo de dudas y dejaba ver el sólido paracaídas que suponían en la aventura el productor Tony Visconti y una banda prácticamente nueva y realmente sólida, que incluía a Andy Newmark, batería de los legendarios Sly & The Family Stone, y el guitarrista Carlos Alomar, que pasaría a ser uno de los colaboradores más esenciales de toda su carrera. Una fiesta de vientos y coros gospel y un frenético piano aportando el ritmo enmarcaban un excelente estribillo para lo que quedaría como un nuevo gran clásico y, para los más cinéfilos, el tema que adornaba dos de los mejores y más cargados de significado créditos finales de una película, los de ‘Dogville’ y ‘Manderlay’ del ínclito director danés Lars von Trier.

El nivel no baja con el funk moderno de ‘Fascination’ y ‘Win’, un tema lento y misterioso que desemboca en un gran estribillo tras un fabuloso ‘crescendo’. ‘Win’ es la pieza más brillante de la especie que más abunda en el álbum. medios tiempos que mezclan la nueva instrumentación soul y funk con el método compositivo tradicional de anteriores épocas de Bowie. ‘Somebody up there Likes me’ y sus brillantes arreglos de viento y piano se impondría en una competición a ‘Right’ y ‘Can you Hear Me’, las tres muy correctas pero menos excitantes.

Mención aparte merecen los dos temas resultantes de una de las colaboraciones más míticas de la historia de la música. Estando en Nueva York, Bowie se encuentra con uno de sus héroes, nada menos que un John Lennon al que no le venía nada mal en ese momento ser asociado con su rutilante compatriota, y se van a un estudio a improvisar. La primera tentativa es una modernizada versión de la ‘beatleiana’ ‘Across the Universe’, muy correcta pero inferior a la original. En la segunda, ambos componen uno de los grandes éxitos de sus respectivas carreras, ‘Fame’. La canción, cabalgando sobre una atractiva base funk, es muy sencilla, pero su satírica letra, el gran ambiente que se palpa entre ambos genios y su enganchón riff la hacen verdaderamente irresistible. Gran colofón para un Bowie que comienza con muy buen pie su nueva trayectoria. ‘Young Americans’ no es una de las grandes grandes obras maestras de su carrera, pero sí la muy necesaria confirmación de que puede triunfar con cualquier música que se le antoje. Y esto será vital para soltar amarras en su futuro.

 STATION TO STATION (1976)

David Bowie Station to station cover 2

Inmerso en su época más confusa y drogadicta e inspirándose en sus estudios demoniacos y filofascistas, Bowie es capaz de engendrar en Los Angeles otro excelente disco, el que refleja perfectamente el tránsito entre la América viciosa del soul y el funk de ‘Young Americans’ hacia la gélida Centroeuropa de ritmos marciales hacia la que derivará su carrera, teniendo además la virtud de convertir este mejunje en un álbum verdaderamente accesible.

‘Station to Station’ ha sido víctima tradicionalmente de su condición como ‘disco de transición’ y seguramente ha sido demasiado pasado por alto. Sin embargo, una nueva corriente le ensalza casi como el mejor disco del británico. Pongamos cordura, el álbum que nos presentó al ultimo gran personaje de su carrera, el distante Delgado Duque Blanco, no se encuentra entre los tres o cuatro mejores discos de una trayectoria apabullante, pero sí se sitúa, sin duda, entre el nivel alto-muy alto. Vamos, que es de obligatoria escucha una vez más.

La extensa ‘Station to Station’, la canción, ejerce, a la vez, como introducción y como perfecto resumen de todo el trabajo. El instrumental comienzo nos permite vislumbrar la faceta experimental que está a punto de protagonizar la obra del Duque hasta que continúa recordando el soul de ‘Young Americans’. Pero esto no acaba aquí, a mitad de canción un brusco cambio da paso a un eufórico fragmento que bien podría pertenecer a ‘Diamond Dogs’ y que te hace repetir constantemente ese magnífico estribillo: «It’s too late, it’s to late». El álbum comienza pletórico con una cumbre que sólo se llegará a igualar con esa maravilla final que es ‘Wild is the Wind’, un clásico americano cantado por Johnny Mathis y Nina Simone, versionado magistralmente. Nocturna, sutil, embriagadora, preciosa, ¿la mejor versión hecha por Bowie? Posiblemente.

