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El cine del siglo XXI (V): «Antes del atardecer»

13/06/2012

Todas mis películas predilectas me provocan un gran abanico de reacciones: emoción, admiración, entusiasmo, identificación… Pero  hay una que me produce un sentimiento distinto: envidia. Sí, cada vez que veo la magnífica «Antes del atardecer», de Richard Linklater, creo haber sido robado, creo que el guionista se ha metido en mi cerebro y me ha ido sustrayendo las ideas para construir ese filme. La película que querría haber escrito algún día. Tal es la sensación de afinidad con sus creadores que me genera la cinta.

«Antes del atardecer» lo tenía difícil allá por el año de su estreno -2004- , puesto que era la secuela de una de los mayores fenómenos de culto del cine de los 90, «Antes del amanecer», una cinta que contaba la fugaz historia de amor de dos jóvenes mochileros -un estadounidense y una francesa- durante una noche en Viena. Linklater supo tanto hacer en este último filme un certero y optimista retrato sobre la llamada «Generación X» como  aportar una de los enamoramientos más perfectos del cine moderno: dos almas gemelas que se encuentran y que pasan una noche perfecta, engrandecida por la obligada despedida a la mañana siguiente, que protegerá a ese amor de las imperfecciones con las que castiga el tiempo. Ese continuo solapamiento entre la alegría que provocaban los jóvenes enamorados y la tristeza que suponía la efímera duración del encuentro caló hondo entre los espectadores, sobre todo entre los que tenían una edad similar a la de los protagonistas -algo menos de la veintena- , para los que se convirtió en todo un símbolo generacional.

Yo no tuve la suerte de ver «Antes del amanecer» en su fecha de estreno, sino justo un poco antes de poder deleitarme con su sucesora. Por esta razón, aunque me encantó esa primera parte, no tuvo que ver nada su impacto con el que me produjo poco después «Antes del atardecer». Es normal, mientras que el entusiasmo juvenil de la primera me quedaba ya un tanto lejos,  la segunda retrataba a la perfección lo que veía en mi entorno cercano y en mi mismo. Sí, ya es hora de decirlo, en un tiempo en el que las continuaciones innecesarias son una norma, «Antes del atardecer» se presenta como la secuela más oportuna y necesaria de las que tengo recuerdo. Los enamorados jovencitos que se despidieron con todo tipo de promesas en Viena tienen ahora diez años más. Nunca han vuelto a verse. Jesse, el chico estadounidense, acaba de publicar su primera novela y su gira de promoción europea concluye en una librería de París. Justo el lugar donde se reencontrará con Celine, su francesa preferida. Jesse tiene solo un rato libre antes de coger un avión que le devuelva a EE.UU, justo el pequeño periodo de tiempo que utilizará para pasear y hablar con Celine y comprobar qué ha sido de su vida.

A partir de ese momento la magia comienza. Liklater, en una decisión que se mostró sumamente acertada, optó por convocar a la pareja protagonista, un Ethan Hawke y una Julie Delpy que nunca han estado mejor, para ponerse a escribir el guión. La sapiencia del cineasta y el compromiso y el conocimiento de sus personajes por parte de los intérpretes cristalizaron en uno de esos guiones dignos de estudiarse en las academias de cine. Es portentoso el grado de concentración de un libreto que, en apenas 80 minutos y unos pocos planos, consigue contarnos las peripecias vitales de los diez últimos años de la vida de los protagonistas, sus sentimientos actuales, el poso que dejó en ellos su primer encuentro y que todo ello funcione asimismo a otro nivel, como retrato generacional de los que rondan la treintena. Y lo mejor de todo: esta depuración extrema no afecta a la credibilidad de los diálogos, que en casi todo momento resultan perfectamente naturales y ajustados a los personajes (siempre he recordado el «comunistilla» que le suelta Jesse a Celine en un momento dado como el ejemplo perfecto de cómo se debe hacer dialogar a dos personajes en una película).

