Wilco, magisterio entre el clasicismo y la vanguardia
“I dreamed about killing you again last night and it felt alright to me/ Dying on the banks of Embarcadero skies I sat and watched you bleed/ Buried you alive in a fireworks display raining down on me/ You cold, hot blood ran away from me to the sea”. Jeff Tweedy susurra estas siniestras líneas entonando una cálida melodía, en la mejor tradición de las murder-ballads, acompañado de acústica, piano, órgano, bajo, batería y una guitarra que parece pedal steel pero no lo es. Todo fluye con belleza y sentimiento, pero de repente, sin previo aviso, un torbellino de ruido, furia y caos acuchilla lo que hasta ese momento era una country song de manual. La tormenta dura apenas 20 segundos en los que cada músico desangra su instrumento mientras Tweedy sigue cantando impasible, y cuando súbitamente el huracán se disipa cada uno continúa como si nada hubiera pasado. La canción se llama “Via Chicago” y ejemplifica perfectamente ese equilibrio entre clasicismo y vanguardia sobre el que descansa el poder de Wilco, posiblemente la banda más imprescindible del rock norteamericano contemporáneo. Un grupo especialmente dotado para establecer puentes entre diversas corrientes estilísticas –desde el country hasta el power-pop pasando por el folk, la psicodelia y el rock’n’roll- y después dinamitarlos mediante disonancias alucinadas, sarpullidos electrónicos, brochazos de abstracción y una caligrafía instrumental siempre inventiva pero sin llegar nunca al exhibicionismo vacuo. Para quien los ha visto en directo, no cabe duda de que Wilco ofrecen una experiencia musical de intensidad incomparable, superlativa, apoteósica.
Wilco nace de las cenizas de Uncle Tupelo, banda pionera del country alternativo en los años 90. La marcha del líder de aquella formación, Jay Farrar, deja solos a Tweedy, el bajista John Stirrat, el multiinstrumentista Max Johnston y el batería Ken Coomer, que debutan con el nuevo nombre en 1995 con “A.M”, su trabajo más clásico y ajustado a las normas canónicas del género. Temas como «Casino queen» o “Passenger side” serían recurrentes en su repertorio muchos años después, pero no hay nada en esta entrega inicial que haga presagiar lo que depararía el futuro, pese a su impecable solidez. Mucho más revelador es “Being there” (1996), disco doble en el que ya entra el multiinstrumentista Jay Bennett como quinto miembro y que supone su particular recorrido por la historia de la música popular norteamericana, su propio “The river”. Se mantiene la herencia country (“Forget the flowers”), pero la paleta ya se amplía sin miramientos al pop (“I got you”), al rock de raíz stoniana en el que caben los metales (“Monday”) y a las escapadas psicodélicas desde las que se atisban experimentaciones venideras (“Misunderstood”). El primer CD de este disco sigue pareciéndome una puerta de entrada más que recomendable al universo Wilco, a falta de recopilatorios en el mercado.
Asentados como banda con personalidad propia y bien definida, Wilco son requeridos por Billy Bragg para funcionar como su grupo de acompañamiento en “Mermaid Avenue” (1998), proyecto en el que se recupera abundante material inédito del cancionero de Woody Guthrie y que tendría una secuela dos años después. El encuentro aportaría canciones folk tradicionalistas tan notables como «California stars», “One by one” o “Airline to heaven”. Sin embargo, no bajan la guardia y rápidamente se ponen a trabajar en su tercer disco, “Summerteeth” (1999), en el que ya no está Johnston y en el que Bennett cobra un rol más protagonista. Los sintetizadores, una producción exuberante, mayor riqueza armónica y una orientación más clara hacia el pop con querencia sixties (con The Beatles como referencia más obvia) desembocan en un trabajo con mayor potencial comercial en el que abundan las piezas con maneras de hit (“A shot in the arm”, “I’m always in love”) convenientemente equilibradas con medios tiempos agridulces como «She’s a jar» o «Pieholden suite». Aunque defrauda las expectativas de ventas de su compañía, Reprise, creativamente “Summerteeth” es una maravilla que confirma que Wilco no pueden ser encajonados en un género único y supone probablemente su colección de canciones más luminosas y melódicamente adhesivas.