Ese aire clásico, siempre acompañado por una producción moderna y fría, también acompaña a la preciosa ‘World on a Wing’, mientras que ‘TVC 15’ logra una poderosa conjunción entre su desenfadado aire a los años 20 y un estribillo moderno. Miran al futuro sin ira la inusual  y melancólica ‘Stay’, con una base funk que se hace mucho más notoria en ‘Golden Years’, una pequeña maravilla más experimental y que contiene una percusión tribal que pronto será muy habitual.

LOW (1977)

David Bowie Low cover 3

Y tras varios avisos llegamos al definitivo salto sin red  de Bowie, la caída en la influencia del ‘kraut rock’ de Can y Neu!!, las grabaciones en Berlín y la crucial influencia y colaboración del exRoxy Music Brian Eno. ‘Low’ es, sin duda, uno de esos álbumes básicos para hablar de la evolución de la música moderna (¿verdad Trent Reznor?) y uno de los más grandes logros del genio británico.

Cuando comienza ‘The Speed of Life’ es innegable la evolución acontecida. Sintetizadores, sonidos industriales, aire futurista, todo indica que estamos ante una nueva era. Sin embargo, al avanzar comprobamos que, si bien la forma es absolutamente nueva, el fondo es clásico, las melodías reconocibles y, en definitiva, el conjunto es plenamente armónico y el tema resulta una gozada.  Si obviamos la corta y funky ‘Breaking Glass’ y el original medio tiempo ‘Always Crashing in the Same Car’, buenas pero más intrascendentes, nos hallamos ante un comienzo arrebatador. ‘What in the world’  nos lleva de nuevo al futuro merced a una desaforada y trepidante percusión y una gran labor guitarrística, Con ‘Sound and Vision’ y su clasicismo cuestionado por su brillante melodía espacial vuelve la calma y ‘A New Career in a New Town’ nos seduce por su mágico riff y su piano. Pero si hay alguna competidora seria de ‘The Speed of Life’ en este comienzo es ‘Be my Wife’, un épico tema montado sobre los lomos de un fantástico y disonante riff de piano que desemboca en uno de esos gigantescos estribillos melódicos que solo Bowie y muy pocos más pueden facturar.

Hasta aquí un seguidor medio del Duque Blanco habrá disfrutado de lo lindo. Todo suena nuevo, pero todo suena reconocible y las canciones son, por lo menos, de notable alto. Pero héte aquí que lo que es la cara B del vinilo (en versión CD el efecto se difumina algo) se inicia con un desafío mucho mayor. La cuasi instrumental ‘Warszawa’ despliega sus alas y nos introduce en un mundo nuevo, fascinante, misterioso, ambiental y, de un plumazo, toda la producción anterior del británico parece casi una antigualla. Curiosamente, cuentan las biografías que Bowie se fue a vivir la noche y Brian Eno se quedó en el estudio. A la mañana siguiente, el rondador nocturno se encontró casi facturada esta genialidad, sin duda una de las cumbres de su discografía. Mismo tono y ambiciones tienen las siguientes ‘Art Decade’, ‘Weeping Wall’ y la final y lúgubre, ¡ese saxo!, ‘Subterraneans’, siendo la primera de estas la única capaz de competir con la definitoria ‘Warszawa’.

Bowie dio con ‘Low’ el salto más arriesgado de su carrera  y cayó de pie, rindiendo de paso casi para siempre a la crítica a su favor. Pero aún quedaba mucho por disfrutar.

