Nuestras 25 películas de la década
El cine se muere, nos dicen. Ya no se hacen películas como las de antes. Todo son remakes, secuelas, reboots y sagas. Los 90 sí que fueron buenos. El mejor cine de nuestro tiempo hay que buscarlo en la televisión… Todas estas sentencias recurrentes en los últimos años pueden tener su parte de razón (alguna incluso se puede haber escrito en el Cadillac), pero no es menos cierto que, entre un montón ingente de basura, aún sigue habiendo gran cine ahí fuera, estrenándose y proyectándose en las salas, más allá de la comodidad de nuestro sofá y la suscripción a Netflix o HBO. A veces es solo cuestión de buscarlo. Quizás también hemos cambiado nosotros, nuestras circunstancias, nuestra cultura de ocio, más que el propio cine, porque lo cierto es que a la hora de recapitular nos siguen saliendo las cuentas. Con 2019 termina, al menos nominalmente, la década de los 10s del siglo XXI, esa en la que el cine ha sufrido más que nunca la competencia de otras opciones de entretenimiento, y sin embargo nos faltan manos para contar las películas que nos han impresionado, conmovido, conmocionado, emocionado o trastornado durante los últimos diez años. En El Cadillac Negro, ya lo sabéis, somos muy amigos de la listas, y también lo seguimos siendo del cine, por lo que no podíamos dejar pasar la ocasión de hacer recuento de nuestras películas favoritas del periodo comprendido entre 2010 y 2019.
Lo hemos dejado en 25 títulos. Menos habría sido improcedente, dada la cantidad de tiempo abarcado. Y, lógicamente, podríamos haberla hecho más larga, pero a nosotros siempre nos ha gustado acotar y ajustarnos a cifras manejables. También nos hemos impuesto algunas reglas. La más evidente, que solo hubiera en el listado final una película por director, saga, factoría (Marvel, Pixar, etc)… No ha sido una norma apoyada por unanimidad en el seno de nuestra familia, pero decidimos que era la mejor forma de evitar excesivas repeticiones de autores, dar más cabida a voces distintas y lograr una representación más diversa. Pero no ha sido fácil. Y cuando decimos que no ha sido fácil queremos decir que nos hemos tirado los trastos a la cabeza virtualmente para confeccionar el ranking. Decididamente el proceso ha sido un dolor. Nos hemos visto obligados a dejar fuera muchísimos títulos que nos apasionan, a unos o a otros, o a todos los redactores… Aunque al final nos ha quedado una lista de la que nos sentimos orgullosos, con la que podéis estar de acuerdo o no (y, como siempre, sois libres de contárnoslo en los comentarios), pero que representa lo mejor posible los gustos de los conductores de este blog. Somos conscientes de que se podría hacer otra lista con otros 25 títulos de esta década que no están aquí y sería igualmente maravillosa, pero ya no sería la del Cadillac. Sin más preámbulos, os dejamos con nuestras películas favoritas de los 10s.
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25. VERÓNICA (Paco Plaza, 2017), por Irene B. Trenas
La niña de Paco Plaza llegó hace dos años para colarse en esa catarata de agua dulce en la que ha llegado a convertirse el género de terror en esta década. Una década en la que directores y directoras tratan de reinventarlo de la mejor manera y la crítica parece dejar a un lado los prejuicios para abrazar la idea de que el miedo no es una emoción menor. «Verónica», protagonizada por una Sandra Escacena en estado de gracia, llegó a la gran pantalla con la intención de hablar de demonios y pisos habitados por fuerzas malignas, pero no dejó atrás sus coqueteos con el cine social componiendo un contexto mucho más real y palpable a lo que estamos acostumbrados. Una cinta llena de amor por los 90 que sabe a barrio, huele a homenajes y suena a Héroes del Silencio. A veces los espíritus no mueven pesadas cortinas de terciopelo rojo, sino vasos de Duralex. Más sobre «Verónica» aquí.
