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X-Men: pasado, presente y futuro de los mutantes

10/06/2014

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Nunca hubo un momento más brillante para el cine de superhéroes que el que estamos viviendo desde hace ya unos cuantos años. Quedan muy lejos aquellos tiempos en los que los únicos personajes de cómic “pijameros” que podíamos disfrutar en la gran pantalla en todo su esplendor eran Superman y Batman. El pelotazo de “Los Vengadores” en 2012 no hizo sino confirmar que el género es la actual gallina de oro del blockbuster contemporáneo. En una época en la que ya no surgen megataquillazos con tanta facilidad como, pongamos, hace diez años y en la que es más sencillo para Hollywood recurrir a remakes, reboots, secuelas y precuelas que estrujarse los sesos en una idea verdaderamente original, los superhombres son un valor seguro para las majors, y cada una se agarra con fuerza a aquellos que tienen “en nómina”. Marvel encontró la clave del éxito con su cada vez más nutrido mosaico de títulos ligados entre sí que deben confluir cada tres años en una nueva entrega de los héroes más poderosos de la Tierra, mientras que la Warner, una vez agotado el factor Nolan al frente de la trilogía del Caballero Oscuro, pretende replicarle con otro ambicioso plan para reflotar el universo DC de la mano de Superman y el murciélago que culmine con la llegada de la Liga de la Justicia. La siguiente frontera a conquistar es la televisión, donde ya han desembarcado “Marvel’s Agents of SHIELD” y “Arrow” y donde se espera próximamente a Flash, Constantine, Daredevil y –probablemente la apuesta más sugerente de todas, y la más inminente- Gotham. Incluso parece que vuelven los “Héroes” de la NBC, en su enésimo intento por reverdecer los laureles de su primera temporada. Pero además de la cantidad, también hay que reconocer que el nivel medio ha subido un par de peldaños en los últimos años, de modo que ya no encontramos con tanta facilidad en la cartelera subproductos tan dudosos como “Catwoman”, “Daredevil”, “Elektra”, “Ghost Rider” o “Green Lantern”. Ciñéndonos a la actualidad, este 2014 nos ha legado la que a juicio de un servidor quizá sea la mejor película de Marvel Studios, “Capitán América. El Soldado de Invierno”, y la segunda entrega de “The Amazing Spider-Man”, bastante más entretenida y espectacular que la primera. Cierto es que ninguna de las dos recaudará 1.000 millones de dólares, pero a buen seguro ambas terminarán entre las más taquilleras de la temporada.

Lo que quizás muchos no recuerden es dónde empezó todo este renovado interés por los superhéroes, porque es pertinente recordar que en aquellos felices años 90 hubo un señor llamado Joel Schumacher que prácticamente aniquiló él solo el género con la vergonzosa “Batman y Robin” (1997), tirando por la borda los esfuerzos que gente como Richard Donner o Tim Burton habían realizado por conferirle una pátina de respetabilidad a un material habitualmente reservado a la serie B. Tuvo que ser Bryan Singer, por aquel entonces un prometedor cineasta que ya contaba con una pequeña joya en su haber, “Sospechosos Habituales” (1995), quien en los albores del nuevo milenio insuflara nueva vida al cine superheroico y marcara el camino a seguir en el futuro con su versión de los populares mutantes de Marvel, los X-Men (o la Patrulla X, como eran conocidos en España). “X-Men” (2000) se alejaba del colorido camp y el infantilismo incorregible de las últimas entregas de Batman y aportaba una perspectiva más adulta, inteligente y elegante que, a la postre, instauraría un nuevo canon para el género. No cabe duda de que Christopher Nolan tomó buena nota de la enseñanzas de Singer -también del Shyamalan de “El protegido” (2000), aunque esa es otra historia- para afrontar su revolucionaria refundación del Señor de la Noche. Es justo, pues, que en esta Edad Dorada del Superhéroe la película más hypeada del año para el aficionado al cómic llevado a la gran pantalla sea precisamente la que marca el regreso del Singer director al género y a la franquicia de la que quizás nunca debió salir. Y también es justo que en El Cadillac Negro le dediquemos un espacio a repasar una de las sagas, con sus picos y valles, sus grandes aciertos y sus errores garrafales, más definitorias del cine superheroico del siglo XXI.·

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X-MEN (2000)

