«Volumen 11»: Calamaro coquetea con el despropósito
Me atrevería a decir que Andrés Calamaro lleva un buen puñado de años en el filo, a un mal paso de tirar por tierra toda su reputación. Incluso osaría añadir que desde su regreso de las profundidades allá por 2005, una vez pasado el baño de masas totalmente merecido que se encontró tras una temporada en el infierno, sus discos han ido sugiriendo muecas cada vez más incómodas y acentuadas, a la vez que su personalidad se ha ido tornando en casi una caricatura de sí mismo, y no me refiero únicamente a su defensa a ultranza de la fiesta de los toros o a su compulsivo uso de la red para arremeter contra cualquiera que no comulgue con sus postulados. Dejando a un lado «El cantante» (2004) y «Tinta roja» (2006), dos discos ‘de músicos’ en los que, arropado por versiones de clásicos infalibles, pudo recuperar la forma, y sin hacer mucho caso a «El palacio de las flores» (2006), un álbum mano a mano con Litto Nebbia del que se pueden recordar como mucho tres o cuatro cortes, ya desde «La lengua popular» (2007) se vio que Calamaro se había domesticado, sirviendo un álbum correctísimo, brillante a veces, pero lejos del riesgo que había inundado su discografía más celebrada. Fue con «On the rock» (2010) cuando recibió las primeras críticas tibias más o menos de forma unánime, y es que con el tiempo se puede reconocer sin rubor que es un trabajo excesivamente irregular y con muy pocos momentos para guardar. Con su hasta ahora último disco de temas inéditos, «Bohemio» (2013), salvó el envite de forma notable, entregando un trabajo compacto, concreto, con notables canciones, pero sin sangre. Y tras «Romaphonic Sessions» (2016), donde se limitó a desnudar un puñado de temas de su repertorio y de repertorio ajeno para vestirlo con piano y poco más, llega un nuevo examen, que entrega bajo el plausible título de «Volumen 11», haciendo referencia a los altavoces que alucinan a los protagonistas de la siempre reivindicable película «Spinal Tap», un disco en el que tienen cabida composiciones paridas en los últimos años, una especie de cajón de sastre, o desastre, según gustos.
He de reconocer que yo soy uno de esos (que tanto molestan al propio Calamaro) que veneran de forma incontestable su trilogía «Alta suciedad»-«Honestidad brutal»-«El salmón» (recuerden aquí sus 140 canciones llenas de sangre y polvo blanco), que reivindican siempre que pueden el legado de Los Rodríguez (como ya hice aquí) y que ya casi han perdido la esperanza de que el argentino recupere aquel estado compositivo, aunque seguimos disfrutando de sus nuevas entregas y celebrando que algunas canciones recientes logren acomodarse entre sus clásicos. Y así, con la mosca detrás de la oreja, llega este disco que, tras varios años de justificaciones a discos a veces menores, tras hacer oídos sordos a actitudes extramusicales reprobables sí o sí, y tras escuchar el tema de adelanto, «La noche», ya esperaba con el cuchillo entre los dientes. Así, tras una primera escucha apresurada y urgente, el botón de alarma se disparó, los ojos se me ensangrentaron y los dedos se me afilaron. Sin embargo, amigos, tengo que admitir que la sangre no ha llegado al río y lo que en un principio me pareció un batiburrillo de despropósitos y provocaciones, con las escuchas va tomando ligera forma, cada arista va encontrando más o menos su lugar y el desastre que se rozó no llega a producirse del todo… por ahora.
«Volumen 11» podría asentarse en tres pilares: el regreso a determinados aspectos de «El salmón», la vuelta a los sonidos más eléctricos y rockeros, y la importante presencia de blues. Pero el disco es más (o menos) que eso, es un ‘frankestein’ de estilos, una paleta de colores que recrea todos los palos que Calamaro ha ido tocando a lo largo de su carrera, pero también, y esto es lo que más celebro, es el retorno al rock como actitud, al inconformismo y a las ganas de provocar y salirse de lo políticamente correcto. Esto en el lado de lo bueno, porque no todas las noticias lo son, y es que es de justicia resaltar que la segunda parte del disco es bastante menos inspirada y oculta entre los decibelios bastante nada, en el mejor de los casos.
El disco se abre de forma incontestable con «Apocalipsis en Malasaña», un psico-rock acelerado, rabioso y pegador. Se trata de un tema para la película de Álex de la Iglesia «El bar», y ya en él se ve otra actitud, más desafiante, menos cómoda. Esta pose se refrenda, aunque con sonoridades totalmente distintas, en el segundo corte, «Frío y barro (2ª parte)», canción en la que aparece la primera mueca al escuchar a Calamaro primero en un recitado bastante justito de credibilidad y a continuación en un falsete muy al borde de lo permitido. La canción no cae en el ridículo por los pelos y misteriosamente se convierte en un buen tema, especialmente cuando vocalmente juega a intercambiar los tonos agudos y graves, y gracias a la aportación de ‘El Twanguero’, otrora guitarrista de su banda y que ahora cabalga en solitario. El ritmo down se mantiene en «Rock y juventud», sin duda uno de los títulos más destacados. La canción, aunque en otra versión, se compuso para el megaproyecto de Corcobado «Canción de amor en un día», y se asienta en programaciones y loops, con Calamaro cantando de forma más contenida y más sencilla, pero también más asequible y sensible. El buen póquer de salida se completa con «Tan triste no es el blues», un blues acústico que recuerda en su aparente sencillez musical y en su aspecto de maqueta a algunas de las composiciones de «El salmón» y cuya letra de optimismo en la desgracia se presenta como una de las más defendibles, especialmente por el tono antitrascendental con el que trata el drama.
Esto de aquí arriba es «La noche», la canción de adelanto, y que, afortunadamente, poco tiene que ver con el contenido del resto del álbum. Se trata de una canción pop, fresca, liviana, que no viene muy a cuento, con unas guitarras impostadas muy al estilo «Palabras más, palabras menos» y una melodía que recuerda peligrosamente mucho a «Corazón de tiza» de Radio Futura. No comprendo mucho la presencia de esta canción en un disco a priori arriesgado, ya que si se espera que usada como single sea radiada y así se convierta en número uno y atraiga nuevos seguidores… poco conoce el bueno de Calamaro cómo está el tema de las radios y lo que suena o no suena en ellas. Afortunadamente pronto se recuperan las sonoridades más maduras e innovadoras con «Atunes y ballenas», de nuevo con ‘El Twanguero’ y con la aportación de la trompeta de Jerry González. La atmósfera que crea la canción gracias a la mezcla de loops y acústicas es lo más destacado de esta correcta composición porteña que hubiera tenido cabida perfectamente en aquel torrente que fue «El salmón».
Las guitarras vuelven a afilarse en «Como el viento voy a ver», versión de un tema del legendario grupo argentino Pescado Rabioso y que se transforma en un clásico blues en el que se luce la voz de Calamaro, coqueteando de nuevo con el falsete, pero con muchos mejores resultados que anteriormente. A continuación otra versión y otro giro de tuerca, «Mareo», un tema de Babasónicos que aquí Andrés convierte en un delicioso bolero, en lo que son los minutos más románticos y emotivos del disco, entroncando musicalmente con su anterior proyecto, «Romaphonic Sessions». Estamos en los momentos más destacados de «Volumen 11» y lo corrobora otro blues, «El huevo y la gallina», esta vez con Calamaro acompañándose únicamente de guitarra eléctrica y armónica, dibujando una composición a la vieja usanza, con una letra en un tono satírico bastante acertado, de nuevo muy «El salmón». Los decibelios vuelven a saltar por los aires en la tercera versión, «Blues de Santa Fe», un clásico de Pappo, quizás el bluesman gaucho por excelencia, al que Calamaro le da más profusión de capas, con numerosos solos mezclándose con los coros, con riffs poderosos y con una base rítmica constante y potente. Y lo bueno prácticamente se termina con «Las almas agradecidas», con Calamaro sentándose en el confesionario para recitar y reconocer sus faltas y las faltas de los demás en una canción vanguardista, rica instrumentalmente, y con una letra satírica, humorística a veces, pero con enjundia, recordando citas de, cómo no, «El salmón», resultando el Calamaro más audaz, Calamaro en estado puro.
Las primeras malas noticias llegan con «Vampiro torero», una muy ruidosa y machacona composición de nuevo con aspecto de beta en la que saca pecho de su esencia más polémica y que musicalmente no tiene muchos pies y menos cabezas. «Pánico en Benidorm» podría ser la canción más fallida de todo el disco, con una letra que sufre de un humor algo pueril y que musicalmente resulta un rocanrol clásico que tampoco aporta demasiado. Y la parte más olvidable del disco termina por todo lo alto con «Cazador de ateos», sin duda la más polémica. Ya había apuntado al principio del texto la polémica deriva en la que ha entrado la personalidad de Calamaro para con la opinión pública, en continua lucha contra quienes no comparten sus postulados tauromáquicos, y aquí arremete contra ellos, con insultos incluso. Esto podría defenderse como una actitud muy rock ‘n roll, y podría ser el incandescente clavo al que agarrarse, pero desgraciadamente yo su postura no la compro. Además, musicalmente el tema es sucio, incómodo y feo. Si esa era su intención, lo ha logrado, pero eso no lo convierte en mejor canción, ni mucho menos.