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24. ANTES DEL ANOCHECER (Richard Linklater, 2013), por Sergio Almendros
Richard Linklater es un enamorado del tiempo, como ha demostrado en los dos megaproyectos a los que ha dedicado buena parte de su carrera y que le han llevado a ser uno de los directores más interesantes del panorama cinematográfico mundial. Además del sobresaliente experimento de «Boyhood», su gran ensayo sobre el paso del tiempo se cerró en 2013 con «Antes del anochecer», el perfecto cierre a una trilogía que nos fue regalando cada nueve años delicias de emocionante cine. En esta ocasión, nada cambia pero nada es igual. Largos planos fijos, infinitas conversaciones, el amor y, ahora, el desamor presente en cada mirada, sentimientos a flor de piel y un poder de empatizar y adentrarse en el corazón del espectador como pocas veces se ha logrado desde la gran pantalla. Ya no estamos ante una pareja de jóvenes, ni siquiera ante la recién estrenada madurez de la que hacían alarde en la segunda entrega, ahora los inolvidables personajes de Ethan Hawke y Julie Delpy han rebasado el ecuador de sus vidas, y ya nada es igual, pero todo sigue siendo delicioso. Aquí encontraréis nuestra crítica completa sobre «Antes del anochecer».
23. SING STREET (John Carney, 2016), por Rodrigo Martín
Si hubiéramos hecho una lista con nuestras pelis favoritas de la década anterior (o si algún día nos decidiéramos a hacerla), estoy absolutamente convencido de que aparecería, y en puestos muy destacados, «Once» (2007), del irlandés John Carney. Una de esas cintas tan encantadoras y mágicas que uno siente inmediatamente como irrepetibles. Irrepetibles si no fuera porque, en este caso, tras la estimable «Begin Again» (2013) Carney nos regaló «Sing Street» y volvimos a sentir ese encanto y esa magia brotar de nuevo. Con una ambientación, un enfoque y unas intenciones muy distintas a las de «Once», el espíritu se mantenía en cambio gracias a la música y a esas canciones (las originales, de nuevo, maravillosas) que volvían a vertebrar la historia, sirviendo aquí además como ingrediente fundamental en el coming-of-age experimentado por su(s) protagonista(s). Luminosa e inocente, a ratos, dramática e incisiva, en no pocas ocasiones, uno no puede dejar de sentir amor por unos personajes con los que, de muy buena gana, se quedaría a vivir para siempre. Nuestra crítica de «Sing Street» aquí.
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22. LA HABITACIÓN (Lenny Abrahamson, 2015), por Sergio Almendros
«La habitación» fue una de las grandes sorpresas de 2016, una cinta pequeña en apariencia pero inmensa en su fondo. La historia de una madre secuestrada entre las cuatro paredes de una habitación que ve cómo en ese infernal espacio debe criar a su hijo resulta conmovedora en las manos de un inspiradísimo Lenny Abrahamson. La primera hora de «La habitación» pueden estar sin rubor entre los mejores minutos del cine reciente, toda una demostración de cómo las grandes ideas y el buen hacer pueden hacer olvidar cualquier limitación formal. Es cierto que cuando la película sale de esas cuatro paredes pasa de ser algo maravillosamente conmovedor a un buen melodrama, sin llegar a caer pero sin poder mantener el asombroso nivel. Y casi sobre todo destaca una espectacular interpretación de Brie Larson, bien merecedora del Óscar a la mejor actriz, y una no menos sobresaliente actuación del pequeño Jacob Tremblay. Más sobre «La habitación» aquí.
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21. MANCHESTER FRENTE AL MAR (Kenneth Lonergan, 2016), por Alberto Loriente
«Manchester frente al mar» tenía todas las posibilidades, dado su argumento, de ser un dramón insoportable: un tío que aún no ha podido salir del abismo en el que entró tras sufrir una brutal tragedia se tiene que hacer cargo de su sobrino, que ha sufrido la reciente muerte de su padre en un desgraciado accidente. Sin embargo, el prodigioso guión y la magistral dirección llevados a cabo por Kenneth Lonergan acabaron por fructificar en un drama sensible, sutil y profundamente humano en el que la emoción va ‘in crescendo’ hasta llegar al nudo en la garganta, con la inestimable ayuda de un reparto en estado de gracia (magistrales Casey Affleck, Lucas Hedges y Michelle Williams). Una joya a contracorriente. También podéis leer aquí nuestra crítica.
