Arctic Monkeys: huele a espíritu adolescente
Que levante la mano quien pensara en el ya lejano 2005, cuando se publicó el célebre “I bet you look good in the dance floor”, que Arctic Monkeys sería siete años después una de las bandas de rock británicas más en forma y con más credibilidad del panorama actual. Y no es que su fantástico disco de debut no nos diera razones para disfrutar de lo lindo, pero no podemos ignorar el hecho de que muchos grupos presentados por la prensa británica como “the next big thing” nos alegraron durante un tiempo los oídos para caer después irremediablemente en el pozo del olvido. Así que por mucho que aquel presente fuese excitante, el futuro solo podía ser incierto. La banda formada por Alex Turner, Jamie Cock, Matt Helders y Andy Nicholson (con el tiempo sustituido por Nick O’Malley), cuatro mocosos de Sheffield que no alcanzaban la veintena y lucían con orgullo púber granos y espinillas, llegó tarde al revival del rock de garage que asaltó a principios del siglo XXI las revistas especializadas y los garitos más modernos. De hecho, The Strokes y The White Stripes ya eran considerados “clásicos” del indie cuando Arctic Monkeys hicieron acto de presencia, casi haciendo la goma con una segunda generación más “new-wave” capitaneada por Franz Ferdinand, Bloc Party o Maxïmo Park.
En 2013 muchas de aquellas bandas subsisten como pueden, algunas desaparecieron y otras –las menos- mantienen a duras penas cierta relevancia, pero Arctic Monkeys no solo sobrevivieron a los peligros del hype, sino que se han confirmado como un grupo con personalidad propia, sin miedo a crecer y experimentar, que nunca se ha sentido esclavo del éxito abrumador de su primer disco y que ha desarrollado (hasta el momento) una carrera valiente y ejemplar, ajena a los imperativos de las modas y de los fans. No es de extrañar que, independientemente de las ventas de los discos, los “monos árticos” luzcan rango de cabeza de cartel en cualquier Festival que se precie (este año en el FIB) e incluso puedan permitirse llenar por sí solos grandes recintos como el Palacio de los Deportes de Madrid. Os invitamos en las próximas líneas y en diez canciones a recorrer la trayectoria del grupo de Alex Turner, desde la energía primaria de sus inicios hasta la sólida madurez de la que hacen gala ahora, eso sí, sin perder nunca del todo ese espíritu adolescente que siempre ha caracterizado su música.
I BET YOU LOOK GOOD ON THE DANCE FLOOR
En 2005 Arctic Monkeys ya llevaban unos añitos trabajándose una reputación en pequeños garitos que les sirvió para ser conocidos como el primer grupo encumbrado a través de Internet. Antes incluso de publicar su primer disco los de Sheffield ya tenían una nutrida legión de fans cosechada mediante el boca a oreja que se conocía de cabo a rabo sus canciones, compartidas libremente en la Red, así que la prensa británica -con el NME a la cabeza- no tardó en hacerse eco del fenómeno. Cuando por fin se publicó en octubre su primer single en el sello Domino, el resultado fue un número uno inapelable en la lista de singles británica, lo que no hizo sino contribuir al hype alrededor de la banda. Independientemente del ruido generado en su momento, “I bet you look good on the dance floor” era un trallazo directo y efectivo, que reivindicaba la urgencia del punk y la frescura primitiva del garage con sus versos nerviosos y apelotonados y un estribillo enérgico y contundente. Hoy es su tema más conocido, y uno de los clásicos indiscutibles del rock de los 00’s.
WHEN THE SUN GOES DOWN
Aunque el exagerado alborozo de las revistas británicas pudo levantar las suspicacias de muchos –no se había visto algo parecido en las Islas desde la irrupción de Oasis en 1994-, lo cierto es que “Whatever people say I am, that’s what I’m not” (2006) era una efervescente y descarada colección de canciones que miraban con orgullo al pasado (The Clash, Kinks, The Jam, The Who) y que no ocultaban sus deudas con bandas más contemporáneas (los primeros Oasis, The Strokes o los efímeros The Libertines), pero que sonaban crudas y espontáneas, con la sangre aún goteando. Las vívidas viñetas costumbristas sobre noches de borrachera y escarceos sexuales en las discotecas venían envueltas en ritmos nervudos y guitarras angulosas. Casi no había desperdicio en sus 40 minutos (“The view from the afternoon”, “Fake tales of San Francisco”, “A certain romance”…), pero podemos destacar “When the sun goes down” –segundo número uno en Gran Bretaña- por su vitalidad contagiosa, su memorable intro y su referencia a la “Roxanne” de Police. El disco, recuerden, fue el álbum de debut más vendido en Inglaterra en su primera semana, logró cuatro platinos y se hizo con el Mercury Prize.
