In the arms of HBO (que se reivindica después de los dragones)
Después de muchos años siendo el estandarte de eso llamado televisión de calidad, algunos pronosticaron el ocaso de HBO en un momento en el que la otrora incuestionable «Juego de Tronos» dejara de liderar el catálogo de esta plataforma. El momento llegó, los dragones dejaron de sobrevolar en nuestros televisores (su cuestionable última temporada ya la comentamos aquí, por lo que evitamos entrar de nuevo en la telaraña de opiniones enfrentadas), y lo que nos hemos encontrado es a una HBO en plena forma. En este momento no es un único título el que sostiene la llama encendida, no ha sido necesario encontrar a un sustituto para ser bandera de su oferta, después de comprobar que «Westworld», con todas sus virtudes, iba a estar lejos de conseguir los réditos de la ya legendaria «Games of Thrones», pero a cambio nos hemos visto sorprendidos por un buen puñado de nuevas series alucinantes y de otras tantas con alguna temporada a sus espaldas en todavía buena forma (tampoco siempre) que han logrado mantener a HBO en lo más alto de las plataformas de streaming.
Así, aprovechando una de esas benditas ofertas de dos meses gratis perpetradas ver si uno pica el anzuelo, la recién finalizada época estival sirvió al arriba firmante para zambullirse en las bondades de HBO, apostando por dejar a un lado títulos incuestionables pero también inabarcarbles en ese periodo de tiempo («The Wire», «Los Soprano»…) para echar un vistazo a los más recientes éxitos de la plataforma. La iniciativa no pudo ser más satisfactoria, saltando de joyita en joyita y encontrando en cualquiera de ellas el valor suficiente para mirar desde una atalaya al más pintón éxito de la competencia. Siendo incapaz de decantarme por una de ellas (para ser sinceros, tampoco se me fue la vida en el intento), he optado por esparcir, casi a vuela pluma, unas leves impresiones de unos títulos que han hecho de este verano un disfrute frente a la pantalla.
Years and years
Una de las series del año, y con todo merecimiento, va a ser «Years and years», un título que fantasea (y aterroriza) con un futuro cercano en el que todos los males que azotan a la sociedad actual se han multiplicado y los que parecen asomarse ya se han instaurado. Atizando a los populismos, a las (racistas) políticas migratorias, a las grandes comporaciones, a los bancos, al desmedido uso de las nuevas tecnologías y a nosotros mismos, «Years and years» viene a ser una suerte de cruce entre «Black Mirror» y «This is us», reflejando los acontecimientos que vive una familia inglesa que si bien sufre unas peripecias no muy identificables con la vida de una familia de a pie, todo lo que le rodea es de una cercanía que da miedo, precisamente porque ese escenario podría estar lejano pero sabemos que no, que esa distopía ya no es tal y que en cierto modo ya ha llegado.
Euphoria
Posiblemente la gran sensación del verano en las plataformas de streaming una vez pasado rápidamente el ‘efecto Strangers things’ fue «Euphoria». La historia de unos jóvenes envueltos en sexo, drogas y juergas de instituto parecía a priori una apuesta más cercana al livianismo de Netflix que a la hondura de HBO. Estábamos equivocados todos los que pensábamos así. La mal-tratada Generación Z tiene ya su espejo en una serie de una calidad visual al alcance de muy pocos títulos. Pero además, el libreto no se limita a reflejar unos comportamientos escandalosos sino que se adentra en ellos para conocer su germen. Así, pocas veces vamos a volver a ver en pantalla tanta debilidad y frustración en unos personajes que tratados de otro modo hubieran resultado poco menos que banales.
The handsmaid’s tale (El cuento de la criada)
Ojo que no todo van a ser alabanzas sin peros. Después de la espeluznante y sobresaliente primera temporada de «The handmaid’s tale» (reseñada aquí), algunos sufrimos una pequeña decepción con su segunda tanda, viendo temerosos ciertas repeticiones y giros en espiral. Los temores se confirmaron en la tercera, en la que seguían existiendo pasajes emocionantes y momentos sobrecogedores, pero donde esa reiteración de ideas y acontecimientos se volvió ya algo molesta. Incluso la siempre excepcional interpretación de Elizabeth Moss ha llegado a alcanzar a veces tics cercanos a la caricatura de sí misma. Un final algo más acertado que el de la segunda temporada no elude sin embargo el hecho de que estemos aún casi como al principio, con muchas cosas contadas ya demasiadas veces, proporcionando algo de pereza el pensar en una cuarta entrega.