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20. A GHOST STORY (David Lowery, 2017), por José Manuel Loscertales
A años luz de ser la película de terror que su título nos podría sugerir, «A Ghost Story» es un viaje emocional por nuestro existencialismo, que se inicia en las antípodas del mismo: la muerte. David Lowery juega con los más básicos estereotipos del más allá para ofrecernos quizás el título menos convencional de nuestra lista. Haciendo uso del formato diapositiva y sin apenas diálogos o música, el film nos ofrece una mirada triste, minimalista y bella a partes iguales del doloroso duelo de una viuda (Rooney Mara); manteniendo la suficiente distancia con ella para que el espectador experimente la misma impotencia que invade al (siempre presente) difunto (Casey Affleck). Así, seremos testigos de cómo la vida sigue cuando ya no formamos parte de ella y cómo nuestra ausencia acaba siendo superada por nuestros seres queridos. Siendo entonces cuando nuestro viaje al más allá tomará una deriva más abstracta con la que lidiar temas tan complejos como el sentido de la vida… y de la muerte. Podéis leer nuestra crítica completa de «A Ghost Story» aquí.
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19. MUSTANG (Deniz Gamze Ergüven, 2015), por Irene B. Trenas
«Mustang» es una producción franco-turca-alemana dirigida por la joven turca Deniz Gamze Ergüven como ópera prima. Una historia de cultura y religiones como elemento opresor y una muestra de la misoginia reinante que se sigue cobrando vidas en todo el mundo. Cinco huérfanas de entre doce y dieciséis años criadas por su abuela bajo un manto asfixiante que las prepara para su único cometido en el mundo: ser esposas. Se convierte así cualquier acto natural y propio de la niñez y la adolescencia en rebelión y deshonra. Los juegos, el enamorarse, el deporte, las canciones. Es un retrato social de vestidos «color mierda» que, casi sin quererlo, nos evoca a relatos como «Las Vírgenes Suicidas» o a los horrores de «Miss Violence», un retrato, sin embargo, pleno de belleza, sencillez e incluso ingenuidad con un discurso increiblemente necesario. Y todo cambió en un parpadeo. Por eso un día nos dejamos embriagar con la historia de Lale, Nur, Selma, Sonay y Ece. Más sobre «Mustang» aquí.
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18. SHAME (Steve McQueen, 2011), por Jorge Luis García
La tan competente como quizás un tanto obvia “12 años de esclavitud” ganó el Oscar a la mejor película de 2013, pero hasta el momento la obra magna de Steve McQueen sigue siendo “Shame”, un poderoso ejercicio de cine incómodo, desasosegante y envolvente. El cineasta partía de la insana adicción al sexo de su protagonista para realizar una devastadora radiografía del clima de insatisfacción vital que se ha instalado en la urbe contemporánea, alimentado de estímulos fugaces y aislamiento emocional. Y pocas cintas habremos visto durante estos diez años dirigidas con semejante atención al detalle, a la composición del plano para transmitir una sensación o una idea que perturbe o emocione, y desde luego, pocas performances tan a tumba abierta, tan en carne viva, como la de un Michael Fassbender gigantesco, siempre dispuesto a jugársela cuando trabaja para McQueen. El contraplano se lo ofrecía una doliente Carey Mulligan, sensacional desde el rol de secundaria y memorable en su plano sostenido cantando una fúnebre “New York, New York”. Lo que escribimos en su día sobre “Shame”, aquí.