El blues vuelve a salvar a Calamaro con «Hasta el cielo», tema dedicado a Pappo y en el que resplandece un estribillo de luminosa melodía que nos permite escapar del fango en el que habíamos caído por un momento. A continuación nos encontramos uno de los puntos más destacados, «Blues y orquesta», donde se demuestra que para sorprender y aportar apuntes novedosos y brillantes no hace falta elevar, romper o distorsionar guitarras. Se trata de un blues donde las eléctricas son sustituidas por cuerdas de orquesta y con Calamaro cantando a lo Leonard Cohen,un corte francamente notable antes de acometer la última versión, en esta ocasión en forma de ranchera, la legendaria «Que te vaya bonito» de José Alfredo Jiménez, otro de los palos fundamentales en el cancionero del argentino que en esta ocasión, desnuda al estilo Romaphonic, resulta una versión tan correcta como prescindible a estas alturas. Y para terminar Calamaro se saca de la manga una jam de free-jazz de 11 minutos llamada «Trujillo libre», grabada en un concierto en Perú, y que sinceramente me parece bastante caprichosa, llegando a ser básicamente una paja instrumental de la banda, con continuos solos en los que la banda gusta lucirse, incluso el baterista tiene su espacio de onanismo, y con Calamaro tocando una cosa llamada hembra colombiana que particularmente me resulta un instrumento nada disfrutable. Bastante menos indigesto es el final definitivo del disco, «La burra», compuesta junto a Marcelo Scornik, una especie de funk-jazz instrumental, también con aires de jam, que creo que consigue en sus tres minutos y medio más de lo que pretende la anterior en once.
«Volumen 11» contiene ese valor, arrogancia y actitud que se echaba en falta en el Calamaro de sus últimos trabajos, y eso es de reconocer y celebrar. Sin embargo, dentro del batiburrillo de estilos y pretensiones que acoge, creo que no quedan para la posteridad demasiados temas sobresalientes, siendo quizás «Rock y juventud» la que más papeletas tiene de convertirse en más o menos referencial en su carrera, destacando también «El huevo y la gallina», «Las almas agradecidas» y «Blues y orquesta» entre lo más destacado compositivamente. Sin embargo, no es bastante bagaje después de casi una veintena de cortes para poder defender el disco con rotundidad y mucho menos para colocarlo a la altura de sus obras magnas, pero sí es suficiente para mantener a Calamaro en el ruedo y no darle aún la estocada.
Calamaro=Sabina. Adiós droga, adiós inspiración. Y lo de la perra de los toros y el apoyo a tanto torero hijo de puta y directamente fascista, ya ralla en la enfermedad. Por no hablar de su «libro»
opinamos similar. gracias por pasarte por este rincón
Mas resentidos hijos de puta haciendose llamar de la «correción política» … Y el libro ¿que? Dudo que hayas leído 300 paginas de textos sin ilustraciones !
gracias por tu comentario lord anthony. muy educado y valioso
Este ciudadano está hablando de drogas, de toreros hijos de puta y fascistas. Hablar de drogas y toreros, hablamos pero con respeto propiedad: Las cosas por su nombre.
Pues tú con droga o sin ella no le llegas a Calamaro al gallumbo. Y viva la Tauromaquia
No es Perro Rabioso, es Pescado Rabioso.
gracias por el apunte
Un bloguero perdonandole la vida a Calamaro para ganarse un lugar entre los becarios de Juan Puchades hace gracia !! hahaha
no le perdonó la vida a nadie. es mi opinión. tan válida como la tuya
Vamos, Almendros … Que somos pocos. Yo rescato lo positivo de un artista, no busco el pelo al huevo. No son igual de validas nuestras opiniones.
amen
El vigilante opinador español es muy ñoño … La trilogía Vampiro Toreo, Cazador de Ateos y Benidorm, son lo mas interesante y auténtico del disco. Y TRUJILLO es otro nivel, música en otra categoria conceptual, con aceptable nivel de fusión jazzera.
es vampiro torero,no toreo
Sergio; no saber distinguir el buen ruido de Vampiro Torero (disculpe usted el error de tipeo), la encantadora metafora (o no) de un vampiro moderno que viaja en avión con sangre en el bolsillo (nos recuerda un poco a los vampiros de Jarmush en Detroit); no saber ver entre los versos de BENIDORM la ironía («tengo mas esperanza de vida que un guerrillero en Medio Oriente»), o reducir el instrumental a una paja mental-musical: Es de MUY bajo nivel, ademas es ñoño, blando y resentido. Te pone en el lugar de Neira o Puchades, todos escriben lo mismo. No saben de música ni entienden por donde va el rock, de que se trata ni de que está hecho. Por lo visto Calamaro tiene una discografica irregular, aha … Regulares las tiene cualquiera, probablemente los demas. «Perdonando la vida» de Calamaro usted se arrastra opinando lo mismo que los demas «becarios críticos», mas pendientes de la pelusa del ombligo que de saber ver y escuchar los colores de la música. Adivino que tambien ofreces criticas de discos cantados en ingles sin entender ni una palabra. Hijo bobo de Puchades es mucho decir, pero hacerse el opinador duro en una página con tres comentarios es patético.
No he leio tus criticas de los álbum de Coque Malla o Leiva. Se les perdona todo por españoles o se les exige menos. (???)
mi crítica del disco de leiva la puedes encontrar en este blog que tanto te gusta.
y sin entrar a responder cada una de tus afirmaciones, que las respeto, podrías tú también respetar que a mí no me fascine el disco tanto como a vos? gracias majo
No todas las opiniones son igual de respetables. Un proyecto de puchades con un blog llamado Cadillac Negro es un pedo en el oceano de internet. Deberias dar gracias que alguien te lee y escribe comentarios.
¿Vas a confesarnos cual es tu problema personal con Calamaro? Lo que vemos es una obsesión enfermiza con el argentino. Dudo que te gastes en analizar así a otros artistas del rock.
Que hables tú de obsesiones enfermizas después de no parar de comentar por la pataleta que te has cogido… Va, Braunstein, ya pasó. Hay que saber aceptar las críticas.
Es que los críticos y la opinión estandar es muy españoña … Estais encorsetados en una zona de confort y xenofobia. Lor Anthony es un caballero que jamas pierde la compostura, me limito a escribir en los mismos términos que el histérico Almendros. Españoña critica discos en ingles sin entender el idioma. Es ñoña pero injusta, iletrada y desinformada.
Yo podria haber dedicado mi vida a criticar la obra de los demas, es un trabajo MUY facil, lo hace cualquiera. Ahora mismo es una actividad viral, cualquiera opina y critica, además es posible escribirlo y luego leerse en un periódico on line o blog. Esta es una buena crítica pero repite la monserga del gran ÑOÑO Juan Puchades: Según Almendros todo el disco es bueno menos un segmento que , segun mi entender, es de lo mas interesante del disco, pero tambien lo mas arriesgado, irónico, serio y gracioso: Benidorm tiene ironia y es un broma seria que va muchos mas alla de lo que aparenta la base musical, ATEOS advierte en la propia letra si vas a enrolarte en los inquisidores o ser libre como ateo en la «incorrección política», VAMPIRO es ruido, seguro, pero la metafora (no metafora) del vampiro es un instante cinematográfico, es rock segun el rock tiene que ser: irritar un poco, aturdir un poco: Un critico becario deberia estar preparado para estas cosas. Finalmente TRUJILLO: Si hay cinco músicos tocando bien una jam session no se puede irritar el crítico porque estas cumpliendo a rajatabla fundamentos del jazz y además lo hacen bien. En resumen: esta critica (una buena critica) es un plagio del lamento de Puchades (que de música y de rock no entiende nada) y de Neira, que ya critico de mala manera una JAM parecida a Trujillo. Hay que tener un poco mas de altura para criticar una grabación, una escala de valores, un conocimiento, justificarse en lo escrito. Cuando yo leo muchas criticas iguales, entonces renuncio a tomarme en serio a estos criticos gratuitos en la red.
por ir resumiendo, y desoyendo insultos y demás sandeces: es una buena crítica pero plagia la de puchades, que a su vez es un sinsentido. pues no lo entiendo.
además, con la de puchades tiene en común que resalto que hay mucho blues (obvio), que me recuerda a el salmón (lo he leído en la de puchades y en las críticas laudatorias argentinas,porque además es así) y que no comulgamos con el mismo tramo del disco (ni puchades,ni yo,ni ninguna persona con las que he hablado que han escuchado el disco. calamaristas de pro todas).