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Lo cierto es que Singer llegó al universo muti casi por casualidad. Tras la discreta acogida de “Verano de corrupción” (1998), el cineasta necesitaba un proyecto que le permitiera dar el salto a las grandes ligas cuando se encontró en su mesa con una propuesta de la 20th Century Fox que en principio no le interesó. Fox se había hecho con los derechos para el cine de los mutantes creados por Stan Lee y Jack Kirby (Marvel Comics todavía no se había decidido a encargarse de sus propios personajes; de hecho, los derechos de Spider-man se los quedó Columbia, y ahí siguen) y llevaba años dándole vueltas a la idea de llevarlos a la pantalla grande, con multitud de guionistas (Michael Chabon, Joss Whedon, David Hayter –firmante del libreto definitivo-) aportando ideas aquí y allá. En aquel momento quedaban muy atrás la época de esplendor de los cómics de “La imposible Patrulla X” –la celebérrima etapa de Chris Claremont y John Byrne de finales de los 70 y principios de los 80-, pero Singer, una vez convencido de los beneficios que podía reportarle la oferta, se las arregló para conseguir que esos personajes se convirtiesen en la puerta de entrada a una nueva forma de entender el género.

Más allá de cuestiones estéticas (sustituir la licra de colorines por el sobrio cuero negro en el vestuario de los héroes fue una valiente decisión), el director se empeñó en que su película no se quedase en el mero divertimento de acción con sus coñas desfasadas y protagonistas tan planos como una tabla de planchar. “X-Men” tampoco iba a ser Shakespeare pero, sin renunciar nunca a su evidente vocación comercial, se percibía una intención de dirigirse al público adulto desde una mirada más seria (realista tal vez sería decir demasiado), de plantear con cierto rigor asuntos éticos aprovechando que sus protagonistas siempre habían representado a las minorías y a los marginados sociales, y de tratar la historia y sus personajes con un punto de complejidad dramática infrecuente en aproximaciones anteriores al género. Ya desde esta primera película Lobezno se revelaba como el amo de la función, y mucho tuvo que ver en ello el carisma que desbordaba el por entonces semi-desconocido Hugh Jackman, que supo capturar la esencia rebelde, solitaria y chulesca del popular mutante de las garras de adamantium aunque su físico en principio no parecía el más adecuado, pero también imponían las presencias de Ian McKellen (que ya había rodado con Singer y que por entonces también era Gandalf en “El Señor de los Anillos”) y Patrick Stewart como Magneto y el profesor Charles Xavier, dos maneras antagónicas de afrontar el problema mutante –la pacífica coexistencia entre especies distintas vs la supremacía del Homo superior sobre el Homo sapiens siguiendo la doctrina darwinista de la evolución- que no caían en el histrionismo estúpido ni en el trazo grueso y que parecían cargadas de autoridad moral. Es cierto que Singer no supo dotar de la misma carga de profundidad a todos sus personajes y algunos de ellos -Tormenta (Halle Berry), Cíclope (James Marsden), la mitad de los villanos- pasaban sin pena ni gloria, pero esas comprensibles dificultades para gestionar equitativamente grandes grupos las compensó con una modélica y clásica puesta en escena y un elegante uso del encuadre (demostrando que no estábamos ante un simple y cumplidor mercenario sin talento), un ritmo excelente que sabía equilibrar con sabiduría acción y calma durante su ajustada hora y media, y una agradecida contención en el despliegue de FX (la película costó 75 millones de dólares, un presupuesto corto para tratarse de una gran superproducción de Hollywood). Sí quedaba cierta sensación de “episodio piloto”, de no haber explorado totalmente las posibilidades que ofrecía el material, pero uno en el fondo agradece esa concisión narrativa tan rara en los blockbusters actuales que necesitan 150 minutos para contar historias que se resumen en una servilleta de papel. “X-Men” supuso un punto de inflexión para el cine de “super-tipos” e incluso revitalizó a sus versiones de papel, inspirando la celebrada etapa de Grant Morrison al frente de “New X-Men”. Además, su importancia en el devenir del género le ha permitido revalorizarse con el tiempo, aunque lo mejor estaba aún por llegar.