17. PRISIONEROS (Denis Villeneuve, 2013), por José Manuel Loscertales
El éxito de crítica de «Incendies» dos años atrás fue la perfecta carta de presentación del canadiense Denis Villeneuve para comenzar a dirigir en inglés y lograr con «Prisioneros» el mejor aterrizaje imaginable en tierras americanas. Con la colaboración de un reparto rebosante de talento (Hugh Jackman, Jake Gyllenhal, Maria Bello, Viola Davis, Terrence Howard y Paul Dano), un brillante guión original de Aaron Guzikowski y la fotografía del maestro Roger Deakins (trabajo premiado con un Óscar); Villeneuve nos ofrece una película que noquea constantemente al espectador desde múltiples ángulos: la tortura, la obsesión, el crimen, la moralidad, la rabia, la culpa, la redención, la ansiedad y la violencia de una sociedad desquiciada y agónica. Temas todos ellos tratados con una crudeza que no veíamos desde «El silencio de los corderos» y, al mismo tiempo, con la suficiente ambigüedad para dejar al espectador con un puzzle inacabado, al que tendremos que colocar nosotros sus últimas piezas. Nuestras impresiones iniciales sobre «Prisioneros» aquí.
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16. PERSONAL SHOPPER (Olivier Assayas, 2016), por Irene B. Trenas
«Personal Shopper» ha pasado más de puntillas de lo que merece por los suelos del gran público desde su estreno en 2016 (2017 en España). La cinta de Olivier Assayas es uno de los thrillers más sugerentes, brillantes y con más capas de lectura de la década que sí logró encandilar a ciertos sectores de la crítica. Es una historia de fantasmas internos y no sabemos si externos, pero nos es completamente indiferente el hecho de saberlo. Un juego psicológico y voyeurista que bebe del terror gótico y se baña en las dramáticas aguas del anhelo y la identidad con una Kristen Stewart como protagonista a la que no se adora lo suficiente aún, pero que a todas luces está fantástica. En «Personal Shopper» nadamos entre la metáfora y la literalidad. La mujer que espera comunicarse con su hermano muerto y la mujer que se comunica con un desconocido mediante algo tan banal como un teléfono móvil. Assayas juega con los conceptos identitarios de Rimbaud, ilustra con el arte de Hilma af Klint y viaja a las sesiones espiritistas de Victor Hugo. Entre el espectro y la obsesión. Podéis leer más sobre «Personal Shopper» aquí.
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15. LAURENCE ANYWAYS (Xavier Dolan, 2012), por Irene B. Trenas
El joven Xavier Dolan ya cuenta con al menos dos obras maestras entre su legado y «Laurence Anyways» se gana al espectador desde su primer visionado por su absoluta belleza. Una belleza que se esconde en todas sus grietas. Laurence es un profesor de literatura con una vida estable, ese tipo de vida que se espera de la gente adulta, hasta que un día confiesa a su pareja que es transgénero. El director pone el foco de la historia, más que en la propia identidad y transición de la protagonista, en los avatares, idas y venidas que se suceden en su vida en pareja. Un relato conmovedor entre lo bohemio y lo kitsch principalmente ambientado en la década de los 80 tan extravagante como delicado, maravillosamente colorista, casi de videoclip, como un drama a cámara lenta. Y no menos importantes son sus encuadres, su banda sonora y la actuación de dos intérpretes que casi llega a doler. Son los 80 y el cielo es el límite, decían.
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14. ROMA (Alfonso Cuarón, 2018), por Alberto Loriente
Tras llevarnos en sus anteriores cintas a destinos tan lejanos como Hogwarts, un sucio futuro distópico y el espacio exterior, Alfonso Cuarón quedó definitivamente encumbrado cuando viajó a sus propios recuerdos de los años 70 en Ciudad de México, los plasmó en un bellísimo blanco y negro y proporcionó a Netflix la mejor película de producción propia de todo su catálogo. El tono es intimista y pausado, muy deudor del mejor Neorrealismo, pero no por ello Cuarón deja de subyugar con algunas de las secuencias más virtuosas vistas en lo que llevamos de siglo, ademas de retratar con tanta sutileza como fuerza el eterno sojuzgamiento de las clases bajas por las altas. Tan eterno como esta mágica película.