me pregunto si cuando leía muchas críticas semejantes ensalzando alta suciedad le parecían igual de irrespetables y faltas de criterio
«Yo podría haber dedicado mi vida a criticar la obra de los demás» En cambio, prefiere dedicar (parte de) su vida a criticar a los demás directamente… Una pregunta Lord Anthony/Braunstein… ¿En estas otras críticas Puchades tampoco sabía nada de música y rock?
http://www.efeeme.com/el-regreso-de-andres-calamaro%E2%80%A8/
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/08/babelia/1457437680_034695.html
No nos engañemos …. Ser crítico musical es un trabajo bastante sencillo, en el fondo de trata de tener una escala de valores (cuestiones musicales profundas y sutiles) y de prepararse mucho que entra en el terreno de lo menos-que-sencillo (y media vida). Pero me quedo con mi papel de aficionado a la música: me gusta hablar de la música que me gusta, me parece la forma correcta de todo. Nos juntamos con otros aficionados a hablar hilando muy fino en el jazz, los amamntes del rock de toda la vida, me descubro escuchando todos los dias música nueva … Una opinión tiene cualquiera (imposible de negar eso), pero un disco es como un presidente de la república; hay que aguantarlo cien dias y opinar sobre la gestión; eso es básico y dificil de discutir. Apurarse con un disco, decidir que no te gusta y dejarlo de escuchar … es algo que a veces hacemos con los discos. Yo lo hago pero no forma parte de mi opinión. El BERRINCHE de Puchades con Cazador de Ateos es algo inadmisible, es infantil .. Además es una letra llena de humor y cinismo: ¿Que tendrá eso de malo en una letra de canción? Ni hablar de Trujillo Libre que tiene alto nivel musical … Si incomodan doce minutos de alto nivel musical … Estamos al horno. Por esto tengo razón.
Por lo visto vive usted estudiando quien lee este miserable blog … Te dejo a ver si alguien mas te escribe algo. Es hora de hacerse adultos con el rock, Almendros. El ruido, el caos, las discografias irregulares, ofender a los putos animalistas, plantarse frente a la corrección política: SON VIRTUDES … y no defectos. Dentro de unos años vas a estar aplaudiendo este disco y los tracks que no te gustaron. El pasaje de TRUJILLO es Fernando Neira en sus peores momentos. A tomar la leche.
Te he escuchado esa argumentación tantiiiisimas veces… Y no, eso no tiene que ser así, dentro de unos años no tiene por qué aplaudirse este disco, como no pasó con El Palacio de las Flores por mas que lo dijeras.
Acepta las críticas, las cuales son bastante mas educadas que tus contestaciones.
gracias por tus apuntes.
aunque como coincidimos en muchas cosas seguramente nos estemos plagiando
El Palacio de las Flores tiene canciones y letras formidables con una producción sui generis de Litto Nebbia. Honestidad Brutal fue muy criticado en su momento por los críticos profesionales: Diego Manrique y Gloria Guerrero, sin embargo es un disco celebrado. Haga usted de cuenta que Calamaringa está retirado de la música y sigue publicando discos por amor al arte … «No es para mal de ninguno sinó para bien de todos».
me repito:
«Esto podría defenderse como una actitud muy rock ‘n roll, y podría ser el incandescente clavo al que agarrarse, pero desgraciadamente yo su postura no la compro. Si esa era su intención, lo ha logrado, pero eso no lo convierte en mejor canción, ni mucho menos».
«Volumen 11 contiene ese valor, arrogancia y actitud que se echaba en falta en el Calamaro de sus últimos trabajos, y eso es de reconocer y celebrar».
es decir, la actitud la entiendo y la celebro. lo que no comparto es la calidad de ciertas canciones.
UNIVERSO ÑOÑO …. En cada familia hay un cazador de ateos. Otro critico becario para no darse cuenta de las cosas que la realidad les grita en la cara.
Hola. Yo no soy crítico de música, soy un pobre ignorante. Eso sí, soy fan, muy fan de Los Rodríguez y después de Calamaro. Hay cosas que me gustan mucho, otras algo menos. Y tengo que decir que este disco es una puta mierda. Es lo peor de Calamaro, con mucha diferencia. Más de la mitad del disco parece una burla a quien lo escucha. Sobran muuuchas canciones, y si no fuera por su merecidísimo prestigio, nadie jamás publicaría ese engendro. Calamaro se ha ganado poder hacer lo que quiera, sin rendir cuentas a nadie. Y en este caso ha decidido hacer una castaña de disco.
Como comparación, Ariel Rot acaba de sacar una auténtica joya. El de Rot lo escuchas y te gusta aunque nunca hayas escuchado nada de él. El de Calamaro es insoportable aunque lleves toda la vida siguiéndole y admirándole.
Y esta es mi opinión. Sin ninguna autoridad. Absolutamente personal.
Saludos
Quizas sea un disco para desmarcarse e irritar a los MUY fans de Los Rodriguez …
En España no tenemos sangre. No sabemos disfrutar de un disco sin encontrarle un pelo al huevo. Estamos hechos para que nos grabe Carlos Raya. No tragamos provocación, ni JAM instrumentales ni nada que nos mueva un poco de nuestro lugar frígido. Rock n Roll es algo que ignoramos completamente, estamos en un espiral pijo y blando. No entiendo la comparación con Ariel Rot porque se publican miles de discos por año. Yo considero a Puchades y Almendros como críticos (entre comillas) que no entienden de música, no escucharon lo suficiente, no aprendieron a sentir, ni tienen experiencia, no saben entender el rock desde diversos puntos de vista, no lo vivieron, son frígidos. Al llamarse críticos tambiee revisitan la música en ingles sin entender una palabra: eso es humillante y ridículo. pero muy cierto.
Si semejantes pijillos llaman engendro a un disco … tengo que pensar que lo mismo hubieran dicho de discos de SUN RA o JOHN COLTRANE … y/o cientos de discos rompedores en el rock y en tantos generos. Casi habria que alegrarse cuando el vigilante medio español rechaza un disco, como ocurrió con HONESTIDAD BRUTAL que fue CASi unanime-mente rechazado con repulsa por … críticos profesionales de España. Lease Manrique en Efe Eme … y todos menos RDL.
amigo lord anthony, te estás enfangando.
si sacas pecho diciendo que puedes opinar todas esas cosas, incluso de personas que no conoces (qué coño sabrás tú de mi nivel de inglés, por ejemplo), permite que yo también pueda opinar libremente y bajo mi prisma del disco. que además, si recuerdas la reseña, no le llamo engendro ni le bajo al nivel que al final tú mismo te estás creyendo.
imagino que el post en el que puse por las nubes, y más, honestidad brutal y el salmón, tampoco tendrá ninguna validez. quizás también esté equivocado con ellos.
¿Estas escribiendo este blog desde los años de Honestidad Brutal y El Salmón? … El nivel de ingles es promedio (en Xpain) MUY bajo, me cuesta creer que la totalidad de «críticos» que estan analisando discos sepa realmente que dicen las letras. Mas alla de lo cual es bastante sencillo, se rescata lo positivo o se rebusca lo que cada uno quiere imaginarse como negativo. Leí pocas criticas de este disco y son todas iguales, demasiado parecidas … Como si, con cierto atrevimiento, hubiera herido en el orgullo «progresista» de nostálgicos de Honestidad Brutal que, haciendo memoria, tampoco apoyaron aquel disco … Te Quiero Igual no les gustó como sencillo, dijeron que al disco le sobraba por todos lados y mas cosas. Fue un disco tachado de despropósito en su momento. Me sobra el desprecio a Trujillo Libre porque es una grabación de «otro nivel», tiene jazz, tiene espomntaneidad … Es música para músicos y sirve como colador para saber quien es el principe que descarta un disco con igual torpeza infantil que rotundidad.
la crítica a esa época fue un recuerdo a ella del año pasado.
te cuesta creer que todos los escribientes de música sepan inglés, así que deduces que no sabe ninguno.
y si todas las críticas son parecidas….o todas se plagian (según vos) o quizás haya en ellas algo de verdad. a veces que haya mayoría en algo,algo quiere decir….