Big Little Lies
Otro título que había recibido un incostestable recibimiento en su primera temporada fue «Big little lies», temporada que en su día recomendamos en estas líneas. Con un final cerrado, su continuación se antojaba precisamente un antojo, pero al menos a mí me volvió a resultar muy estimulante. Con el añadido de la siempre pluscuamperfecta Meryl Streep a un elenco ya sobresaliente, el regreso a Monterrey a las vidas de esas mujeres, algo despreciables casi todas y casi siempre, desde un primer momento me dejó enganchado al sofá, sabiendo que todo lo fundamental había sido ya contado, pero queriendo saber más y más de esta fauna tan alejada de nuestra realidad cotidiana.
State of the Union
A todos los títulos por ahora nombrados acudí con suficientes referencias para saber más o menos a lo que me acercaba. Todo lo contrario me sucedió con «State of the Union», una delicia de comedia que ha supuesto mi gran revelación del año. El experimento en cuestión se compone de 10 píldoras de 10 minutos, 10 conversaciones entre una pareja al borde de la separación que, justo antes de acudir a su cita semanal a una terapia de pareja como último clavo al que agarrarse para salvar su relación, despliegan un arsenal de ironía, humor punzante y, también, realidad dolorosa e identificable. Con el gran Stephen Frears a la dirección y escrita por nada más y nada menos que Nick Hornby, todo el peso recae en la pareja formada por Rosamund Pike y Chris O’Dowd, una encantadora dupla que uno no se cansa de disfrutar en sus continuas réplicas y re-réplicas, sintiendo un importante vacío cuando llega el final y debes despedirte de ellos, de sus problemas, de sus discusiones y también del amor del uno por el otro.
Killing Eve
La segunda temporada de «Killing Eve» suponía regresar a una de las sorpresas del pasado año con la ya demasiadas veces repetida sensación de «¿para qué?». Aquella maravillosa primera temporada (a la que dedicamos este post) resultó un soplo de aire fresco, una propuesta divertida y sorprendente, que poco tenía que ganar con una continuación. Y más o menos así ha sido. La serie sigue siendo básicamente la misma, sus cualidades siguen en buena medida presentes, pero ya no es lo mismo, no hacía falta. La trama es decididamente menos interesante y la relación entre las dos protagonistas, sobre la que se asentaba el éxito de la serie, no ha aportado demasiado y no ha mejorado nada de lo anterior. Sin ser un descalabro, esta segunda temporada ha sido decididamente innecesaria.
Chernobyl
Sin duda alguna, si ha habido una serie que ha recogido el testigo de «Juego de Tronos» (o de los primeros «Juego de Tronos») en cuanto a unánime recibimiento por parte de crítica y público esa ha sido «Chernobyl». Vaya por delante que la tan cacareada anécdota de que esta serie ha sido la que mejor puntuación ha logrado en IMDb en toda la historia es algo decididamente desproporcionado, pero sí que se trata de un título sin fisuras, rocoso e impecable. Pocas o ninguna pega se puede encontrar a una tanda de episodios que hurga en la herida para dejar al descubierto los tejemanejes de un sistema político sin vergüenza que dejó a todo un pueblo sin esperanza. Unas interpretaciones sobresalientes, una dirección firme y un guion preciso, unido a una historia espeluznante, han dado como resultado un cocktail que han hecho de esta apuesta un merecidísimo y rotundo éxito.
Es posible que en los últimos años Netflix le haya robado la tostada a HBO y se haya hecho con un nicho de mercado bastante mayor. Es también posible que Netflix sea la plataforma más molona y cool. Pero no nos engañemos, en cuanto a calidad sigue reinando HBO. Quizás en los últimos años había perdido cierto ‘punch’, posiblemente por estar demasiado afanada en encontrar una sustituta a la altura de la repercusión de «Juego de Tronos», y también es cierto que a la plataforma de la N de vez en cuando llegan enormes títulos («Mindhunter», por ejemplo, «The haunting of hill house» el año pasado o los «Black Mirror» antes de su netflixización), pero en general sus grandes éxitos se deben a propuestas que alcazan fácilmente el 7, pero que no pasan de ahí. Y ahí es precisamente donde HBO se mueve con solvencia, en el notable alto y el sobresaliente. Reconozcámoslo, muchos accedemos con más facilidad a Netflix porque «compartido entre cuatro no es casi dinero», o a Movistar por «las contraseñas de mis padres» o incluso a Prime Video por «los gastos de envío de Amazon». Pero… amigos, para HBO no hacen falta excusas, incluso sin dragones.
Muy buena crítica a la que yo añadiría SUCCESSION. Están emitiendo ya su segunda temporada y es lo mejor de HBO ahora mismo.
Totalmente de acuerdo con el post. HBO está por encima de cualquier plataforma en cuanto a series se refiere. Siempre lo estuvo, y aunque tuvo un pequeño momento de crisis, de nuevo ofrece un catálogo sobresaliente en el que únicamente chirría a día de hoy la serie de Hulu/HBO “The handmaid’s tale” cuya tercera temporada ha sido todo un despropósito, un bucle sinsentido y un alargar de mala manera una historia que debería hacer acabado en su primera temporada.