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13. MADRE! (Darren Aronofsky, 2017), por Sergio Almendros
Si hay una película que en los últimos años consiguió volarnos la cabeza, descolocarnos, hacernos retorcer en la butaca, esa sin duda fue «Madre!», del siempre inquietante y polémico Darren Aronofsky. Y es que cuando una cinta consigue espantar a la vez que epatar, enamorar casi a la vez que odiar, algo ya está haciendo bien. En un momento de correcciones políticas al extremo, de proyectos engendrados calculadamente para contener las justas dosis de los ingredientes llamados a triunfar, poder disfrutar, o sufrir, de esta experiencia es algo de aplaudir. Porque «Madre!» es sobre todo una experiencia, una forma de vivir el cine que te agita, te remueve, te atiza y te deja exhausto. Con unos inmensos Jennifer Lawrence y Javier Bardem como maestros de ceremonias, la cinta recreaba a su estilo la génesis bíblica, pero también la lucha de un creador con/contra sus musas, el sufrimiento del planeta y el feminismo más empoderado. Pero sobre todo, además de todas estas pretenciosas ideas, «Madre!» suponía un ‘in crescendo’ formal que te llevaba ya ojiplático a un catárquico, anárquico y surrealista final en el que ya todas las reglas habían saltado por los aires. Lo que escribimos en su día sobre «Madre!» aquí.
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12. HOLY MOTORS (Leos Carax, 2012), por Irene B. Trenas
A Leos Carax le debemos una de las cintas más bellas, arriesgadas, originales y extrañamente conmovedoras de toda la década. Un día en la vida de un hombre que desempeña diferentes roles, interpreta infinitos papeles, vive multitud de vidas. Un día en la vida de un hombre, un actor, siendo todo el mundo. De padre a músico callejero, de músico callejero a mendigo, de mendigo a asesino, de asesino a moribundo. Un ejercicio de metacine donde el espectador se siente un voyeur, con una sensación de apertura y hermetismo al mismo tiempo. Hay algo en «Holy Motors» que la hace salvaje, que la hace libre, que la hace animal, que invita a creer en el cine y sus metamorfosis y mutaciones, en sus evoluciones continuas. Hay una razón por la que esta producción francesa haya llegado a considerarse, tan sólo siete años después, un producto de culto en ciertos sectores. Hay algo que trasciende en ese universo tan propio, que incomoda y abraza, que acoge y agota, que quiere expresar todo lo expresable en esta tierra de los vivos con su exquisito surrealismo y sus violentas maneras. Más sobre «Holy Motors» aquí.
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11. DJANGO DESENCADENADO (Quentin Tarantino, 2012), por Rodrigo Martín
Cualquier película firmada por Quentino Tarantino en esta década podría haber entrado en nuestro top 25, tal es la devoción que por aquí le profesamos. Un honor que en esta ocasión quizás le podríamos haber otorgado también a Christopher Nolan o Denis Villeneuve. Pero quizás no sea casualidad que, sin hacer de menos en ningún momento a «Los odiosos ocho» ni a la más reciente «Érase una vez en… Hollywood», nos quedemos precisamente con la cinta que, de las tres, más conectaría con su cine primigenio: «Django desencadenado» es divertida, ingeniosa, trepidante y, cómo no, excesiva, con numerosos diálogos y sencuencias brillantes e implacables explosiones de hiperviolencia. Todo lo que cualquier die-hard fan podría exigirle a Tarantino, que además volvió a sacar de sus actores las mejores interpretaciones posibles, con unos estratosféricos Leonardo DiCaprio y Christoph Waltz. El alemán se llevó su segundo Óscar tras «Malditos bastardos» y Tarantino ganaría también su segunda estatuilla al guión, tras la de «Pulp Fiction». Merecidísimos ambos. Nuestra entusiasta crítica, más extensa, aquí.