y a mí honestidad brutal me voló la cabeza desde la primera escucha
Yo también tengo un pensamiento crítico pero siempre rescato lo positivo, y este disco lo tiene y de sobra. Los momentos que tu eliges como «peligro de debacle» son principalmente desafiantes y no les falta atractivo instrumental y picardía en las letras. La sencilla historia del Vampiro actual que viaja en avión con su reserva de sangre, puede ser una metáfora graciosa y destroyer, musicalmente es un hard rock muy crudo y eso se agradece. Cazador de Ateos está muy inspirado, especialmente el principio y acuñando la frase «cazador de ateos» que tiene mucho que ver con un pensamiento crítico. Finalmente Trujillo Libre es incontestable, un instrumental de categoría. Servidor escucha mucho jazz y este instrumental es perfectamente digno de las lecturas mundiales de jazz con instrumentos eléctricos, clásicos pero polémicos desde Miles Davis en el festival de rock de la Isle de Wight, hay pericia, improvisación y el (muy buen) gesto de publicar doce minutos de inspiración en un disco: algo perfectamente loable. Mi impresión es que te apresuraste con tu juicio y anunciado (triunfante) la demolición de un artista incansable (supongo que se cansa como todo el mundo aunque no tenga sangre humana en el bolsillo). El rock no se inventó para agradar a todos, ni gustar a todos, ni resultar cómodo y amable, no se trata de cosas «bien hechas» (con comillas), por ahí estaban Honestidad Brutal y El Salmón; discos profundamente criticados por el conjunto de la crítica (con la excepción de RDL) … Volumen 11 es el lado oscuro de Bohemio, Bohemio crudo. Se deduce por los créditos de producción 1012 (cuando se escribieron las canciones que se eligieron para Bohemio y otras mas), 2013 (algo grabado durante una gira) y estos últimos años … un periodo de meses entre el año pasado y este año que termina triste por la desaparición física de tantos queridos artistas (y también criticados o incomprendidos en tantos momentos de sus gloriosas vidas). El Syndrom Honestidad Brutal es otra cosa … Carreras irregulares existen porque para hacerlas regulares hay otros. El conjunto de música grabada y ejecutada en vivo después de Honestidad Brutal es monumental y desafiante …
anyway, celebro al menos que hayas rebajado el tono insultante de tus primeros comentarios y al final queden dos puntos de vista e incluso algunas opiniones coincidentes
Si, un lindo y preclaro texto de Lord Anthony
Técnicamente es una serie de grabaciones que llaman la atención, desde una formidable grabación en vivo instrumental hasta un trio valvular tocando rápido para sostener una tabarra bíblica con ironía y buen humor, como corresponde al talante de Alex de la Iglesia que pidio dos canciones para su proximo estreno. Pasando por grabaciones informales, chatarreras si se quiere … pero llenas de alevosía y un discurso vago pero vehemente, Una suerte de declaración de principios: Reírse con la biblia, aceptar las peores tentaciones, jugar con la dialéctica del blues, despedir a un amigo, hacer balance de la situación actual (la tendencia), la soledad auto marginal con el preso sin libertad como metáfora, la broma critica de BENIDORM, con llamado de atención al «mundo de la canción» y guiños a los descuidados «con mayor esperanza de vida que un guerrillero de Medio Oriente». Trujillo Libre es otro nivel «tecnicamente» hablando: inspiración, libertad, improvisación, virtuosismo : pura técnica de la buena. Un parrafo aparte para el Huevo y La Gallina; técnicamente una letra GRANDE … renglón por renglón.
Habeis visto el documental ruso del cine de Stanley Kubrick (????). Llama la atención que nunca haya gustado a la crítica pero sea una figura «indiscutible» del cine (!!!). Vale la pena verlo para ejercitar la critica y el conocimiento. Hay declaraciones importantes de consagrados artistas del cine. Criticos que siempre buscan otra cosa que no es lo que la película ofrece, sentenciosos pero nerviosos. De tanto tirar su reputación a la basura, Stanley se forjó uno de los cineastas mas influyentes del siglo veinte … De la historia del cine. CALAMARINGA no usa compulsivamente la RED … El que se vacia promocionando un blog es otro … Como sea, el artista ofrece discos, firma articulos en periodicos impresos, da giras por el mundo hispano castellano y catalán … Desde los regresos de 2015 hasta hoy no se poco lo que ha ofrecido … Bajo cualquier prisma se trata de letra y música interesante … Grabaciones en vivo y en estudio, balances antológicos. Si se trata de dilapidar una carrera o celebrar tiempos mejores habria que recordar que aquellos tiempos mejores no gozaban del beneplacito de la critica tampoco.
tu postura ha quedado muy clara, cristalina (y redundante)
No hablemos de posturas redundantes si no vamos a recordar que «el crítico» va mendigando atención en cualquier sitio virtual de opinión y crítica musical … Mientras que Stanley Kubrick escribía, filmaba y estrenaba películas a pesar de la insatisfacción interior (campante) del sector crítico que «sabe buscar lo que una película no tiene» y vivir proyectando insatisfacciones y nerviosismo. Criticos con mala leche y criticando gratis es el último orejón del tarro !! En un mundis donde cualquiera opina y cualquiera tiene su blog … Las miserables monedas de madera de la crítica valen lo que el papel higiénico usado mientras que las multitudes esperan la música, la cantan, la celebran, la recuerdan, la transmiten a sus hijos, la pagan : los músicos hacen realidad sus sueños y viven de la música como mejor pueden y ejerciendo un trabajo digno. Ponerse a la misma altura del artísta es una bestialidad. El critico es un cojo que enseña a bailar … Esperan un momento imaginario de debilidad para construirse un podio de cartón desde donde mirar (un poco mas alto) su propia misera vital.
Que impotencia! La opinión gratuita ni se molesta en escuchar un disco, se lo quita de encima, resuelve el trámite para poder insistir con su tabarra y mendigar lectores en páginas virtuales de periodicos y otros blogs … Eso es redundar demasiado en la nada misma. Esto es musica, valía la pena detenerse en la letras (si no entendemos las letras en ingles, enroscarse en las letras en castellano unicamente es un descuido roñoso y triste), letras jugosas y completas, irreverentes y valientes de un disco por encima de la media vernácula que, eso si, es bastante pobre. https://www.youtube.com/watch?v=H6rk64N0iwA
OSCAR FINK: crítico profesional. En Volumen 11 (Sony Music), su nuevo disco, Andrés Calamaro hace honor a su apodo, El Salmón, por aquello de nadar contra la corriente. Es que el flamante álbum de algún modo compite, a pesar de sus notables diferencias, con Romaphonic Sessions, su opus anterior, publicado en febrero de 2016. Para la industria discográfica, un pecado de anti marketing.
A diferencia de aquel disco intimista, donde Calamaro la iba de crooner mientras Germán Wiedemer lo sostenía desde el piano, aquí retorna a formaciones instrumentales más amplias, siempre tirando a rockeras, con las que encara un repertorio de nuevas creaciones, canciones a pedido y una ecléctica variedad de covers.
El corazón del disco está en temas que llevan su sello o, más aun, su identidad, como Frío y barro 2ª parte (integra una suite cuya primera etapa permanece inédita, con guitarras acústicas que le dan un aire inicial folk y un final de hip hop: “Habría que estar más allá del bien y el mal”, “el opio ya no es el opio del pueblo, no es opio ni es del pueblo”); La noche (un rock con destino de hit actual aunque hable de un lugar de Palermo frecuentado en los años 60 por parejas que se prodigaban besos y caricias al amparo de la oscuridad: “Mi carro está enchulado en Villa Cariño”); la bella y elegante Atunes y ballenas; Vampiro torero; Pánico en Benidorm, y la breve, contundente y provocadora Cazador de ateos (“Como el amor del torero por el toro/nadie sabe qué es el amor y la muerte”).
El espíritu de Volumen 11, en cambio, está en el blues, un género no muy frecuentado por Calamaro, y en el homenaje, incluso explícito, al recordado Norberto “Pappo” Napolitano. Está en Tan triste no es el blues (un poco al estilo Dylan, con una impronta de folk blues); en El huevo y la gallina (blusazo hecho y derecho, con economía instrumental, donde mandan las guitarras y la voz); en Las almas agradecidas (un blues hablado, bien oscuro); en Hasta el cielo; en Blues y orquesta, y en su versión libre del Blues de Santa Fe, de Pappo.
Los encargos son Apocalipsis en Malasaña, una de sus dos composiciones para la banda sonora de El Bar, la última película del gran Alex de la Iglesia, y Rock y juventud, su inspirado aporte a la monumental Canción de amor por un día, la construcción musical de 24 horas del hispano alemán Javier Corcobado. Y los covers —a esta altura un clásico de Calamaro, pese a que su estatura artística está mucho más asociada a la composición que a la interpretación—, que son Como el viento voy a ver (también un blues, de Luis Alberto Spinetta en Pescado Rabioso, con sumo respeto por el original, guitarras crudas, voz con eco y órgano); Mareo (el bolero de Babasónicos, con piano y sin ese sutil aire paródico del original); Que te vaya bonito (ranchera súper clásica del mexicano José Alfredo Jiménez Sandoval), Blues de Santa Fe.
El disco cierra con espacio para la libertad: primero, con Trujillo libre, un sostenido desarrollo instrumental grabado en vivo, en Perú, con un aire al Gato Barbieri en su etapa de free jazz latinoamericanista o a las largas zapadas del Santana de los 70, y La burra, una improvisación en clave lounge registrada en estudio.
entiendo entonces que no son los críticos o las gratuitas opiniones online lo que te repatea tanto , sino que simplemente son las reseñas que no ponen al disco por las nubes las que te molestan de forma tan violenta.
feliz año comandante
Por lo visto, Calamaringa tiene engañados a todos menos a Almendros …. hahahaha!!
Otra mas … La importancia de escuchar un disco dos semanas antes de lloriquear como un españolito insatisfecho ..