El guión a seis manos es también un prodigio tanto en su perfecta cadencia como en su conocimiento del comportamiento humano. Jesse y Celine comienzan su conversación de forma fría, describiendo con cierta suficiencia su vida actual, de manera calcada a cuando nosotros mismos nos encontramos a alguien al que no vemos hace mucho tiempo. Todos nos podemos identificar con esos «pues me va muy bien, liado pero bastante bien, ¿y tú?» que decimos casi sin darnos cuenta, sea cual sea nuestro estado de ánimo, ya sea nuestra vida en esos momentos un paraíso o una mierda. Tímidos, charlan de nimiedades hasta que poco a poco van cogiendo confianza, van cayendo las máscaras una detrás de otra hasta que se van acercado a la cuestión que tanto han querido evitar: su idílico encuentro en Viena diez años antes. Va creciendo la tensión. Aunque al principio no parecen querer admitirlo, ambos finalmente acaban coincidiendo en que ese momento marcó sus posteriores vidas y aumentó sus expectativas . Ninguno de los dos está contento con su situación actual, la rutina se ha apoderado de ella. Jesse está casado y tiene un hijo pero ya no es feliz junto a su esposa; Celine no ha tenido suerte con los hombres y tiene una relación con un  siempre ausente corresponsal de guerra que no le llena para nada.

La conversación no sólo versa sobre su vida amorosa. Los jovencitos enamorados de Viena hubieran firmado con gusto su actual vida: Jesse, como ya sabemos, ha iniciado una prometedora carrera como escritor y Celine trabaja en asuntos humanitarios.  Pero lo más importante en la vida muchas veces no es únicamente lo que va aconteciendo sino la perspectiva desde la que miramos esos aconteceres. El optimismo y el entusiasmo que suscitaba en los protagonistas de «Antes del amanecer» el simple hecho de haber abandonado el nido familiar y haber viajado a Viena se ha tornado en «Antes del atardercer» en desencanto acerca de todo lo que viven. De hecho, por aquel entonces se maravillaban ante cualquier detalle de la capital austriacana; ahora, sin embargo, deambulan por París, la capital del amor, sin apenas fijarse en nada. En los diez años transcurridos las sucesivas decepciones han ido haciendo mella y sus aspiraciones cumplidas han pasado a ser simples herramientas para sobrevivir dignamente.  Esta frustración no sólo se da hacia dentro. Antes contemplaban el mundo como un entorno que iban a cambiar, algo que sin duda iba a mejorar gracias a su labor y a la de su generación. Ahora comprenden que el mundo sigue siendo como siempre ha sido y (muy probablemente) como siempre será.

Según va volviendo la complicidad que ambos tenían con más y más fuerza, el tiempo (el elemento clave de la trama, por si no se habían dado cuenta) se va agotando. Jesse va emplazando a su chófer a diferentes lugares y horas para recogerle;  no quiere perder un solo instante de ese momento mágico, ese que creyó que nunca volvería a vivir. Como si de un suspense de Hitchcok se tratara, el espectador asiste cada vez más agitado al tramo final de la película. Un precioso apartamento parisino, un reloj que no deja de correr, Nina Simone, una chica que coge una guitarra y canta tímidamente una canción sobrecogedora, unos títulos de crédito. Acabamos de asistir a uno de esos (pocos) momentos realmente mágicos que nos puede brindar el cine. No podemos hablar, necesitamos pensar un momento, nos han contado la historia de nuestras vidas y lo han hecho magníficamente. Interrumpimos nuestro pensamiento, miramos a nuestro compañeros/as de proyección, hay muchas cosas de las que hablar (o, mejor pensado, puede que no).

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17 comentarios leave one →
  1. Rodrigo Martín permalink*
    13/06/2012 22:09