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X-MEN 2 (2003)

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Entusiasmado tras la buena acogida del filme anterior y reforzado en su seguridad tras la experiencia adquirida al frente de una gran producción, Singer se propuso llegar más lejos con su secuela. En sus propias palabras, el objetivo era rodar su propio “El Imperio Contraataca”, y lo cierto es que el cineasta salió airoso del reto. “X-Men 2” amplificaba los puntos fuertes de su antecesora y profundizaba en todos aquellos temas que sólo se habían tocado superficialmente en la primera parte. Singer ahondó en los prejuicios, la intolerancia y la discriminación que conlleva el miedo social a lo desconocido y a lo diferente, y para ello, bebiendo de la aclamada novela gráfica de Chris Claremont “Dios ama, el hombre mata”, presentaba un nuevo villano, William Stryker (Brian Cox), un científico militar obsesionado con exterminar a la raza mutante, contra el que los seguidores de Xavier y las (mermadas) huestes de Magneto se verían obligados a unir fuerzas. Se mantenía el rol dominante de Lobezno -más integrado en el equipo, pero también más salvaje- explorando su misterioso pasado en una de las subtramas de la historia, se reforzaba la presencia de personajes como Jean Grey (Famke Janssen) o Mística (Rebecca Romijn) y se introducían refrescantes novedades como la de Kurt Wagner aka Rondador Nocturno (Alan Cumming), asombrosamente caracterizado y protagonista del sensacional prólogo en la Casa Blanca, una portentosa secuencia en cuanto a timing, planificación, tensión y espectacularidad. En el debe de la cinta quedaban de nuevo las diluidas presencias de Tormenta y Cíclope, personajes fundamentales en las viñetas que no alcanzaban a ser bien desarrollados en su paso al celuloide. Peccata minuta para una película más compleja, sólida y grandiosa (el presupuesto subió a 110 millones de dólares, y se notó –véase la memorable fuga de Magneto de su cárcel de plástico-) pero que se resistía a convertirse en el descerebrado espectáculo de acción hueca y ruidosa que parece demandar el público adolescente. “X-Men 2” no solo era la mejor secuela posible, sino que también personificaba la quintaesencia del blockbuster hecho con inteligencia y corazón. Fue merecidamente ensalzada por la crítica (aunque algunos protestaron por su gravedad tonal y su supuesta falta de sentido del humor) y el público acudió aún con más entusiasmo a las salas. Estaba claro que la franquicia tendría continuidad más pronto que tarde, pero lo que entonces no se sabía es que Singer iba a quedar fuera de la ecuación, para desgracia de todas las partes.

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 X-MEN: LA DECISIÓN FINAL (2006)

X-Men_TheLastStand_Phoenix

Si Singer no continuó como director de orquesta de la franquicia no fue porque ya no quisiera seguir al frente, sino porque se cruzó en su camino Warner con su ambiciosa propuesta de renovar al Hombre de Acero, y la Fox, despechada, no permitió que el cineasta combinara ambos proyectos. Así, Singer terminó decantándose por “Superman Returns” (2006), en una decisión que marcaría el principio de la cuesta abajo de su cotización en Hollywood, y Fox se decidió por sentar en la silla de director a Brett Ratner, un esforzado artesano y mejor falsificador (acuérdense de “El dragón rojo”) que trató de mantener el estilo visual que había imprimido su antecesor, pero que no alcanzó a rozar su sutileza, clase, sentido de la pausa y trasfondo existencialista. Así pues, “X-Men: la decisión final”, vendida como grand finale de la trilogía, quedaba desprovista de las cualidades que hicieron único el díptico de Singer y se mostraba como una película descaradamente más comercial e, inevitablemente, más superficial. El leit-motiv de la historia era el descubrimiento de una “cura” que anula el gen mutante y que desencadena la confrontación entre aquellos que la reciben con alborozo porque les permitirá integrarse socialmente y los que la encuentran totalmente inaceptable. Pero la película no se conformaba con atenerse a esta premisa y se empeñaba en acumular tramas y personajes que hubieran merecido más y mejor desarrollo, como todo lo que atañe a Fénix Oscura –una de las más míticas y trágicas sagas de la Patruxa X- o la de Ángel –que protagoniza un intenso prólogo y después solo aparece un par de veces más casi como extra- dando como resultado una simpleza, trivialidad y precipitación preocupantes. Si “X-Men: la decisión final” resultaba entretenida después de todo se debía a que esa superficialidad y exceso de tramas permitían que el ritmo fuese trepidante en su ajustado metraje, a que Ratner al menos sí demostró oficio en las escenas de acción (espectacular el vuelo del Golden Gate de San Francisco o la primera demostración de poder de Fénix) y porque seguía cargando el peso de la función en sus personajes más carismáticos, o sea en Lobezno y Magneto. La cinta, además, se benefició del crédito obtenido por sus antecesoras para reventar la taquilla y superar las cifras de Singer, pero quedó una evidente sensación de oportunidad perdida y de cierre en falso para una saga que habría merecido una conclusión más contundente.