Otras Grabaciones Encontradas de Calamaro
Por Rubén Cetrángolo
Entre temas propios, versiones de temas ajenos y hasta un instrumental, el Salmón revaloriza su estatura de gran artista y su condición de imprevisibl
Está visto que con Andrés Calamaro nunca se puede predecir qué traerá entre manos al momento de lanzar un nuevo disco. Empezó el año con una obra exclusiva de voz y piano (Romaphonic Sessions) y lo cierra con Volumen 11, una especie de «Grabaciones Encontradas» más pulidas que aquellas que dieron vida a dos volúmenes a comienzos de los años ’90, donde vuelve a explotar su veta más rockera y blusera, con homenajes al género y a una figura como Pappo y guiños a Adrián Otero y a Luis Alberto Spinetta. Entre temas propios (algunos con letras extensas que obligan a tener a mano el librito interno), versiones de temas ajenos y hasta un instrumental, Calamaro revaloriza su estatura de gran artista y su condición de imprevisible. Sin la asimilación rápida que tuvo un álbum como Bohemio (2013) y menos aún que el exitoso La Lengua Popular (2007), Volumen 11 se presenta como un registro que amerita más de una escucha pero que, como los buenos vinos, el tiempo o las continuas pasadas- permitirá ir descubriendo varios temas que terminarán incrementando el manual de clásicos del artista. El disco tiene 19 tracks; en varios está acompañado de su ladero Germán Wiedemer, en teclados; en otros aparece la banda que lo acompañó en el Personal Fest y cuatro canciones las grabó el solo haciéndose cargo de la voz, los coros, las guitarras, el bajo y la armónica. El álbum comienza con «Apocalipsis en Malasaña», un tema escrito para El Bar, la próxima película del director Alex de la Iglesia; es un rock sucio, bien podrido e ideal para abrir futuros conciertos cuando Andrés vuelva a presentarse con su banda completa. Las cuatro canciones que siguen son bien distintas y marcan tal vez el mejor momento del disco. En «Frío y barro (2º Parte)» el falsete vocal y un estribillo contundente («El opio ya no es el opio; no es opio, ni es del pueblo») sobresalen sobre una bella melodía. El medio tiempo de «Rock y juventud», sobre un loop de percusión y ese guiño al Flaco Spinetta de uno de los versos («Con clavos verdaderos y sed verdadera») la convierten en una pieza para iluminar con celulares cuando suene en vivo. Ahí nomás «Tan triste no es el blues» es otro punto alto, con ciertos aires country y un guiño a su amistad con Pappo. La última de ese cuarteto de alto vuelo es «La noche», el single del álbum que ya suena en las FM como advirtió el autor de «Paloma» al señalar que «por su guitarrero atractivo musical tiene un potencial radial». De las cuatro versiones (lo que Calamaro hace lejos está de considerarse covers), tres son del cancionero rockero argentino. En «Como el viento voy a ver», Andres canta y toca el piano, la guitarra y el bajo para tributar a su estilo el clásico de Pescado Rabioso. En «Mareo», transforma la canción de Babasónicos en un hermoso bolero a puro piano y «El Blues de Santa Fe» lo hace de nuevo solo (canta, mete coros, toca viola y bajo) y le suma un aire más podrido y crudo que a la original del Carpo. El disco suma dos blues más: «El huevo y la gallina», con otra extensa letra y cierto mimo a Adrián Otero y «Blues y orquesta», con una propuesta jugada y una poesía que habla de presos sin libertad, de una noche de fin de año y hasta del Circo de Marrone («En el Circo de Marrone todos quieren tomar La Bastilla/ es demasiado inofensivo y poco peligroso»). Pappo reaparece homenajeado en la sentida «Hasta el cielo» («Mis abuelos en el campo de algodón, me enseñaron a cantar para vivir; y mi amigo el del Blues de Santa Fe, a vivir para tocar el rock y el blues») y al mexicano José Alfredo Jiménez lo tributa versionando su ranchera «Que te vaya bonito». Antes de los cierres con el instrumental «Trujillo triste» y el bonus «La burra» (la voz que suena es de Jorge Larrosa) la veta rockera aparece en «Pánico en Benidorm» y en «Cazador de Ateos», para redondear estas nuevas Grabaciones encontradas, ahora con un lustre que les dan más brillo.
Me molesta la insatisfacción del españolete que odia lo que ama … que vive a pajas … Que espera ver muerto a Calamaringa antes de aceptar algo que no sea Honestidad Brutal … me fastidian los pajeros que van mendigando lectores en cada puto sitio web … Porque me dan lastima pero juegan a ser jueces de la voluntad musical … Hay que demotrar mas y CACAREAR menos.
y mira que me resulta complicado mendigar, porque el disco ha pasado muy desapercibido amigo. (de todas formas, no estoy del todo seguro de quién practica más el onanismo delante de un teclado y una pantalla).
y para finalizar, no insistas peyorativamente en que algunos nos creemos jueces o críticos, cuando ya ha quedado demostrado que los juicios y críticas que no aguantas son las que no te bailan el agua, independientemente de quien vengan,
El disco se publico hace dos semanas … En Xpain el rock pasa desparecibido por mamarrachos como Almendros y (tu dios) Juan Puchades. Aman el rock pero lo odian .. Un mecanismo de insatisfacción para la psiquiatria … Lisa y llanamente. Los criticos profesionales no se equivocan. Esperan dos semanas y escuchan bien aquello de lo que van a comentar, sin hacer una cuestión personal con el músico. No te compares conmigo: Yo vivo de mi trabajo, tengo todas las vidas que quiero, una novia estupenda y sexo normal. No te agrandes, Chacarita … Estoy a años luz de un pobre blogger que solamente YO léo y comento … Nadie baila el agua, los críticos son libres pero no todos están acomplejados ni resentidos … No buscan en un disco lo que un disco no tiene … A Stanley Kubrick y a Sticky Fingers (un cineasta y un disco) les hicieron criticas pésimas … Eres de manual, tu única fuerza es ir diciendo que CALAMARINGA deberia haber muerto despues de 1999 …. Das lástima y risa: no te lee ni tu puta madre … De lo contrario diría algo en tu defensa …
por mi parte voy a zanjar esto porque si entramos en insultos cuando no sabemos a quién tenemos enfrente, es entrar en el absurdo. además de poco estiloso y muy lamentable.
no soy un blogger, yo también vivo de mi trabajo (que no es este) y no voy rebuscando en la red a ver qué dicen de mí para maldecir a quien no comulgue con mis acciones.
puedes seguir vomitando.
Yo soy LORD ANTHONY, para ti NADIE MAS …. Pero ALMEDROS … No es nadie. Soy el único lector que tienes y te descubrí mendigando lectores avidos de tu sentencia de muerte de CALAMARINGA en 1999 : lo que al CLUB DE LAS PAJAS DE ESPAÑA le encanta leer.
Debe ser muy frustrante para el tal Lord Anthony buscar críticas en Google de Volumen 11 y encontrarse con que las primeras que aparecen son las de Puchades y la de Almendros. Por no decir que son casi las únicas. Calamaro ha publicado una obra quizás a la altura del Sticky Fingers y los ignorantes españolitos no nos enteramos. El tal Lord Anthony menosprecia hasta caer en el insulto al señor Almendros (con cuya opinión se puede estar de acuerdo o no, pero está bien escrita y fundamentada) y luego se pasa los días volviendo una y otra vez a vomitar sus frustraciones y lloriquear en un blog que no le ha pasado la mano por el lomo a su disco. Es un comportamiento muy patético, casi diría que enfermizo. Demasiada paciencia tiene el blogger contigo, majo. Pero tú sigue con tu impotente y obsesiva cantinela y tu Trujillo libre, y no olvides seguir rastreando críticas que te bailen el agua (aunque sé que tendrás que rebuscar mucho) para ponerlas aquí. A ver si con suerte encuentras otro lugar en el que dar la murga.