    Joder, Alberto, no sé qué decir… Vale, ahí voy. Tú y yo estamos de acuerdo en algunas cosas, y en profundo desacuerdo en otras, pero en este caso, siento como si te hubieses metido en mi cabeza y hubieses plasmado todo lo que me hace sentir esta pequeña grandísima película… Lo que sientes tú con los guionistas de «Antes del atardecer» lo siento yo con tu post. Bueno, miento, tú lo has expresado mil veces mejor a como yo lo hubiese hecho, eso seguro.
    Yo tampoco vi «Antes del amanecer» cuando se estrenó pero sí después, en vídeo (no sé si recuerdas esa copia mía de VHS que ruló durante meses por la oficina, de mano en mano). Una cinta que te llega muy muy dentro, que jamás te cansarías de ver, y que es como la historia de amor que vemos durante poco más de hora y media, una experiencia maravillosa e imborrable en nuestras vidas pero, sobre todo, irrepetible… O así lo creía yo, porque años después me entero, y jamás hubiese apostado por ello, que esa historia continúa, que han pasado diez años y que volveremos a saber más sobre Jesse y Celine. Tuve la suerte de asistir al pase de prensa antes de su estreno, y escribir la crítica para ese sitio en el que trabajábamos (por cierto, guardo lo que escribí entonces por ahí pero ahora mismo me da hasta pudor leerlo). Sí recuerdo que me acerqué al cine con cierta emoción pero también miedo, por si acababa saliendo decepcionado y pensando, sobre todo, que una preciosa historia de amor había quedado completamente arruinada. No fue así. Como tú dices, lo mejor es ver estas películas en el momento justo, cuando conectas generacionalmente al máximo con lo que estás viendo, y así fue. Puede ser que no sintamos las mismas cosas que Jesse y Celine en ese momento de nuestras vidas, que las experiencias no sean exactamente las mismas, que en donde ellos encuentran insatisfacciones a nosotros nos vaya un poco mejor y al revés, pero lo que no podemos negar es que LES ENTENDEMOS. Ahí hay una conexión total y perfecta con nosotros, los espectadores, y eso, al nivel de «Antes del atardecer», es muy difícil de conseguir.
    También me daba miedo llegar a ese inevitable final, al último minuto de la cinta, digo, porque su historia lógicamente, de una manera u otra, continúa. Me pareció perfecto. De hecho, no concibo haberlo hecho de otra forma. Lo que ya no tengo tan claro es si me gustaría que en 2014 o 2015 Linklater, Hawke y Delpy decidiesen seguir contándonos esta historia… Recibiría la hipotética noticia con miedo, seguro, pero… quién sabe.
    Por cierto, poco después de ver la película, me ‘hice’ con el disco de la Delpy, no sé si el único que ha editado o no, la verdad. Lo he escuchado mil veces, y sólo puedo decir que, aunque sólo sea por su conexión con la película, merece la pena guardarlo como un tesoro.
    Enhorabuena y gracias, my friend.

    • Rodrigo Martín permalink*
      13/06/2012 22:10

      Para no saber qué decir, no ha estado mal, no?

  2. Jorge Luis García permalink*
    14/06/2012 1:28

    Hi, fellas. Me sumo a la felicitación a Alberto por la elección de la película y por lo que ha escrito sobre ella. En realidad no me queda mucho que añadir a lo que ya habeis dicho. Únicamente apuntar que en la última media hora de «Antes del atardecer» se agolpan todas las emociones posibles de una manera tan honesta y sincera que mi lagrimal estaba a punto de estallar. Hablo de esa emoción tan pura e inasible que se encuentra en muy contadas ocasiones, la secuencia final de «Luces de la ciudad» o la escena del semáforo de «Los puentes de Madison», por ejemplo. Un fuerte abrazo, colegas!

  3. Lorena permalink
    14/06/2012 10:06

    Yo también aplaudo la elección. Me encantó «Antes del amanecer», tanto, que esperaba decepcionarme con la segunda parte. Pero como dices, es «la secuela más oportuna y necesaria de las que tengo recuerdo» :) Un saludo

  4. dosaunecompany permalink
    14/06/2012 12:08

    Para mí fueron dos películas muy especiales en las que conseguí entender cosas de mi vida. Antes del atardecer puede que incluso supere a Antes del amanecer pero nunca lo diré en alto. En cualquier caso, para mí son iconos, películas de amor para los no románticos. Y sí, a eces he usado ese »comunistilla» con algún chico, porque son mis referencias, y me encantan.

