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The Doors: el blues de la hija M’Gill

14/09/2017

The Doors están unánimemente considerados como uno de los grupos más importantes de la historia del rock, si bien en ocasiones la extraordinaria e inigualable personalidad de Jim Morrison ha llegado a eclipsar los valores estrictamente musicales de la banda. Intentando obviar esta arrolladora e icónica presencia, en nuestro primer artículo dedicado a este legendario grupo vamos a intentar centrarnos casi únicamente en su música, focalizando en el disco «Morrison Hotel» y concretando la visión más aun en el tema que cerraba aquel álbum, «Maggie M’Gill». Para tal tarea tenemos el lujo de contar con Carlos H. Vázquez, reconocido periodista musical que ya ha dejado sus letras en publicaciones como Esquire, Popular 1, Forbes, Efeeme o el programa «Hoy por hoy» de la Cadena Ser, y de su vasto conocimiento de la historia musical y su sobresaliente pluma nos valemos para sumergirnos en los sonidos más blues de, señores y señoras, The Doors.

 

Al volante: CARLOS H. VÁZQUEZ

Romperse por las costuras cuando la pena aprieta y el blues descose los hilos. Expresar cantando que algo se ha enquistado y que la manera de hacerlo salir es así, con música y una letra que cuente la causa de la pena mayor. El blues, el flamenco, el rock, el pop… Canciones que tienen tanto drama como «La piedad» de Miguel Ángel.

Cuando The Doors entraron a grabar «Morrison Hotel» (Elektra, 1970), el que iba a ser su quinto trabajo de estudio (el penúltimo con Jim Morrison), no estaba claro qué era lo que tenían entre manos. «The soft parade» (Elektra, 1969) había dejado seco al grupo y los últimos años de la década de los sesenta no estaban -históricamente hablando- como para desperdiciarlos: la Guerra de Vietnam, el asesinato de Martin Luther King, la llegada del Apollo 11 a la Luna… Un flujo de hechos históricos que saturaron seseras y le dieron la vuelta a más de una persona, sobre todo en Estados Unidos.

Volver a la carretera y buscar las raíces de lo que te defiende contra el mundo. ¿Cuántas veces ha estado el planeta tan jodido? El blues, como el martinete flamenco, viene del canto provocado por la esclavitud; unos recogían algodón y otros trabajaban el yunque en la fragua. Es casi lo mismo. De hecho, hubo pulmones que estuvieron pagando las hipotecas de mil vidas acostumbradas al dolor, a la pérdida, al sufrimiento, a la muerte, al demonio, a las mujeres (u hombres), al dinero, la noche… “Creo que en este país seguimos volviendo al blues y al country porque son nuestras dos formas musicales indígenas. ¿Sabes lo que podría pasar? Que las grandes mentes musicales del pasado que se han vuelto clásicas podrían entrar en terrenos populares”, explicaba en 1969 para Rolling Stone Jim Morrison quien, por entonces, encarando el final de su carrera musical, quería ser más bluesman que poeta: «Morrison Hotel» y «L.A. Woman». No hay que olvidar que sin Morrison como vocalista los tres componentes que quedaban de The Doors (Robbie Krieger, Ray Manzarek y John Densmore) publicaron «Other voices» (Elektra, 1971) y «Full circle» (Elektra, 1972).

«Morrison Hotel» abría con «Roadhouse blues» y cerraba con «Maggie M’Gill» -también de la misma familia debido a que ambas se grabaron muy seguidas- y en ambos casos, mandaba “la negritud” de la música y los tres acordes. De hecho, en los créditos de «Roadhouse blues» y «Maggie M’Gill» aparece el nombre de Lonnie Mack, el músico de sesión con el que contaron The Doors para las sesiones del disco y gira posterior.

Dentro del tema, cabría preguntarse quién es Maggie M’Gill y por qué es la protagonista. Partiendo de que es blues donde respira la canción, la historia de Maggie iba a ser dramática. De hecho, Maggie M’Gill es la hija abandonada de un padre alcohólico.

Miss Maggie M’Gill, she lived on a hill
Her daddy got drunk and left her no will
So she went down, down to Tangie Town
People down there really like to get it on

Y según prosigue la canción, Maggie, para sentirse mejor, va a comprarse unos zapatos y baja a Tangie Town:

Now if you’re sad and you’re feeling blue
Go out and buy a brand new pair of shoes
And you go down, down to Tangie Town
‘Cause people down there really like to get it on
Get it on

Tangie Town es, en realidad, una ciudad del vicio a la que acude la malograda protagonista. Pero por otro lado, el Tangie es para los escoceses un espíritu marino que aterroriza a los viajeros y secuestra a las mujeres jóvenes. Si se tiene en cuenta que Jim Morrison desciende de irlandeses y que el apellido M’Gill es de origen gaélico, las piezas del puzzle encajarían.

En la segunda parte de la canción, después de la frase “illegitimate son of a rock and roll star”, Morrison dice: “Mom met dad in the back of a rock and roll car”. Es posible que se esté refiriendo a Maggie M’Gill y al resultado de un polvo en el asiento trasero de un coche. Sin embargo, la voz de Jim tomaba el protagonismo después: “I’m an old blues man and I think that you understand. I’ve been singing the blues ever since the world began” («Soy un viejo hombre de blues y creo que lo entiendes. He estado cantando blues desde que el empezó el mundo»).

En el momento que se grabó el tema, Jim Morrison tuvo tres pleitos en los que se reclamaba su paternidad (causas que quedaron pendientes después de su muerte, en 1971). Una de las demandas argumentaba que Cliff Morrison, nacido de la unión de Jim y Lorraine Widen (ambos se conocieron en 1968), era hijo de Jim Morrison. Incluso Cliff, años más tarde, montó un grupo llamado The Lizard Sun Band (colaboró con él Waylon Krieger, hijo del guitarrista de The Doors), pero sin mucha fortuna.

Muy pocos creyeron la versión de Cliff, algo que terminó de asentarse cuando éste y su madre se sometieron a una prueba de ADN sin resultados. Cliff Morrison dijo que los médicos no encontraron suficiente material genético como para hacer la prueba, pero otra versión cuenta que madre e hijo prefirieron no hacerla. ¿Es Cliff Morrison un oportunista o de verdad es hijo de Jim Morrison? De ser así, sería esta la respuesta: La realidad es lo más extremo. “Inyéctate un poco de realidad en el torrente sanguíneo y se crearán un montón de bestias”, contaba Jim Morrison en la revista Circus en octubre de 1970.

Well, I’m an old blues man and I think that you understand
I’ve been singing the blues ever since the world began

«Morrison Hotel» fueron los Doors del blues previo a «L.A. Woman»: crudo, rasposo, barbudo y fondón (Andrés Calamaro diría “sexy y barrigón”). Sin contar el primer álbum del grupo, la época que vino después de «The soft parade» es para mucha gente la mejor de The Doors en cuanto a sonido y leyenda; primero, por el cambio en las canciones (adiós a los metales de «Tell all the people» o «Touch me») y segundo, porque Morrison, cerca de los 27 años de edad, ya era un icono tan endiosado por los fans como detenido por la policía. La historia y la prematura -según se mire- muerte de Jim Morrison avivaron el mito para los restos. ¿Hasta qué punto Jim Morrison era Jim Morrison en las canciones? El entorno y las circunstancias hicieron de Jimbo un observador, pero, no obstante, acabaron convirtiéndole en un ídolo.

Maggie, Maggie, Maggie M’Gill
Roll on, roll on, Maggie M’Gill

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