«Mad Men»: egos heridos, judías Heinz y «Zou Zou Bisou»
(ALERTA SPOILER: Revela detalles de la trama de la serie, hasta el séptimo capítulo de la quinta temporada)
Sobrepasamos el ecuador de la quinta temporada de “Mad Men” con la corroboración de que esta serie vive permanentemente instalada en la excelencia y que cada episodio es un regalo para la vista, un estímulo para la mente y un placer para el paladar. Siete capítulos en los que se han mezclado con mano maestra comedia de enredo, humor negro, melodrama, suspense, surrealismo, drama psicológico e incluso terror, sin que la fórmula emita el más leve signo de agotamiento. Muy al contrario, “Mad Men” sigue expandiendo los límites de su universo y regenerando su libertad creativa, como demuestra esa cumbre de la temporada hasta el momento que es el experimento narrativo de “Far away places”, desde ya uno de los momentos álgidos de toda la serie.
Nos preguntábamos en “Mad Men, secretos y mentiras” qué futuro le esperaba a Don Draper, una vez alcanzado algo parecido a la felicidad en los brazos de su secretaria Megan Calvet, y nos hemos encontrado con que el gran ilusionista de Sterling Cooper Draper Pryce se ha relajado ostensiblemente en el plano laboral. Don está sosegado y distraído, ha perdido tensión competitiva y está más ocupado en sus asuntos personales que en asegurar carteras para la firma, lo que provoca que el viejo Bert Cooper, ese socio fundador cuyo única ocupación es velar en la sombra por los intereses de su empresa, le inste a ponerse las pilas. Pero Don parece esforzarse más en que su relación con Megan salga bien. Siente pasión por ella y ha hecho concesiones como la visita familiar a casa de los Campbell, aunque percibimos que su lado oscuro y su tendencia a la autodestrucción pueden fastidiarlo todo. La sombra del adulterio ya planeó sobre él en el terrorífico desvío onírico que tomaba “Mystery date”, y su orgullo e ira interior casi les terminan desquiciando a los dos en ese thriller hitchcokiano comprimido que es su segmento de “Far away places”.
Megan, por su parte, se ha convertido en el gran descubrimiento de la temporada. La solícita secretaria de la season anterior ha dado paso a una mujer sorprendentemente fuerte, moderna, con carácter, sensual y que pone todo de su parte para proporcionar estabilidad , cordura y apoyo moral a Don, aunque nos tememos que esa relación terminará pasándole factura. Su inolvidable “Zou Zou Bisou” ya está en los anales de la serie, y además ha sido ella quien ha resuelto el nudo gordiano de la temporada, la cuenta de las alubias Heinz, con una inesperada idea creativa que definitivamente hará que sus compañeros comiencen a mirarla de otra forma, aunque eso no impedirá que su desfasado padre siga reprochándole que haya escogido el camino fácil.
Megan triunfa donde Peggy Olson fracasó, porque su conservadora propuesta de campaña para las judías Heinz no cuajó. En realidad, nuestra redactora favorita parece estar en crisis. Ha logrado un cierto estatus en la compañía, pero menor de lo que ella desearía, y personalmente parece sentirse confusa e insatisfecha. Acepta la petición de vivir juntos de su novio Abe aunque lo que ella esperaba es un anillo, accede a tener sexo sórdido y anónimo en un cine solitario y trata de establecer un vínculo de tutelaje con la nueva secretaria de Don -Dawn, de raza negra-, solo para descubrir que su prejuicios son mayores de lo que creía (la escena del bolso) y que quizás no sea tan moderna como piensa. Veremos si la aparición de Michael Ginsberg, el nuevo redactor, brillante, peculiar y marciano (como él mismo se define) no termina de dar un nuevo giro a su desenfocada vida.