BRIANSTORM
Casi sin tiempo para digerir el éxito de “Whatever people say I am…”, la banda de Alex Turner volvía a la carga en 2007 aprovechando su inercia creativa (no habían parado de girar durante todo el año anterior) y quizás para demostrar que lo suyo no iba a ser flor de un día. “Favourite Worst Nightmare” -primer disco en el que James Ford figura como productor- incidía en la fórmula de su antecesor, aunque era menos inmediato y costaba algo más encontrarle el punto. En cualquier caso, sonaban a una banda que todavía estaba construyendo su personalidad y que trataba de esquivar el tópico a través de estructuras alambicadas y ritmos cambiantes. Sin embargo, “Brianstorm”, el primer single del disco y nuevo éxito en las listas británicas (número 2), tenía poco de complejo, más bien era una estampida sónica, simple y tosca, de melodía precaria pero vigorosamente sudorosa.
FLUORESCENT ADOLESCENT
Los Arctic Monkeys nunca han sido exactamente un grupo de grandes estribillos. Salvo algunas excepciones esa no ha sido una de sus mejores armas, pero es que tampoco les ha hecho falta. La prueba está en este “Adolescent Fluorescent”, que no puede ser más pegadiza ni burbujeante. Con unas estrofas como esas ¿quién necesita un estribillo? Es lo más pop que habían grabado hasta ese momento y hoy sigue siendo imprescindible en sus directos. El tema fue el segundo single extraído de “Favourite Worst Nightmare”, disco que volvió a llevarles al número uno de la lista de álbumes británica y que, aunque obviamente no alcanzó las cifras de su antecesor, les confirmó a nivel internacional, logrando un Top-10 en EE.UU y un sorprendente número dos ¡en España!
CRYING LIGHTNING
Con el tercer disco llega la hora de la verdad para cualquier banda y los “monos árticos” pasaron el examen con nota. Lejos de apoltronarse y regodearse en el sonido de los dos primeros trabajos, la banda se marchó a grabar a EE.UU y de la mano de Josh Homme, o lo que es lo mismo, Queens of the Stone Age, dio un audaz paso adelante con “Humbug” (2009), un disco con el que ampliaban horizontes al mismo tiempo que se arriesgaban a perder a algunos viejos fans. Se trata de una obra más ruda y musculosa, también más hosca y oscura. Las letras son más crípticas y metafóricas, el tempo general se ralentiza, los ritmos son más pesados y los riffs más robustos. La alambicada “Crying lightning”, con su hercúlea línea de bajo y sus retazos de rock psicodélico, es un buen ejemplo de esto. No todo el mundo aceptó el nuevo sonido de la banda y el single, bastante menos inmediato que éxitos anteriores, no logró colarse por primera vez en el Top-10 británico. El disco, no obstante, les reportó su tercer número uno en su país.
CORNERSTONE
Un año antes del lanzamiento de “Humbug” Alex Turner se embarcó junto a su amigo Miles Kane y el productor James Ford en el proyecto paralelo The Last Shadow Puppets, que facturó un exquisito disco de pop sesentero elegantemente orquestado, “The age of understatement” (2008), muy bien recibido (otro número uno en U.K.), incluso por gente a la que no le gustaban los Arctic Monkeys. La influencia de esa experiencia se deja notar en “Cornerstone”, uno de los pocos rayos de luz que hay en el tercer disco de la banda. Ecos de Morrissey y del primer Scott Walker se dejan notar en una fantástica melodía intimista interpretada por Turner como si fuese un crooner romántico con un punto obsesivo. Con este tema, además, se abre una senda que la banda explorará con gran acierto en el futuro.
DON’T SIT DOWN ‘CAUSE I’VE MOVED YOUR CHAIR
“Suck it and see” (2011), el cuarto disco de los cuatro de Sheffield es, no voy a negarlo, mi favorito de su trayectoria. En el que mejor cristaliza todo lo aprendido por lo banda y en el que menos miedo tienen a sonar clásicos y atemporales. Si otros compañeros de generación a estas alturas ya estaban desahuciados, los Arctic Monkeys eludían cualquier síntoma de agotamiento al orientar su insolencia juvenil hacia una mayor profundidad y variedad de matices, todo ello sin perder ni la frescura ni la chispa primigenias. El trabajo volvía a contar con Ford como productor único, aunque la huella polvorienta de Homme todavía era rastreable, sobre todo en la primera mitad del disco, en temas como el intimidante “Don’t sit down ‘cause I’ve moved your chair” , elegida como desafiante primer single.
