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«The Monsanto Years», en la zona media de Neil Young

29/06/2015

Neil Young_The Monsanto Years_cover

En El Cadillac Negro algunos conductores somos fieles seguidores del ya casi septuagenario Neil Young, y sin embargo aquí no llegamos a reseñar las dos entregas discográficas inmediatamente anteriores a este flamante “The Monsanto Years” de 2015, tal vez porque no tenemos tiempo para estar en todos los fregados, o tal vez porque consideramos que tanto “A Letter Home” como “Storytone”, ambos publicados en 2014, no pasaban de ser meras curiosidades en la vastísima discografía del indómito canadiense, a quien ni la edad, ni el cansancio ni el aburrimiento parecen hacer mella en su afán por afrontar nuevos retos y experimentar con distintos formatos. Así, “A Letter Home”, registrado en una vieja cabina Voice-O-Graph con la asistencia de Jack White, no era más que una colección de versiones interpretadas precariamente con una simple guitarra acústica y algún piano ocasional que jugaba la carta de la nostalgia por el sabor añejo y los colores sepia de las grabaciones antiguas, mientras que el más ambicioso “Storytone” presentaba a Young vestido con ropajes sinfónicos y de big band en una irregular sucesión de viñetas que curiosamente funcionaba mejor cuando se alejaba de orquestaciones excesivamente ostentosas y azucaradas y se ceñía a un sonido más canónico. Tan saciados quedamos con la doble ración eléctrica que tuvimos en 2012 de la mano de Crazy Horse (“Americana” y “Psychedelic Pill”) que los discos de 2014 nos pillaron con poca hambre de Young, ni tampoco se nos ofrecieron como platos principales.

Pasa con el de Ontario un poco como con Woody Allen. Ambos veteranos son dueños de un universo particular y reconocible en el que sus seguidores casi siempre nos sentimos cómodos, y ambos se imponen un ritmo de producción tan alto que sabes que inevitablemente van a abundar las obras menores, aunque también te garantizan que en rara ocasión van a entregarte algo que sea rematadamente malo. Siempre, en cualquiera de sus discos o películas, va a haber algo rescatable, aunque solo sea una canción o un gag extraordinarios. Y de vez en cuando (cierto que cada vez con menos frecuencia) despachan una obra maestra. Son tipos admirables porque van a lo suyo, confían (a veces en exceso) en su talento natural y no se piensan demasiado las cosas. Si alguna obra no ha acabado de funcionar no importa mucho porque más pronto que tarde habrá una próxima vez. En ese sentido, “The Montosanto Years” no es ni mucho menos una de esas obras mayores e incontestables de Neil Young, ni tampoco cae del lado de sus discos buenos-pero-no-cojonudos, más bien se trata de un álbum de rock (de la facción sin Crazy Horse) que puede inscribirse sin muchos apuros en la clase media de la discografía reciente del artista. Cercano en sus intenciones reivindicativas al notable “Living with War” de 2006 pero más próximo en sus resultados al mediano “Fork in the road” de 2009.


En esta ocasión el entramado conceptual gira en torno a los peligros medioambientales a los que nos someten multinacionales como la agrícola Monsanto (aunque también hay palos para Starbucks o Safeway), pero los textos son tan machacones, ingenuos y pueriles (incluso para Young, cuya faceta como letrista nunca ha sido la mayor de sus virtudes; vaya, que nunca ha sido Dylan precisamente) que la carga furiosamente crítica del álbum termina por parecerse más al berrinche de un abuelo cebolleta lanzando consignas elementales y simplonas que a la auténtica canción protesta de Woody Guthrie que presuntamente es el modelo a seguir. Puede que Young estime que ya está muy mayor para andarse con rodeos o sutilezas, y es aplaudible que mantenga su actitud combativa, pero el tipo que hace muchos años escribió “Cortez the Killer” bien podría currarse un poco más el apartado lírico porque duele tener que admitir que ese insistente y básico “in your face” por momentos da un poco de vergüenza ajena. Suerte tenemos que las letras son en inglés.

Si nos olvidamos del concepto nos quedan las canciones, y ahí hay que reconocer que Young siempre ha tenido olfato para el fraseo melódico, simple pero efectivo, y aunque aquí no hay ningún futuro clásico se las ingenia para colocar varios ganchos de esos que no necesitan más de dos o tres escuchas para resultar memorables. Las adictivas estrofas de “People Want to Hear About Love”, el alegre silbido de “Rock Star Bucks a Coffe Shop”, el estribillo de “New Day for Love” o la armónica encrespada de “Workin’ Man” funcionan endemoniadamente bien y contribuyen a subir la media de un lote de temas que tiene su gran talón de Aquiles en el pesadote tríptico final formado por “Rules of Change”, “Monsanto Years” y “If I Don’t Know”.


Musicalmente el disco transcurre por terrenos conocidos y reconocibles del Young eléctrico pegado al rock agreste y de raíz. Nada nuevo bajo el sol, ni falta que hace. Al canadiense le acompañan en esta ocasión Promise of the Real, la banda de los vástagos del legendario Willie Nelson, Lukas y Micah, que emula con corrección el sonido urgente y espontáneo de Crazy Horse sin igualarlo realmente más allá de la intensa “Big Box”, indiscutiblemente la mejor canción del catálogo (y es significativo que sea precisamente la que más se asemeja a las vibrantes cabalgadas junto a Poncho Sampedro, Billy Talbot y Ralph Molina). Como suele ser habitual cuando Young guarda en el establo al viejo caballo loco, la guitarra del autor de “Ragged Glory” no se extiende en esos largos solos pasionales y mellados que caracterizan a sus grandes obras, aunque sí deja algo de margen para los punteos más limpios de sus acompañantes. Solo en la reposada “Wolf Moon” se nos permite paladear la faceta acústica del canadiense y, en vista del poco inspirado tramo final, uno desearía haber encontrado algún placer más de este tipo.

Queda la sensación de que con un poco más de trabajo a todos los niveles –lo cual no debería implicar perder su frescura y viveza- “The Monsanto Years” podría haber alcanzado el notable, aunque tal y como está es suficiente para los que amamos la música de este hombre. Y para los que no hayan quedado satisfechos, no se preocupen demasiado, que más pronto que tarde tendremos una nueva reválida. Como con Woody Allen.

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