Por su parte, Pete Campbell, el codicioso cachorro de SCDP, consigue la importante cuenta de Mohawk Airlines y se siente fuerte en su lucha de egos con Roger Sterling, el viejo león cada vez más amenazado por su pérdida de peso específico en la manada. Pero la máscara de ambición de Campbell oculta en realidad a un niño con la autoestima por los suelos porque nunca estará lo suficientemente valorado y que ve cómo se le frustra su proyecto de “affaire” con la chica de la autoescuela o cómo Draper se le adelanta a la hora de un suceso aparentemente tan irrelevante como arreglar un grifo. Su magullada dignidad sufre la mayor de las humillaciones en esa delirante pelea a puñetazo limpio con Lane Pryce, otro con el orgullo maltrecho tras echarse a perder la que podría haber sido su primera cuenta y sentir cuestionado su rol en la compañía.
Sterling, por su parte, ha esquivado como ha podido la guerra abierta con Campbell. Roger mantiene su ironía venenosa y el punto canalla que le hace ser tan adorable, pero es consciente de que tras perder a Lucky Strike su situación en SCDP es delicada y trata de reposicionarse. Al mismo tiempo, su viaje lisérgico con el LSD, en uno de los fragmentos más estrafalarios de la temporada, le anima a poner punto y final a su matrimonio con Jane, una aventura que desde el primer momento tuvo sus días contados. Roger parece abierto a lo que pueda venir (por ejemplo, la glamurosa madre de Megan) y en ese punto podría rencontrarse con su antigua amante Joan Holloway, esa maravillosa e irresistible jefa de oficina, siempre sabia y con la réplica exacta en los labios, a la que en esta temporada hemos conocido más a fondo al adentrarnos en su faceta doméstica y su reciente maternidad. Joan también finiquita su tormentosa y frágil relación con el doctor Greg Harris, ofendida porque su marido elige anteponer su labor en el Ejército a sus responsabilidades familiares, y en su regreso a la agencia ya ha lidiado con delicadeza y elegancia con el súbito y masculino impulso de Pryce y con las confidencias de Peggy. Joan es a estas alturas la brújula moral de la serie. Es el único personaje que encara sus problemas de frente y no se deja arrastrar por el desengaño y la desilusión.
Y fuera del entorno de la agencia todavía nos estamos recuperando del shock que nos produjo la increíble transformación física de Betty Francis. Aunque solo haya aparecido en “Tea leaves” (el embarazo real de January Jones le obliga a reducir drásticamente su participación), hemos tenido suficiente para comprobar que la depresión crónica de Betty sigue adelante, llegando al preocupante extremo de haber perdido su atractivo físico, su mayor activo, al fin y al cabo. La amenaza de un tumor cancerígeno desata sus fantasías sobre su propia muerte, y cuando finalmente se confirma que es benigno le queda algo así como un ligero poso de decepción, tal es el grado de inseguridad y trastorno que acumula. Mucho más equilibrada parece la pequeña Sally Draper, despertando a la adolescencia y a un mundo adulto que, como descubre al abrir la puerta equivocada, puede ser realmente sucio.
Además, “Mad Men” sigue manteniendo una ventana abierta al contexto social en el que se desarrolla y en este puñado de capítulos hemos asistido al auge del rock en los 60, con esa aproximación a un concierto de The Rolling Stones desde un backstage en el que Draper y Harry Crane asisten en primera persona y desde la barrera al cambio de valores que trae la contracultura, unos nuevos vientos que SCDP no pueden ignorar si quiere sobrevivir en un nuevo mundo con nuevas reglas. También se han colado entre las nuevas tramas el movimiento por los derechos civiles y los conflictos por la segregación racial o la conmoción que generó el asesinato de ocho estudiantes en un hospital de Chicago en ese año de 1966.
Y todos esos conflictos, pequeñas tragedias y efímeros instantes de felicidad siguen siendo la materia de la que están hechos unos magistrales relatos en miniatura que vienen servidos en un envoltorio estiloso y elegante, sello de identidad irrenunciable de una serie que no ceja en su empeño de seguir narrando la Gran Novela Americana de nuestro tiempo. Solo nos queda acomodarnos en nuestro sillón favorito, preferiblemente acompañados de una buena copa, y disfrutar de los seis capítulos que nos quedan para cerrar otra temporada soberbia.