SUCK IT AND SEE
“Suck it and see” es también el disco en el que la banda parece descubrir a The Smiths, a Echo & the Bunnymen y, en definitiva, el pop británico de guitarras de los 80. Nunca habían brillado melódicamente tanto como en “Love is a laserquest”, “Piledriver waltz”, “That’s where you’re wrong” o el jubiloso y colorista tema homónimo, una gema beat que no habría desentonado en el repertorio de cualquiera de las grandes bandas de los 60. Turner se luce como letrista afilado y ocurrente en versos como “I poured my aching heart into a pop song/ I couldn’t get the hang of poetry/ That’s not a skirt, girl, that’s a sawn off shotgun/ And I can only hope you’ve got it aimed at me”.
R U MINE?
En una época en la que el formato single ha perdido casi toda la relevancia que tuvo en tiempos pretéritos reconforta encontrarse con una banda que aún se preocupa por tratar de revalorizar esa fórmula dando salida al material que no tuvo cabida en los álbumes. A lo largo de su carrera los Monkeys han lanzado EPs, singles con caras B inéditas que se han convertido en favoritas de los fans (“Evil Twin”, del single “Suck it and see”, llegó a tener su propio video y es interpretada habitualmente en los conciertos) e incluso alguna cara A no incluida en ningún LP como “Leave before the lights come on”. “R U Mine?”, publicada en 2012, formaba parte de esta última categoría, aunque ahora sabemos que estará en el inminente “AM”. El tema recuperaba el músculo rockero de “Humbug” amarrándose a un inspirado riff de guitarra de sabor setentero y a los dinámicos falsetes de Helders.
DO I WANNA KNOW
A la espera de “AM”, el quinto trabajo en estudio de Arctic Monkeys que se publica en septiembre, el flamante single “Do I wanna know” arroja algunas pistas de por dónde pueden ir los tiros en esta ocasión. Como ya insinuaba el anterior “R U Mine?”, se apunta hacia una recuperación del sonido pedregoso de “Humbug”, aunque las labores de producción vuelven a recaer sobre el fiel James Ford. “Do I wanna know”, que ha sido número 11 en las listas británicas –su mejor puesto desde “Fluorescent adolescent”-, posee una cadencia lenta y sinuosa, una atmósfera de blues ligeramente amenazante, un riff tan sencillo como efectivo y un estribillo adictivo que deja con ganas de más, razón por la que probablemente la estén utilizando para abrir los conciertos. Un número prometedor, aunque confiamos en que, como siempre sucede con los Arctic Monkeys, el todo supere a la suma de las partes.
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Gran recorrido, Jorge, por la carrera de una de las grandes bandas del momento. Cierto es que, como me pasa con cualquier ‘hype’ de estos, tardé lo suyo en darles la oportunidad a Arctic Monkeys, pero ahora valoro una trayectoria modélica, en la que, ¡albricias!, la música y solo la música es la protagonista. Y coincido contigo, ‘Suck it and See’ es mi álbum favorito de ellos.
A mí lo que me llama la atención de AM es la naturalidad con la que han ido evolucionando en su sonido con el paso de los discos, sin perder (creo yo) tantos fans cómo cupiera pensar de cualquier otra banda. Buen post.
Creo que es la banda con más talento, por encima de gente en la actualidad de Muse o Coldplay. Menciono estos porque se dice que son las bandas más grandes, y creo que están lejos de lo que consiguieron en anteriores álbums. A la altura quizá de Arcade Fire, si bien me quedo más con los monos.
Junto con Wilco son mis favoritos. Los he visto dos veces y en Noviembre los veré una tercera. Han evolucionado muchísimo y han sabido adaptarse a las edades, más que a los tiempos. Alex Turner es de los mejores letristas hoy en día.
Muy correcto el análisis pero yo hubiera apuntado algo del trabajo de Alex Turner en solitario en la BSO de Submarine. Tremendo disco, mucho más melódico donde destacan, sobre todo, las letras.
http://planetamancha.blogspot.com.es/2013/06/do-i-wanna-know.html
MI disco favorito es el cuarto tambien aun que el primero es muy beno tambien. Estoy deseando que salga el quinto de una vez porque la verdad pinta muy muy bien con «Do I wann know», «R U Mine» y «Mad sounds». Nunca los he visto en directo pero en noviembre no me los pierdo!