  5. Alberto Loriente permalink*
    14/06/2012 12:32

    Bueno, qué decir, que me siento un tanto abrumado ante los elogios, con lo cual, ¡gracias! Sí, Rodrax, creo que gracias a ti descubrí las dos películas y mi agradecimiento es eterno. «Antes del atardecer» la vi un poco tarde y no tuve oportunidad de sentir ese miedo que teníais ante la posibilidad de una mala secuela pero no dudo de que si hubiera estado en vuestro caso (Rodrax y Lorena) también habría estado al menos inquieto. Pero mira, y ahí coincido contigo, Dosaunecompany, yo también diría que la segunda me parece algo superior a la primera, aunque por respeto a ésta última tampoco alzaría la voz. Respecto a una hipotética tercera parte, yo creo que ya no tendría el mismo sentido que tuvo la segunda. Creo que todo lo importante que había que decir ya está dicho y la perspectiva vital con la que cuentan en «Antes del atardecer» ya no varía tanto en años posteriores como normalmente sí lo hace entre la adolescencia y el comienzo de la vida adulta. ¿Cómo sería: un nuevo encuentro relativamente fortuito o viéndo a la pareja viviendo su matrimonio, ya sea felizmente o no? Y además, ¿cuál sería el título? Ahora, los nombres de las dos películas forman una simetría perfecta. Pero si hubiera una tercera, que le pondrían ¿»Antes de la madrugada»? No sé, no me convence, pero si la hicieran tened por seguro que iría a verla, aunque fuera sólo por curiosidad. Un saludo a todos y todas!

  6. Alberto Loriente permalink*
    14/06/2012 16:26

    ¡Increíble pero cierto! ¡Así es la vida! Sólo unas horas después de elecubrar sobre una tercera parte, leo esto: http://www.ecartelera.com/noticias/11033/ethan-hawke-richard-linklater-trabajan-ya-secuela-antes-del-atardecer/. Resulta que Linklater y Hawke se van a juntar para estudiar una nueva película de la serie que se comenzaría a rodar en 2013. Seguiremos informando…

  7. Paloma permalink
    14/06/2012 17:18

    Me ha encantado el post :-). Yo también vi tarde «Antes del amanecer», también la grabé del Plus y me la puse un día sin saber qué iba a ver. También me marcó y apasionó, pero siempre lo achaqué a que, por esa época, era una chica más bien impresionable y a que Ethan Hawke ya tenía un huequito en mi corazón desde «El club de los poetas muertos». No obstante, recorté de Cinemanía el cartel de la peli (supongo que de un anuncio del Plus) y le puse en un lugar preferente de mi carpeta de universitaria. Pero «Antes del atardecer» provocó en mí los mismos sentimientos, así que, ya no lo pude achacar a la edad. Cuando terminó sólo pensé, noooooo, no puede haberse acabado ya. Y si hay una tercera parte como habéis apuntado, pues encantada de la vida. La incluyo en mi cupo anual de películas que ver en el cine y listo. A seguir disfrutando ;-). Besos!!

  8. gorg permalink
    21/06/2012 20:57

    Tuve la mala suerte de ver «Antes del amanecer» con los 30 años cumplidos, pero la gran suerte de gozar «Antes del atardecer» con una edad y situación muy parecidas a las de Jesse. Pocas veces me he sentido más identificado.
    Genial el taquicárdico final e increíble la sensación que te deja la película, es como si le hubieran dado a tu alma la vuelta como a un calcetín y todavía no creyeras que has podido verla con tus propios ojos.

    • Alberto Loriente permalink*
      21/06/2012 22:42

      Bienvenido, Gorg! Como podrás averiguar, estoy muy de acuerdo con tu comentario. Un saludo!

  9. Arzu permalink
    29/06/2012 16:23

    Pocas personas son capaces de captar con la brillantez con la que lo haces tú la esencia de una obra de la que no son autoras. Lo digo por propia experiencia.
    Dos interpretaciones perfectas de dos buenos interpretes al servicio de una conversación que contiene alguno de los diálogos más naturales y mejor facturados que se recuerdan, que a lo largo de un único plano secuencia de hora y media consigue que una ciudad tan mágica como Paris pase desapercibida. Eso es «Antes de atardecer»; para mí, una obra maestra.

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