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 X-MEN ORÍGENES: LOBEZNO (2009)

X-Men Origins Wolverine

Conscientes de que el filón mutante todavía podía y debía seguir siendo explotado, los mandamases de Fox diseñaron un plan para abrir una nueva vía de spin-offs a modo de precuelas con la que aprovechar el tirón de los personajes de Marvel profundizando en los orígenes de algunos de ellos. A pesar de que su pasado ya había sido rastreado en los dos primeros “X-Men”, la jugada más lógica y sensata era empezar con Lobezno, interpretado de nuevo por un Hugh Jackman que ya empezaba a correr el riesgo del encasillamiento. Sin embargo, los responsables del invento despreciaron las posibilidades que ofrecían cómics como “Lobezno: Origen”, de Paul Jenkins y Andy Kubert, o “Lobezno: Arma X”, de Barry Windsor-Smith –probablemente menos comerciales, pero sin duda más sugerentes- y se decantaron por un guión previsible y simplón de David Benioff y Skip Woods que exploraba con cierta desgana cómo Logan llegó a ser quien es y cómo consiguió su esqueleto forrado de adamantium. El protagonista pasaba por varios estadios –de miembro a regañadientes de una unidad especial de mercenarios a tierno leñador enamorado en las montañas canadienses, y de ahí a convencional action hero ochentero con sed de venganza- sin que en ninguno de ellos se llegara a atisbar al verdadero Lobezno. La labor del oscarizado Gavin Hood tras la cámara, funcional y carente de fuerza, tampoco contribuía a elevar el nivel, mientras que el sobadísimo recurso a la introducción de otros mutantes que se dejan caer por la escena sin ningún aprovechamiento (Gambito, Masacre) ya empezaba a ser irritante. Ni siquiera las secuencias de acción eran nada del otro mundo, e incluso ciertos efectos especiales lucían intolerablemente chapuceros, como si hubieran sido completados deprisa y corriendo. Únicamente el montaje durante los títulos de crédito iniciales en el que se veía a Logan y su hermano Dientes de Sable (interpretado en esta ocasión por un Liev Schreiber muy cómodo y consciente de estar trabajando con materiales de derribo) luchando en distintas guerras históricas le daba un toque de distinción al filme, mientras que un hipermusculado Jackman se esforzaba por dotar a su personaje del carisma que se hallaba completamente ausente en las páginas del libreto. “Lobezno” cumplió el expediente en la taquilla pero debió dejar tan mal sabor de boca que el plan “Orígenes” que debía continuar con Magneto quedó sabiamente aparcado hasta nueva orden.

 

 X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN (2011)

X Men_First Class

La franquicia había llegado a un punto en el que tocaba reinventarse, sí o sí. Era necesario un golpe de timón y la primera medida fue el regreso de Singer al redil con el rabo entre las piernas, eso sí, solo en calidad de productor ejecutivo y como autor de la historia sobre la que se basaría el guión. Y si antes quedamos en que la influencia de Singer había sido decisiva para sentar las bases éticas y estéticas sobre las que Nolan refundaría al Caballero Oscuro, ahora sería el ejemplo del propio Nolan en “Batman Begins” el que se tomaría para resetear el universo Mutante, aunque interpretándolo a su manera. El responsable de llevar la empresa a buen puerto fue Matthew Vaughn, que ya había aportado una bocanada de aire fresco al género superheroico con “Kick-Ass” (2010) y que se encargaría de inyectar al proyecto entusiasmo, descaro y creatividad. El regreso a las raíces pasaba por devolver a los personajes al centro de la historia dejando los fuegos de artificio en un segundo plano. “X-Men: primera generación” funciona esencialmente porque también lo hace la narración de la relación entre dos personajes tan duales, tan distintos y tan complementarios, como Charles Xavier y Erik Lehnsherr, interpretados por unos James McAvoy y Michael Fassbender tan convincentes que logran que nos olvidemos inmediatamente de sus versiones senior. En esa amistad problemática pero intensa se encuentra el germen del atávico conflicto entre dos formas contrapuestas de entender el “problema” mutante sobre el que pivota todo el universo “X-Men”, y Vaughn demostró saber jugar sus cartas con inteligencia, integrando además esa historia (al igual que hizo “Watchmen”) en el contexto de la Guerra Fría, en plena crisis de los misiles cubanos, pero también con el colorido pop que dominaba los años 60 y la incipiente lucha por los derechos sociales. Sin Lobezno por primera vez en una película de mutantes (bueno, a excepción de un descacharrante cameo), pero con una revitalizada Mística (Jennifer Lawrence), una supersexy Emma Frost (January Jones) y un Sebastian Shaw (Kevin Bacon) como villanísimo a lo James Bond, esta “First Class” convencía como cine espectáculo de factura impecable, contagioso espíritu lúdico y respeto por la inteligencia del espectador. La apuesta (de cierto riesgo comercial) por un reinicio con reparto y estética nuevos se saldó con el beneplácito del público y de la crítica. Un triunfo cuando ya nadie lo esperaba.

