‘Mildred Pierce’: la crisis de los 30
Cuando oímos el nombre de HBO a todos nos vienen enseguida a la cabeza los nombres de algunas de las mejores series de la historia de la televisión, ya sabéis, la ya casi mitológicas ‘The Sopranos’, ‘The Wire’, ‘A dos metros bajo tierra’, ‘Roma’ o ‘Deadwood’, así como algunas de las que más están dando que hablar en la actualidad (‘Juego de tronos’, ‘True Blood’, ‘Boardwalk Empire’, ‘Girls’), pero siempre se deja un poco aparte otra de las especialidades de la factoría: las miniseries. ‘Hermanos de sangre’, ‘The Pacific’ o ‘Generation Kill’ abanderan un apartado en el que también se asientan obras basadas en referentes culturales de prestigio como ‘Angels in America’, dirigida por Mike Nichols y protagonizada por un premiadísimo Al Pacino, y ‘John Adams’, con Tom ‘El discurso del rey’ Hooper y Paul Giamatti al frente, en las que directores y actores de prestigio se encontraban con considerables medios para desarrollar sus historias, pero, sobre todo, el tiempo y las ganas de arriesgar suficientes para poner en pie obras enjundiosas que tendrían muy difícil su caminar por Hollywood. Hoy hablamos de la última, por el momento, de esta estirpe: ‘Mildred Pierce’.
La idea no es nueva. ‘Mildred Pierce’ trata de ser la primera adaptación de ficción fidedigna de la prestigiosa novela homónima de James M. Cain, después de que la exitosa versión cinematográfica de 1945 a cargo de Michael Curtiz, por la que Joan Crawford logró el Oscar a Mejor Actriz, tuviera que incluir notables modificaciones del argumento ante la imposibilidad de mostrar algunos de los elementos más perturbadores del libro. A partir de esta premisa, la elección de actores, todo un repóker de ases como Guy Pearce, Melissa Leo, Evan Rachel Wood y Kate Winslet, y director, nada menos que Todd Haynes (‘Lejos del cielo’, ‘I’m not There’, es puro HBO, es decir, un equipo muy parecido al que hubiéramos conformado cualquiera de los que somos verdaderos adictos al mundo de la ficción. Aplicando la lógica y el lujo.
El primero de los cinco capítulos responde a todas las expectativas generadas pero, a su vez, da una engañosa impresión. Nos trasladamos -no hay que hacer mucho esfuerzo para ello, la dirección artística es sobresaliente- al Los Angeles de los años 30 En uno de esos típicos barrios de casitas con jardín vive Mildred Pierce con su marido y sus dos hijas, formando una especie de apoteosis de la clase media estadounidense. Mildred es feliz ocupándose de sus queridas niñas y ejerciendo de eficaz ama de casa, de especialidad, la repostería. Sin embargo, su mundo se rompe en pedazos en apenas unos instantes, los que tarda su marido en anunciarle que la deja para irse con su amante. La decepción no es solo amorosa; Mildred se verá obligada a salir a trabajar para dar de comer a unas hijas que no se contentan con cualquier cosa. Sin embargo, ahí afuera la cosa está fea. La crisis económica derivada del famoso ‘Viernes negro’ de 1929 lo invade todo y deberá conformarse con un duro empleo como camarera novata en una cafetería siempre repleta. Pero no todo es trabajo, también debe buscar tiempo para satisfacer su elevado deseo sexual. La boca se hace agua: el papel es perfecto para que la Winslet se luzca una vez más, la ambientación es soberbia y Haynes es un consumado especialista tanto en dirigir ficciones de época como en comprender la esencia femenina y administrarla en unos personajes complejos y variables. Mediante un ritmo pausado, puntillista pero nunca aburrido, vemos como se despliegan dos atractivos caminos dispuestos a cruzarse frecuentemente: la historia de la reconstrucción vital de una treintañera destrozada y la crónica de una ciudad en crisis, que saca con una patada en el culo a sus habitantes de su zona de confort y les obliga a aceptar una rebaja en su estándar de vida al nivel de sus abuelos. ¿Les suena, verdad? Sí, la intención de hablar sobre la crisis que vivimos actualmente utilizando la de los años 30 se antoja de lo más prometedor.
Cuando continuamos el visionado con el segundo capitulo parece que todo sigue en su sitio. Pero hete aquí que a medida que Mildred conoce a un atractivo y golfo ‘bon vivant’, interpretado por Guy Pearce, y comienza a idear la apertura de un restaurante propio para sacar partido a sus aclamadas recetas de pollo y reposteria, es decir, cuando empieza a dejar atrás su vida pasada y se calza las botas de una mujer libre y emprendedora, la serie gira inequívocamente al melodrama, con la consentida hija mayor tomando cada vez más protagonismo, mientras que su vertiente social y su visión de la crisis queda relegada a un segundo plano. El ritmo pasa a dislocarse: mientras que cada escena sigue tomándose su tiempo para desarrollarse, de forma lenta y segura; los acontecimientos de la trama pasan a sucederse de forma frenética. De esta manera, los capítulos 2 y 3 son tratados prácticamente como mera transición hacia la parte final pese a que, curiosamente, contengan algunos de los acontecimientos más importantes de la trama, que merecerían un desarrollo mucho más amplio. Lo que se podía haber contado perfectamente en cuatro capítulos queda constreñido a dos, resintiéndose notablemente la homogeneidad de la obra y constituyendo una parte central mucho más desangelada de lo que preveíamos.