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10. DRIVE (Nicolas Winding Refn, 2011), por Rodrigo Martín
En una lista tan extensa como ésta tienen cabida (y estamos muy orgullosos de ello) desde los blockbusters más mastodónticos y exitosos hasta cintas de corte independiente mucho más ‘pequeñitas’. Pero si hay un film en esta lista, y en esta década, que pueda lucir con merecimiento la vitola de ‘película de culto’, esa sería sin duda «Drive». El director danés Nicolas Winding Refn, con su irrenunciable y particularísimo estilo, encontró para su desembarco en Hollywood el vehículo perfecto en esta historia que transitaba entre los códigos del western clásico, el neo-noir y la acción ultramoderna (y ultraviolenta), en un equilibrio imposible y sin embargo fascinante. Hipnótica e incómoda, bellísima y demoledora, su estética y su inolvidable banda sonora de corte synthwave se adelantaron (¿o propiciaron?) al revival ochentero que acabaría dominando la segunda parte de esta década. Y Ryan Gosling, en un rol perfecto para sus virtudes interpretativas, nos legó uno de los personajes más molones e icónicos (palillo en la boca, guantes de cuero, esa cazadora con el escorpión) de lo que llevamos de siglo.
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9. BIRDMAN O (LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA) (Alejandro González Iñárritu, 2014), por Alberto Loriente
El director mexicano Alejandro González Iñárritu inauguró la década con «Biutiful», buena película que, sin embargo, evidenciaba que su discurso se estaba comenzando a agotar. Tardó en regresar pero lo hizo a lo grande. «Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)» seguía mostrando todas las cualidades del cineasta -su virtuosismo visual, su excelente dirección de actores, su dominio de la cámara en mano, su tono enfebrecido- pero trasladándolas a un territorio inédito: la tragicomedia, en la que funcionó de maravilla. Su arriesgada apuesta por un (simulado) único plano secuencia acertó de lleno para llevar un relato sobre un actor en plena crisis existencial (tremendo Michael Keaton) y plagado de enormes diálogos a lo más alto del cine reciente. Nuestra crítica más exhaustiva de «Birdman», aquí.
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8. HER (Spike Jonze, 2013), por Jorge Luis García
Spike Jonze nos puso el cerebro del revés con artefactos incatalogables como “Cómo ser John Malkovich” y “Adaptation (El ladrón de orquídeas)”, pero aquel director tan adorablemente marciano que marcó el cine ‘indie’ de principios del siglo XXI parecía perdido para la causa… hasta que llegó “Her”. Su único largometraje en estos diez años es también el mejor de su corta filmografía. Definitivamente ya sin el respaldo del lunático guionista Charlie Kaufman, Jonze se doctoraba como cineasta total con una maravillosa fábula romántico-futurista que, como siempre hace la buena ciencia-ficción, nos habla sobre nuestro presente. Más allá de la originalidad de la propuesta que siempre se presupone en su cine, Jonze reflexiona con lucidez sobre el lugar de la naturaleza humana y el amor en la era de Siri, Alexa y Cortana. La improbable pareja formada por un Joaquin Phoenix magistralmente sutil y contenido y una Scarlett Johansson que no necesita su cuerpo para decirlo todo alcanza altas cotas de emotividad y termina dejando más huella que un episodio de los buenos de “Black Mirror”. Más sobre “Her” aquí.
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7. VENGADORES: ENDGAME (Antyhony y Joe Russo, 2019), por José Manuel Loscertales
De todos los títulos presentes en nuestro top, el número 7 es el único estrenado durante el presente 2019. Un homenaje a los primeros diez años de Marvel Studios y un punto (y seguido) a la denominada Saga del Infinito que, lejos de ser perfecta en sus tres fases declaradas, al menos sí supo mantener siempre unos mínimos de calidad hasta llegar a «Endgame»; donde ofrecía un mayúsculo espectáculo (visual y narrativo) para los foráneos al mundo del cómic y, al mismo tiempo, saldando con los fans todas las deudas que veníamos acumulando desde «Iron Man». Los hermanos Russo demostraron tener muy claro desde hace tiempo lo que el título debía ser si realmente aspiraba a conquistar nuestros corazones marvelitas: sorprender a todos en los primeros veinte minutos, recuperar lo que perdimos el año anterior y honrar de la forma más elegante posible a todo el universo cinemático Marvel. El resultado son tres horas de sangre, sudor y lágrimas que difícilmente volverán a repetirse y la mayor recaudación de todos los tiempos. Stan Lee se sentiría orgulloso. Nuestra reciente crítica de «Vengadores: Endgame» aquí.