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LOBEZNO INMORTAL (2013)

Lobezno Inmortal

Independientemente de que “First Class” marcase una nueva dirección para la franquicia, Fox tenía que seguir explotando a su mutante más valioso, y más en una época en la que Marvel amenazaba con comerse todo el pastel superheroico con sus Vengadores tanto en conjunto como en solitario. Para que “Lobezno inmortal” fuese la película que no pudo ser “Lobezno Orígenes” se recurrió a Darren Aranofsky y se optó por adaptar la unánimemente considerada como la historia más representativa del personaje en las viñetas, la miniserie “Honor” de Chris Claremont y Frank Miller. Con esos mimbres el filme podía haber sido un blockbuster de autor digno de verse, pero el director de “Cisne negro” terminó renunciando y el guión final solo tomó de la fuente original ciertos elementos como inspiración. Con James Mangold -un currante competente, con títulos tan notables en su haber como “En la cuerda floja” o “El tren de las 3.10”- en la silla de director, “Lobezno inmortal” se reveló como un eficaz thriller de acción con suave aroma noir al estilo yakuza que se beneficiaba del exotismo nipón que desprenden las luces de neón de Tokyo o los ecos místicos de la bahía de Nagasaki para crear una atmósfera con cierta personalidad dentro del género. La cinta, ubicada temporalmente tras los acontecimientos de “La decisión final” que acabaron con la vida de Jean Grey, tenía un propósito mejor enfocado y más definido que su antecesora, trazar el viaje emocional de Logan de regreso a su propia identidad desde su condición inicial de atormentado ronin, samurái sin amo y sin objetivo vital, apartado de todo y de todos. “Lobezno inmortal” transitaba con solidez y buen ritmo durante sus dos primeros tercios, sobresaliendo la vertiginosa escena del tren bala, pero en el tramo final renunciaba a la sobriedad para entregarse a la espectacularidad más estandarizada en un desenlace excesivo y absurdo que parecía pertenecer a una película distinta. Nuevamente Jackman se elevaba por encima del material de base exhibiendo una química perfecta con su personaje, al que a esas alturas costaría mucho ver en la piel de cualquier otro actor, mientras que las japonesas Rila Fukushima y Tao Okamoto no desentonaban en sus respectivos roles de apoyo al héroe. El filme de Mangold superaba sin demasiadas dificultades el listón de “Orígenes”, sí, pero, una vez más, no alcazaba a ser la versión definitiva que se merecerían tanto Lobezno como Jackman.

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X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO (2014) 

