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«War horse», el caballo de Spielberg

15/02/2012

Vaya por delante que para un servidor Steven Spielberg es uno de los mayores genios de la historia del cine. Más allá de sus posibles defectos, Spielberg  ha entregado al menos dos obras maestras por década desde los 70, y no ha decaído con los años. Gran parte de su producción en los 2000 (“A.I.”, “Minority Report”, “Atrápame si puedes”, “Munich”) resiste el pulso con cualquiera de los grandes directores americanos contemporáneos, ya sean David Fincher o Christopher Nolan. Dicho lo cual, admitamos  que da un poco de reparo enfrentarse a una película basada en una novelilla juvenil protagonizada por un caballo en la que se narra su odisea a ambos lados de la trinchera de la Primera Guerra Mundial  para reencontrarse con su dueño original. El tufo a Disney era importante. Y, una vez visto el filme,  es cierto que ese aroma está ahí, pero no arruina la experiencia a quien esté dispuesto a dejarse llevar.

Spielberg exige en “War horse” al espectador una mirada limpia, exenta de cinismo, en la que es necesario aparcar los prejuicios a la puerta de la sala para disfrutar de su decidida apuesta por un cine anacrónico en su idealismo y candidez. En ese sentido, la película es absolutamente honesta. Si entras en el juego, bienvenido;  si no, estás fuera. Hablábamos de Disney, pero más allá de ese sentimentalismo marca de la casa, que para algunos siempre será sensiblería execrable, Spielberg se acerca más que nunca a uno de sus héroes, John Ford, concretamente al Ford de “El hombre tranquilo”.  También hay ecos de Wyler y de Lean, porque “War horse”, en esencia, remite al gran cine de los años 40 y 50. Una forma de hacer cine-espectáculo basada en la épica y la emoción, que exalta con cierta ingenuidad valores en desuso como la amistad, el coraje y la lealtad, y que ha sido sepultada por el modernismo imperante, hasta casi resultar ofensivo apostar por ella.

Y si hablamos de cine como espectáculo, en eso Spielberg sigue sin tener rival. Su puesta en escena es apabullante, y su dominio de la cámara es pirotécnico, pero nunca gratuito. Hay momentos de una belleza formal y emocional sin igual, como esa carga de la caballería coronada por una elipsis magistralmente sutil, o aquella escena en la que las aspas de un molino confieren una mirada ética a un momento particularmente doloroso. La cabalgada de Joey, el equino, entre las trincheras en uno de los momentos culminantes de la cinta es otro prodigio de fuerza y emoción.

Sin embargo, no hablamos en rigor de una obra redonda. El carácter episódico del viaje del caballo es un acierto en el sentido de que permite trazar una cartografía emocional de una guerra especialmente crucial en el devenir de la modernidad. Pero  algunos de esos episodios son magníficos, como el que involucra a una niña y su abuelo con el animal en la campiña francesa, y otros son menos sustanciosos, resultando de ello un metraje algo irregular que podría haberse visto beneficiado de algún tijeretazo que otro en la sala de montaje. También es particularmente incomprensible la decisión de hacer hablar a todos los bandos de la contienda en inglés, una postura que resta algo de credibilidad al asunto y que en el cine actual ya está completamente superada.

Y luego está el final, de una plasticidad deslumbrante y con la emotividad esperada en una cinta del maestro. “War horse” no es, como se ha dicho en algún sitio, una especie de “best of” de Spielberg, primero porque la cinta no tiene el rango de sus mayores obras maestras, y segundo porque, ejem, no hay extraterrestres. Sí es cierto que la cinta remite a algunas de sus más ancestrales obsesiones, como la conexión entre especies distintas, que tanto recuerda a “E.T”, o los conflictos paterno-filiales, presentes de un modo u otro en casi toda su filmografía. El escenario bélico también sintoniza directamente con “La lista de Schindler” pero más aún con “Salvar al soldado  Ryan”, su otra gran aproximación al universo de Ford, aunque evidentemente con muchísima menos sangre, porque al fin y al cabo “War horse” es cine familiar, honesto y limpio, lo cual no es ni mucho menos recriminable. Al contrario, es aplaudible la determinación de Spielberg por nadar a contracorriente y hacerlo sin complejos. Sin embargo, nada cambiará esta cinta entre sus fanáticos y detractores, porque les da motivos a ambos para mantener sus posturas.

4 comentarios leave one →
  1. kikinho69 permalink
    10/06/2012 15:14

    Pues como bien dices…yo me dejé llevar y no me ha arruinado la experiencia en absoluto, más bien al contrario. `Spielberg, salvo contadas excepciones, es una garantía y la historia, aunque un tanto cándida y blandita, engancha (quizas tenga que ver mi pasión por los animales). Jorge Luis, como siempre, brillante.

    • Jorge Luis García permalink*
      11/06/2012 0:46

      Muchas gracias por el halago, amigo Kikinho. Sabía que un entrañable amante del reino animal como tú conectaría con la sensibilidad equina de la película de Spielberg. Y me alegro de que siga habiendo espectadores que, como tú, son capaces de disfrutar de una historia no exenta de azúcar pero honesta y, por momentos, emocionante. Un fuerte abrazo!

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