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6. LA RED SOCIAL (David Fincher, 2010), por José Manuel Loscertales
Premiada con tres premios Óscar repartidos entre el brillante guión de Aaron Sorkin (adaptado de la novela «The Accidental Billionaire,» de Ben Mezrich), las texturas sonoras de Atticus Ross y Trent Reznor y, por último, la excelsa labor de montaje de los prestigiosos Angus Wall y Kirk Baxter; «La red social» se convierte automáticamente en otra lección de cine en mayúsculas por parte de ese maestro de maestros llamado David Fincher. La cinta compone un claustrofóbico y oscuro reflejo de la época en la que aún estamos sumergidos, donde una idea misógina puede convertirse en el nacimiento de un imperio. Dibujando el retrato de una economía marcada por el amanecer de las startups y el liderazgo de una joven generación dispuesta a comerse el mundo y vivir entregada a un capitalismo salvaje que ansía comerte a ti a toda costa. Pues, a pesar de las apariencias, este film en el fondo no va de Facebook, ni de litigios o genios creadores; «La red social» es una lucha por el poder, una carrera a muerte hasta la cima del éxito, hacia el control absoluto de tu privacidad.
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5. ORIGEN (Christopher Nolan, 2010), por Sergio Almendros
Es posible que Christopher Nolan sea el director que mejor representa eso que podríamos llamar cine del siglo XXI. Poseedor de una capacidad visionaria como pocos, las cintas de Nolan han mezclado dimensiones superlativas de ambición con historias de palomitas, llegando a convertir en todo un acontecimiento cada nuevo proyecto. Es posible que su obra magna hasta el momento sea «Origen», si bien ya ha llegado a un punto de éxito masivo en el que reivindicar su minoritaria y menos pomposa «Memento» sea más ‘cool’. Sin entrar en comparaciones, nos centramos en «Origen» para asegurar que con esta cinta Nolan creó un inmenso tablero de juego con el que era casi imposible no quedar fascinado y rendido a sus reglas. Con un asombroso punto de partida y llevando la creación y análisis de los sueños a paisajes nunca caminados en el cine, «Origen» se construía arquitectónicamente como una inmensa maraña de intenciones que parecía que en cualquier momento iba a saltar por los aires, pero que el buen hacer del director mantenía con pulso firme, gracias también a unas grandes interpretaciones lideradas por un, de nuevo, sublime Leonardo DiCaprio.
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4. LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS (LA LA LAND) (Damien Chazelle, 2016), por Jorge Luis García
Si a comienzos del nuevo siglo Baz Luhrman le daba un radical lavado de cara a uno de los géneros más añejos y olvidados de Hollywood por la vía de la posmodernidad y el montaje espasmódico de “Moulin Rouge!”, Damien Chazelle tomaba en “La ciudad de las estrellas (La La Land)” la dirección opuesta, la del regreso a la tradición y la reivindicación del clasicismo, para revitalizar el contagioso vitalismo del musical e insertarlo plenamente en nuestro tiempo. El director de “Whiplash” celebraba en cinemascope el placer del plano secuencia más impetuoso y el virtuosismo de la puesta en escena multicolor, abrazado a la deliciosa química que surgía de unos arrolladores Emma Stone y Ryan Gosling y parapetado tras un ramillete de memorables temas originales (¿cuánto tiempo hacía que una película musical no nos traía precisamente eso, nueva música?). Sí, en el fondo era la misma historia tantas veces contada, pero servida con esa infrecuente clase de magia, encanto y melancolía que invita a soñar dejando los prejuicios a la puerta del cine. Más sobre “La La Land” aquí.