X Men Days of future past_Charles Xavier

El regreso de Singer a la saga casi era más urgente para el propio cineasta, que había encadenado una serie perfecta de semi-fracasos en los últimos años -“Superman Returns”, “Valkiria” (2008) y “Jack el Caza Gigantes” (2013)-, que para una franquicia ya vigorizada con la llegada de Vaughn. Sin embargo, la renuncia de éste a volver a ponerse al timón le ofreció a Singer la oportunidad de desquitarse con un ambiciosísimo filme (200 millones de presupuesto) que iba a funcionar como revolucionario cruce generacional de superhéroes y sentido homenaje del propio director a las criaturas a las que él dio vida cinematográfica casi quince años atrás, tomando como base el legendario arco argumental de Claremont y Byrne en “The Uncanny X-Men” 141 y 142. “X-Men: Días del futuro pasado” no decepciona como continuación de “First Class”. Es un espectáculo grandioso, intenso y emotivo, pero también tiene que sostenerse en un complicado equilibrio que no llega a ser tan perfecto como el de “X2”. Porque aquí se trata de retomar y hacer evolucionar el tono más ligero y pulp que legó Vaughn -presente sobre todo en una primera mitad muy dinámica y de ritmo endiablado- hacia la solemnidad elegante y majestuosa del estilo de Singer, surgiendo de ese choque de visiones una nueva y sugerente dirección para la saga, pero también un producto un tanto sobrecargado, sobre todo en su aparatoso tramo final. “Días del futuro pasado” parte de una premisa muy sugestiva –en el futuro el Homo superior está al borde del exterminio y la única solución es enviar a uno de los X-Men al pasado para tratar de impedir el acontecimiento que originó el apocalíptico nuevo orden- que no exprime al máximo todas las posibilidades que plantea y desaprovecha un tanto la trama futurística –que solo brilla en todo su esplendor en el arrollador prólogo protagonizado por los terroríficos Centinelas evolucionados- en beneficio de la intriga del pasado, enmarcada en los duros 70 de Nixon, en la época de la Conferencia de Paz de la guerra de Vietnam. Singer permanece fiel a sí mismo aportando solidez dramática a unos personajes torturados y desesperados, entre los que destaca el Xavier de McAvoy, un líder extraviado y al borde de la autodestrucción que tiene que reencontrarse a sí mismo. Junto a la Mística de Lawrence y el Magneto de Fassbender -más unidimensional y, por tanto, menos interesante que en “First Class”- forman el trivote sobre el que se asienta la profusa carga emocional del filme, mientras que Lobezno parece ser consciente de que esta no es su película y queda reducido a (eficaz) maestro de ceremonias, catalizador de la acción y ancla inter-generacional. Es ahí, en las distancias cortas, con los actores en primer plano, donde “Días del futuro pasado” roza la excelencia -bueno, y también en esa abracadabrante secuencia en las profundidades del Pentágono protagonizada por Mercurio (Evan Peters), que Joss Whedon tendrá muy difícil de superar con su versión del mismo personaje en “Los Vengadores 2: la era de Ultron”-. En cualquier caso, Singer confirma que el universo mutante es su hábitat natural y factura una superproducción de altos vuelos que conserva las mejores señas de identidad de la saga, al tiempo que abre y explora nuevas vetas. Que una franquicia llegue a estas alturas en tan buena forma no es algo al alcance de cualquiera.

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EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

X-Men_Bryan Singer

Antes incluso de que “X-Men: Días del futuro pasado” se convirtiese en un taquillazo (a día de hoy ya es la cinta con mayor recaudación de la franquicia, con más de 600 millones de dólares a nivel mundial, y con margen de mejora), ya se habían confirmado los planes más inmediatos para la saga, que pasan por “X-Men: Apocalipsis”, cuyo estreno está previsto para mayo de 2016. Que Singer sea el director de la película dependerá de lo que suceda con las demandas por abusos sexuales a menores que pesan en su contra, desmentidas tajantemente por el director. Si resuelve sus problemas con la justicia Singer encabezará el proyecto. La historia de “Apocalipsis” se desarrollaría en los años 80 y tendría como protagonistas a las versiones jóvenes de los personajes presentadas en “First Class” más otros añadidos de apoyo inéditos o ya usados anteriormente en la saga. No se descarta, pues, la presencia de integrantes del reparto original (se especula con el regreso de Famke Janssen como Jean Grey), aunque aparentemente sería difícil de justificar su presencia en la alineación sin la coartada del viaje del tiempo. Quien sí estará en la nueva secuela es Hugh Jackman como Lobezno, y posiblemente Evan Peters vuelva como Mercurio por aclamación popular. Con el guión todavía en fase de desarrollo, lo único que se sabe es que los X-Men tendrán que combatir a Apocalipsis -que ya aparece en la escena post-créditos de “Días del futuro pasado”-, quizá el primer mutante de la historia, nacido en Egipto, 3.000 años antes de Cristo, y con una cantidad de poderes que le convierten prácticamente en indestructible. En palabras del propio Singer, “se abordará la historia mutante, profundizando en el pasado y el origen de los mutantes. Es algo que siempre me ha intrigado cuando piensas en nuestros dioses, la historia, sus milagros y poderes”.

A la espera de que Fox de luz verde en algún momento a la película de “Masacre” (es de suponer que estarán esperando a ver qué tal funcionan los “héroes B” de Marvel –Guardianes de la Galaxia, Doctor Extraño, Ant Man-), lo que sí que está anunciado para 2017 es una nueva película de Lobezno, de nuevo con James Mangold como director. Jackman ya ha dicho estar seguro “al 99,9%” de que sería la última y sugiere la posibilidad de que el filme se base en el cómic “El viejo Logan” de Mark Millar y Steve McNiven, una historia con ecos de “Mad Max” y “Sin perdón” ambientada en un futuro post-apocalíptico dominado por los villanos, que han exterminado a la gran mayoría de héroes, y en el que Logan lleva décadas oculto y retirado de la acción. Dado que en la historia original aparecen personajes como Ojo de Halcón o Hulk, cuyos derechos son exclusivos de Marvel, es de suponer que una vez más el cómic solo sirva como ligero punto de partida. En cualquier caso, el futuro a corto y medio plazo de los mutantes parece asegurado, y no debemos olvidar que Fox también posee los derechos de Los Cuatro Fantásticos (pendientes de reboot), por lo que en el futuro también podría haber crossovers entre facciones de superhéroes que sigan dando la batalla, al menos en taquilla, a Marvel Comics y Warner. Larga vida al género.