‘»HEROES»‘ (1977)

DavidBowieHeroesCover

Si ‘Low’ iniciaba majestuosamente 1977 para Bowie, tan solo nueve meses después, en octubre, el no menos apabullante ‘»Heroes»‘ daba carpetazo a un momento supremo de inspiración, el mayor de su junto al corto lapso de tiempo que separó entre 1972 y 1973 ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’ y ‘Aladdin Sane’. Y aunque ‘Low’ representa mejor el definitivo momento de ruptura con el pasado, su hermano ‘»Heroes»‘ es el mejor símbolo del lustro final de los años setenta del antiguo Ziggy. El único completamente grabado en Berlín, en sus emblemáticos estudios Hansa, y el resumen perfecto de esta riquísima época.

Grabado en un tiempo de actividad febril, en el que también se gestan otras dos obras maestras como son ‘The Idiot’ y ‘Lust for Life’ de Iggy Pop, ‘»Heroes»‘ se empapa de la influencia de estos dos trabajos (es algo así como la mezcla perfecta e incluso mejorada de ambos) y supone algo así como el reverso juerguista y positivo del sombrío ‘Low’. Sin embargo, no hay ruptura evidente y sí enriquecimiento en el tono y en la instrumentación, gracias a la incorporación como guitarrista principal del virtuoso Robert Fripp, el líder de los ‘popes’ de la experimentación King Crimson. De hecho, la cara B de ‘»Heroes’ es una especie de continuación de la de ‘Low’, con una exquisita ‘Sense of Doubt’ que nos hace recordar a ‘Warszawa’ tanto en sonido como en calidad (¡ese piano amenazante, esa atmósfera!), el agitado funk espacial de ‘V-2 Schneider’,  una algo menor ‘Moss Garden’ y una ‘Neuköln’ protagonizada por un desquiciado saxo y el maestro toque, una vez más, de Eno.

Pero la colaboración con el exRoxy Music no solo nos regala misteriosas piezas instrumentales. ‘The Secret Life of Arabia’, co-escrita también con Carlos Alomar, cierra el disco haciendo mover nuestros pies con su pegadizo ritmo dance y el tema-título, aún con lazos comunes, se nos aparece como una especie de islote independiente del resto del disco, como un homenaje al más clásico pop rock visto desde la Luna y nos embriaga con su grandiosa melodía, convirtiéndose en uno de los ‘hitazos’ de la carrera de Bowie y, sin duda, el tema más popular de esta etapa.

Fripp luce en todo su esplendor en ‘Beauty and the Beast’, ‘Joe the Lion’ y ‘Blackout’, adornando con sus laberínticas guitarras tres temas señeros, canallas y agitados en los que el rock, el funk y los sintetizadores se mezclan en una alquimia perfecta y definitoria del disco, que ve coronada esta segmento inicial con una preciosidad del tamaño de la hímnica ‘Sons of the Silent Age’, que, con su dramatismo y sus majestuosos coros cierran una nueva obra maestra, todo un clásico y uno de los mejores ejemplos posibles de cómo un músico puede evolucionar con estilo e inteligencia.

‘LODGER’ (1979)

David Bowie Lodger cover 2

Toda gran racha tiene su fin y ‘Lodger’ puso dio término  en 1979 a una legendaria sucesión de aciertos en la diana por parte de Bowie. Es esta la razón de que para la historia haya quedado bajo el síndrome de ‘patito feo’. No nos engañemos, ‘Lodger’ es el punto más bajo de la trayectoria del británico en este lustro, pero, como han ido remarcando sucesivas revisiones críticas en el tiempo, estamos ante un disco nada desdeñable y muy interesante.

Grabado en Suiza y Nueva York en los huecos libres que iba dejando la exitosa gira de 1978. ‘Lodger’ se beneficiaba del entendimiento existente entre la banda utilizada este periplo, con la principal novedad de la baja de Robert Fripp, que sería sustituido por uno de sus alumnos más aventajados, nada menos que Adrian Belew.

La conjunción ya utilizada entre temas más o menos clásicos y experimentos sonoros vuelve a darse en ‘Lodger’. El single ‘Boys Keep Swinging’, la canción más famosa del álbum, es buen ejemplo de la cara más accesible del disco. Bajo una capa de moderna producción encontramos un tema netamente clásico, el más rockero y pegadizo del conjunto, que bien podría haber estado en cualquiera de sus trabajos de los primeros setenta. Perfectamente reconocible es también la disfrutable ‘Red Sails’ y la muy animada y funky ‘DJ’, mientras que ‘Fantastic Voyage’ da pie a falsas expectativas al dar inicio a ‘Lodger’ bajo una lograda melancolía espacial ya marca de la casa que no tendrá continuación en el trabajo.