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3. MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA (George Miller, 2015), por Rodrigo Martín
La mejor peli de acción de la década la rodó un señor de 70 años y lo hizo a la vieja usanza, con más de un 80% de sus efectos especiales filmados de forma tradicional y reduciendo al mínimo el uso del CGI. Ya sólo eso, en pleno siglo XXI, tiene un mérito incalculable. Que un proyecto que a casi nadie le interesaba (¿Una nueva aventura de «Mad Max» 30 años después del fallido cierre de la trilogía original, y sin rastro de Mel Gibson?) acabara llevándose 6 Óscars, siendo la gran triunfadora numérica de esa edición, convierten la osadía de George Miller en un hito sin precedentes. No queda claro si «Fury Road» es secuela, remake o reboot, pero qué importa cuando en ella todo tiene cabida y todo funciona como un tiro. Hasta los disparates más inconcebibles (-Oye, ¿y si también metemos un guitarrista ciego sobre ruedas, que toque rodeado de una pila de amplis y escupa fuego con un lanzallamas? -¡Genial, adelante!). La hazaña definitiva fue que un tipo imbatible como Tom Hardy, el nuevo Max Rockatansky, acabara eclipsado por una Imperator Furiosa (inmensa Charlize Theron) que poco o nada tendría que envidiarles a Ellen Ripley o Sarah Connor. Podéis leer más reflexiones sobre «Mad Max: Furia en la carretera» aquí.
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2. SHUTTER ISLAND (Martin Scorsese, 2010), por Alberto Loriente
Los directores vienen y van, tienen sus épocas (más o menos largas) de esplendor… pero el único que podría estar en los ‘tops’ de cada década desde la de los 70 es Martin Scorsese. En este caso, sí que dos más dos resultó dar cuatro: el que un cineasta de tal magnitud adaptara la excelente novela de Dennis Lehane, con la ayuda de una pareja protagonista del calibre de Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo, no pudo acabar en otra cosa que en una obra maestra. Una que comienza como un clásico ‘noir’ con toques ‘pulp’ y que va mutando progresivamente -siempre con Hitchcock en el recuerdo- en un asfixiante ‘thriller’ psicológico que acaba noqueando a un maravillado espectador. Para leer nuestro ‘Top 10’ de Scorsese podéis pinchar aquí.
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1. TOY STORY 3 (Lee Unkrich, 2010), por Jorge Luis García
La extraordinaria seguidilla de obras mayores que Pixar enlazó durante la segunda mitad de la pasada década (‘Ratatuille’, “Wall-E’, ‘Up’) culminó con una obra maestra tan inapelable que ha terminado encaramándose en lo más alto de este ranking. Desde entonces, la compañía del flexo saltarín solo ha alcanzado parecidas cumbres de excelencia con “Del revés” y “Coco”, lo cual tampoco es que sea poca cosa. Porque aunque la competencia en el campo de la animación se ha recrudecido en los últimos años, nadie ha superado aún el listón más alto de Pixar, ese que apela con igual intensidad al gozo del que es y sigue siendo niño y a las lágrimas del que ya es adulto. En ese sentido ‘Toy Story 3’ sigue siendo la película de Pixar definitiva. Como puro entretenimiento es un insuperable cóctel de géneros en el que la aventura se da la mano con la comedia, ambas dejan espacio al drama e incluso se adentran puntualmente en algo parecido al terror. Pero por debajo de todo ese derroche de imaginación escapista late también un discurso sabio y bien medido sobre cuestiones tan fundamentales como la pérdida de la inocencia o la aceptación del paso del tiempo. Y todo fluye como un reloj suizo con una capacidad genuina para conmover y tocar la fibra del espectador mínimamente sensible. Que sea además la tercera parte de una película icónica que revolucionó el género no hace sino cuestionar unos cuantos tópicos sobre los males de la ‘secuelitis’ que infecta al blockbuster de nuestro tiempo. Tópicos que Pixar ha vuelto a desafiar este año con la también muy disfrutable “Toy Story 4”, aunque en el fondo todos sepamos que aquí, en la tercera, estaba el cierre perfecto a una trilogía perfecta.
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