Bien, descomunal entrada, como siempre. Lo primero: no me la he leído entera, más que nada porque voy por la cuarta temporada… y los motivos son más que obvios, no quiero saber nada por adelantado jaja. Mad Men es mi serie favorita de la actualidad, una fotografía genial, una estética cuidadísima, una fidelidad histórica pasmosa y unos diálogos geniales. Lo que más me gusta es que es una serie de personajes, no de trama, y el estudio psicológico de éstos es fascinante. Un abrazo.
Alex, has hecho bien en no leerte el artículo entero, de hecho mejor habría sido no leer nada ;-) Te invito a volver a comentar cuando llegues a este punto. La verdad es que el enfoque de los personajes en «Mad men» es maravilloso. No se me ocurre otra serie que sea tan minuciosa en su estudio como ésta. Un abrazo y gracias por el halago.
Estupenda disección de lo que llevamos de temporada. Creo que no hay mal que por bien no venga y haber tenido que esperar tanto tiempo para esta temporada, ha conseguido que Weiner esté sacando todo el jugo y plasmando con detalle y maestría todo aquello que tiene en mente.
De esta serie a parte de la riqueza técnica siempre me ha sorprendido el brillante desarrollo de los personajes, solo hace falta echar la vista atrás para darse cuenta. En esta temporada destaco el camino de Pete, emulando descaradamente los pasos de Don y ya se han encargado de enfatizar estos rasgos (mudarse fuera a un casa muy parecida a la de los Draper, los viajes en tren, adulterio, insatisfacción,…)
Siento discrepar con respecto a Megan, no discuto que la trama sea interesante pero tal vez es la actriz la que no me acaba de convencer en el papel y creo que está teniendo más protagonismo del esperado por la baja por maternidad de January Jones que bajo mi punto de vista es una pieza clave en el entramado de Mad Men. Esperemos que vuelva lo antes posible porque creo que tiene bastante que aportar.
El resto ya lo has comentado y sería repetir conceptos, solo creo que lo mejor de la serie está por llegar y eso es una exceente noticia. Felicidades por el post!
Silas, muchas gracias por contarnos tus impresiones. Sobre Pete, es cierto que parece que va emulando los pasos de Don, pero sabe que nunca llegará a ser Don. Tiene la ambición, pero le falta la creatividad, el «touch». La escena del grifo, que podría ser una anécdota insignificante, lo simboliza muy bien. En cuanto a Megan, a mí la actriz sí me convence, y el personaje aporta cosas que no tenía Betty, aunque eso no significa que no eche de menos a la rubia. Y nuevamente muchísimas gracias por los elogios que dedicas al artículo. Un saludo!
De nada, siempre es un placer leer buenos articulos, intentaré pasarme más a menudo que veo que hablais de bastantes temas. Coincido plenamente en que Pete es una burda imitación de Don y ya se encargan de resaltarlo, básicamente porque Don es único! Un claro ejemplo como comentas es el grifo. Oye, no hay problema tu te quedas con Megan y yo con Betty, sobre gustos los colores ;)
Yo voy por la mitad de la segunda temporada y por ahora no me esta pareciendo gran cosa, me gusta pero no como para darla tantos premios, me han dicho que va mejorando en cada temporada, es cierto? porque si no me planteo dejarla
Hola, hartmanfiction. Pues yo te diría que la serie sí crece y crece con el paso de las temporadas, pero si ya vas por la segunda y no has sentido la conexión emocional con su propuesta quizás no valga la pena que continúes. Hay muchas series de calidad por ahí y lo mejor es invertir tu tiempo en una con la que conectes. Lo dejo a tu elección. Un saludo y gracias por pasarte por aquí.
Hola Jorge,
Homérico!! (esto te suena, no?, pequeño Flynn ;-) Te has salido de la galaxia!