La historia de la banda encuentra su punto de inflexión en “Yankee hotel foxtrot” (2002), un trabajo que Reprise se niega a editar por considerarlo un suicidio comercial y que finalmente se publica en Nonesuch, convirtiéndose irónicamente en el más vendido de su carrera. Musicalmente, el disco muestra a una banda libre para experimentar a sus anchas, que, con la ayuda de Jim O’Rourke en las mezclas, se dedica a deconstruir el formato rock para explorar texturas ruidistas o electrónicas, complicadas arquitecturas rítmicas y estructuras dislocadas que le dan la vuelta a los contornos tradicionales que seguían sustentando el punto de partida de su discurso. El disco es ya un clásico del siglo XXI. Es el disco de «I am trying to break your heart», «Ashes of American flags», “War on war”, «Heavy metal drummer» o «Jesus, etc» (posiblemente su canción más popular por su inclusión en un anuncio de telefonía móvil), pero también es el momento en el que las turbulentas disputas entre Tweedy, cada vez más atormentado por sus migrañas, y Bennett llegan al punto de no retorno, como prueba el elocuente y recomendable documental «I am trying to break your heart. A film about Wilco». El conflicto se salda con la salida de Bennett, fallecido en 2011, y la entrada del inconmensurable batería Glenn Kotche, que aportará nuevas sutilezas y detalles técnicos al sonido del grupo.
Definitivamente encumbrados por la crítica y en su momento comercial más dulce, en 2004 aparece “A ghost is born”, más orgánico que su predecesor pero aún dispuesto a seguir abriendo caminos no transitados, como la larga y sinuosa «Spiders (Kidsmore), en la que Jimi Hendrix parece improvisar sobre el ritmo metronómico de Neu!, o la coda de doce minutos de ambient minimalista de “Less than you think”. Para el recuerdo queda la catárquica cabalgada eléctrica de Tweedy a lomos de Crazy Horse en “At least that’s what you said” o el irresistible sabor beatle de «Hummingbird». Un disco de absoluta madurez y sabiduría que probablemente sea mi favorito de la banda. Tras su publicación, Wilco configura su alineación definitiva con la entrada del teclista Mikael Jorgensen, el multiinstrumentista Pat Sansone y, sobre todo, el exquisito Nels Cline, un finísimo guitarrista procedente del jazz capaz de tocar con la mayor de las elegancias y dejarse llevar por espasmódicos accesos experimentales que se convertirá, con permiso de Tweedy, en el motor creativo del grupo en directo, como atestigua el doble “Kicking television: Live in Chicago” (2005), que pese a todo no termina de dejar patente el enorme poderío del sexteto sobre las tablas.
La estabilidad en el seno de la banda y la curación de los dolores de cabeza de su líder abren una nueva etapa en el grupo, en la que retornan a sonidos más conservadores y dejan aparcadas sus inquietudes experimentales (no así en sus conciertos, donde siguen siendo una bestia parda que no conoce límites). “Sky blue sky” (2007) supone una pequeña decepción para los seguidores más “modernos” pero el tiempo ha confirmado que, pese a su ausencia de riesgos, contiene un puñado de grandes canciones, entre las que destacan «You are my face» y, sobre todo, “Impossible Germany”, que con su solo galáctico rebosante de clase y buen gusto por parte de Cline es ya una de las piezas indispensables de su repertorio. “Wilco (The álbum)” (2009) sigue en la misma línea de perfección formal, para unos atemporal y para otros complaciente. De nuevo entregan un paquete de fantásticos temas («I’ll fight«, «One wing», «Bull black nova«) aunque algunos, maliciosamente, hablan de “dad-rock”, pero los críticos no tienen más remedio que enmudecer cuando el sexteto se sube al escenario. Sin embargo, el reciente y autoeditado “The whole love” (2011) sí supone una clara recuperación de su afán innovador, como demuestra la absolutamente brutal «Art of almost», una barbaridad que combina la sutileza de la electrónica más arty con la contundencia del stoner-rock. El álbum es también un compendio de todos los poderes de Wilco, del músculo de «Born alone» a la sabia delicadeza de “One Sunday morning”, pasando por la belleza crepuscular de “Black moon” o el pegajoso estribillo de «Dawned on me».