X-Men Logo

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12 comentarios leave one →
  1. Iker permalink
    10/06/2014 17:16

    Muy bueno tu repaso a la saga. Cuenta con muchas virtudes, pero en mi opinión es imperdonable lo que hicieron con un personaje tan carismático como Cíclope. Para empezar, eligieron a un actor pésimo y sin carisma y luego relegaron al personaje a una posición de secundario. Debería de haber sido el contrapunto a Lobezno, uno de los líderes mutantes y acabó como acabó. Y Jackman, a ver si deja ya al personaje que le ha dado dinero y fama. Lobezno no es ese metrosexual de 1,90, sino un tipo bajito y con muy mala leche. Y salvaje, aunque Jackman como productor lo haya convertido en un oso de peluche para toda la familia, cuyas garras no cortan ni la mantequilla.

    • Jorge Luis García permalink*
      10/06/2014 21:23

      Muchas gracias por tu comentario, Iker. Te doy completamente la razón en que el tratamiento que le dieron a Cíclope durante toda la saga fue sangrante. El que siempre había sido el líder de campo del grupo, el equivalente al Capitán América en los Vengadores, quedó reducido al rol de niñato llorón cornudo, y encima consentidor. Y para colmo se lo cargaron de aquella manera totalmente indigna en la tercera parte. Espero que lo recuperen en «Apocalipsis», con otro actor, obviamente, y le den el peso que el personaje merece. En cuanto a Jackman, a mí el tipo me cae muy bien, exuda carisma y tampoco me parece precisamente el paradigma de la metrosexualidad. Es cierto que el Lobezno de las viñetas es distinto, en cuanto a físico y carácter, pero en su versión cinematográfica va a resultar muy difícil ver a otro en ese papel, un poco como pasó con Christopher Reeve y Superman. De hecho, la única manera de encontrarle un relevo de garantías sería alejándose de lo que él ha aportado al personaje y tratando de asemejarse más al del cómic. Un saludo.

  2. José Manuel Loscertales permalink*
    11/06/2014 1:29

    Entendiendo la crítica de Iker hacia el cariz que ha adquirido el personaje de Lobezno en su versión cinematográfica; debo decir que Jackman ha aportado unas líneas más suaves (cierto), limando un poco las cuchillas, pero también (siguiendo con este papel de esteticista que parece que acabo de adquirir) le ha dado brillo a un adamantium que, de otra forma, no disfrutaría de la popularidad que tiene entre un público que no conoce tanto su versión impresa. Creo que, a pesar de las licencias que se han tomado, el balance (más allá del económico) es positivo.

    Entrando ya en materia sobre el post…genial análisis de esta saga, que no se entiende sin Singer a los mandos (a pesar de la brillante precuela de 2011 a carga de Vaughn).
    En esta última entrega, Singer demuestra que hablar de los X-Men es hablar de él mismo. Nos regala un film redondo en casi todos sus elementos, con una primera media hora que vuela muy, muy alto dentro de la saga.
    Estos días de futuro pasado hacen un pequeño paréntesis en la renovación que estaba teniendo la saga, para unificar ambas versiones (veteranas y noveles) en un único film, con
    gran efectividad.
    Sin embargo, como bien indicas, a pesar de todas las entregas realizadas hasta la fecha, se sigue cumpliendo el mal endémico que tienen todas las entregas hasta la fecha: el desequilibrio en el peso de los personajes, comparativamente con el comic.
    No obstante, creo que a estas alturas ya lo tenemos asimilado y forma parte de lo esperable. Nadie se imagina a estas alturas un spin-off de Tormenta, ¿verdad?.

    A pesar de las brillantes últimas entregas del género de superheroes (destacando la más reciente de Capitán América), es tal la avalancha de estrenos que se nos viene encima…que me preocupa que, a medio plazo, se genere una nueva burbuja que acabe por saturar al espectador.
    De momento, parece que podemos estar tranquilos.