Otras Grabaciones Encontradas de Calamaro
Por Rubén Cetrángolo
Entre temas propios, versiones de temas ajenos y hasta un instrumental, el Salmón revaloriza su estatura de gran artista y su condición de imprevisibl
Está visto que con Andrés Calamaro nunca se puede predecir qué traerá entre manos al momento de lanzar un nuevo disco. Empezó el año con una obra exclusiva de voz y piano (Romaphonic Sessions) y lo cierra con Volumen 11, una especie de «Grabaciones Encontradas» más pulidas que aquellas que dieron vida a dos volúmenes a comienzos de los años ’90, donde vuelve a explotar su veta más rockera y blusera, con homenajes al género y a una figura como Pappo y guiños a Adrián Otero y a Luis Alberto Spinetta. Entre temas propios (algunos con letras extensas que obligan a tener a mano el librito interno), versiones de temas ajenos y hasta un instrumental, Calamaro revaloriza su estatura de gran artista y su condición de imprevisible. Sin la asimilación rápida que tuvo un álbum como Bohemio (2013) y menos aún que el exitoso La Lengua Popular (2007), Volumen 11 se presenta como un registro que amerita más de una escucha pero que, como los buenos vinos, el tiempo o las continuas pasadas- permitirá ir descubriendo varios temas que terminarán incrementando el manual de clásicos del artista. El disco tiene 19 tracks; en varios está acompañado de su ladero Germán Wiedemer, en teclados; en otros aparece la banda que lo acompañó en el Personal Fest y cuatro canciones las grabó el solo haciéndose cargo de la voz, los coros, las guitarras, el bajo y la armónica. El álbum comienza con «Apocalipsis en Malasaña», un tema escrito para El Bar, la próxima película del director Alex de la Iglesia; es un rock sucio, bien podrido e ideal para abrir futuros conciertos cuando Andrés vuelva a presentarse con su banda completa. Las cuatro canciones que siguen son bien distintas y marcan tal vez el mejor momento del disco. En «Frío y barro (2º Parte)» el falsete vocal y un estribillo contundente («El opio ya no es el opio; no es opio, ni es del pueblo») sobresalen sobre una bella melodía. El medio tiempo de «Rock y juventud», sobre un loop de percusión y ese guiño al Flaco Spinetta de uno de los versos («Con clavos verdaderos y sed verdadera») la convierten en una pieza para iluminar con celulares cuando suene en vivo. Ahí nomás «Tan triste no es el blues» es otro punto alto, con ciertos aires country y un guiño a su amistad con Pappo. La última de ese cuarteto de alto vuelo es «La noche», el single del álbum que ya suena en las FM como advirtió el autor de «Paloma» al señalar que «por su guitarrero atractivo musical tiene un potencial radial». De las cuatro versiones (lo que Calamaro hace lejos está de considerarse covers), tres son del cancionero rockero argentino. En «Como el viento voy a ver», Andres canta y toca el piano, la guitarra y el bajo para tributar a su estilo el clásico de Pescado Rabioso. En «Mareo», transforma la canción de Babasónicos en un hermoso bolero a puro piano y «El Blues de Santa Fe» lo hace de nuevo solo (canta, mete coros, toca viola y bajo) y le suma un aire más podrido y crudo que a la original del Carpo. El disco suma dos blues más: «El huevo y la gallina», con otra extensa letra y cierto mimo a Adrián Otero y «Blues y orquesta», con una propuesta jugada y una poesía que habla de presos sin libertad, de una noche de fin de año y hasta del Circo de Marrone («En el Circo de Marrone todos quieren tomar La Bastilla/ es demasiado inofensivo y poco peligroso»). Pappo reaparece homenajeado en la sentida «Hasta el cielo» («Mis abuelos en el campo de algodón, me enseñaron a cantar para vivir; y mi amigo el del Blues de Santa Fe, a vivir para tocar el rock y el blues») y al mexicano José Alfredo Jiménez lo tributa versionando su ranchera «Que te vaya bonito». Antes de los cierres con el instrumental «Trujillo triste» y el bonus «La burra» (la voz que suena es de Jorge Larrosa) la veta rockera aparece en «Pánico en Benidorm» y en «Cazador de Ateos», para redondear estas nuevas Grabaciones encontradas, ahora con un lustre que les dan más brillo.
Escribe Oscar Fink:
En Volumen 11 (Dro Warner), su nuevo disco, Andrés Calamaro hace honor a su apodo, El Salmón, por aquello de nadar contra la corriente. Es que el flamante álbum de algún modo compite, a pesar de sus notables diferencias, con Romaphonic Sessions, su opus anterior, publicado en febrero de 2016. Para la industria discográfica, un pecado de anti marketing.
A diferencia de aquel disco intimista, donde Calamaro la iba de crooner mientras Germán Wiedemer lo sostenía desde el piano, aquí retorna a formaciones instrumentales más amplias, siempre tirando a rockeras, con las que encara un repertorio de nuevas creaciones, canciones a pedido y una ecléctica variedad de covers.
El corazón del disco está en temas que llevan su sello o, más aun, su identidad, como Frío y barro 2ª parte (integra una suite cuya primera etapa permanece inédita, con guitarras acústicas que le dan un aire inicial folk y un final de hip hop: “Habría que estar más allá del bien y el mal”, “el opio ya no es el opio del pueblo, no es opio ni es del pueblo”); La noche (un rock con destino de hit actual aunque hable de un lugar de Palermo frecuentado en los años 60 por parejas que se prodigaban besos y caricias al amparo de la oscuridad: “Mi carro está enchulado en Villa Cariño”); la bella y elegante Atunes y ballenas; Vampiro torero; Pánico en Benidorm, y la breve, contundente y provocadora Cazador de ateos (“Como el amor del torero por el toro/nadie sabe qué es el amor y la muerte”).
El espíritu de Volumen 11, en cambio, está en el blues, un género no muy frecuentado por Calamaro, y en el homenaje, incluso explícito, al recordado Norberto “Pappo” Napolitano. Está en Tan triste no es el blues (un poco al estilo Dylan, con una impronta de folk blues); en El huevo y la gallina (blusazo hecho y derecho, con economía instrumental, donde mandan las guitarras y la voz); en Las almas agradecidas (un blues hablado, bien oscuro); en Hasta el cielo; en Blues y orquesta, y en su versión libre del Blues de Santa Fe, de Pappo.
Los encargos son Apocalipsis en Malasaña, una de sus dos composiciones para la banda sonora de El Bar, la última película del gran Alex de la Iglesia, y Rock y juventud, su inspirado aporte a la monumental Canción de amor por un día, la construcción musical de 24 horas del hispano alemán Javier Corcobado. Y los covers —a esta altura un clásico de Calamaro, pese a que su estatura artística está mucho más asociada a la composición que a la interpretación—, que son Como el viento voy a ver (también un blues, de Luis Alberto Spinetta en Pescado Rabioso, con sumo respeto por el original, guitarras crudas, voz con eco y órgano); Mareo (el bolero de Babasónicos, con piano y sin ese sutil aire paródico del original); Que te vaya bonito (ranchera súper clásica del mexicano José Alfredo Jiménez Sandoval), Blues de Santa Fe.
El disco cierra con espacio para la libertad: primero, con Trujillo libre, un sostenido desarrollo instrumental grabado en vivo, en Perú, con un aire al Gato Barbieri en su etapa de free jazz latinoamericanista o a las largas zapadas del Santana de los 70, y La burra, una improvisación en clave lounge registrada en estudio.
Caramba! Creo que Puchades intervino en el blog glorioso de Almendros bajo el seudónimo Jorge Luis Borges … Hahaha … Soy un lector común y silvestre, jamas discuto una crónica o análisis de Ignacio Juliá y respeto el rigor enciclopédico de Diegote Manrique (que sabe reconocer si se equivoca a pesar de ser el periodísta musical por excelencia de Xpain). Pero Almendros me parece un blogger mediocre y resentido : no son insultos, es mi crítica como lector de cuestiones musicales. Juan Puchades escribe sin rigores musicales, ni intelectuales: no sabe de música, no tiene criterio ni opinión propia, se maneja por impulsos. Conozco bien la tendencia resentida de los españolitos y españolotes: sencillamente viven pensando en enterrar a los artistas que deberian amar y respetar: Jaime Urrutia, Loquillo, Corcobado … Prefieren el cliché kisch del Dúo Dinámico antes de aceptar que existe un artista vivo, cantando, que folla y vive alegremente o tan alegremente como puede. Con altos y bajos como todo el mundo.
Adjunto arriba dos críticas inteligentes: no elogian mas ni menos que las de Puchini o El País, pero son críticas inteligentes. Análisis de letra y musica sin urgencias por enterrar a los buenos artistas que tenemos. No me costó tanto encontrarlas … Almendros se promociona en cada sitio de comentarios on line, pero estas dos crónicas las encontre en google … me tomé dos minutos y las comparto con ustedes (dos personas) !!
Madre mía, qué pataleta se ha cogido este hombre porque a una persona no le acaba de convencer su disco… Y con qué poca clase y educación. Por mi parte, prefiero seguir leyendo este blog (que al menos expresa opiniones imparciales y bien expresadas) y escuchando a Urrutia y Loquillo, por cierto, músicos a los que respeto enormemente, que molestarme en escuchar el disco de alguien tan pagado de sí mismo y que definitivamente ha perdido mi respeto.
Por cierto, si no te gustamos los españoles, búscate el público en otros sitios.
Te recuerdo que Calamarito encontró público en otros paises, este mismo año celebro una gira con el formato acústico muy interesante: capitales de España, Argentina, Colombia y México … Y supongo que le reclaman para cantar en toda Sudamérica y los Estados Unidos. Por lo que veo el disco Volumen 11 tiene muy buenas críticas, por lo menos las que encuentro en google son buenas o muy buenas: No se exceden en elogios pero se dedican a un análisis mas bien descriptivo de la obra. Canción x canción, rescatando lo que el disco TIENE … (un vicio de la crítica es ponerse nerviosos buscando algo que una obra no tiene, sobran ejemplos en la crítica de cine, de teatro, etcétera). Urrutia y Loquillo me gustan mucho pero tampoco son favoritos de la crítica. Loquillo quizás pasa de ellos pero a Jaime le han hartado y deprimido. Lograron doblegarlo. Que lástima porque probablemente sea el mejor de su generación (bueno, no tengo casi dudas de esto). Que se defienda Calamaro de los cagatintas y los abonados a la envidia. Enrique Bunbury (a quien respeto) se ha hartado de los españoles, vive en Los Angeles y es francamente grande en México. Quizás Lord Anthony tenga mas razón de la que nos gustaría creer.