Probablemente conscientes de su condición de intocables entre la crítica más selecta y del respeto absoluto que le profesa su público (aunque ahora ya saben que nunca serán masivos, y menos en un mundo como éste), Wilco ya parecen estar por encima de los cansinos debates entre aquellos que desearían que se lanzasen a tumba abierta y sin freno de mano por el precipicio vanguardista y los que lamentan que no mantengan los pies bien anclados en las raíces. Wilco son dueños de su propio sonido, un neoclasicismo magistral que ya es capaz de mirar de tú a tú a los más grandes de la historia.
Trackbacks
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Gran artículo, Jorge, de una de mis bandas favoritas. En la ya clásica pugna entre los Wilco clásicos y los más vanguardistas, yo me sitúo en la tercera vía. Creo que el álbum que mejor los define es «Summerteeth» (como muy bien dices, con «Via Chicago» como canción paradigmática de sus distintos estilos), aunque mi favorito será siempre «Being There», uno de los mejores discos de los 90 (y mira que había competencia). Por supuesto, me gusta, por rupturista, el giro dado en el tremendo «Yankee Hotel Foxtrot», aunque, como ya supongo que imaginabas, me toca romper una lanza por el «Sky Blue Sky», definitivo disco de madurez de la banda e injustamente tratado en su lanzamiento. Y para terminar, alegrarme de que en «The Whole Love» lograran superar el bache que parecía iniciar su disco más flojo, el «Wilco (The Album»). …Y podría estar horas y horas hablando de esta mágica banda.
Gracias, Big Man. Yo creo que el mejor trabajo de Wilco es el que realizan en cualquier concierto, independientemente del disco que lleven bajo el brazo. Ahí es cuando ves el cuadro completo y te das cuenta de la magnitud de esta banda. El concierto que hicieron en la extinta sala Aqualung fue uno de los mejores que he vivido nunca. Ya conocía sus discos, pero verlos en directo por primera vez fue una experiencia reveladora. Y si tú rompes una lanza por «Sky blue sky», yo lo hago por «Wilco (The Album)». Se ha quedado con el sambenito de disco más flojo, y probablemente lo sea en comparación con todo lo que hicieron desde «Being there» a «A ghost is born», pero a mí me parece que está a la par con el «SBS», discos sin riesgos (a pesar de «Bull Black Nova») pero con canciones de alto nivel.
Muy buen análisis. Ha estado bien comenzar por Via Chicago. Yo los ví en el circo Price y aún se me ponen los pelos de punta con esa explosión de sonido que introducían en la canción. Qué decir del comienzo del hipnótico One Sunday Morning.
El Yankee Hotel Foxtrot es mi favorito. Es el nuevo Wilco tras el Summerteeth, que, para mí, también es impresionante pero es diferente. ELT para mí es una obra maestra, por ejemplo.
De los últimos discos estoy de acuerdo con que Wilco (The Album) es el más flojo pero tiene también joyas como One wing o You never know. Sky Blue Sky es uno de mis favoritos porque descubrí a Wilco con Impossible Germany. El disco desprende una melancolía única. ‘The Whole Love’ crece con el tiempo y las escuchas y lo meto entre los mejores. Parece una mezcla de todo.