Menos mal que el cuarto episodio es un ‘grower’ de manual. Los acontecimientos claves se van sucediendo progresivamente, con la hija mayor ya como reina de la función, algo a lo que no es ajeno su excelente encarnación por parte de Evan Rachel Wood; conduciéndonos, mediante una gran sorpresa que conviene no desvelar ni bajo amenaza de tortura, a un excelente tramo final, que contiene una de esas escenas mágicas, bellísimas, capaces de justificar toda una serie, que tanto echamos de menos que se repita con mayor asiduidad en la obra. El nivel se mantiene en el quinto y último episodio, que solo se resiente de intentar agitarnos con hechos que cualquier espectador minimamente atento ya puede imaginar a esas alturas. Otra majestuosa escena, tan turbadora como moralmente incorrecta, nos lleva a uno de esos finales liberadores, uno de esos en los que el espectador parece poder desquitarse de todo lo sufrido anteriormente (¿se acuerdan de ‘Perros de paja’ o ‘Dogville’?), con una lapidaria frase que ya asociaremos indefectiblemente a ‘Mildred Pierce’ cada vez que la oigamos.
Kate Winslet vuelve a salir triunfante de un papel de alta envergadura, con un arco emocional tremendamente variado, encarnando con igual maestría a una ama de casa convencional, a una empresaria triunfadora, a una amante fogosa y a una madre tan voluntariosa como confundida. No es la primera vez que lo hace, por lo que podríamos caer en la trampa de minusvalorar un trabajo encomiable, que ganó todos los galardones televisivos imaginables (Emmy y Globo de Oro incluidos, por supuesto). El resto del reparto no se queda a la zaga, destacando entre el gran nivel general un Guy Pearce que se reivindica como un actor que merecería una trayectoria mucho menos irregular y una Evan Rachel Wood definitivamente preparada para las grandes ligas. Los formidables aspectos técnicos se suman para configurar uno de los mejores y más lujosos envoltorios que hayamos podido ver en televisión. Envoltorio que no sirve, sin embargo, para enmascarar una irregularidad y una falta de emoción que imposibilitan a ‘Mildred Pierce’ convertirse en la serie de referencia que prometia. Se quedó en un buen intento, que tampoco es moco de pavo.
Hola Alberto,
Precisamente la vi después de que la citaras en tu anterior entrada sobre Kate Winslet y tengo que decir que me gustó, pero con matices.
La serie es un melodrama tipo clásico, de los de Douglas Sirk de toda la vida, emulando a «Imitación a la vida» o «Sólo el cielo lo sabe» (quizás más al primero; películas que me encantan, por cierto), y se entiende porque es un remake o una reinterpretación de una película de aquella época. Pero si bien tiene un comienzo prometedor, a lo largo de los capítulos la serie se va volviendo lenta y forzadamente pomposa y dramática. Creo que es bipolar, empieza bien y acaba mejor, pero en el centro se estanca.
A mí se me hizo un pelín larga: quizás el error está en que estiraron demasiado el hilo argumental y que reduciendo el excesivo metraje, o condensando su contenido, (5 horas en las cuales muchos minutos no aportan nada a la historia y que por el contrario deberían haber servido para desarrollar mejor a los personajes) la serie, en mi opinión, hubiera lucido más.
No obstante, la calidad de la miniserie es indiscutible, empezando por una Winslet sobresaliente, llena de fuerza dramática y registros interpretativos que, secundada por un plantel de secundarios de lujo, consiguen elevar el nivel de una pieza en la que la ambientación y la calidad técnica son ya de por sí extraordinarias.
Resumiendo: un buen melodrama, a la antigua usanza, para esas tardes de domingo invernales con un chocolatito y una manta (y así compensamos los gin tonics de la noche anterior ;-)
Muchos saludos a todos.
Me alegra comprobar, Tamara, que tenemos una visión muy parecida sobre ‘Mildred Pierce’. Yo también creo que baja mucho en su parte central, pero, en vez de acortarla, yo optaría por extender algunos acontecimientos, sobre todo uno, trascendental y que es mejor no desvelar, que creo que es tratado demasiado rápido y mal, sobre todo teniendo en cuenta el detallismo que se daba en el primer capítulo. En lo demás, estamos de acuerdo en todo. Un saludo enorme!
Yo no tengo matices con esta serie: LA ADORO.
Me la compre original y ya la he visionado con mi mujer 3 veces (y somos de los de «a mi no me hables de otra serie que no sea PERDIDOS»), 2 en VOS y 1 doblada.
Me encanta, no me aburre en absoluto, Kate Winslett, y el resto de actores, sobre todo la hija de p… de su hija están inmensos. Me encanta Carter Burrwell, me encanta el diseño de producción, la dirección…es apasionante esta serie.
Me alegra de veras que la hayáis comentado y recomendado porque creo que nadie debería de perdérsela.
La próxima será la de los Kevin (Reynolds y Costner), hablan maravillas de ella.
Un saludazo a todos!!! (Conductores y viajeros)
Un saludo, Juancar. Anotamos tu próxima serie a ver y me alegra de que hayas disfrutado a tope de ‘Mieldred Pierce’.