En Sevilla escribieron …
Un caótico cajón de sastre loco. Un disparo de libertad para con el arte y la opinión. Un disco carnívoro, ácido y plural, exigente con el oyente (que debiera ser escuchante si atendiéramos a incluir conceptualmente en el término el especial grado de atención y dedicación conveniente para descifrar el lenguaje metafísico de un disco, ese animal en extinción tan poco protegido), vampírico, psicodélico y políticamente incorrecto. Hay nostalgia, nihilismo, realismo sucio. Discurso, atrevimiento y distorsión.
Un disco librepensador, peligroso para las cavernas, incómodo en algunas aristas para aquellos que desconocen la importancia de la fricción de conceptos; y para las ovejas sordas del rock. Con libre influjo de instinto e impronta rock, gran peso blues, la habitual presencia y recuerdo a los amigos ausentes… supone un reencuentro con el rock como género desafiante e inconformista, con despliegue de decibelios.
Es Volumen 11, la vuelta del Calamaro más camboyano. Sesiones de los años 2012, 2013, 2015 y 2016, en las que Calamaro, vuelve a tocar instrumentos. No encontrarán aquí la formalidad cordial de Bohemio (2013), el último disco de canciones nuevas del rockero. Pues, si podemos emparentar, aunque sea mínimamente, este álbum con uno anterior del argentino, es con el histórico disco del cambio de milenio, El Salmón (2000). No llega a alcanzar aquellas altas cotas de incontinencia experimental y extensión, pero sí guarda parte del carácter salvaje, ecléctico y torrencial del disco quíntuple, así como esa heterodoxia artística. Ese carácter que llevó al prolífico Calamaro a regalar en las redes parte de su inabarcable hiperactividad musical, más de 2.000 tracks donde convivían canciones inéditas, grabaciones en directo, mash-up, versiones de clásicos del rock and roll argentino y anglosajón, y colaboraciones con figuras como las de el Cigala, Jerry González o David Lebón.
El título hace referencia al chiste de Spinal Tap (aquella película –falso documental de 1984- satírica sobre el rock and roll), en el que el rockero delirante, insaciable, insatisfecho con los diez niveles habituales de volumen de un amplificador, manda que le fabriquen amplificadores especiales que alcancen el volumen once.
El detonante de Volumen 11 es “Apocalipsis en Malasaña”, un lisérgico rockabilly duro y acelerado, con el inflamable riff de Julián Kanevsky. Un pasaje onírico con escenario madrileño, compuesto para la película “El bar”, de Álex de la Iglesia. Apocalipsis, profecías y delirios místicos para abrir la brecha.
“El opio no es el opio del pueblo; no es opio, ni es del pueblo”, declama Calamaro en “Frío y barro”, un reflexivo canto (en falsete) a las tentaciones y los vicios prohibidos. “Habría que estar más allá del bien y el mal, y naufragarse”. Firmada con el guitarrista Diego García, el Twanguero, con ricos pasajes armónicos en bajo y guitarras, que perfectamente entroncarían con el White Album de los Beatles, es uno de los puntos fuertes e hipnóticos de Volumen 11.
Loops y la melodía atractiva de un mellotrón marcan el cambio de rumbo. El emocionante medio tiempo, “Rock y juventud”, compuesto para el mega proyecto de Javier Corcobado de 24 horas de música, Canción de amor de un día. Una letra redonda, sensible, y un estribillo enorme.
Tras este momento álgido llega “Tan triste no es el blues”, un homenaje al género, folk de media sonrisa con su mensaje de alegría en la pena, de sudar la tristeza como esencia inherente al blues y su existir. Hay guiños a Pappo, contradicción y metáforas cien por cien Calamaro: “Si tus mentiras siempre dicen la verdad” o “A mí soledad le sobra lastimado un bandoneón”.
El quinto corte de Volumen 11 es “La noche”, que, producida por Cachorro López, saliera como adelanto del álbum pese a no representar al conjunto de las canciones. Una luminosa oda a la liturgia nocturna y sus corazones abandonados, con líricos latigazos tangueros de lunfardo. Un rock and roll fresco, muy rodríguez, con un buen solo en los teclados, a cargo de Germán Wiedemer,
Metáforas portuarias para la soledad inminente las de “Atunes y Ballenas”, otra de las cautivadoras perlas existencialistas de Volumen 11. De nuevo la aportación de Diego García, y con la aparición estelar de la trompeta de Jerry González.
Nuevo golpe de timón. Estamos ante la primera versión, “Como el viento voy a ver”. Calamaro se marca una versión monumental de este clásico del rock argentino, del repertorio, injustamente, poco conocido en España, de Luis Alberto Spinetta, en este caso, de la etapa de Pescado Rabioso. [*Breve inciso: corran a escuchar Artaud o Pescado Rabioso 2. Corran.] El abrumador hammond y las guitarras afiladas (presente la inconfundible Telecaster azul Toro) arden en paz con un Calamaro que desgarra el blues como pocos son capaces de hacer.
El listón no baja con la soberbia y elegante interpretación que el argentino hace de “Mareo”, de Babasónicos, transformada en un estándar del género. Un bolero precioso, con traje jazzístico, clara huella de su exitosa e inspirada gira Licencia para cantar, sustentado en el acompañamiento sublime de Germán Wiedemer en el piano, una sutil percusión y un contrabajo que armoniza deliciosamente para ceder protagonismo a una espléndida letra de pura poesía. Atención también al puente hacia el mágico solo de piano, con la incorporación de un órgano añejo y una guitarra eléctrica. Insuperable, notas que quiebran el tiempo.
Ecuador y hueso central del disco es “El huevo y la gallina”, un blues literario de clásica estructura de doce compases, acompañado únicamente de una guitarra eléctrica. Le sigue otro blues, “El Blues de Santa Fe”, de Pappo, de riffs pesados y chatarreros, que se cruzan con las flechas de una telecaster que baila sobre éstos, con el bending marca de la casa de Norberto Napolitano, que también Andrés incorporó a su inventario estilístico guitarrero.
Se funde el final del blues con la llegada de “Las Almas Agradecidas”, el inicio de la imaginaria cara B del disco, el lado oscuro, más incorrecto, satírico y marginal. “Las comadrejas me arrancaron la carne…” Distorsión y un honesto discurso recitado confesional (“Reconociendo inclusive mi bestialismo, mi antitacto agudo y cruel […]”) y contextual (“La mediana Edad de Piedra, infarto social, temporal de materia fecal, nuestro Vietnam, el descuartizamiento […]”).
Hay un episodio esperpéntico e irónico en “Vampiro Torero”, de narración bukowskiana, y “Pánico en Benidorm”. El vampiro torero es la exagerada figura metafórica, recargada de sangrienta ironía y chatarreras guitarras distorsionadas, del carnívoro transeúnte común en sus cotidianas rutinas. “Pánico en Benidorm” es el cómico retrato del turista británico gañán que se arroja borracho desde los balcones a la piscina del hotel en la costa mediterránea; un rock and roll desprolijo de vieja escuela, que también da un toque de atención al mundo de la canción y pide “huevo, atrevimiento y voluntad”.
La caja de pandora se abre con “Cazador de Ateos”, canción que, precisamente fuera publicada, allá en 2012, en aquella cuenta de Soundcloud de más de 2.000 grabaciones. Es el emblema, furiosa distorsión, decibelios y “volumen al 11”; la clave de este lado B del disco, la bandera rabiosa de este instinto de rebeldía ante los puritanismos moralistas de idearios impostados. “Nadie sabe qué es el amor y la muerte.”
Tras estos profundamente satíricos e ingeniosos minutos en el alambre, viene un poso luminoso a Volumen 11 con “Hasta el cielo”. Un hermoso canto rural que festeja los orígenes del blues, en los americanos campos de esclavos que trabajaban el algodón. Un amable saludo a Pappo y a su legado. Cielos grises y sonrisa llena de nostalgia para homenajear a los amigos ausentes.
“Blues y Orquesta” se presenta como un blues atípico, sin guitarras eléctricas, fundamentado sobre solemnes cuerdas orquestales, que recuerdan al repertorio de Leonard Cohen. Una letra recitada de catarsis y debilidades, de presos sin libertad, de Nocheviejas y crudos mundos hostiles.