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http://planetamancha.blogspot.com.es/search/label/Wilco
No conozco mucho a esta banda, pero he pinchado los enlaces y la verdad es que me parecen geniales. Les veo mucha influencia de Bob Dylan, ¿puede ser? Gran entrada, minuciosa como pocas. Me voy a bajar cosas de ellos porque el enlace de Via Chicago me ha encantado. Me gusta mucho la lacónica voz de Jeff Tweddy. ¡Saludos!
Muchas gracias por comentar, Nomeko. Conocer a Wilco es amarlos. Muy bueno tu blog, por lo que he podido ver, felicidades.
Y, Alex, efectivamente, hay influencias de Dylan en Wilco, pero también de Young, de The Beatles, de los Stones, de la Velvet… de los más grandes, pero están perfectamente asimiladas e integradas en su propio discurso. Te animo a que los descubras, de hecho el post está hecho con esa intención. Empieza por «Being there» y sigue hacia delante. Un saludo y gracias por mantenerte tan fiel al Cadillac.
Hola!
Muy buena la entrada. Debo reconocer que no tengo a Wilco muy escuchado, pero tu primer párrafo y el video de youtube me han hecho enamorarme de Via Chicago. Llevo con ella en la cabeza varios días. Así que a ver si investigo un poco más en el resto de su discografía.
Gracias por el descubrimiento :)
Hola, musictvlife, pues si he conseguido que Via Chicago se meta en tu cabeza y te plantees sumergirte en la discografía de Wilco, me doy por más que satisfecho. Escribir el post valió la pena. Un saludo!
hola otra vez…estaba pensando en poner esta canción en mi blog y quería citar parte de tu primer párrafo para explicar cómo y dónde la descubrí. ¿te parece bien? te citaría como autor y pondría link a tu entrada, por supuesto. Es la primera vez que hago esto y no sé cómo va, así que he pensado que mejor te pregunto a ver si te parece mal o hay algo que deba saber.
Saludos
Hola, musictvlife, pues no solo me parece muy bien tu propuesta sino que me siento honrado. Por mi parte, luz verde. Nosotros creemos que este tipo de sinergias entre unos y otros le da fuerza y sentido de comunidad a la blogosfera, así que, si quieres, cuando tengas ese post en emisión (que no me pienso perder) también puedes poner un enlace aquí. Un saludo!
Adoro Wilco. La verdad es que era un grupo que desconocía hasta el lanzamiento vía streaming de The Whole Love, y me enamoraron completamente, hasta que se ha convertido en una de mis bandas favoritas y a la que espero poder ver en directo algún día.
Mi disco favorito es el Yankee Hotel Foxtrot, pero, sinceramente, me parecen todos una obra maestra. Las cosillas que tiene Jeff Tweedy en solitario tambien merecen la pena.
En fin, uno de los mejores grupos actuales, y me atrevo a decir que de la historia, junto al resto de los grandes.
PD: Por cierto, viendo que habláis de influencias, para mi también están bastante influenciados por Leonard Cohen, sobre todo en temas como Radio Cure.
Bienvenido, Kempo. Si te has enamorado de Wilco escuchando los discos, espera a verlos en directo. En cuanto tengas la oportunidad, no lo dudes ni un instante y pilla una entrada. Te aseguro que la experiencia es acojonante. Mientras tanto, te recomiendo el DVD «Ashes of American flags» (si es que no lo has visto ya). ¿Influencias de Cohen? Humm, no lo había pensado, pero sí, podría ser. Los grandes tienden a reflejarse en los grandes. Un saludo y pásate por el Cadillac siempre que quieras.
He llegado aquí gracias al artículo de El País, qué gusto da encontrarse con un sitio como este. Saludos desde México.
Hola Arturo, no sabes cuánta ilusión nos hace que gente como tú encuentre el blog por casualidad (bueno, no del todo, que para algo vamos dejando links por la red) y decida que es una lugar que vale la pena. Espero que ahora que nos has conocido decidas seguir visitándonos con frecuencia, un saludo para México!