    Gracias, Jorge, por esta nueva joya que aporta más caballos de potencia al Cadillac.

    • Jorge Luis García permalink*
      12/06/2014 0:31

      Muchas gracias, Jose, por tus elogios y por tus aportaciones. Ciertamente, la incapacidad para equilibrar protagonismos en la saga es una de sus debilidades permanentes, pero hasta cierto punto es algo lógico cuando tienes tantos personajes de los que ocuparte. En el caso de «Días del futuro pasado» creo que han afinado más el reparto de pesos en la trama del pasado, pero a costa de diluir mucho el plano futurista. Uno se queda con ganas de saber algo más sobre Bishop, Sendero de Guerra o Blink, que nunca habían aparecido antes en la franquicia, sobre todo para que nos importe la suerte que corran en el climax final. Por lo que he leído, se quedó mucho metraje relativo al futuro apocalíptico en la sala de montaje, y es una lástima porque lo que se ve sabe a muy poco, aunque está claro que no era esa la historia que más le interesaba contar a Singer.
      En cuanto a la posibilidad de que el espectador acabe saturado con tanta proliferación de superhéroes, pues es posible que así suceda con el tiempo, pero mientras sigan cuidando el producto y manteniendo un mínimo control de calidad, al menos en los títulos clave, creo que aún queda cuerda para rato. Un saludo.

  3. 19/06/2014 20:17

    Me ha encantado el repaso a toda la saga, lo he disfrutado de verás, pues ya hace unos años que vi la trilogía original, y las de Lobezno las olvide nada más terminarlas de ver. Y eso que me encanta Lobezno y su actor, pero ya se está abusando bastante del personaje en cuota de pantalla y lo comercial, y simplemente pensando en el dinero, obviando una calidad que sí que tiene los comics en los que se basaba. Triste, pero no pasa nada pues han solventado esos dos «engendros» con esta nueva reinvención de los X-Men.

    Cuando fui a ver al cine (en el día de su estreno) «Días del futuro pasado», ni siquiera se me pasaba por la cabeza que estuviera a la altura de su antecesora, esa «First Class» que para mí había sido la que por guión, trato a los personajes principales y actores, de la factura de McAvoy, Fassbender y Lawrence, y, sobretodo, por ofrecer ganas de más, me había dejado mejor sabor de boca. Pero «Días del futuro pasado» cumple y con creces.

    Esa escena de Mercurio rodada a velocidad hiperlenta, esa intercalación de un futuro devastador (del que estoy de acuerdo contigo en podría haberse aprovechado un mayor metraje o uso de tal) y tal cantidad de actores y personajes que hoy por hoy no creo que nos haya ofrecido otra peli de superheroes (ni «Los Vengadores», que en un principio me gustó, pero luego la veo como otra más del género). Esa vuelta de tuerca final a todo lo acontecido en las anteriores películas ha sido épica, no me la esperaba para nada de esa manera, me ha dejado sin palabras. ¡Bravo por Singer!

    Esperemos que con “X-Men: Apocalipsis” nos sigan ofreciendo un producto que, a pesar de estar siendo bastante usado, ha sabido reinventarse y que, por lo que he leído acerca del villano, tiene pinta de cumplir con las expectativas de los seguidores (tanto los que han leído los comics, como los que no).

    Encantado de haberte leído de nuevo, pues desde que deje un comentario acerca de otra gran review de este blog dedicada a la indestructible «Twin Peaks», os tenía tristemente un poco abandonados. Y eso que aún me quedan las de la séptima de «Mad Men» (mi serie favorita y cuyos episodios de este año han sido exquisitos) y la última que se ha escrito sobre la sorprendente cuarta temporada de «Game of Thrones».

    Un saludo,

    Juan Jesús

    • Jorge Luis García permalink*
      20/06/2014 1:04

      Bienvenido de nuevo, Juan Jesús, las puertas del Cadillac están siempre abiertas para que regreses cuando quieras. Me alegra que hayas disfrutado del artículo y que coincidamos en que «X-Men: Días del futuro pasado» queda en un muy buen lugar en el conjunto de la saga. Un saludo!

  4. Anónimo permalink
    19/06/2014 20:40

    d

  5. Varo permalink
    24/02/2016 16:42

    Para mi las peores decepciones en los X men, es como han dejado perder el papel de Titania/ Rogue en las peliculas, ella es muy carismatica en los comics y como aca la dejan muy mal parada.

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