Se acerca el final con la última canción en la que oiremos cantar a Calamaro, “Que te vaya bonito”, un poderoso clásico del mexicano José Alfredo Jiménez, una ranchera que despacha buenos deseos, despechos y chulería a partes iguales. “Que te den lo que no pude darte, aunque yo te haya dado de todo”. Calamaro, con un sobrio acompañamiento de piano, interpreta con un compromiso incontestable este himno, haciéndolo suyo, envolviéndolo con una sutil fortaleza. Una hermosa versión, al más puro estilo Romaphonic Sessions, su anterior disco, solo a piano y voz.
El siguiente y último track del álbum (sólo aparentemente) es una inspirada jam session instrumental de categoría, grabada en vivo durante la gira Bohemio en su paso por Perú. “Trujillo Libre”, free jazz eléctrico, una deliciosa pieza de coleccionista de más de diez minutos. Recuerda a la etapa eléctrica de fusión de Miles Davis o a la formación Return to Forever, con los teclados de Germán Wiedemer y el rumor étnico de la gaita hembra colombiana, tocada por el propio Calamaro; guitarras con guiños a Woodstock en manos de Julián Kanevsky y Baltasar Comotto, y puro groove en el bajo y la batería, a cargo de Mariano Domínguez y Sergio Verdinelli, respectivamente.
Hay luz al final del arcoíris jam, un tema fantasma o track oculto, tal vez una prueba para ver quién realmente escuchó las dieciocho canciones anteriores (escuchar un disco completo, un código roto en la sociedad futurista y retrógrada del Medievo tecnológico): “La burra”, un experimental corte trotón de funk jazz tumbero, con la voz del poeta de la zurda, Jorge Larrosa.

Al final… es eterno el debate sobre la delgadez del límite que separa la genialidad y la locura. Probablemente las dos cosas sean lo mismo. Quién es capaz de discernir la una de la otra. La única verdad es que es libre el creador e inabarcable la libertad de su creación, su más noble aspiración. Y encorsetar una obra a convencionalidades o continencias de cualquier tipo es dejar volar a un pájaro libremente…entre cuatro paredes. De aquí la loca genialidad de Volumen 11, donde no hay paredes y el silencio y la distorsión retumban hasta el cielo, con un loable Calamaro que sigue haciendo lo que le da la gana, siempre contra la corriente, como el salmón, con un disco atrevido, rico en contenido y verdaderamente rockero.
Estimado Sergio: Me leí toda tu crítica y concuerdo 100%. Te aconsejo (desde Argentina) que no le sigas el juego a los arrogantes estúpidos que creen saber más que uno, que se dedica a esto. Sobre todo si desde el primer comentario te faltan el respeto. El disco es chato, por donde se lo mire. Un menjunje de ideas varias, algunas llevadas a buen puerto y muchas otras no (la mayoría). Calamaro está muy sobrevalorado. Hace años que no saca buen material. Y es nuestro trabajo como periodistas hacérselo saber. Después, que los fanáticos digan lo que quieran. Si el disco es malo, aunque Lord Garompa lo tape con una frazada, sigue siendo malo. Saludos y felicitaciones por tu trabajo.
Gracias por tu comentario. La verdad es que el fanático:artista pecó de poca falta de encaje (en la más suave de las definiciones)
Andrès, te quiero, pero deja ya de pelearte boca a boca con todo dios que te critica el disco en cuanto blog, pàgina y video del youtube te los encuentres, sì. Bye.
así que nos somos los únicos que hemos sufrido su látigo…
El disco me resulta uno más, mejor que «Bohemio», pero en la línea experimental que tanto le gusta desde «El salmón» y nunca a la altura de «La lengua popular» (por citar el último que me gustó de verdad como sus grandes álbumes).
Sobre Lord Anthony poco se puede decir. Menudo gilipollas. Y que nos califique de «españoños» y demás, en fin… Gira la cabeza hueca hacia tu país y luego hablas. Y cuando quieras dialogamos en inglés que te dejo planchadito, payaso.
aunque a mí no me parece mejor que ‘bohemio’, ni ‘la lengua popular’ una de sus mejores obras, sí creo que este ‘volumen 11’ está quedando simplemente como «uno más». bastante desapercibido.
un saludo
Si, El disco es un bodrio, una copia abyecta de sus trabajos anteriores, cero novedad, una Pena por quien gastó un peso en él,
Calamaro/ Braunstein ha muerto y resucitado tres, seis, diez veces en esta vida.
Ahorita esta muerto, ojala vuelva a resucitar.
O no.
Felicidades.
gracias por tu comentario. parece que con el paso del tiempo el disco sigue sin calar en sus seguidores.
No puedo creer que el mismisimo Andrés Calamaro se ponga a defender su disco de ésta manera. Cada vez lo queremos mas.
nosotros tampoco salimos de nuestro asombro
¡Madre mía! Escribo esto desde Mayo de 2018 solo para expresar mi sorpresa ante un personaje como Lord Anthony. Amigo Lord, si me estás leyendo, te diré que espero que en estos años hayas encontrado un buen psiquiatra y ahora ya estés bien.
también desde mayo de 2018, yo también espero que su temperamento y tolerancia hayan mejorado. un saludo
Aguante Calamaro, trabajo digno para los que escriben Blogs !! (parásitos)
La canción «La noche» de Volumen 11 es una poronga.
solo hay una cosa peor que los «parásitos» que escriben en blogs, los que leen los blogs creyendo que los escriben «parásitos».
un saludo francis, amigo.
Tontin, no lei tu blog, no me interesa, ni tu opinion, ni la de nadie, banco a Calamaro frente a Don Nadies. Saludos
uf, que pereza. en este post ya pasamos por los insultos y comentarios así hace tiempo.
un saludo
-Que hace un gallego corriendo alrededor de una universidad ?
-Haciendo una carrera Universitaria !!
Jajaja, brutos como ellos solos. Sola ceja
Creo que Frio y Barrio (segunda parte) es estupenda … en letra y música. Las paranoias de Benidorm, Vampiro y Ateos, me gustan mucho. Rock ácido … y ateo. Trujillo Libre es Jazz de categoría, estos músicos saben !! Mareo (ideal), Malasaña (muy bueno) … Rock y Juventud está bien y La Noche (que no me recuerda nada a Palabras mas) es un descarte de La Lengua Popular … Un disco muy interesante, Quizás Calamaro despierto demasiadas expectativas o demasiado pocas.
sigo estando de acuerdo en algunas de las alabanzas que nos das, igual que sigo defendiendo los peros que en su día le puse al disco.
a ver qué tal lo nuevo, que pinta bastante mejor. un saludo
Saludos Sergio. Hace días apenas me elegí las canciones de Calamaro que quiero escuchar ahora. Elegí del CD5 de Obras Incompletas, de El Salmón, dos o tres de Honestidad Brutal y dos de Alta Suciedad. Me gusta el alarde de Trujillo Libre porque escucho mucho jazz y estos músicos saben lo que hace. Defiendo Torero Vampiro como metáfora y Cazador de Ateos, una canción contra las barreras morales 2.1 … Pero Hasta el Cielo y Tan Triste no es el Blues son muy bonitas. Frío y Barro (segunda parte) recuerda a Luis Alberto Spinetta (el maestro de los argentinos) y tiene una letra que soslaya la heroína que no es un tema menos.
Tampoco creo que un disco necesite «alabanzas», quizás paciencia y buena voluntad. Escucho mucha música, estudio géneros, compro discos … Y prefiero creer que puedo hacer un análisis musical sin necesidad de «alabar» a artistas que, sin dudas, merecen mis «alabanzas» … En mi caso presumo de capacidad de análisis musical. Porque me pasé la vida escuchando música.
bueno, para no necesitar de alabanzas, casi no has dejado trabajo de calamaro sin loa.
de todas formas, muchas veces no se trata de bueno o malo, ni mucho menos de querer sentar cátedra o destrozar ningún trabajo. muchas veces es únicamente poner por escrito un pensamiento o un sentimiento, con todas las limitaciones que cualquiera puede tener y con todo el respeto que (casi) cualquier opinión merece.
un saludo
Andrés Calamaro se construyó un personaje (una persona) bien respetada en muchos países. Tiene buen roce con intelectuales y los músicos lo respetan y estiman porque es buena persona … A su manera representa al pueblo y a la cultura. Su defensa de la tauromaquia y su sentimiento «español» quizás sea mal entendido por la peña de menos años pero tiene sentido y sabe explicarlo en sus tercera del ABC …
Saludos a todos.
No debe ser sencillo publicar un nuevo disco hoy en día … Las expectativas son demasiadas y demasiado pocas. Con los discos en general y exceptuando al puñado de aquellos que siguen comprando discos físicos. Ademas Internet donde todos opinamos y todo el tiempo. Y podemos leernos. Un disco en 2018 es un enigma.
Romaphonic Session y Volumen 11 son discos … espontaneos, no son verdaderas producciones. Son sesiones casuales, cosas aisladas y grabaciones domésticas. Por lo menos eso leí yo … Son discos parecidos a la serie de Grabaciones Encontradas. Otro disco impecable de principio a fin es, el incomprendido, On The Rock
Saludos a todos los comentaristas desde Madrid.