Las novedades más relevantes se concentraban en dos canciones: ‘African Night Flight’ y ‘Yassassin’, en las que Bowie exploraba la ‘world music’ con respectivas incursiones en el folklore africano y árabe fundidas con ritmos funk e industriales y cantadas en tono cabaretero e incluso con pioneros amagos de rapeo. Dos experimentos que no se encontrarán entre los 50 mejores temas de la discografía del británico, pero siguen siendo muy jugosos y mostraban muy a las claras su capacidad de abrir nuevos horizontes, especialmente ritmicos, a la música occidental.  Los experimentos percusivos marcan la correcta ‘Looking Back in Anger’, mientras que Belew se luce en la muy curiosa ‘Red Money’, un tema que arrastra un perezoso ritmo funky mientras recrea el riff del ‘Sister Midnight’ de Iggy Pop, estando muy por encima de las perfectamente prescindibles ‘Move On’ y ‘Repetition’.

‘Lodger’, un pequeño resbalón para Bowie, un gran paso para casi cualquier otro músico.

‘SCARY MONSTERS (AND SUPER CREEPS)’ (1980)

DavidBowieScaryMonstersCover

El primer disco ochentero de Bowie es también el primero tras la llamada ‘trilogía de Berlín’ y en él el Duque Blanco regresa a unos métodos compositivos convencionales, abandonando la improvisación que marcaba buena parte de su producción inmediatamente anterior. Podría hablarse del comienzo de una nueva era, pero ésta no llegó a producirse ante el verdadero tajo en su discografía que supuso el excelente y revientalistas ‘Let’s Dance’ en 1983, con lo que ‘Scary Monsters (and Super Creeps)’, un poco en tierra de nadie, se acerca mucho más a su obra de finales de los setenta que a la que le seguiría. Es por esto que le incluimos, pese a su fecha de edición, en el contenido de este post, para el que supone un broche de oro.

Ya inscrito en plena eclosión de la ‘new wave’ y erigido en uno de sus dioses por los seguidores de la nueva sensación musical, Bowie quiso dar una lección a tanto advenedizo con un disco que era capaz de estar consonancia con los nuevos tiempos, ser respetuoso con un legado que ya por aquel entonces era largo y, sobre todo, seguir imponiendo un sello personal e intransferible que le seguía manteniendo por encima de muchos profetas recién llegados.

Quizás ese dicho tan característico, «el mejor disco de Bowie desde ‘Scary Monsters’, que se ha ido acuñando casi cada vez que el británico ha ido lanzando discos en los siguientes lustros ha acabado dando una aureola de mito al álbum que nos compete un tanto exagerada. ‘Scary Monsters’ es inferior a ‘Low’ y ‘»Heroes»‘ y, en mi humilde y seguramente poco compartida opinión, no supera a ‘Let’s Dance’, pero que nadie lo dude: estamos ante un muy buen trabajo.

En el que es el último disco en el que Dennis Davis, George Murray y Carlos Alomar formaron la columna vertebral de la banda,  el primero en varios años sin Eno colaborando, el único que incluye la colaboración del E Street Band Roy Bittan desde ‘Station to Station’, el que contiene el cameo de Pete Townshend en ‘Because You’re Young’, la indiscutible estrella es el regreso de Robert Fripp en la mitad de las canciones. Con una producción más ‘limpia’ y que deja más espacio a cada instrumento, las diabluras de su guitarra elevan el nivel de canciones como la ya de por si excelente ‘It’s No Game (Part 1)’, que da comienzo al disco a todo trapo, con un Bowie desbarrado a la voz. La diferencia es notoria con el cierre, ‘It’s No Game (Part 2)’, básicamente la misma canción pero sin incluir el trabajo de un Fripp que también engalana la muy pop ‘Up the Hill Backwards’, el vertiginoso tema título, la sintética ‘Fashion’, con evidentes aromas a una de las grandes sensaciones de aquellos años, los Talking Heads; esa deconstrucción de ‘Heroes’ que es ‘Teenage Wildlife’ y la adictiva ‘Kingdom Come’, versión de un tema de Tom Verlaine con un sonido que prefigura lo que iban a deparar los años ochenta.