Se nota que te gusta la serie tanto como a mí. Estoy abducida, pegada a la pantalla sin despegar ojo, alucinando de cómo es posible que la quinta temporada sea casi todavía mejor que el resto, superando el cansancio y el desgaste que suelen sufrir muchas series, sobre todo en lo argumental y en el desarrollo de sus personajes.
‘Mad Men’ es petróleo: rica, densa, profunda y negra, a veces muy negra. Estoy con Alex en su afirmación de que esta serie son sus personajes, la trama es importante pero secundaria, y en la evolución de ellos nos maravillamos, en cómo desarrollan cambios de registro que nos dejan esperando más y más.
Llevamos 7 capítulos, empezamos calentando motores con un espectacular primer capítulo doble y ya nos hemos deleitado con pequeñas joyas de 45′ como son ‘Signal 30’ o éste último, ‘At the Coldfish ball’, para mí equiparables a ese maravilloso capítulo de la cuarta temporada como fue ‘The suitcase’, en cuanto a desnudez de los personajes, de sus sentimientos, motivaciones, frustraciones y expectativas. Increíble!
Sobre Megan, y veo que los chicos no estáis de acuerdo en ella, yo al principio no la soportaba (ni al personaje ni a Jessica Paré), pero me parece que ha ganado terreno y soltura con el tiempo. Creo que es un personaje que en los próximos capítulos dará qué hablar – siempre me ha parecido sospechoso su cambio de registro de Maria Von Trapp a Barbarella -, y también estoy esperando la vuelta de tuerca de Don (no le reconozco, pero le adoro igual), porque las palabras del viejo Cooper fueron para él una sentencia: «has estado de baja por amor» (espabila!) -enajenación mental transitoria, eso es el enamoramiento- ¿Hasta cuándo?…
Estoy total e irremediablemente enamorada de esta serie (vamos, lela perdida, como Don)
Saludos, Jorge.
PD: ¿Sólo quedan 4 capítulos para el final? No me fastidies ¿por qué? Si las demás temporadas tuvieron 13 capítulos…
Me ha gustado mucho tu comentario! La analogía del petroleo es genial y es cierto Mad Men puede ser muy negra. Respecto a Megan ha sido cosa mía creo, pero es una cosa personal, aunque el personaje es muy interesante y le están sacando mucho jugo (y lo que se avecina), al mismo tiempo en cierta medida anula a nuestro Don, que está irreconocible. Aunque también es bueno cambiar de registros y evolucionar, pero le hecho mucho de menos después de tanto tiempo pero volverá a las andadas en menos que canta un gallo… :)
Por otro lado, la actriz Jessica Paré no me acaba de convencer para el papel. Además las comparaciones son odiosas y para mi January Jones le da mil vueltas, obviamente son compatibles en la serie pero ha coincidido con la baja por maternidad de esta última y la diferencia entre ambas se accentúa.
PD: Sino me equivoco son 13 capitulos como en el resto de temporadas, así que nos quedan por disfrutar 6 magníficos capítulos todavía ;)
Silas, las aportaciones de Tamara siempre son como el petróleo (ricas, densas y profundas), por eso nos gusta tanto que sea asidua pasajera del Cadillac. Tengo que decir que teneis razón. No sé dónde leí que esta temporada se quedaba en 11 episodios (para mi decepción), pero lo acabo de comprobar y, efectivamente, son trece. Tenemos serie hasta el 10 de junio. Procedo a cambiarlo en el post.
Celebro que seamos ya unos cuantos los que creemos que «Mad men» es el Innisfree de las series televisivas (¿verdad, Tamara? ;-)), un lugar que cuando llegas a él quieres quedarte para siempre. Un saludo!
Magnifica serie, aunque la bajada de nivel en los últimos capítulos es notoria. Imagino que es dificil mantener esa sorpresa inicial que marco el sabor de lo bien hecho, con aroma a clásico. Saludos
Hum, plared, respeto tu opinión pero no la puedo compartir. Yo veo la serie en perfecta forma.