La robótica ‘Scream Like a Baby’, repleta de cambios, es el momento más experimental de un álbum que tiene sus mayores cumbres, junto a ‘It’s no Game’, en ese gigantesco medio tiempo que es ‘Ashes to Ashes’, el gran éxito extraído de ‘Scary Monsters’, con uno de los estribillos con más clase que un servidor ha oído y en la clásica y guitarrera ‘Because You’re Young’, que basa gran parte de su poderío en uno de los riffs más originales y pegajosos de la trayectoria de Bowie.

Aunque el bitánico ha seguido grabando discos notables y haya continuado coleccionando grandes momentos en su carrera, nunca ha vuelto a tener la escalofriante regularidad en la élite que tuvo en los años 70. Pero no es algo reprochable, al fin y al cabo dudo mucho que el rock y el pop haya asistido desde entonces a tamaño despliegue de talento. Sin embargo, no cabe duda de que disfrutaremos mucho mientras lo buscamos.

David Bowie Heroes gif

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9 comentarios leave one →
  1. Arzu permalink
    17/10/2014 4:16

    Muy buen repaso a los 70s de Bowie. Yo, personalmente, me quedo con el primer lustro, pero estos que aquí aparecen y que me has hecho repasar me parecen muy buenos trabajos. ¿Quién protagonizará la próxima revisión? A ver si es alguno de los varios que te sugerí muchos post atrás… Un saludo. Arzu.

    • Alberto Loriente permalink*
      17/10/2014 13:10

      Hola, Arzu

      Muchas gracias, se agradece el reconocimiento que estos posts dan mucho trabajo…¡pero lo que se disfruta haciéndolos!

      Por ahora, mantengo la sorpresa sobre las próximas revisiones. Solo te puedo adelantar que una va a ser bastante sorprendente. La otra, es de un disco que va a cumplir un próximo aniversario. La solución…próximamente.

      Un saludo!

  2. Anónimo permalink
    12/01/2016 14:14

    Buen análisis, Alberto, tanto el del primer post como el del segundo. Uno no se cansa nunca de leer a expertos que saben más y que dan nombre al apego que siente por Bowie. No comparto algunas cosas (como el lugar que para ti ocupan ‘Station to station’ y ‘Scary monsters’, que para mí son dos obras maestras para nada inferiores a ‘Low’ y ‘Heroes’), pero bueno, eso es lo de menos. Y me ha encantado que prefieras, a ‘Ziggy Stardust’, ‘Aladdin Sane’, un prodigio de finura.

    • Alberto Loriente permalink*
      12/01/2016 14:41

      Muchas gracias por comentar y por los elogios.
      Bueno, no me tomaría muy a pecho mi preferencia por ‘Low’ y ‘Heroes’ sobre ‘Station to Starion’ y ‘Scary Monsters’, son meras preferencias personales que creo honesto compartir, pero, vamos, adoro una obra maestra como ‘Station to Starion’ y un discazo como ‘Scary Monsters’ (aunque este sí que me llena un pelín menos que los restantes).
      Y respecto a ‘Ziggy’ y ‘Aladddin’ es como elegir entre papá y mamá. ‘Ziggy’ es una colección de canciones absolutamente perfecta y te aseguro que ganaría el duelo si fuera por el resto de conductores de este Cadillac. Sin embargo, en mi opinión, ‘Aladdin’ tiene el mismo nivel de calidad en canciones y, además, añade una variedad de sonoridades y una evolución tan tremenda (disco clave para entender todo el Bowie posterior) que me hacen situarlo ligeramente por encima y situarlo en mi ‘Top 1’ del Duque Blanco.

      Un saludo y un placer comentar contigo

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